El reencuentro del Beto Alonso con su historia
El ídolo de River no se ablanda ante los recuerdos e impide darle lugar a la nostalgia. Es sinónimo de fútbol, lo ganó todo y, sin saberlo, fue el protagonista de hechos que quedaron para la posteridad. “Estar en la tapa de El Gráfico era lo máximo”, dice.
Era el año 1971 y River había empatado 1-1 contra Independiente por el Torneo Metropolitano. La tapa de la revista El Gráfico mostraba a un incipiente Norberto Alonso en su intento de cabecear la pelota mientras lo observaban José Pastoriza y Carlos Della Savia. Días después, un fanático abordó al Beto en plena calle Cabildo para pedirle un autógrafo (todavía no eran tiempos de selfies). Desde entonces se juramentó no negarle una foto a nadie por el resto de su vida.
Fue la primera de las 54 veces que Alonso salió en la primera plana de El Gráfico. Fue un pacto consigo mismo para la eternidad.
Puede dar fe el chofer fanático de River que lo traslada desde su domicilio en Villa Devoto hasta San Telmo para revivir su historia a través de las imágenes, las tapas y las notas de El Gráfico. “Soy un tipo agradecido de lo que fui y de que la gente me acompañe”, dice Alonso en un pasaje de la charla.
El encuentro tiene lugar en el mismo edificio en donde ofició de panelista del exitoso “La Última Palabra”. Los recuerdos se le vienen a la cabeza mientras aguarda que la máquina expendedora le dé su Sprite. “Los mejores programas eran los que contábamos historias. Un día dije que Mostaza Merlo no hacía goles porque no los sabía gritar. Todos se cagaron de risa”.
Más allá de los logros y las conquistas, su carrera está llena de símbolos que derivaron en instituciones para la posteridad: la pelota naranja, el primero en no gritarle un gol a su ex equipo y el primero en tener un partido despedida lo resumen.
Después de tantos años de verborragia y de frases rimbombantes llegó la tregua. El Beto mide sus emociones y dice más con sus silencios que con sus palabras. Conoce a la perfección el oficio; por eso durante las casi dos horas de charla aclara en reiteradas oportunidades: “Esto quiero que lo pongan”.
EL GOL QUE NO HIZO PELÉ
Mundial 1970. Pelé se fabrica una asistencia y gambetea al uruguayo Ladislao Mazurkiewicz sin tocar la pelota. Casi sin oposición remata cruzado y la pelota pasa junto a un palo en lo que fue el casi mejor gol en la historia de la Copa del Mundo.
Dos años después el Beto Alonso se encargó de recrear esa acción en un River - Independiente, pero con final feliz. Sin registro fílmico de aquel entonces, la secuencia fotográfica de El Gráfico es lo único que hay para reconstruir la acción.
“Vos no te imaginás un gol, lo hacés y es una inspiración. Quedé medio sordo porque cuando fui a gritar el gol veía gente que se agarraba la cabeza como diciendo ‘qué hizo’”, dice el Beto, que prefiere escaparle a la comparación.
DESPUÉS DE 18 AÑOS
Alonso fue el abanderado del River que pudo cortar la racha más extensa de su historia sin ganar un título local. Desde 1957 el Millonario convivió con la frustración y se quedó en las puertas de la gloria en más de una oportunidad.
En el Metropolitano 1975 una expulsión contra Independiente lo dejó afuera en la recta final, en un momento en en el que River titubeó mientras los fantasmas del pasado acechaban: “Estaba pasando un gran momento. Cometí un error con el lineman, lo insulté y me dieron seis fechas”.
Su vuelta fue fundamental para encaminar al equipo hacia el ansiado título: “Reaparezco contra San Lorenzo e hice el partido soñado. Si bien terminó 0-0 el primer tiempo, fue un partido en el que hubo que esperar que viniera la bocha y cayera. Vino el centro de Pedro González y salté con el Mono Irusta, me metí con pelota y todo adentro del arco. Después pateó Pedro González medio pifiado y yo desde el piso la empujé. Y ahí se terminaron los fantasmas”.
El día de la consagración, los pibes de River pusieron la cara ante el paro general de los futbolistas profesionales, disconformes con los bajos salarios. ”Esa huelga nunca la entendí. Se levantó después de que terminaron de jugar los pibes contra Argentinos”, manfiestó.
EL PADRE DE LA CRIATURA
“Oh, Angelito”, suspira al ver una foto con Labruna. No hay precisiones de la fecha, pero por la alegría cómplice de ambos se supone que debe ser después de una victoria.
“Con Angelito hay una historia muy linda. Cuando estaba en Rosario Central me mandaba a marcar. Nos íbamos insultando, yo de adentro y él de afuera. Cuando vino a River… Imaginate. Fue un padre para mí. Un padre futbolístico”
-¿Es un maestro de la vida?
-Sí, en la concentración era uno más. Era un gran tipo. Lo queríamos como a un compañero. Jugábamos a los dados, a las cartas. Lo cuidábamos, lo protegíamos cuando se iba a los burros.
VIDA PRIVADA
Un sobre con imágenes de Alonso que no tienen que ver con el fútbol corta la charla y deja el relato cronológico de sus logros a un lado. Es el Beto íntimo y más desconocido, con una anécdota o historia mínima por cada foto que ve.
“Nos secábamos el pelo con un secador y para no salir mojados nos poníamos esto”, relata mientras ve una foto de sus inicios como jugador de fútbol con un gorro en su cabeza.
El golf supo ser un hobby en su vida; llegó a tener 2 de hándicap y hasta se dio el lujo de jugar con una gloria como Roberto De Vicenzo. La imagen los muestra uno al lado del otro vestidos para la ocasión, como si fueran amigos de toda la vida: “Me había invitado al club en donde jugaba en Hurlingham. Me hice una bolsa con todo de River. Le pegaba muy fuerte y tenía muy buen juego corto”, saca chapa.
Su gusto por el golf comenzó durante su infancia: “Yo era caddie. De chico no tenía palos de golf. Íbamos al club Cuba para trabajar, a juntar unos mangos. Hacíamos con un fierrito unos palos y con un corcho la pelota. Nos la ingeniábamos. Así nos divertíamos”.
En el fútbol de Europa tuvo un paso fugaz por el Marsella de Francia: “Fue un año lamentable para la institución. Hubo tres presidentes y cambiaron cinco técnicos. Y todos querían que me quedara”, recuerda.
En el repaso de fotos también aparece una imagen de los jugadores de River vestidos con la corbata que inmortalizó Ángel Labruna y a la que Marcelo Gallardo le rindió homenaje en un Superclásico de 2021: “Un día no sé quién la tiró por la ventana, íbamos a Santa Fe y tuvimos que regresar 30 kilómetros porque era cábala. Íbamos en micro, la había dejado en el asiento y algún gracioso la agarró y la tiró por la ventana”, explica entre risas.
“El Gráfico me seguía hasta…”, dice mientras revive su historia. La frase no llega a ser completada porque una foto de su casamiento se cuela en el repaso. “Me casé muy joven. Esta es la fiesta. Un asado que hice yo. Teníamos una parrillita y teníamos que rebuscarla para hacerlo. Puse el carbón, la parrilla y la carne”. La imagen no lo deja mentir.
SER CAMPEÓN DEL MUNDO
Alonso es uno de los 69 futbolistas argentinos que saben cuánto pesa la Copa del Mundo. Sin embargo el recuerdo del Mundial 78 no parece ser un momento feliz en su carrera.
No lo dice explícitamente, pero su cara y sus expresiones hablan por él. Entró 25 minutos contra Hungría en el debut, participó en la jugada del gol de Daniel Bertoni, ingresó y se retiró lesionado ante Francia por entrar sin precalentamiento y jugó “un rato” frente a Brasil. “Y eso fue lo único”, concluye.
“El desgarro fue atrás. Todavía tengo el agujero. El Doctor Oliva le dijo a Menotti que los desgarros no existían y que yo iba a ser titular contra Italia. Yo dije ‘Si no me puso cuando estaba bien no me va a poner ahora que estoy desgarrado’", confesó.
“Me quedé porque tengo compañeros, para hacer fuerza, pero te queda un sabor feo porque venía pasando uno de los mejores momentos. Lo único que no me gustó es el hecho de las mentiras. No me van”.
-¿Cuál fue el premio por ser campeones del mundo?
-Un auto para cada uno y… Nada. Eso fue el premio más algo de dinero-, dice algo incómodo con la pregunta.
Y para qué escarbar más en lugares en donde uno no fue feliz…
EL PIONERO
Tras su etapa fugaz en Francia regresó al fútbol argentino. Sin lugar en River se le abrió un abanico de posibilidades, entre ellas Boca: “Me vino a buscar un enviado de Armando, me ofrecían mucha plata pero dije que no. Le dije que no me pondría esa camiseta”.
Así fue como en 1982 desembarcó en Vélez, con la dificultad de tener que enfrentar a su River. En la previa, en diálogo con El Gráfico, expresó: “Mi corazón es de River, pero lo quiero ganar”. Con aquella edición en sus manos, Alonso pregunta sin esperar la respuesta: "¿Qué querés, que vaya para atrás?”
Luego se presenta la secuencia de aquel gol que le hizo a Ubaldo Fillol, que optó por no festejar por respeto a su ex equipo, en una decisión que marcó un antes y un después en la historia del fútbol.
“Yo dije que hacer los goles era mi obligación. Lo que lloré después para irme para mi casa... Exploté en el auto. Me descargué cuando terminó”, confiesa.
EL AÑO PERFECTO
El doblete en La Bombonera, el día de La Pelota Naranja y la vuelta olímpica, la Copa Libertadores, la Copa Intercontinental. 1986 no pudo ser mejor para River, de la mano de Héctor Veira, y para el Beto Alonso. “Era un equipo que no te regalaba nada, con mucho equilibrio”,dice mientras los recuerdos se acumulan delante de él.
-No te pusieron en la foto de la Libertadores
-Yo no era de salir en la foto. En Japón tampoco.
-¿Te gustaba el perfil bajo?
-En Japón ya veía el retiro. Me pasó un escalofrío en el cuerpo y dije chau se terminó. Tenía 34 años. ¿Qué más? Podía durar dos años más, en River ya había ganado todo. Dije 'es el final'.
LA DESPEDIDA
El 13 de junio de 1987 fue su última vez en el Monumental, en otro hecho sin precedentes hasta entonces. El recuerdo de un momento único termina en una crítica: “No había habido partido despedida hasta este. Eran más de 70 mil personas. Llegó a los 80 mil y quedó gente afuera. Habían puesto una pantalla afuera. Lo elegí a Mostaza para que fuera el técnico. Estaba Griguol y le expliqué que elegía a mis compañeros. A Mostaza no le habían hecho nada, ni una plaqueta”.
Como su carrera como futbolista, la charla con El Gráfico llega al final no sin antes hacerle la pregunta de rigor:
-Si tuvieras que nominar a alguien para que viva esta experiencia, ¿a quién le dirías?
-Bertoni… Pumpido, que fue compañero en Vélez y en River. Para que cuente vivencias, mi amigo Mostaza. Que quede claro, y esto quiero que lo pongan: quedé con una amistad con todos menos con uno, que no lo voy a nombrar, que le hizo mucho daño al club…
-¿La pasaste bien?
-Son recuerdos lindos, son recuerdos que te emocionan, pero ya forman parte del pasado. Ya está. Hoy veo a un River que me alegra también, que me saca una sonrisa. Eso quiero que también lo digas. Este River me saca una sonrisa. Es el fútbol que me gusta a mí. El fútbol que nos enseñó River. A la pelota se la trata de vos, no de usted.
El Beto aprueba el test de reencontrarse con sí mismo, peroparece escaparle a las emociones. Hasta que una pregunta destraba la cuestión y le da sentido a su frialdad.
-¿Qué te produce revivir todo esto?
-Esto que ustedes hicieron, que los felicito, yo lo tengo acá (se lleva la mano a la cabeza). Yo amé el fútbol. No hubo nada más lindo que me haya dado el de arriba que haber jugado a la pelota, el haber sido un tipo con un talento, un tipo que te hacía goles de cabeza, de tiro libre, de jugada y aparte habilitaba a los compañeros… El hincha de River estuvo siempre conmigo. En las buenas, en las malas. Cuando fuimos a la cancha de Ferro, que estaba Kempes, la gente cantaba: “Andate para España gallego loco, que Alonso no te quiere y yo tampoco”. Lo que hizo y hace el hincha de River no tiene precio.
DISEÑO DE PORTADA Y EDICIÓN DE FOTOGRAFÍA: MATÍAS DI JULIO
ARCHIVO: JULIÁN MARCEL