Las Entrevistas de El Gráfico
Rubén Cousillas: "Gracias a Dios y a Pellegrini"
Hace seis años entrenaba a Sarmiento de Roque Pérez con presupuesto cero y hoy gestiona el vestuario millonario del Real Madrid junto al hombre que le cambió la vida. De paso por Buenos Aires, el Flaco explica las causas del éxito del Ingeniero y repasa su curiosa ruta futbolera.
Nota publicada en la edición julio 2009 de la revista El Gráfico
CON PELLERGRINI, dirigiendo a River en la cancha de Colón.
HAY COMPROMISOS que se sellan con el alma. Promesas que no admiten distracciones.
Rubén Osvaldo Cousillas siempre lo tuvo muy claro, por eso le importaba poco haber dado un par de vueltas olímpicas con San Lorenzo y River. El sabía que a Federico Rocha no le podía fallar, porque Federico Rocha lo había llevado de pibe a probarse en San Lorenzo, le había pasado plata para que subsistiera en Buenos Aires mientras saltaba de pensión en pensión, le había prestado su Chevrolet 400 para que saliera a divertirse; Federico Rocha era, en síntesis, su segundo padre.
Entonces el Flaco no podía defraudarlo. Y hasta el 2003 repitió el hábito con asombrosa puntualidad: tres veces por semana, cuando terminaba las tareas con Pellegrini, cerca de la tardecita, agarraba el auto y recorría en dos horas los 135 kilómetros hacia Roque Pérez, su lugar en el mundo -la ciudad que le discute a Lobos haber traído a este mundo a Juan Domingo Perón- para entrenar a Sarmiento entre las nueve y las once de la noche.
-Fue una linda locura que hice con el corazón, devolverles algo de lo que me habían dado. Don Federico me había pedido que no me olvidara del club y que me retirara aquí. Y eso hice a los 38 años. Después fui también el presidente y el entrenador hasta el 2003.
-¿Cuál era el presupuesto?
-¿Presupuesto?... Poníamos algo de plata entre 2 o 3 para pagar los colectivos, comprar las medias y darles un asado después de los partidos. A veces, sorteábamos una camiseta firmada por jugadores de River o San Lorenzo.
El final de su carrera en Argentinos.
LA PREGUNTA del presupuesto, claro, apunta al contraste que rompe los ojos. El Flaco Cousillas, hoy, atravesando el invierno porteño en la Avenida Santa Fe, es un hombre común más que camina entre la multitud sin despertar alaridos ni pedidos de autógrafos. Ya forma parte de la familia Real (Madrid), aunque aún no haya pisado el Bernabéu en tal condición y la onda expansiva de los millones que arrasaron con Kaká y Ronaldo le resultan tan ajenos como al resto de los mortales. Afirma que el orgullo le pica en la piel pero que aún le cuesta despertar, sentirse del Madrid.
Es un hombre cálido el Flaco y basta recorrer un tramo de charla futbolera para comprobar por qué se ganó el mote de “buen tipo” en un ambiente en el que no abundan. Pide un té, se le escapa un “¿Tú no quieres nada?” y deja ver en una de sus muñecas las cinco cintitas amarillas bendecidas por San Pascual, patrono de Villarreal, que son la síntesis perfecta de cada uno de los cinco maravillosos años que vivieron con Manuel Pellegrini en el Submarino. Las cintas que los depositaron en el Real Madrid.
-¿Lo podés creer?
-Y... es difícil, todavía no caí. Es más: aunque se venía comentando hacía un mes, como no había hablado nadie con nosotros, pensamos que era una cortina de humo, hasta que Manuel me avisó que viajaba a Madrid para reunirse con Valdano y a la noche me confirmó que estaba acordado. “Vos seguí relajado en la Argentina, que yo acá arreglo todo”, me dijo.
-A él lo recibieron como héroe en Santiago, ¿y a vos en Roque Pérez?
-Muy bien, en cada esquina te paran para saludarte y pedirte que les cuentes. La gente está muy contenta, siente que es un poco de ellos también. Y yo aprovecho para estar con amigos y la familia, comer asados, jugar al tenis, y picados con amigos. Pero eso sí, en el medio. Al arco nunca más. De arquero trabajaba.
-¿Te sacaste la lotería conociendo a Pellegrini?
-Sin dudas. Yo digo que gracias a Dios y a Pellegrini puedo estar viviendo lo que vivo. Conocí a un ser humano excepcional y a un entrenador de lujo, que además me dio la posibilidad de crecer y progresar a su lado.
A San Lorenzo llegó con 14 años.
-¿Cuáles son las claves de su éxito?
-Mucha personalidad, un mensaje claro y un manejo brillante del grupo.
-¿Cómo se consigue el manejo?
-Con poder de convencimiento. Eso viene con uno, no se aprende ni se compra. Manuel tiene una facilidad absoluta de convencer al otro, de enamorarlo con su propuesta, tiene una mezcla de intelectual con futbolero, de una persona superinteligente con alguien de calle, sus estudios de ingeniería y su carrera en el fútbol, una mezcla ideal y difícil de conseguir.
-Siempre se dijo que el vestuario del Madrid es pesado, y ahora con Ronaldo y Kaká...
-Independientemente de la calidad del vestuario y del poderío económico, el jugador de fútbol es jugador de fútbol siempre, en las prácticas y en los partidos, así esté en una Ferrari o en un Fitito. Para mí, la esencia del futbolista está por encima del dinero. Yo, que no fui nadie en el fútbol, te digo que uno nunca piensa en el dinero cuando está jugando o entrenando. No me parece que sea problema el vestuario.
-Vos sos catalogado como buena persona, ¿para ser DT no hay que ser un poco malo?
-No, y el mejor ejemplo es Manuel, al que pocas veces lo ves gritar. Yo creo que si ponés las reglas claras y te convencés de que uno tiene que mandar y los demás obedecer, si sos justo en las exigencias independientemente del rango del jugador, no necesitás andar a los gritos ni ser mala persona, sí tener personalidad.
-¿Sos paño de lágrimas de los jugadores?
-Como ayudante, uno le presta un poquito más el oído al jugador y escucha hasta alguna bronca, pero Manuel habla a diario con todos los jugadores, mientras hacen la entrada en calor o después de los partidos, entonces el jugador está siempre sabiendo cómo piensa Pellegrini. En esta última Champions, tras el 1-1 con el Arsenal, a Robert Pires, que es un galáctico de verdad, campeón del mundo, ídolo en Arsenal, ejemplo de profesional, le tocó ir al banco. Cuando fuimos a jugar la revancha al club donde había sido figura, le preguntaron si estaba molesto por no jugar. “No, el once de Pellegrini es incontrastable, no se discute”.
Anticpó a Diego Maradona.
PELLEGRINI es un eje ineludible en la charla, aunque el Flaco tenga una historia muy rica en el fútbol. Cómo se forjó la relación entre ambos es realmente curioso y marca, de algún modo, la apertura mental del Ingeniero.
-Estuve dos años con Ruggeri en San Lorenzo, pero tuvimos diferencias y me fui. A los tres meses renunció Ruggeri y me citó Miele un viernes para que me hiciera cargo de la tercera el lunes. El técnico de la Primera iba a ser Jota Jota López. Dos días después me llamaron para avisarme que el técnico era Pellegrini y que yo sería su ayudante. La idea fue de Miele, la gran idea fue de Miele.
-¿Pellegrini ni siquiera te conocía?
-Cero; yo lo conocía por lo que contaban Gorosito y Acosta. El tema es que nos juntamos un rato antes de la presentación oficial. Ahí me dijo: "Yo trabajo de esta manera, conmigo tendrás toda la confianza del mundo mano a mano, soy el único responsable y te voy a evaluar tres meses. Si me conformás, te quedás; si no, buscaré a otro". Fue el martes 13 de febrero. Desde ahí no creo más en la mala suerte.
-¿Te sorprendió de entrada?
-Muchísimo. En la primera semana de trabajo ya ví una manera absolutamente diferente de trabajar. Hacía todo con pelota, todo fútbol reducido, ni una vuelta a la cancha corriendo, todas innovaciones para el fútbol argentino, porque nadie trabajaba así. Tampoco nadie jugaba con doble cinco y hoy todos los equipos juegan con doble cinco. También me sorprendió cómo se relacionaba con los jugadores.
-El fútbol es un ambiente de desconfianza, es raro que te haya aceptado sin conocerte.
-Es increíble la confianza que depositó en mí y hoy tenemos una relación que va más allá del jefe-ayudante; hay una amistad, vamos a comer juntos, nos pasamos a buscar para ir a entrenar. Al llegar a un país nuevo, le gusta trabajar con alguien que conozca el medio.
-Con Ruggeri, San Lorenzo no pegaba una; llegaron ustedes y enseguida ganaron todo. Y no es el único caso. ¿Los jugadores le van para atrás a ciertos técnicos?
-No creo, aunque sí diferencio un entrenador del otro por la capacidad de sacarle el máximo rendimiento a un jugador, algo que eso no es fácil. El entrenador es clave en la semana: 95% en la semana y 5% en el partido. Y debe lograr que los 22 enfoquen para el mismo lado, que no es fácil tampoco.
-¿Cómo se saca el máximo rendimiento?
-Hay una visión de fútbol, el ojo para elegir, y después convencer y exigir en el entrenamiento. Que cada entrenamiento tenga una función, con su componente técnico y su componente táctico. Ahí Manuel hace la diferencia. En Europa es muy respetado, estos cinco años lo posicionaron entre los mejores, fundamentalmente por el estilo que mostró el Villarreal: pelota al pie, posesiones largas, equipo punzante, volcado en campo contrario casi siempre, tratando de reconvertir cada pérdida en un nuevo ataque. Un estilo similar al del Barcelona, salvando las distancias.
-¿Nunca se te cruzó largarte solo?
Un hombre común caminando entre la gente en Argentina, de vacaciones.
-Yo empecé como creo que se debe empezar, siendo segundo. Después, llegó lo de Manuel, y sin ser obsecuente, para mí es como estar en Harvard, un aprendizaje constante, sería un pecado mortal desaprovecharlo. Lo único que me motivaría alguna vez, en el largo plazo, sería dirigir a San Lorenzo, pero tampoco voy a sentir ninguna frustración si hago toda mi carrera como ayudante de Manuel.
CLARO, SI LLEGAR al Real Madrid sin chapa ni acomodos es para frustrarse, ¿qué le queda al resto? En el tamiz de la charla, quedan nombres propios que no se pueden obviar. Cousillas se amparará en los viejos códigos con los que se crió para no decir muchas veces lo que piensa, pero también deja traslucir sus ideas.
-¿Cómo evaluás el paso por River?
-Nuestro problema fue reemplazar a un ídolo como Ramón Díaz. Si en el medio hubieran pasado un par de referentes sin éxito, como ocurrió después, se habría valorado más lo de Manuel. Ganamos un título y disputamos la única final internacional de River en 12 años y terminó pareciendo un fracaso. Empezaron con que no interpretábamos el paladar, que los pasillos... y Manuel se cansó y liberó a los dirigentes para que hicieran lo que quisieran.
-¿Pensaste que te iba a costar conseguir trabajo tras esa salida traumática?
-Manuel me dijo: “Vamos a tomarnos seis meses sabáticos porque necesito desconectarme”. A los 15 días ya lo habían venido a buscar de México, pero él quería ir a Europa.
-¿Con Ameli hablaste últimamente?
TIENE HEREDERO. Su hijo Agustín también ataja.
-Nunca, la verdad es que con nosotros se portó muy bien. Al principio fue resistido en River, pero se hizo querer. Es un ganador nato.
-Fue raro cómo terminó su carrera...
-Indudablemente que su problema con Tuzzio lo marcó. Este ambiente es muy cruel.
-¿Con Riquelme no pudiste interceder?
-No, no, es un tema que ya está terminado. Se manejó todo lo que se pudo manejar y se tomó una determinación que era la conveniente.
-¿Vos estabas de acuerdo con Pellegrini?
-Por supuesto.
-¿Qué pasó?
-No voy a volver atrás.
-¿Los alivió ver que después Riquelme tuvo problemas con varios más?
-No. Nos dolió en ese momento, porque para nosotros es uno de los 5 mejores del mundo.
-Se jugaron el pellejo: si les salía mal...
-Nos teníamos que ir, sí, pero cuando vos tomás una decisión y estás convencido no tenés que pensar en las consecuencias. En ese momento creímos que lo mejor era eso; si salía mal, quizás hoy estaríamos desocupados, pero también con la conciencia tranquila. Uno manda y pone las pautas, los demás tienen que aceptarlas. Se puede dialogar, Manuel es muy abierto, pero debe mandar uno porque si no es una anarquía.
-¿Con Ruggeri no volviste a hablar?
-No, nunca fui amigo de Ruggeri, fuimos muy buenos compañeros en Vélez, y por eso me buscó para que lo acompañe en San Lorenzo. En su momento nos encerramos y nos dijimos lo que nos teníamos que decir. Dije: “Nunca más tocaré el tema”, y nunca lo volví a tocar.
-¿Qué pasó con Ruggeri?
-No coincidíamos en algunas cosas. Y punto.
-¿Y qué te genera verlo pidiendo por favor que lo dejen ser ayudante de Maradona?
-No emito opinión.
Por Diego Borinsky / Fotos: Emiliano Lasalvia y archivo el grafico