Las Entrevistas de El Gráfico

Diego Perotti: "En Sevilla el fútbol es pasión sin violencia"

Sufrió porque en Boca creían que jugaba por el apellido. Dio el salto directo de Morón a Andalucía. En el presente la rompe y fue convocado por Maradona para la selección.

Por Redacción EG ·

18 de septiembre de 2009

Nota publicada en la edición Agosto 2009 de la revista El Gráfico.

–HUBO UN CAMBIO enorme en todos los aspectos cuando pasaste de Morón a Sevilla. ¿Cómo lo viviste?
–Fue raro el cambio. Son dos mundos totalmente distintos. Imaginate que en la primera de Morón jugué solamente un año. Cuando me estaba acostumbrando me llegó la posibilidad de pasar al Sevilla, que es uno de los diez clubes más importantes del mundo. La adaptación en España me costó muchísimo. Más que a la forma de juego, a las costumbres del país.

–Las diferencias en cuanto a infraestructura entre ambos clubes deben ser enormes.
–Terrible. Nada que ver. Cuando llegué por primera vez a Morón a probarme, nos subieron a todos en un micro escolar que se caía a pedazos y nos llevaron al campo deportivo de González Catán, que no solo tenía las canchas en pésimas condiciones, sino que además, en los vestuarios no había agua caliente; así que nos tuvimos que ir sin bañarnos. Igualmente, Morón tiene su encanto. Yo le estaré siempre agradecido. He visto compañeros míos en las Inferiores, hacer malabares para ir a entrenarse. Sin recursos, a veces sin botines, se las ingeniaban para jugar de cualquier manera.

Imagen JUVENIL CON FUTURO. El Monito con la camiseta de la selección sub 21.
JUVENIL CON FUTURO. El Monito con la camiseta de la selección sub 21.
–¿Qué le debés a Morón?
–Todo lo que soy como jugador. Ahí aprendí todo y encima, jugando en canchitas que ¡mama mía…! Morón me dio mucho, desde chico. En ese club me di cuenta de que, con sacrificio, todo es posible.

–¿Cuando llegaste a Sevilla, te sentiste perdido?
–Me gustó llegar y darme cuenta de que es una ciudad futbolera al cien por cien. Eso me dio ánimo, porque se apasionan por el fútbol igual que en la Argentina, aunque debo reconocer que son más respetuosos: no insultan cuando los resultados no comienzan a darse. Me sentía como en un cuento. Primero llegue a la filial del club, en la segunda división, y me sorprendía de que la gente llenaba el estadio cada vez que jugábamos de local.

–¿Cómo se vive un clásico entre Sevilla y Betis?
–Parece un Central-Newell’s, pero sin violencia. Es una ciudad entera totalmente pendiente de ese partido; una fiesta en las tribunas, muy colorido. Pero lo más llamativo, además de la pasión de los hinchas, es que las parcialidades de ambos equipos pueden cruzarse por las calles o compartir las mismas tribunas del estadio, y no pasa nada. El primer partido al que me convocaron para jugar en la Primera del Sevilla, fue precisamente un clásico contra el Betis. Me moría de ganas por entrar. Ese marco te contagia.

–¿La gente les pide un campeonato o se conforman con clasificarse para las Copas?
–La gente se acostumbró a ganar en los últimos cinco años. Por ahí, antes se conformaban con pelear el campeonato hasta el final y terminar en los primeros puestos, pero ahora exigen que salgamos campeones. No es descabellado el pedido, ya que tenemos una plantilla importante con jugadores de mucha calidad. Por ahí no estamos para pelear mano a mano con Real Madrid o Barcelona, porque el presupuesto que manejan esos clubes es de otro planeta; pero en el fútbol, se sabe, hay que jugar los partidos y nunca se gana antes.

–¿Les quedó un buen recuerdo de Maradona a los sevillistas?
–¡Sí! Siempre lo nombran con orgullo. Dicen que fue el jugador más grande de la historia en ponerse la camiseta del Sevilla.Si bien la campaña de Diego no fue de las mejores, para ellos es un ídolo indiscutido porque eligió este club pudiendo haber elegido muchos otros. Cuando hablo con los hinchas, suelen decirme: “Maradona es lo más grande”.

Imagen OJOS BIEN ABIERTOS. Su estilo gusta en Sevilla.
OJOS BIEN ABIERTOS. Su estilo gusta en Sevilla.
–¿Estás viviendo solo en España o con la familia?
–Estoy solo. Se extraña, pero por suerte cuando tengo la chance viajo a la Argentina para estar con mi gente.

–¿Cómo te arreglás con la comida?
–Vivo a dos cuadras de la casa de Lautaro Acosta. Estamos mucho tiempo juntos, pero no cocinamos ninguno de los dos. No porque no sepamos, sino porque somos dos vagos. Por lo general, vamos a comer afuera. Los platos típicos de acá como los mariscos o las paellas son muy ricos, pero imposibles de comer todos los días porque te caen como una bomba. Elegimos un restaurante de comida internacional porque ahí tenemos varias opciones para elegir. Eso sí, extrañamos la carne de la Argentina. Acá son otros cortes y el sabor no tiene nada que ver.

–¿Tuviste oportunidad de recorrer distintos lugares de Europa?
–Viajé por Francia, que es un país muy lindo en general. Y de España, me encantó Barcelona. Es mucho más atractiva que Madrid. Me enamoré de esa ciudad. Tiene todo: playas, edificios lindos, historia. Barcelona es como un sueño.

–¿Jugar en la Primera del fútbol argentino es una cuenta pendiente?
–Sí y estoy seguro de que la voy a saldar.Me encantaría seguir en Sevilla donde tengo contrato hasta 2013 y por ahí continuar mi carrera en Europa; pero estoy convencido de que, antes de retirarme, voy a jugar en mi país.

–¿El tercer puesto conseguido con la Selección Sub 21 en Toulon te dejó un sabor amargo?
 –Para nada. El torneo para la Argentina fue excelente. No perdimos ningún partido. A Holanda le hicimos cuatro y con Francia perdimos en los penales. Creo que en la cancha les jugamos de igual a igual y se lo podríamos haber ganado. Yo pensé que Francia iba a ser campeón luego de que nos eliminara. Físicamente eran muy fuertes. Parecían jugadores de rugby.

–¿Qué representó para vos vestir la camiseta argentina?
–Yo ya había jugado un par de amistosos con la Selección Sub 20 en 2007, previo al Mundial de Canadá. Cuando volvimos de una gira por Chile, Hugo Tocalli nos comunicó a mí y a otros cuatro chicos que nos quedábamos afuera. Fue un golpe durísimo. Por eso lo de Toulon lo viví como una revancha. Igualmente, no tengo nada que decir de la Selección que ganó el Mundial Sub 20. Estaban Banega, Agüero, Moralez. ¡Unos monstruos!

–¿Quién era tu ídolo, de chico?
–Siempre fue Riquelme. Lo admiré desde que empezó. Me duele no poder verlo en la Selección. Es el mejor jugador del fútbol argentino, lejos.

–¿Cuáles fueron los consejos que te dio tu padre, Hugo, desde su experiencia como futbolista?
–Siempre me inculcó no bajar los brazos. Yo, en las Inferiores de Boca la pasé mal. Había gente que decía que yo estaba ahí sólo por ser el hijo de Hugo Perotti. La comparación con mi padre siempre me trajo problemas. Por eso me puso contento pasar a Morón, porque allí no me conocían, no sabían de dónde venía. En cambio en Boca, mi viejo dejó grandes recuerdos.

El Robo en Toulon

EL DEBUT en Toulon había sido mejor que el soñado por los chicos de la Selección Sub 21. Un 4 a 0 a Holanda, con baile y humillación incluidas. La alegría de un plantel que se trasladaba en ómnibus hacia el hotel era desbordante. Pero todo se transformó en desesperación cuando al llegar a las habitaciones, algunos de los jugadores se dieron cuenta de que les habían robado sus pertenencias con una impunidad inimaginable en un lugar del primerísimo mundo como es Toulon, sobre el Mediterráneo.

“Fue increíble. Cuando abrí la puerta de la habitación me quedé duro: me habían revuelto todo. Me llevaron la computadora, un reloj y la plata. Yo que jugué en primera B en la Argentina, nunca había sufrido algo así y me viene a pasar en Francia. Se me borró enseguida la alegría por la goleada ante Holanda”, recuerda indignado Perotti.

Por Pablo Cancio