Las Entrevistas de El Gráfico

1997. Bati vuelve a la Selección

Luego de diez meses de ausencia, el delantero volverá a vestir la camiseta celeste y blanca ante Colombia, en el último partido de las Eliminatorias rumbo a Francia.

Por Redacción EG ·

02 de abril de 2020

“¿QUIÉN DIJO QUE EMPIEZO DE CERO?”

Luego de diez meses de ausencia, el delantero volverá a vestir la camiseta celeste y blanca ante Colombia, en el último partido de las Eliminatorias. EL GRAFICO habló a solas con él cuando estaba a punto de embarcarse hacia Buenos Aires, después de vivir la goleada de la Fiorentina sobre Lecce por 5–0, con dos tantos suyos. Conclusión: el Bati llega sin rencores y afiladísimo.

 

 

Imagen Bruno Passarelli, de EL GRAFICO, charla con Gabriel en la sala de prensa.
Bruno Passarelli, de EL GRAFICO, charla con Gabriel en la sala de prensa.
 

 

Se le nota a la legua que su regreso a la Selección Nacional es un tema del que preferiría no hablar, ya que se ha instalado en sus oídos como el zumbido de un tábano fastidioso y persistente. Los periodistas florentinos lo saben y esto explica por qué evitan abordarlo con él, en una actitud discreta, casi distraída.

Es que Gabriel Omar Batistuta –desde el viernes 31 de octubre, cuando supo que Daniel Alberto Passarella se había vuelto a acordar de él– evitó toda alusión al tema. Y nadie lo había forzado en tal sentido.

Pero este cronista tenía la certeza de que –aún contra su voluntad– el Bati aceptaría romper ese silencio. Porque lo conoce y tiene asumido que Batistuta es un hombre vertical, íntegro, insobornablemente fiel a los códigos de transparencia aprendidos en la Pampa Gringa de sus ancestros. Un hombre consciente de que, frente a todo lo que implica este retorno que ni él mismo esperaba, resulta inútil esconderse. Algo que no forma parte del comportamiento de quien está acostumbrado a asumir las responsabilidades que su rol actual –en la Fiorentina, en el fútbol italiano, en la Selección Nacional– le puede llegar a imponer.

 

Imagen Hacía tres fechas que no convertía, hasta que este domingo 9 de noviembre se destapó: le anotó dos goles a Lecce, en la victoria por 5–0 de Fiorentina. Aquí aparece mortificando al arquero Fabrizio Lorieri, que salvará sobre la línea.
Hacía tres fechas que no convertía, hasta que este domingo 9 de noviembre se destapó: le anotó dos goles a Lecce, en la victoria por 5–0 de Fiorentina. Aquí aparece mortificando al arquero Fabrizio Lorieri, que salvará sobre la línea.
 

Aceptó hablar. Pero no fue un diálogo fácil. Comenzó en la sala de prensa de la Fiorentina, donde el viernes había convocado a los periodistas italianos para hablar del equipo violeta; siguió en el túnel que lleva a los vestuarios y terminó, bajo la lluvia, al pie de la tribuna oficial del estadio, el lugar que habitualmente elige cuando habla con EL GRAFICO.

Midió las palabras. Tuvo silencios y, por momentos, pareció huidizo, evasivo. Evitó el más mínimo acento polémico o resentido. Fue conciso y gentil. Pero dejó la clara impresión, desde el primer momento de la charla, que no abriría del todo su alma y la mostraría tal cual quedó después de este ostracismo que lo hirió en lo más profundo de su orgullo y que duró diez meses exactos.

Pero vayamos por partes. Antes de transcribir el fragmentario diálogo que EL GRAFICO mantuvo con él, es útil plantearse el interrogante: ¿Qué Batistuta se reincorpora a la Selección?

La respuesta es importante: se trata de un Bati que está atravesando un gran momento. Está más maduro y sólido que el que hizo su última incursión con la celeste y blanca contra Uruguay en febrero pasado.

 

Imagen Parece el estadio Artemio Franchi en vivo, aunque en realidad es un impresionante mural de la cancha donde Gabriel hace delirar a los tifosi de Florencia.
Parece el estadio Artemio Franchi en vivo, aunque en realidad es un impresionante mural de la cancha donde Gabriel hace delirar a los tifosi de Florencia.
 

Futbolísticamente, el Batistuta de hoy ha sacado patente de inquilino en el nivel superlativo que ya había mostrado en el arranque del campeonato italiano. Lleva marcados nueve goles en ocho partidos de la Serie A, más otros tres en la Copa Italia. Es un balance espectacular. Con actuaciones memorables, como la que tuvo contra el Inter multiestelar del brasileño Ronaldo. O la que registró este domingo contra el Lecce (terminó 5–0 a favor de la Fiorentina), en la que hizo absolutamente de todo: dos goles (el primero de cabeza, a los 18 minutos, y el quinto a los 93), asistencias–gol de lujo (como el taco que le puso a su compañero Luis Oliveira para que marcase el segundo), presencias decisivas en el área rival (como la que obligó a la expulsión del defensor William Vialli). 

En suma: el que Passarella ha convocado es un Batistuta más cínico y más racional para cumplir con su misión improrrogable de hacer goles.

Pero es, también, un Bati que ha crecido enormemente en su papel de hombre que, por prestigio y por autoridad delegada, juega un rol decisivo en el seno del grupo. Su experiencia de este año en la Fiorentina tiene un significado inapelable: debió asumir el manejo de los delicados equilibrios internos de un club complicado. Y lo ha hecho con una sabiduría admirable en su rol de mediador permanente entre sus compañeros y el vulcánico e imprevisible presidente Vittorio Cecchi Gori. Recurriendo siempre a la sonrisa.

 

Imagen Rompiendo redes con la camiseta violeta de la Fiorentina y celebrando con el belga Oliveira. En la Selección lo aguarda otro compañero: el Piojo López.
Rompiendo redes con la camiseta violeta de la Fiorentina y celebrando con el belga Oliveira. En la Selección lo aguarda otro compañero: el Piojo López.
 

El que llega a Buenos Aires para irse derecho a la concentración de Ezeiza es un Batistuta que quiere ser útil sumando (en todos los sentidos) y eso se le nota en el entusiasmo que se desprende de sus palabras cuando, roto el hielo inicial, habla de la Selección, su viejo e irrenunciable amor: “Lo confieso... Fue saber que Passarella me había convocado y sentir de nuevo esa sensación única que transmite estar en la Selección, una especie de entusiasmo escondido, de electricidad, qué sé yo... Algo que no experimentaba desde hace diez meses. Hay que haberlo vivido para saber qué se siente. La camiseta de la Selección tiene una magia especial, yo la siento muy honda”.

–¿Esperabas este llamado para el partido contra Colombia?

–(Hace una pausa) Sinceramente, no. Pero eso ahora no tiene importancia.

–Quedó atrás una larga historia desde el partido contra Chile: fueron diez meses y una clasificación para el Mundial ya ganada de por medio...

–Lo sé, pero no quiero hablar del pasado. Y esto lo digo con el corazón en la mano. Porque me siento muy feliz, realmente.

–¿Lo vivís como el estudiante que vuelve a la escuela después de una larga ausencia y debe recomenzar de cero?

–Nooooo, qué va... ¿Cómo voy a comenzar de cero?  ¿A quién se le puede ocurrir una cosa semejante? Creo que algo he hecho por la Selección y que eso, en la Argentina, todo el mundo lo tiene claro. Yo estoy tranquilo, sigo por mi camino.

 

Imagen Pasarella y Batistuta en la Selección.
Pasarella y Batistuta en la Selección.
 

–De acuerdo, pero vas a encontrar a un grupo nuevo, con jugadores que no estaban en la primera parte de la Eliminatoria, y en pocos días vas a tener que ponerte en sintonía con ellos.

–Bueno, no debe ser para tanto. No conozco la lista completa de los convocados, pero me voy a reencontrar con varios muchachos con los que jugué más de una vez. Qué sé yo... Pienso en el Boquita Sensini, con él hay una amistad. Eso no va a ser problema, son las reglas del juego y las acepto.

–Además, desde que no jugás, el equipo ganó seis de los ocho partidos que disputó y clasificó para el Mundial...

–Es por eso que este regreso es más importante todavía. Vuelvo a un equipo que gana y que está jugando bien.

 

Bati con Passarella

Con Daniel Passarella como técnico, Batistuta lleva jugados 17 partidos en la Selección Argentina y convertidos 12 goles, con un porcentaje de 0,70 por encuentro. Pero el Bati no se pone la celeste y blanca desde el 12 de enero de 1997, cuando Uruguay y Argentina empataron 0-0 en Montevideo. El balance total de Gabriel Omar Batistuta en la Selección Nacional ofrece estas cifras: 54 jugados, 36 goles y 0,66 tantos por encuentro. Goleadores así no sobran.

 

–Pero es un equipo que tiene problemas para hacer goles. Sin vos, nunca marcó más de dos en un partido. ¿Qué reflexión te merece?

–...

–¿Tenés alguna idea sobre cómo y con quién vas a jugar? Passarella dijo más de una vez que Batistuta y Crespo no pueden jugar juntos.

–(Riendo) Y bueno, si el técnico está convencido de eso, la cosa es muy sencilla: juega Crespo o juega Batistuta.

–¿Sabías que en el último partido, contra Uruguay, la gente de la tribuna, además de vivar el nombre de Maradona, empezó a corear el tuyo? ¿Qué sensación te deja?

–Me hizo mucho bien. Me sentí muy orgulloso porque, hasta ahora, los coros habían sido únicamente para Diego. Cuando no jugué, la gente siguió hablando bien de mí, fue un gran apoyo. Espero que lo siga haciendo después del 16 de noviembre.

–¿Pero no tenés miedo de que la gran expectativa creada alrededor de tu regreso pueda ser contraproducente? Te van a exigir que hagas goles, y más de uno...

–Mire, en estos partidos ya es difícil hacer uno solo, así que imagínese lo que significa tener que marcar más. Yo no tengo dudas sobre el afecto de la gente, a la que le estoy eternamente agradecido. Pero si los hinchas me estiman, entonces espero que sepan ser comprensivos conmigo y puedan perdonarme si cometo algún error, aunque espero no hacerlo. Yo viajo a la Argentina muy tranquilo, con ganas de trabajar, de jugar y –naturalmente– de hacer goles.

–¿Te ayuda lo que anunció hace algún tiempo Passarella: que ya tenés el puesto asegurado para ir al Mundial de Francia? Sólo después de haber tirado tu nombre, agregó algunos más...

–Estoy enterado, pero no soy de hacerme ilusiones fácilmente. De acá al Mundial faltan siete meses y en un tiempo tan largo pueden pasar muchas cosas. Incluso está latente el peligro de una lesión. Mejor ir despacito, paso a paso. Y el primero que tengo que dar es contra Colombia.

–Hay algo que convierte este retorno en una experiencia única para quien, como vos, empezó a escribir su historia en el fútbol argentino en Boca: volvés a jugar en La Bombonera después de seis años y medio.

–Uy, de sólo pensarlo me corre un escalofrío por la espalda. No sé, que nadie se sorprenda, sobre todo si las cosas me salen bien a mí y a la Selección, si en determinado momento se me escapa una lágrima. Será porque la emoción fue demasiado fuerte.

 

El técnico Alberto Malesani lo había mandado a llamar porque era el único que faltaba para empezar el entrenamiento en el estadio Artemio Franchi, a puertas cerradas. La Fiorentina, 48 horas después, enfrentaría al Lecce. Y el Bati se fue, tan apurado y hermético como había llegado.

El domingo, a las 14:48, marcó el primer gol de la Fiorentina. A las 16:06, el quinto. A las 16:55, dejó el estadio Franchi y –en un automóvil puesto a su disposición por el club– empezó a recorrer los 250 kilómetros de la Autopista A1 que separan a Florencia del Aeropuerto romano de Fiumicino. Y a las 19:50 embarcó en el vuelo AZ 688 de Alitalia que tenía como destino Buenos Aires. En el avión se encontró con viejos conocidos como Matías Almeyda y con otros no tanto, como la Brujita Verón.

Iba por la vuelta.

 

BRUNO PASSARELLI

Fotos: BEPPE CALZUOLA

Enviados especiales a Florencia, Italia

Escenas: FABRIZIO GIOVANNOZZI / AP