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Del Potro y el Big 3: "Yo tenía un arma que no les gustaba"

El ex número tres del mundo rememoró sus duelos contra Federer, Nadal y Djokovic en la elite del tenis. El aspecto mental, una clave para los mejores.

Por Redacción EG ·

14 de junio de 2023

JUAN MARTÍN DEL POTRO convivió, durante su época de esplendor en el circuito de la ATP, acaso con los tres mejores tenistas de toda la historia: Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic.

En la etapa dorada del circuito contemporáneo el tandilense tuvo una carrera memorable: llegó a ser el número tres del mundo, ganó el US Open contra Federer en la final, logró 22 títulos de la ATP, conquistó la Copa Davis y se colgó dos medallas olímpicas.

En números mano a mano les ganó siete veces al suizo, seis veces al español y cuatro veces al serbio. Durante aquellos duelos, varios de ellos en instancias finales, los tres sabían que Del Potro los podía dañar. Y el propio Del Potro recordó cuál era su secreto.

“Yo sabía que tenía un arma que a Federer, a Nadal y a los mejores no les gustaba, que era mi juego potente, la velocidad de mis tiros. Ellos no lo tenían. Cuando a mí me agarraban derecho los desbordaba por mucho en velocidad; por eso les ganaba. Lo más difícil contra ellos era sostener ese mejor día durante toda una temporada. Mi desafío siempre era llegar a ese partido: era el cuatro del mundo y mi objetivo era llegar a cuartos o a semifinales, no podía perder antes”, analizó.

Y amplió, para explicar el poderíó del Big 3: “El talento de ellos es aplicar una diferencia mental superior. Tenísticamente todos son muy buenos. De quince torneos Federer o Nadal ganan seis o siete; pierden más que los que ganan. De 70 partidos al año juegan muy bien en diez, pero te ganan igual. Tienen un poder mental para hacerte saber que te van a ganar igual. En el 4-4 con break point vos vas a pensar: ‘Uy, por ahí le gano a Djokovic’. Pero ellos van a pensar que vos la vas a tirar afuera porque sabés que me podés ganar pero no va a pasar nunca. Así piensan ellos. A mí me pasaba hasta que les perdí el respeto y entendí que sólo iba a tener una chance. Porque ellos sólo te dan una oportunidad por partido. Una sola. Si ganaste ese punto tenés tu chance; si lo perdiste no les vas a ganar”.

Los momentos calientes definían para dónde se inclinaría el partido:“En esos puntos delicados yo pensaba en lo mejor que sabía hacer. Yo sacaba muy bien a la T y sabía que esa segunda pelota me tenía que quedar para el drive. Y eso iba a ser winner. No me ponía a inventar un saque y red ni nada con efecto: iba a mis mejores tiros. Tenía la seguridad de que mis mejores tiros, bien ejecutados, eran muy buenos. Lo que mejor hacen ellos es jugar bien esos momentos”.

 

Su matriz de juego, sin igual

“Mi carrera quedó marcada por la potencia. Mi velocidad de juego era superior a la de ellos, aunque muchas veces me hacía cometer errores. Cuando los cometía en esos puntos importantes en los que ellos no fallan me sacaban la diferencia de nivel: eran el uno, el dos y el tres del mundo, y yo era cuatro, cinco o seis, junto con otra serie de jugadores. En la final vi que a Ruud le faltaba velocidad. A Djokovic en el físico no le podés ganar, con solidez desde el fondo tampoco: la única manera de ganarle era con velocidad, pero no sólo eso, porque después lo tenés que mantener por cinco horas. Esa combinación sostenida es muy difícil de lograr, aunque también se trata del talento”,resaltó Del Potro.

Y sentenció, para diferenciarlos: “Nadal transmitía la sensación de que no importaba el resultado: él ganaba. Nosotros, desde nuestro lado, lo veíamos así. Nunca cambiaba sus gestos físicos: nunca estaba cansado, nunca estaba contento, siempre sabíamos que iba a ganar, aunque estuviera cerca de perder. Djokovic es más temperamental: sus momentos más débiles aparecen en las primeras rondas, por la presión de ganar. Pero, si vemos lo que pasó en Roland Garros, su mejor partido fue contra Alcaraz. Eso es por algo. En la final jugó peor y, sin embargo, ganó en tres sets”.