Las Entrevistas de El Gráfico

1939. Zozaya: ¨Yo también me voy¨

Borocotó y una conmovedora entrevista con el mítico Alberto Zozaya, quien se despedía de Estudiantes de La Plata. “En nombre de quienes te vieron jugar y te son deudores: Muchas gracias “Don Padilla”

Por Redacción EG ·

09 de mayo de 2022

— ¿Y no te da pena al irte?

—Es lo que me extraña — contestó quedamente Alberto Zozaya. Pitó hondo su cigarrillo, entornó los párpados, y al tiempo que soltaba el humo, tarareó: "Caminito amigo...; yo también me voy…

Me hablaba de su decisión de retirarse del fútbol y lo hacía con tranquilidad, enhebrando recuerdos.

Imagen Apodado ¨Don Padilla¨, aquí en 1934, con la camiseta que lució por diez años.
Apodado ¨Don Padilla¨, aquí en 1934, con la camiseta que lució por diez años.

—Hace años, cuando pasaba por mi mente la idea inevitable del retiro, se me ocurrió que el trago 'habría de ser amargo. El tiempo corrió..., llegó el día y la pena no se produjo. Puede ser que más adelante, alguna noche en que me ponga a revolver papeles viejos o charlando entre amigos, de cosas del pasado, sienta una lógica nostalgia, pero en la actualidad no la experimento. Creo que el fútbol Y yo hemos llegado a un punto en que él nada puede darme que no me haya dado, y yo tampoco puedo darle nada nuevo. Estamos mano a mano. Me llevo un montón de recuerdos, y acaso deje alguno que aguante un poquito el olvido...

— ¿A qué se debe esa decisión de no jugar más? ¿Estás en decadencia?

—He de estarlo... Supongo que no tendrás la pretensión de que estoy progresando... Hace años que vengo resbalando por el tobogán, y si la caída no fue más acelerada, es porque la fui frenando... Podría jugar un rato más. Así me lo piden y me lo dicen, sólo que... no tengo ganas... Aquel placer que se experimentaba en la casilla al irse vistiendo para salir al field, aquella ansiedad de jugar bien... se fue yendo... yendo... ¿No ves que no entro a la cancha corriendo? Fijate en los jóvenes: entran como potros que se han escapado del corral...; salen campo afuera y al aire las crines...; los viejos entramos como matungos de horno de ladrillos: al paso...; damos las hurras pensando en otra cosa..., y hasta jugamos pensando en otra cosa... Es obra del tiempo, de las emociones gustadas...

Imagen Febrero de 1938. Zozaya en la selección.
Febrero de 1938. Zozaya en la selección.

EL NIÑO MIMADO

Nos mirábamos a través del humo que pretendía ocultar años. Recuerdos comunes desfilaban a tropezones, sin orden. Aquellas tardes del Victoria, cuando rumoreaban los cubiletes y allí estaban Nolo Ferreira, Scopelli, Uslenghi, Nery, Calandra, los de aquel team que marcó una época; los matches en que Lauri, Scopelli, Zozaya, Ferreira y Guaita, dejaron anotado el paso por la historia del fútbol; los partidos en que veíamos a Zozaya saltar, articular el pescuezo y de un golpe de cabeza colocar la pelota en la red; los momentos, los días, los años agrupados..., todo se nos venía galopando hacia nuestra mesa envuelta en evocaciones.

Imagen Junto a Scopelli, con quien integró en 1937 el plantel de Argentina en el campeonato Sudamericano. Dos de los famosos ¨Profesores¨, una delantera tan temida como recordada.
Junto a Scopelli, con quien integró en 1937 el plantel de Argentina en el campeonato Sudamericano. Dos de los famosos ¨Profesores¨, una delantera tan temida como recordada.

— ¿Te gustaría volver atrás? — le pregunto.

— ¿A qué pensarlo si es imposible? La vida pasó... y bien pasada. La viví hondamente. De nada me quejo. Tuve suerte. Fui un niño mimado. Llegué a Estudiantes y me encontré en el centro de una línea famosa, rodeado de compañeros habilidosos. Cuando ellos se fueron, los valoré mejor. Entonces, tuve que trabajar más... Ya no me colocaban la pelota en tos pies para que hiciera el gol... Había que buscarla... Ya no la pasaba y ella volvía a mi lado después de recorrer toda la línea. La pasaba y rara vez retornaba... Por eso digo que tuve mucha suerte, que fui un niño mimado... Más de una vez haciendo un pase para cualquiera de los lados y corriéndome hacia el centro a la espera de la cruzada, me sentí extrañado de que la pelota no volviera... Recién me daba cuenta que habían cambiado los tiempos... Yo creía que estaba con aquellos cracks de antes... Fui como un pibe a quien la madre lo mima y después debe resignarse a vivir con una madrastra... Extraña los besos...

Imagen Cumbre de los Profesores en 1967. Lauri, Scopelli, Zozaya y Ferreira. Había fallecido el quinto profesor: Guaita.
Cumbre de los Profesores en 1967. Lauri, Scopelli, Zozaya y Ferreira. Había fallecido el quinto profesor: Guaita.

21 AÑOS DE FUTBOL

— ¿Diez años en Estudiantes?

— Con éste serían once. Además, tengo diez años en Juventud Unida de Gualeguaychú, mi pueblo. Son veintiún años continuados de fútbol y tengo treinta y uno de edad. Era muy chiquito cuando comencé a jugar en la cuarta. Muy delgado y con una cabezota enorme; siempre la llevaba ladeada como techo e'rancho. El pescuezo no tenía fuerzas para sostenerla.

—Pero estuviste a punto de irte hace algunos años, cuando Racing te solicitaba.

—Pasó algo gracioso en aquella oportunidad. Racing pidió el pase a Estudiantes que le requirió una suma muy elevada, precisamente para no acordarlo. Entonces de Racing me hablaron y yo pregunté: "¿Cuánto pide Estudiantes?". "Sesenta mil pesos...", fue la contestación. Comprendí la razón de ese pedido y contesté en broma: "A mí, cuarenta mil... Así se hacen los cien mil redondos...". Volvió a hablarse del asunto y mi club expresó que no otorgaba mi pase, que no se fijaba cantidad. Cuando en rueda de amigos se habla de ese asunto y se me recuerda que pude haber obtenido una alta cotización, siempre digo lo mismo: "El dinero, se habría ido como se fue otro. La satisfacción de haber quedado en el mismo club en donde logré cierta popularidad, será un aspecto sentimental, no representará plata, pero como la plata me la hubiera gastado, por lo menos me queda esa satisfacción...". En estos momentos en que se desparramó la noticia de que abandonaba el fútbol, recibí algunas muestras de cariño. No hace mucho se me llamó a reunión de comisión en Estudiantes y algunos dirigentes me hablaron. Uno de ellos fue el doctor Manuel M. Lavie. Le hizo con sinceridad y con esa habilidad tan suya para tocar el corazón. Medio me hizo lagrimear. Recibí cartas de hinchas que me son desconocidos, telegramas, etc. Todo eso conmueve y significa una satisfacción que no tiene precio, que ayuda a vivir y que será grato en la recordación.

Imagen Su cifra goleadora en Estudiantes es irrefutable. 144 goles en 181 partidos.
Su cifra goleadora en Estudiantes es irrefutable. 144 goles en 181 partidos.

MENCIÓN A DAÑIL

¿Tenes algún recuerdo especial para algún difícil adversario?

—He jugado contra los mejores centre halves. Algunas veces me fue bien frente a ellos, en otras, les fue bien a ellos. De quien siempre me acuerdo mucho es de Dañil. Era guapo y bueno. Nos dimos muchos golpes, pero sin quejamos. Nos encontrábamos y él me daba un codazo o se lo daba yo, pero sin palabras. Teníamos nuestros duelos callados. Cuando vino a Estudiantes solíamos recordar esos matches y él siempre me trataba de "Don Alberto". ¡Qué Manuel!... Me gustaría encontrarlo algún día en uno de esos partidos de gordos y flacos, de casados y solteros... No nos íbamos a dar codazos porque hay edades en que no se aguantan...

Imagen Fotografía tomada por Kikuchi en 1935. Zozaya aparece a la izquierda con su sonrisa característica, en el extremo derecho Cherro.
Fotografía tomada por Kikuchi en 1935. Zozaya aparece a la izquierda con su sonrisa característica, en el extremo derecho Cherro.

—¿Y cuál es el día fijado para tu retiro definitivo?

—No sé... Un día de estos en que me dejen... Podría ser frente a Gimnasia Y Esgrima... Quise hacerlo después del match contra Rosario Central, pero me pidieron que siguiera un poco más, hasta que me encontraran un reemplazante... No sé... quizás sea ahora, pero si tengo que jugar un poco más, no será muy largo...

La conversación saltaba de un recuerdo a otro. De pronto, se hacía el silencio. Lo interrumpía yo con una pregunta; contestaba Zozaya y volvíamos a quedarnos mirando el humo. Y a través del humo, el pasado...

 

MUCHAS GRACIAS, DON PADILLA

Hace poquito, Guaita; ahora, tú. Tenía que ser. Podías dilatar tu paso por los fields, pero el fin venía galopando. ¿A qué intentar detenerlo? Era mejor ir a su encuentro. Pero alégrate: dejarás un gran recuerdo. Te acompañará un largo rato y más de una vez nos remitiremos a él cuando busquemos en el baúl de las cosas pasadas aquellas que son gratas a la evocación.

Ahora no sientes la retirada. Hasta te produce una gran sensación de alivio. No tendrás las fatigosas sesiones de entrenamiento, no andarás por la cancha corriendo en busca de una jugada como las de antes, pero ya vendrá el día en que nos pondremos, cimarrón en mano, a caminar marcha atrás en el tiempo. Entonces, en el silencio interrumpido por la canción del mate, de la cual dicen que como el cisne canta cuando se muere, iremos buscando las cuentas perdidas de los años juveniles que se fueron, canejo, pa' siempre...

Fuiste el único que quedó firme de aquella línea y el último en la retirada. Algo te llevas en estos momentos en que se agitan los melancólicos pañuelos de la despedida. Te llevas esa honda satisfacción como escarapela que habrá de brillar más cuanto más tiempo transcurra, y nos dejas, junto con ese amargor de lo inevitable, un apretón que nos ha entibiado la mano algo humedecida, como si la mano misma hubiera llorado...

Imagen Alberto Zozaya. Profesor e ícono Pincharrata de la década del 30.
Alberto Zozaya. Profesor e ícono Pincharrata de la década del 30.

Por aquellas tardes de la línea delantera cuya gloria pasada la cantan todos los recuerdos; por los matches en que fuiste un espectáculo; por los goles que arrancaron acordes de aplausos en las tribunas; por tus once años de luchas en las gramillas porteñas, muchas gracias, don Padilla.

En nombre de quienes te vieron jugar y te son deudores; en nombre de los miles de hinchas desparramados por todos los potreros de esta tierra generosa; en nombre de los amigos que tú tienes y no conoces; en nombre de quienes fueron hinchas contrarios circunstancialmente, muchas gracias, don Padilla.

En nombre de este cronista a quien más de una vez le diste la oportunidad de que se luciera contando tus hazañas, muchas gracias, don Padilla. También ahora quise lucirme, hacer una cosa linda, pero no pude. Es que cuando se produce un caso de estos, cuando se le tiene que apretar la mano a un amigo que se va, la mano queda húmeda, como si hubiera llorado, y con la mano así no se puede escribir.

 

Por BOROCOTÓ (1939)