Las Entrevistas de El Gráfico

WALTER SAMUEL, EL MURO (2ª PARTE)

Se retiró en 2016, en silencio, tras 20 años de exitosa carrera, y aunque pensaba descansar, hoy es uno de los ayudantes de Stéfano Pioli en la Primera del Inter. Charla distendida con un hombre que nunca se caracterizó por hablar demasiado y que tuvo a los mejores entrenadores.

Por Diego Borinsky ·

15 de mayo de 2017
Imagen Con ropa del Inter, que usó durante 9 años, ahora como ayudante, en acción.
Con ropa del Inter, que usó durante 9 años, ahora como ayudante, en acción.

 

Nunca levantó demasiado la voz



Para muchos, en vez de El Muro –el apodo que se ganó con apenas unos meses en el Harvard de las defensas, el campeonato italiano–, era el Mudo. Por timidez, porque nunca se sintió cómodo en las entrevistas o porque prefería andar por la vida caminando en puntas de pie y por la sombra, a Walter Adrián Samuel casi no le hemos escuchado la voz durante sus 20 años de carrera profesional. Así se retiró, a mediados del 2016, casi sin que nos diéramos cuenta, en el Basel de Suiza, llorando como un niño en el campo de juego. Y así arrancó en su nueva función, primero como ojeador y luego como ayudante de campo de Stéfano Pioli en el Inter de Milan, el club que más tiempo supo aprovecharlo (9 años).

Así se fue y así arrancó: en silencio, sin llamar la atención, con el sello Samuel.

-Casi ni nos enteramos de tu retiro…
-Se dio, se dio, y fue lindo, muy emocionante. El Basel me preparó una sorpresa e invitó a tres amigos que aparecieron de golpe en el campo de juego: Nico Burdisso, el brasileño Emerson y Lucho Bergonzi, un amigo de la vida. Yo no sabía nada, mi mujer fue un poco cómplice, así que los vi de golpe y me quebré, se me escaparon unas cuantas lágrimas. Nunca me había pasado. Además, sentí una especie de alivio, que había dado lo máximo, llegado al límite, ya me dolía todo, entonces me aflojé.

-¿Ahí Roger Federer te entregó la Copa?
-Se la entregó a Matías Delgado, el capitán, pero estuvo muy bien con todos. Ya en otros partidos lo habíamos visto a Roger, porque suele ir a alentar al equipo, pero nadie esperaba que bajara a darnos la Copa. Es una persona muy querida allí, todos cuentan que es muy humilde, que no tiene para nada ese ego de grandeza. Después nos saludamos en el vestuario y me saqué una foto con él…

-¿Le dijiste “te juego un set mañana”?
-Noooo, ni loco.

Se escucha del otro lado del teléfono la risa que acompaña su última respuesta. Se lo nota suelto, con ganas de hablar, como si esta nueva función lo obligara a sacarlo todo afuera, como cantaba Piero, y ya se hubiera puesto ese chip. Walter Samuel, aquel defensor casi imbatible en el mano a mano que sorprendió tanto por sus condiciones al debutar muy joven en la Primera de Newell’s y en las selecciones juveniles como por cambiar su apellido materno original (Luján) por el del padre adoptivo (Samuel), aún no ha cumplido un año completo como ex futbolista y ya tiene trabajo en un ámbito predilecto. Y buen trabajo. Y en un club de la elite europea, no cualquier club.

A los 39 años, Samuel puede lucir con orgullo una hoja de ruta impresionante como futbolista: 22 títulos, entre ellos los más preciados a nivel club (Copa Libertadores y Champions League) y un recorrido por grandes clubes, como lo son Newell’s, Boca, Roma, Real Madrid, Inter y Basel de Suiza.

Ahora, arranca una nueva etapa



-¿Nunca se te cruzó tener un paso final por el fútbol argentino antes de retirarte?
-Pssss (piensa)... tuvimos un par de charlas informales, pero nunca se llegó a nada, ni con Boca ni con Newell’s, que eran los únicos dos clubes en los que hubiera jugado. Diego (Milito) me insistía para que fuera a Racing, hasta me puso en contacto con Cocca, pero le agradecí, ya no daba. Era Newell’s, donde me inicié, o Boca, el club del que me pude ir ganador. Es decir: ya había sido bicampeón local y de América, no tenía esa obsesión loca por volver a Boca, aunque no te voy a negar que me hubiera encantado jugar algún partido más en la Bombonera. De chico era muy fana de Boca, sigo siendo hincha, y me comía todas las revistas y diarios que llegaban a casa…
Imagen El muro. Bienvenido a casa, el mensaje que le dedicó la cuenta oficial de twitter del Inter.
El muro. Bienvenido a casa, el mensaje que le dedicó la cuenta oficial de twitter del Inter.
-¿No volviste porque no te daba el físico?
-Claro, por ese lado. Siempre miré el fútbol argentino, y es todo muy físico, rápido, con excesivo roce y presión, y no sé si estaba para tolerar eso. Muchos dicen que en Argentina no se juega bien, pero todos corren y se hace muy difícil. Si volvía, quería hacerlo bien, porque Boca no perdona, y la verdad que tenía mis dudas. Yo tengo operados los ligamentos cruzados de las dos rodillas, entonces no es lo mismo, y no sabía cuánto podía rendir.

-Por eso te fuiste a terminar a Basilea…
-Claro, era algo más tranquilo, mucho más relajado. Igual, también me han criticado en Basilea, eh, no te creas, sobre todo la primera temporada, en la que me costó más jugar; después, con 38 años, la segunda, la del retiro, ya tuve más regularidad, aunque parezca mentira. También era todo más tranquilo afuera: vivía bien, el estadio siempre con 25.000 personas, una experiencia hermosa, la gente se portó bárbaro. Incluso, en la despedida, estuvieron muy bien, así que soy un agradecido total al Basel.

-Te duró poco tu inactividad como ex futbolista, por suerte...
-Y… lo bueno es que me salió trabajando bastante rápido, entonces no sufrí el retiro, no siento esa nostalgia para nada, como por ahí les pasó a otros chicos. No pensaba agarrar algo tan rápido, pero se dio. Me retiré a mediados de 2016 y me tomé mis buenas vacaciones con la familia, algo que les había prometido. Después de una carrera de tantos años, mi idea era salirme un poco. Nos fuimos a California a pasear y después estuvimos en Firmat, mi ciudad, y en Rosario, la de mi mujer, que igual están cerca las dos, con la familia y los amigos de siempre. Luego, mi idea era instalarme acá, en Italia, porque mis hijos se han adaptado bien al país, a la escuela, y en septiembre arranqué con un trabajo de scouting en el Inter, siguiendo jugadores para el primer equipo.

-¿Buscabas defensores?
-Defensores, pero también si veía otra cosa, pasaba el informe. Fui a ver partidos de Serie A, de la Selección Sub 21 en Holanda, Alemania y Austria, del Sevilla de Sampaoli, que ahora tiene de ayudante a la Yegua Scaloni… Viajé con otro señor que trabaja en el club y me fue indicando diferentes cosas. Vi entrenamientos, charlé con técnicos, la verdad que me gustó, es una manera de ir aprendiendo también esta parte de la profesión.

-¿Cómo llegaste a ser ayudante de campo en la Primera?
-Estuve un mes haciendo ese trabajo de scouting, se produjo la salida de Frank De Boer del primer equipo, llegó Stéfano Pioli al banquillo, se enteró de que yo trabajaba en el club y pidió sumarme. No nos conocíamos personalmente, simplemente había jugado contra equipos dirigidos por él. Nos reunimos: quería saber si realmente el interés había surgido de él o no. Me contó que sí y me preguntó si quería incorporarme a su staff. Lo pensé unos días, porque quería un poco de tranquilidad después de 20 años de carrera, pero puse todo en la balanza y me di cuenta de que se trataba de una oportunidad que no podía desaprovechar. El momento del equipo no era el mejor, corría riesgos, pero había una gran plantilla y la verdad que me interesaba. Me fui metiendo de a poco, con algo de vergüenza al comienzo, todavía hay ex compañeros míos, y por suerte las cosas empezaron a salirnos bien.

-¿Cuál es tu tarea como ayudante, trabajás con los defensores?
-No, no, todos hacemos de todo. Preparamos el entrenamiento del día, vemos videos del equipo, me meto en algún ejercicio, la idea es que sean trabajos intensos. Por ahí tiro una idea de ejercicio y la llevamos a la práctica, en ese sentido está muy bueno trabajar con un entrenador abierto como Pioli. A mí no me gusta estar por estar, quiero participar, que me pregunten la opinión. Es muy distinto a cuando uno jugaba: observo cómo se preparan los partidos, la pelota parada, las cosas que se hacen para mantener bien al grupo…
Imagen Samuel, hoy, en su trabajo como uno de los dos asistentes técnicos de Stéfano Pioli, el entrenador que logró una gran remontada con el Inter.
Samuel, hoy, en su trabajo como uno de los dos asistentes técnicos de Stéfano Pioli, el entrenador que logró una gran remontada con el Inter.
-¿Tomás esto como un primer paso hacia un futuro como DT principal?
-Mi idea es esa, voy a ir viendo, tendría que probar en algún momento. Ojo, me di cuenta en este tiempo de que no es fácil pararse delante de un grupo. Más, cuando yo no tengo una personalidad muy dada, siempre fui un poco introvertido, por eso todo esto me suma mucho en experiencia. Soy muy curioso, también, y le pregunto mucho al entrenador, él empezó con chicos en esta profesión... Me gusta el campo de juego, así que mi futuro está aquí.

-¿Te sentás en el banco de suplentes?
-No, nosotros vamos arriba con dos chicos más, que llevan sus computadoras y cámaras. Tomamos imágenes, también apuntes, y en el primer tiempo bajamos al vestuario y le damos la información al técnico. Desde arriba se tiene otra mirada. Anotamos cosas buenas y malas que vemos y se las comentamos al entrenador en el entretiempo. Eso es cada vez más frecuente en todos lados. En Basilea, Paulo Sousa, el entrenador, nos mostraba imágenes antes del segundo tiempo para modificar diferentes cosas.

-¿Hablaste con algún ex entrenador para que te aconsejara?
-Todavía no, es que se dio todo tan rápido que no tuve tiempo, pero me encantaría hacerlo. Coincidí con Sampaoli en un partido y me pareció muy interesante, lo veo parecido a Bielsa en cómo vive los partidos. Me encantaría poder hablar con Ancelotti y Bielsa, con Bianchi, Mourinho y Capello, y también con ex compañeros como Pochettino, el Cholo, Gallardo, Guillermo…

-Me cuesta imaginarte como entrenador, siempre fuiste bastante callado…
-Me lo han dicho varios, por eso me gusta todo esto, porque lo tomo como un desafío. Sé que soy tímido y reservado, pero al mismo tiempo no quiero perder ni a las cartas, entonces tengo la cuestión competitiva bien metida dentro. Quiero probar, si después veo que no da o no me siento cómodo, buscaré otra cosa, pero creo que lo podré hacer.

-¿Los jugadores te dicen Walter o Muro?
-Nooo, Walter. Algunos que tienen más confianza, como Rodrigo (Palacio), me dice “Cabeza”, jodemos un poco más, no delante de los otros chicos, ahí le digo “respetame un poco”.

Nunca se le conoció ese apelativo a Samuel en medios periodísticos, pero para sus amigos de Firmat, los de la infancia, Samuel es Cabeza o Cabezón. En Italia, es Il Muro casi desde que pisó la Península. Todo nació cuando Samuel fue a hacerse la revisión médica para firmar la transferencia a la Roma (un año antes de que se concretara su traspaso) y el presidente Franco Sensi no dudó. “Este hombre será el muro defensivo del equipo en la próxima temporada”, afirmó. Y no le pifió para nada, porque en esa primera temporada, la Roma cortó un maleficio de 18 años sin ser campeón. También sería sepulturero de otras rachas indeseables en los clubes en los que jugó (ver recuadro). “Desde que llegué, cuando entraba el equipo al campo de juego al inicio del año, la voz del estadio me nombraba Muro y quedó para siempre”, explica.

Imagen Gritando un gol de la Roma con el brasileño Emerson, uno de sus grandes amigos del fútbol.
Gritando un gol de la Roma con el brasileño Emerson, uno de sus grandes amigos del fútbol.
-Roma llevaba 18 años sin salir campeón y después del título 2001 no volvió a salir, va para otros 18 parece…
-A esa Roma ya la venían programando, y Capello armó un muy buen equipo, con Bati, Emerson, un equipo para pelear el campeonato y por suerte se nos dio. Hasta podríamos haber ganado algún título más, porque esa Roma peleó varias veces arriba. Fue algo único, la gente estaba como loca, quizás no lo disfruté demasiado porque era joven, y cuando uno es joven por ahí no valora tanto, pensaba en volverme a la Argentina lo más rápido posible. Me acuerdo que fuimos campeones, festejé, y al otro día me volví, no lo disfruté como tendría que haberlo disfrutado. Con el Inter ya fue distinto, empecé a darle más bola a todo.

-¿Qué te pasó en el Real Madrid? Fue el único club en que no rendiste…
-Es cierto. Soy muy crítico conmigo mismo, y también lo pienso. Quizás no era jugador para el Real Madrid, y sí un defensor para la liga italiana o inglesa. De todos modos, si se me presentara una situación similar, tomaría la misma decisión, porque el Madrid es un club increíble, me hubiera encantado quedarme más años y haber demostrado lo que valía.

-Fuiste como guardián de Los Galácticos, pero no les cuidaste muy bien las espaldas, parece…
-No fue fácil: el Madrid atacaba con muchísima gente, pero no me gusta poner excusas, lo cierto es que no demostré lo que sentía que podía valer. Ojo que parezco tranquilo, pero me calienta perder, me calienta que me hagan goles, salía siempre en las fotos de los goles que nos hacían y no me daba lo mismo. Intenté solucionarlo entrenándome más, comprometiéndome más, pero no se vio reflejado en el campo de juego.

-Al final, te hicieron un favor, porque te abrieron la puerta del Inter, y allí te quedaste 9 años.
-El Inter me abrió una puerta linda en ese sentido, pero igual la espina un poquito la tengo. No me puedo quejar: viví un año muy intenso en un club impresionante. Jugué como 35 partidos, jugué Champions, jugué siempre, pero no se dieron las cosas. Sí te digo que en cuanto te ponen una etiqueta, es muy difícil sacártela. Te tienen apuntado, y aunque juegues bien un partido, para todos jugaste mal. Eso sí me pasó.

-Fuiste a los Mundiales del 2002 y 2010, y faltaste al 2006, justo con el técnico que te había promovido a los juveniles, ¿te enojaste con Pekerman?
-Fue dolorosa la situación, pero ya pasó y ahora puedo llegar a entender un poco más. En su momento me enojé, y le dije a Pekerman lo que pensaba. Nunca insulté, porque José también me dio cosas en los juveniles, y soy una persona agradecida, pero me dolió mucho. Lo encontré años después en Italia cuando vino a ver a Guarín y nos saludamos. No quedamos del todo bien, no soy rencoroso, pero también tengo mi orgullo y mentiría si no te dijera todo esto.

-¿Quién fue el DT que más te marcó?
-Difícil esa pregunta. Parece una frase hecha: todos te dejan cosas, aún con los que no estás de acuerdo, porque en mi carrera tampoco todo fue color de rosas. No existe ningún entrenador perfecto, además. Marcarte uno es difícil, sí te puedo decir que Bielsa me hizo empezar a prestar atención a cosas que antes no les prestaba. Bianchi fue un gran conductor de grupo, nos tenía muy bien, después tuve a Capello, a Mourinho, Ranieri, pero digamos que siento que Bielsa fue el que me marcó en más cosas:  el pase de salida, no perder el anticipo de cabeza...
Imagen Levantando la Champions 2010 ganada en el Inter, con Cambiasso, Zanetti y Diego Milito.
Levantando la Champions 2010 ganada en el Inter, con Cambiasso, Zanetti y Diego Milito.
-¿Cuál es la clave en el mano a mano?
-No sé, yo esperaba el movimiento del delantero, o amagaba, o trataba de no comerme el amague, ese tipo de cosas.

-¿Quién fue el delantero más difícil de marcar?
-Uhhh, hubo varios… Te nombro tres: Trezeguet, Shevchenko, y Vieri, que era enorme, durísimo. Por suerte no jugué mucho contra Messi, por eso no lo nombro. Las pocas veces que lo enfrenté, intenté tenerlo lo más lejos posible, que lo marcara otro.

-¿No te da pena que Messi no haya podido ganar ninguna de las últimas tres finales con la Selección?
-Sí, claro, por él y por el grupo en general. Ojalá hubiésemos podido llegar nosotros a tres finales seguidas. La gente no se da cuenta, pero no es para nada fácil, pienso que tienen que seguir intentándolo porque de un momento a otro se le tiene que dar a este grupo.

-¿Cómo es Mauro Icardi, vos que lo tratás a diario?
-Acá se entrena bien, juega siempre, no tengo nada en especial para decir sobre él. No soy su amigo, porque somos de otra generación, pero lo veo como un gran profesional, es el capitán del equipo.

-¿Creés que le va a llegar la posibilidad de la Selección en algún momento?
-Tiene delanteros muy buenos por delante, pero pienso que sí, que se le tiene que dar. Dentro del área siempre fue un gran delantero y ahora está mejorando sus movimientos afuera, el entrenador le está insistiendo para que consiga eso, participar más del juego del equipo.

-¿En tu casa se habla más italiano o castellano?
-Noooo, castellano. Mis tres hijos nacieron en Italia, pero en casa se habla lengua madre. Valentina (14), Mirko (12) y Francisco (8) se llaman. El más chico es el más curioso y me pide todo el tiempo ir a conocer la Bombonera.

-¿Alguna vez pensaste qué hubiera sido de tu vida si Osvaldo Crocetto no te cambiaba el puesto de wing izquierdo a defensor?
-No tengo ninguna duda: hoy no estaría trabajando en el fútbol, sino en Don Roque Vassalli, la fábrica de cosechadoras de mi pueblo.

Y lo dice convencido Walter Samuel, obrero silencioso del fútbol, porque siempre hay un ángel guardián que te protege y marca el camino, ya dispuesto a una nueva aventura.

Los gritos del silencio

“Ese gol me marcó muchísimo, todo hincha de Boca con el que me cruzo, me lo recuerda”, sonríe Samuel, y la referencia es al gol que le permitió al Boca de Bianchi llegar a su primera final de Copa Libertadores (2000). Boca había derrotado 4-1 al América de México de local y perdía 3-0 con pronóstico reservado en los 2500 metros del DF, hasta que a los 38' del ST, Riquelme envió un corner al segundo palo y Samuel metió un cabezazo bombeado que terminó colándose con suspenso en el palo opuesto, por encima de un par de defensores parados en la línea. De golpe, 110.000 personas enmudecieron en el majestuoso Azteca. “Unos minutos antes, el arquero me había sacado un cabezazo casi en la línea y la estábamos pasando muy pero muy mal (risas), hubiéramos quedado en la historia por una remontada increíble del rival. Bianchi nos había remarcado que eran muy peligrosos con la pelota parada y nos sorprendieron igual por esa vía. En el gol, no sé si Román me miró o si yo le hice una seña, solo recuerdo que salté, cabeceé y salí gritando como loco ante un silencio total, salvo el de un grupito perdido de hinchas de Boca que en semejante multitud ni se notaba. Me quedó grabado el silencio y yo corriendo y gritando como loco (foto)”.

Por Diego Borinsky / Fotos: Sitio Oficial del Inter y Archivo El Gráfico

Nota publicada en la edición de abril de 2017 de El Gráfico