Diego Eterno

"Qué difícil fue ser vos": el crudo relato que sintetiza la vida de Maradona

Daniel Valencia, el hijo de la Rana Valencia, rememoró una anécdota con Diego a partir de un disparador del presente.

Por Redacción EG ·

01 de junio de 2023

DIEGO MARADONA falleció en noviembre de 2020, pero las historias que atravesó durante su vida son incontables al punto que todavía en el presente surgen anécdotas que jamás habían visto la luz.

El encargado de contar su historia en primera persona esta vez fue Daniel Valencia, el hijo de la Rana Valencia, campeón del mundo con la Selección Argentina en 1978, gran amigo de Maradona.

En un hilo en la red social Twitter, Valencia contó cuál fue el disparador para recordar una historia propia con Diego. En un café escuchó, en la mesa de al lado, el debate de siempre, según sus palabras: la discusión entre el Maradona futbolista y el Maradona persona.

Hubo una frase que, sin embargo, lo sacó de las casillas. "Fue muy fácil ser Maradona", escuchó. Estuvo a punto de intervenir pero decidió guardarse. El descargo, no obstante, tuvo lugar en las redes.

 

El relato completo

Ayer fui a tomar un café, en la mesa de al lado escuché el debate de la mayoría de las sobremesas durante un largo tiempo: El Maradona futbolista y el Maradona persona. Ya estoy curtido, siempre es lo mismo... que como jugador fue el mejor pero bla bla bla. Algo reiterativo.

Sé que seguramente sea un tipo con mas defectos que virtudes, no estoy aquí para debatir eso. Tengo que, en realidad, hacer una especie de confesión: Fue la primera vez que estuve al borde de intervenir. Hubo una oración que me sacó de mis cabales: "Fue muy fácil ser Maradona"

Pero como a lo largo de mi vida hice, opté por ser un cobarde, por evitar el disgusto mañanero y me llamé al silencio. Esa decisión me costó el bienestar del resto de la mañana, la tarde y la noche sobrevinientes. No me sentí tranquilo ni un solo minuto después de haberlo hecho.

Es por eso que vengo acá a descargarme, a explicar lo que quise decir ayer y a recordarlo una vez más. Fue la época que el estaba en Cuba, yo sabía que estaba mal pero no sabía concretamente que tenía. Mi viejo lo había invitado a un partido a beneficio de una Fundación.

Como siempre, fiel a su historia, no nos falló. Fuimos a buscarlo hasta Cuba y de regreso a Buenos Aires empezó la odisea. El vuelo era: La Habana - Lima Lima - Buenos Aires. Simple, no teníamos mas de 2 hs de escala en Lima así que todo pintaba viento en popa, o eso creíamos.

El problema fue que justo ese día los otros dioses que decidieron no jugar al fútbol, se pusieron de acuerdo en hacer lo imposible para quebrantar la paz absoluta que reinaba hasta ese momento. Seré mas claro: Llegamos a Lima. Diego no tenía pensado bajar del avión hasta entonces.

Nos comimos 2 hs de escala arriba del avión, primera clase y todo lo que quieran pero 2 hs ahí era insufrible, mas para un pendejo insoportable como era yo. Pongo el verbo en pasado porque sigo siendo insoportable pero ya no soy pendejo. En fin, me desvié de lo central.

Ya era hora de despegar, o al menos eso suponíamos. El tema es que no veíamos a ningún otro pasajero acercarse. Habrán pasado 30 min más hasta que tuvimos la primer certeza. Se acercó una de las azafatas para informarnos del primer suceso: por condiciones climáticas era imposible volar ese día. Teníamos que pasar la noche en Lima. Uds imagínense la cara de Papá y de Diego ante la noticia. Yo estaba chocho, según yo iba de turista. Hicimos todo el operativo necesario para bajar del avión e ingresar al aeropuerto.

El gorro, los lentes, capucha y cabeza gacha para disimular su presencia. Bajamos e iniciamos camino al taxi que nos esperaba. Todo empezó bien, habremos tenido el 40% del recorrido hecho. 2 cosas: 1° Ahí entendí porque Diego quiso hacer las 2 hs de escala arriba del avión.

2° Odié por primera vez a un Chino mucho antes de que decidan comerse a un murciélago. Íbamos por el pasillo lateral cuando un oriental hijo de mil orientales más se dió cuenta y gritó - como nunca sentí en mi vida - " ¡Maladona! ¡Maladona". Todo fue cuestión de segundos.

De repente no menos de 400 personas estaban encima nuestro, pidiendo fotos, tocando como si fuese un juguete, etc. No pudimos avanzar más. La seguridad del lugar no daba abasto, era un fenómeno mundial que no hacía mas que sonreír y ceder ante su gente pero que sólo quería irse.

Tardamos 5 hs más en poder irnos del aeropuerto. Si, 5 hs. Mi récord hasta ese entonces era de 1 hs y media esperando al viejo E1. Yo me quería morir. Porque encima mi espera fue en medio de dos millones de piernas (era la altura a la que llegaba) de gente que me alejaba de papá.

Nos escoltó la policía y pudimos llegar al hotel. Esa noche mi paladar conoció - por primera vez - las papas a la huancaina. Mientras tanto, mirábamos un partido de no sé que año entre Sporting Cristal y no me acuerdo que otro club pues mi vista estaba obnubilada con otra cosa.

 

 

Imagen El pequeño Daniel Valencia con Maradona, en aquel partido a beneficio.
El pequeño Daniel Valencia con Maradona, en aquel partido a beneficio.
 

 

Los aritos que tenía Diego eran lo mas maravilloso que había visto en mi vida. Yo tenía poco mas de 10 años nunca había usado aritos. Dorados, resplandecientes, simplemente hermosos. Esa hipnosis no pasó desapercibida antes sus ojos - Dani, tengo la oreja sucia? - me dijo riendo

- Jaja, perdón - susurré - estaba viendo tus aritos. - ¿Te gustan? ¿Los querés? - ¡En serio me decís? - Tomá, son tuyos. ¿Pero vos no usás aritos no? Ahí saltó Papá, intentando detener lo que era indetenible. - Dale, Rana dejá de joder, yo le hago el huequito en la oreja.

Tuve el primer dolor voluntario en mi vida. Pero tenía uno de los aritos mas lindos colgando de mi oreja mientras imaginaba en mi cabeza los reproches venideros de mi vieja y de mi abuela. No importaba, ya estaba hecho. Me fui a dormir feliz como pocas veces lo había hecho.

En una habitación dormíamos Papá y yo y en la otra Diego. Todo venía bien hasta que sentí el ruido de la puerta. Vi el reloj, eran las 4 am. Nuestro vuelo salía a las 11 am así que evidentemente era muy temprano para irnos, no entendía bien que pasaba pero siempre es mejor fingir

Me hice el que dormía y mientras Papá abría la puerta, escuché un llanto. Desconsolado, como un nene de 2 años. Sólo escuchaba que decía "Compadre, por favor ayúdeme no quiero, no quiero. Lo juré por Dalma y Giannina". No entendía nada, al menos no en ese momento.

Pusieron un CD de Silvio Rodriguez que tenía Papá en su bolso. Se pusieron a cantar mientras yo tomaba valor para que noten que estaba despierto y sumarme al show. Estaban los 2 abrazados al borde de la cama, con lágrimas en los ojos, no pude hacer otra cosa que ir corriendo ahí.

La noche pasó. Sin saberlo había pasado una de las noches mas significativas en mi vida. Al día siguiente los dioses que jugaron al fútbol nos tiraron una buena y salió todo bien. El vuelo, la llegada a destino, el partido a beneficio, etc. Todo de maravilla en mi inocencia.

Con el tiempo entendí que había pasado esa noche, hablando con el Profe Signorini lo confirmé y me sentí peor, porque creí que si pasábamos mas noches cantando Silvio Rodriguez quizás te ayudábamos un poco más. Al menos eso quería creer.Te pido disculpas ¡Qué dificil fue ser vos!

En fin, anoche en mi tortuoso momento de arrepentirme de no intervenir en esa charla me desperté de mi intento de dormir. Ví el reloj, eran las 4 am y como siempre es mejor fingir me levanté al baño. Cuando volví quise agarrar el celular que estaba en mi mesita de luz.

Todo estaba oscuro, en el manotazo tiré la caja de joyas que sentí como se dispersaban por el piso. Mientras renegaba de ser tan pelotudo y prendía la luz para levantar las cosas, ví que lo único que se había caído era el arito que me regalaste. No tuve mucho mas que hacer.

Me fui a dormir feliz como pocas veces lo había hecho.

Imagen de portada: archivo El Gráfico