Jannik Sinner, íntimo: "El número uno es un sueño"

JANNIK SINNER emergió, desde hace algunos meses, como el jugador sensación del circuito de tenis masculino. Hacia fines del año pasado acumuló victorias contra Novak Djokovic, tanto en el Masters como en las Finales de la Copa Davis, y amenazó con ser uno de los jugadores a vencer para la nueva temporada.

Y cumplió, con creces: se llevó su primer Grand Slam en el Abierto de Australia, después de eliminar al propio Djokovic -diez veces campeón- y de remontar dos sets en contra ante el ruso Daniil Medvedev en la final. Este lunes, además, alcanzó su mejor ranking ATP: es el número tres del mundo luego de conquistar el torneo de Rotterdam.

"El domingo jugué la final, al día siguiente volé a Italia y a la mañana fui inmediatamente al gimnasio. No celebré en exceso, no bebí, porque no es bueno para el cuerpo. Fuimos a comer algo y luego volví al hotel", rememoró el italiano de 22 años.

¿En qué pensó apenas fue a la cama después de ganar en Australia? "Nada. La sensación fue muy agradable, por supuesto. Pero no pensé demasiado: de todos modos en ese momento no habría podido darme cuenta de lo que había sucedido. Vi algunas películas y me quedé dormido".

 

Sinner es un animal competitivo, pero es un chico simple. Con 22 años disfruta del tenis y de una vida tranquila: "Me gusta hablar de tenis y de deporte en general. Con la vida privada quiero que siga así. Quiero proteger a las personas más cercanas a mí para que sigan al margen de esto. Lo veo como una pequeña tarea, casi un deber: ellos me ayudaron cuando era joven, a ganar confianza en mí mismo, y hoy de alguna manera quiero protegerlos".

Y contó respecto de sus escasas debilidades en la cancha: "Puedo manejar aún mejor ciertos momentos de dificultad; todavía hay mucho que puedo aprender de mis errores. Estoy jugando bien ahora, pero vendrán momentos un poco más difíciles: es importante trabajar ahora para afrontarlos más preparado".

Además soltó una reflexión: "A veces podemos convertirnos realmente en un obstáculo para nosotros mismos. Pero la mayoría de las veces somos los únicos que podemos darnos una gran mano. En última instancia, un jugador sólo tiene control sobre sí mismo. No podemos controlar el viento, el sol, ni siquiera al rival cuando juega bien: son variables que sólo se pueden aceptar. Tal como soy, temo más a mi oponente".

Protagonista de una producción especial de la revista Vanity Fair, cuenta que tiene un objetivo claro: "El futuro no se puede predecir. Sin duda llegar al número uno del mundo es un sueño y estamos trabajando para acercarnos lo máximo posible".