Pasión y locura por el coleccionismo: un club, diseños propios y más de 3 mil autógrafos
En un hecho sin precedentes, futbolistas, deportistas y celebridades coinciden en la colección de tarjetas firmadas más grande en el mundo.
El álbum de figuritas despertó la fiebre mundialista a menos de 80 días para el comienzo de Qatar 2022. Pero para CAFU (Club de Amigos Figuriteros Unidos), el fanatismo por el coleccionismo es cuestión de todos los días.
Oscar Pons, el presidente del club, es un coleccionista de pura cepa. Vive en Mendoza, tiene 53 años y recuerda que el primer álbum que juntó fue el del Mundial 74’, que, tal como indica el refrán que dice ‘en casa de herrero cuchillo de palo’, todavía no pudo completar. Le falta la figurita de Mukombo, el ignoto jugador de Zaire, reconocido como “la difícil” de la época, aunque ya la tiene apalabrada desde hace dos años desde Chile y la conseguirá en su próximo viaje al país vecino.
En una habitación de su casa tiene un pequeño museo de 4x5 dedicado a todo lo que acopió con el paso de los años: álbumes de figuritas, autos de colección, monedas, billetes, revistas deportivas y bufandas, entre tantas otras cosas. Ejerce como abogado por la mañana y dedica las tardes al hobby.
La historia de CAFU tiene como piedra angular las figuritas del Mundial 2014. En ese entonces se convirtió en un hábito juntarse en la icónica Plaza Independencia, en la Ciudad de Mendoza, a intercambiar las repetidas, siempre bajo un principio de hermandad: para los coleccionistas el objetivo es que nadie se quede sin llenar su álbum.
Lo que empezó como una idea entre amigos fue tomando vuelo hasta que el 31 de octubre de 2016 se fundó CAFU, el primer club de coleccionistas con diseños personalizados propios y autografiados por los mismos protagonistas. Tienen estatuto, tesorero (Walter Barrionuevo), Secretario (Javier Giana), vocales y todavía no llegaron a constituirse como personas jurídicas.
En un principio buscaban la rúbrica de glorias del fútbol, luego pasaron a jugadores de la actualidad, incluídos los del ascenso, y deportistas en general, hasta incursionar en otros rubros, como músicos, artistas o personajes de la farándula. “Ahora por todos lados cambian figuritas. A nosotros lo que nos hace distintos es que nos enfocamos en nuestra propia colección”, cuenta Oscar Pons, desde Mendoza, en diálogo para El Gráfico.
Hasta el momento la colección deCAFU suma 3055 cards firmadas, guardadas en folios de manera prolija en el museo de Pons, el encargado de custodiar el tesoro principal del club.
Cada tarjeta tiene una historia mínima detrás y es un motivo de orgullo para el club. Pons, uno de los principales encargados de encabezar las gestiones para concretar el autógrafo, detalla al respecto: “El primero que nos firmó fue Leopoldo Luque. Lo fuimos a ver, le gustó la idea y así empezamos. Incluso nos puso en contacto con los holandeses Ernie Brandts y Arie Haan, en una visita para un documental del Mundial 78. Bochini nos costó mucho, Kempes también. El 90% de las firmas las hacemos en Mendoza, pero llegamos a hacer viajes para conseguirlas. Una vez fuimos a Chile por la de Sergio Vittor, otra a Córdoba porque había varios ex jugadores en la despedida de Pablo Guiñazú. También estuvimos en San Juan en un amistoso de la Selección y nos firmó Scaloni”.
En la actualidad, CAFU tiene 180 socios, que todos los meses pagan una cuota mínima para solventar gastos de diseño e impresión. El fanatismo trascendió fronteras: hay representantes de Malta, España y Chile.
La dinámica no tiene secretos: desde CAFU se contactan con el protagonista, o allegados, para hacerle firmar entre 6 y 7 tarjetas (siempre según la disponibilidad y predisposición de la persona en cuestión). Luego se sortean entre los miembros del club y así cada uno va conformando su propia colección.
Por mes consiguen entre 80 y 100 firmas. El fin de semana pasado aprovecharon la estadía del plantel de Temperley para sumarlos a la colección. Lo mismo sucedió con el Chino Maidana, presente en Mendoza por un evento de boxeo. Si bien las tarjetas lo dicen de manera explícita, están prohibidas a su venta y no se comercializan, más allá de que es común que desde las redes haya gente que les consulte al respecto.
No hay condiciones ni requisitos para ser socio de CAFU, según detalla Pons: “En un principio había que ser coleccionista, pero ahora hay gente que está porque le gusta lo que hacemos. Aportamos una pequeña cuota y le damos rienda suelta a nuestra locura porque así la hemos llamado”.
“Es todo a pulmón. Siempre quisimos tener alguna pequeña sede para reunirnos una vez por semana y para exhibir todo, pero es un tema pendiente”, cuenta Pons, que se ilusiona de cara al futuro: “Me gustaría tener un álbum mío con la firma de todos los que representaron a Argentina en un Mundial, tengo muchas pero me faltan algunas. El día que me firme Messi me retiro, aunque sé que no lo voy a conseguir”.
Pasado los 50 años, Pons cumplió el sueño del pibe: “Grité los goles de Kempes y Burruchaga y estuve frente a frente con ellos, me saqué una foto. Esto no tiene precio. Mi ídolo en el fútbol siempre fue Bochini. Conocerlo fue como tocar el cielo con las manos”.
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