Las Entrevistas de El Gráfico

1966. Spencer: el amanecer de un moreno

Una entrevista única de Osvaldo Ardizzone a Alberto Spencer, una leyenda de Peñarol y del fútbol sudamericano. El ecuatoriano es el máximo goleador de la Copa Libertadores en la historia.

Por Redacción EG ·

13 de abril de 2020

(Este reportaje  de El Gráfico se realizó entre las dos finales de la Copa Intercontinental de 1966 entre Peñarol y Real Madrid. El equipo de Uruguay ya había ganado el primer partido en el Centenario, con dos goles de Spencer. En la revancha en el Bernabeu,  los “Manyas” ganarían con idéntico score, con un gol del ecuatoriano y otro de Pedro Rocha de penal, consagrándose Campeón Intercontinental por segunda vez en su historia.)

Imagen Con Peñarol fue campeón en Uruguay en los años 1959, 60, 61,62, 64, 65, 67 y 68, ganó 3 Libertadores (1960,61 y 66) y dos Intercontinentales (61 y 66).
Con Peñarol fue campeón en Uruguay en los años 1959, 60, 61,62, 64, 65, 67 y 68, ganó 3 Libertadores (1960,61 y 66) y dos Intercontinentales (61 y 66).

 

La casa está allí, en Montevideo, a cincuenta metros del río, en la calle Tacuarí al 1300... Una construcción de un piso, con frente sin adornos. En la larga escalera de mármol un grupo de chiquilines turba el sosiego del mediodía...

—¿Busca a mi papá? ¿Van a sacarle fotos?... Por aquí, señor, por aquí.

El morenito apenas si se levanta medio metro del suelo... Pero es un torbellino devorando escalones mientras llama a los gritos a...

— ¡Papá! ¡Papá! Te vienen a sacar fotos, te vienen a sacar fotos....

Allá arriba asoma la piel más morena de Alberto Spencer y el brillo de una sonrisa que le ilumina toda la cara... Está vestido con una remera a rayas horizontales y calza unas zapatillas tropicales donde se confunden varios colores. Es enjuto, flexible, de hombros angostos, de cintura delgada...

 —Acomódense ustedes. Acomódense… Este es Carlos Alberto, el mayor... Tiene 4 años. ¡No!..., éste nació aquí, en Montevideo... Es una máquina hablando.. ¡Oye! Pórtate bien, ¿quieres?

 Pero Carlos Alberto sabe que es hijo de Alberto Spencer, Sabe que su padre es el hombre más famoso de Montevideo desde que decidió el primer partido frente al Real.

 —Yo solo no he ganado el partido... A mí me ha tocado empujarla allá dentro —dice la sonrisa de Spencer—. Lo que pasa es que a mí me parece que los partidos se resuelven con goles, y eso es lo quo más me gusta... —agrega mostrando más dientes blancos—. Dicen por allí que soy torpe, que no sé manejar bien la pelota, pero a mí me gustan los punteros que la levantan... ¿Cómo lo dicen? ¿A la olla? Pues a mí me gusta eso... Será porque soy alto y les gano a todos saltando…


Es como opina Julio Abbadie. "¿Para qué vamos a jugar a otra cosa con un morocho como éste que las agarro todas?"

Imagen Spencer es un gran panamericanista: Nació en Ecuador, se casó con una chilena, tiene hijos uruguayos. Foto: Eduardo Forte
Spencer es un gran panamericanista: Nació en Ecuador, se casó con una chilena, tiene hijos uruguayos. Foto: Eduardo Forte


LA INFANCIA

Y lentamente Spencer retrocede hasta su origen, a una historia que empezó hace exactamente 27 años.
 

—Pues, sí... yo nací en Ancon, lo conoce? Es un pueblito del departamento de Guayas, allá por donde baja el río… Es un campamento minero, donde están los Ingleses de la Anglo, de la compañía petrolera. Y junto con muchos ingleses llegó mi padre... ¡Ah!, ¿ustedes no sabían? Sí, mi padre era inglés, y al poco tiempo de estar establecido conoció a mi madre.., Ecuatoriana, de allí, de Ancon, muy joven cuando se casó...

Spencer hace un gesto con los hombros como quien cuenta un hecho natural.

 —Pues..., se casaron y tuvieron hijos… ¡Yo solo no! ¿Sabe cuántos hermanos somos? Trece... Yo soy el penúltimo... Cuando estaba en el segundo año del Liceo empecé a jugar al fútbol más o menos en serio… ¡Ah, sí! Siempre con el número 10. Y lo elegí seguramente porque era para el hombre más adelantado... Pues yo tengo otro hermano jugador, ¿no oyó hablar de él? Se llama Marcos Spencer y jugó siempre por el Everest de Guayaquil... ¿Qué pasó? Que yo siempre marcaba goles en el campeonato estudiantil, y mucha gente le decía a Marcos: "Mira que tu hermanito juega bien, ¿por qué no lo traes a la Capital?" Y un día me llamaron desde Guayaquil para jugar por una selección… Tenía 14 años, y en ese partido marqué dos goles... Bueno, y seguí jugando... Ya me quedé allí y no volví a Ancon. .. Siempre marcaba goles y ya tenía un nombre… ¡Calcule que era tan alto como ahora! Allá es distinto que en la Argentina, que aquí en Uruguay... Los clubes son sociedades donde mandan cuatro o cinco señores que invierten el dinero y son los únicos que administran... La única época importante es cuando llegan los equipos extranjeros, cuando se hacen torneos con clubes de afuera... Y entonces se suele prestar a jugadores para reforzar el equipo de allí... Yo me acuerdo que jugué contra River Plate en 1956... Cumplía entonces 16 años, y jugué para el Emelec... En River estaban: Rossi, Labruna, y otros que no recuerdo... Gran equipo ése... Manejan muy bien la pelota los argentinos... Pero a mí me salieron muy bien las cosas... ¿Usted comprende? En esos encuentros es cuando uno consigue que lo conozcan, como pasó conmigo... Llegó el Palestino, de Chile, para llevarme, pero no hubo arreglo con los señores del Everest... —y Spencer se sonríe con picardía—, ¿sabe lo que me dijo el tesorero, que era mi patrón? "Mira, yo te pago y yo soy quien te vendo". Si, allá es así... Hay uno que le paga al arquero, otro al back... Quien me pagaba a mi era el tesorero... Los turcos son así, porque allá la mayoría de los dueños de clubes son turcos... A mí me pagaba el señor Isaías.

Imagen El ecuatoriano y su increíble capacidad para ir arriba
El ecuatoriano y su increíble capacidad para ir arriba


LA VENTA A PEÑAROL


La casa tiene ese clima apacible que trae la tregua del mediodía... Sólo se oye el parloteo de Carlos Alberto y el ruido de sus cabriolas sobre los sillones tapizados...

— ¡Papá! ¿Todavía estás hablando? ¿Cuándo sacamos las fotos?...

 Por una puerta interior aparece una mujer joven, de pelo rubio, que muestra las señales de un tocado cuidadoso... Es la mujer de Spencer. Chilena. La conoció en Santiago, en una gira que hizo Peñarol en el 62. , . Trae de la mano a una pequeña, también rubia, como su madre...

— Esta es Jacqueline Andrea... Cumplió apenas un año...

La mujer saluda y guarda un silencio discreto... El noviazgo, el matrimonio, se consumieron en un proceso breve, casi inmediato.

— No… yo no voy al fútbol... Lo conocí así…el fútbol no tuvo nada que ver...

Spencer es un gran panamericanista... Nació en Ecuador, se casó con una chilena, tiene hijos uruguayos, tres veces campeón de América, una vez campeón del Mundo...

—¿Ustedes quieren saber cómo llegué aquí? Yo viene a jugar una vez a Montevideo en el 59... Así que ya me conocían. Al poco tiempo se hizo un cuadrangular en mi tierra con Peñarol, Barcelona, el Emelec, y Huracán de ustedes... Bueno..., de allí salió el interés de los españoles... No se arreglaron con los turcos y me quedé varado, lleno de incertidumbre... Yo quiero mucho a mi tierra, pero quería ganar más, jugar en un profesionalismo donde haya más dinero... Hasta que un día me dijo un periodista de Guayaquil... "¿Sabes, Alberto, quién está aquí? El mismo presidente de Peñarol... Viene a comprarte". Yo sabía que todo se lo debía a Juan López, cuando fue a entrenar a la selección ecuatoriana... Hasta que me llamaron los turcos para decirme que la venta estaba hecha... Me acuerdo que volvieron a decirme lo mismo: "Yo te pago y yo te vendo". Bueno, Peñarol pagó por mi pase 13.000 dólares, algo así como 100.000 pesos uruguayos... Eso fue a fines de 1959. Jugué algunos partidos amistosos y debuté oficialmente justo en el clásico, en febrero de 1960, frente a Nacional... Un partido que ganamos dos a cero... Y ese día me erré como veinte goles, más o menos como esa tarde en River Plate cuando jugamos con el Santos... Y desde entonces estoy aquí, y van para siete años... Muy contento, muy agradable esta tierra, aunque a veces hace algo de frío para mí... A veces hay problemas cuando las cosas andan mal, pero, ¿qué va a hacer?
Imagen Alberto Pedro Spencer Herrera (1937-2006) es el máximo goleador en la historia de la Copa Libertadores con 54 goles. Foto: Eduardo Forte
Alberto Pedro Spencer Herrera (1937-2006) es el máximo goleador en la historia de la Copa Libertadores con 54 goles. Foto: Eduardo Forte

 

LOS TEMORES


Y trabajosamente lo llevamos a ese comentario de su supuesto temor cuando hay que jugarse en un partido duro, de su falta de temperamento para superar una tarde sin éxito...

— Mire..., yo sabía que usted iba a preguntarme eso... Pero no me molesta, créalo... ¡No!... Si ya lo oí decir muchas veces... Mire..., hace poco los dirigentes me llamaron porque Peñarol andaba mal... "¿Qué pasa, Spencer? —me dijeron—. Pues, ¿qué va a pasar?" les respondí yo—. "Que andamos todos mal... ¿Por qué me preguntan a mí solo?" Yo le voy a hacer a usted una pregunta... ¿Usted cree que un hombre que tiene dos operaciones en los meniscos, que tiene algunas puntadas en la cabeza, un jugador que como yo tiene que entrar siempre allí, que fue goleador en el 61, en el 62, puede tener miedo a poner la pierna? Es que yo no voy a salvar. al equipo cuando todos andamos mal... Por eso ayer, después del partido con el Real, quise hablar yo con los dirigentes... "¿Y ahora qué me dicen?" —les pregunté—. No lo gané yo el partido. Todos anduvimos bien...

Le preguntamos por su incidente con Pachín, por esa caída simulada que le costó la expulsión al jugador español... Pero Spencer lo resume con pocas palabras, sin colocarse en pícaro ni en héroe...

Imagen En el desempate de la final de la Libertadores en Chile. Frente a Amadeo con quien tuvo un duelo personal, del que salió ampliamente triunfador. La final de la Libertadores 1966 se definió con un partido de desempate entre River y Peñarol en Chile. River ganaba 2 a 0 (Solari y Daniel Onega), pero Peñarol lo empató (Spencer y Abbadie) definiéndose en un alargue donde se impuso el equipo uruguayo, con goles de Pedro Rocha y otra vez Spencer. Fue una de las mayores hazañas en la historia de la Libertadores.
En el desempate de la final de la Libertadores en Chile. Frente a Amadeo con quien tuvo un duelo personal, del que salió ampliamente triunfador. La final de la Libertadores 1966 se definió con un partido de desempate entre River y Peñarol en Chile. River ganaba 2 a 0 (Solari y Daniel Onega), pero Peñarol lo empató (Spencer y Abbadie) definiéndose en un alargue donde se impuso el equipo uruguayo, con goles de Pedro Rocha y otra vez Spencer. Fue una de las mayores hazañas en la historia de la Libertadores.
 

EL TRIUNFADOR

—No sé…. yo estoy en lo mío..., ¿me entiende? En el campo ni siquiera hablo, no me meto con los rivales... Pero el Real no me ha gustado... Yo no entiendo esa marcación donde un hombre corre a otro todo el partido... Al final no marcan a nadie, como ha pasado esta vez. Podíamos haber marcado varios goles más...

Suena el timbre... Abajo, en la puerta de calle hay más fotógrafos, más periodistas... Hay más motivos para que el morenito siga devorando escalones para avisarle a su padre que hay más fotografías, más oportunidades para que él salga en los diarios...

—¿El mejor jugador que yo he visto? Pues eso tiene respuesta inmediata... Pelé, no hay otro que Pelé. ¡Ese es un fenómeno! Ahora, de ustedes, me ha gustado mucho Ermindo Onega... ¡Buen jugador!

 Allá, a muchos kilómetros de Guayaquil, en el campamento minero de Ancon quedó la mamá negra con algunos hermanos morenos... Alberto, aquél que nació penúltimo, aquél espigado, de cintura flexible, cambio su destino de petróleo por esta dorada fama, que ya brilla en el mundo tanto como su blanca dentadura de moreno… 

OSVALDO ARDIZZONE (1966)