Novak Djokovic, Wimbledon y la guerra entre Rusia y Ucrania
El número uno del mundo exhibió su clara postura a partir de la prohibición de los jugadores rusos y bielorrusos para jugar el tercer Grand Slam del año.
NOVAK DJOKOVIC, en el marco de su regreso al circuito después de dos meses en Belgrado, una larga ausencia provocada por su negativa a vacunarse contra el covid, se pronunció sobre la decisión que tomó Wimbledon a raíz de la guerra entre Rusia y Ucrania.
El torneo más prestigioso del mundo, que comenzará el 27 de julio en el All England de Londres, prohibirá la presencia de jugadores de origen ruso y bielorruso para no favorecer la postura bélica de Rusia. En ese sentido jugadores de la talla de Daniil Medvedev, Andrey Rublev, Aryna Sabalenka o Victoria Azarenka, entre otros, se perderán el tercer Grand Slam de la temporada.
"Siempre seré el primero en condenar un conflicto bélico. Como niño de la guerra que soy está claro que conozco los traumas emocionales que generan las guerras. En Serbia sabemos muy bien de lo que se trata por lo que ocurrió en 1999 y la cantidad de civiles que sufrieron con todas las guerras que hubo en los Balcanes", contó Djokovic.
A pesar de la primera explicación de todos modos aclaró y fue muy certero: "Dicho todo esto, sin embargo, no puedo apoyar la decisión tomada por Wimbledon. Los deportistas no son responsables de esta guerra. Cuando la política interfiere en el deporte las cosas no salen bien".
Djokovic sufrió de chico La Guerra de los Balcanes durante sus inicios en Kopaonik, una de las principales cadenas montañosas de Serbia, que tiene una pequeña zona al norte de Kosovo. En ese lugar sus padres Srdjan y Dijana le inculcaron la pasión por el esquí desde muy temprana edad, lo que explica la flexibilidad que hoy exhibe Djokovic en los tobillos, las rodillas y las articulaciones. Allí, a más de 1700 metros sobre el nivel del mar, también empuñó una raqueta por primera vez, a los 7 años.
La velocidad de la pelota en la altura generó que fuera un jugador mucho más rápido, con sus reacciones y reflejos. Ese lugar, donde el número uno del mundo comenzó a forjar su leyenda, fue bombardeado en 1999 durante los ataques de la OTAN a Yugoslavia. El joven Djokovic tenía apenas 12 años. Décadas después, cuando ya era un tenista consagrado a nivel internacional, visitó el lugar donde permanece el frontón en el que aprendió a jugar.
"Me costó entender con seriedad la situación de mi país después de la guerra, sobre todo los problemas económicos y políticos. La gente sufre porque es un país marcado por la guerra. Por eso intento representar a Serbia de la mejor manera posible y demostrar que tiene muchas cosas positivas que ofrecer, no sólo negativas. Lo hago cuando juego la Copa Davis, pero también hablo de los valores reales y buenos que ofrece Serbia. La imagen es negativa desde hace más de 20 años y quiero cambiarla", explicó Djokovic alguna vez. Modificar el concepto que el mundo construyó sobre su país después de la guerra, como el mejor jugador de la historia de Los Balcanes, es uno de los grandes motores de su vida, pero entiende de manera perfecta que los tenistas de Rusia y Bielorrusia no son culpables por el conflicto entre Rusia y Ucrania.