Tiempo de descuento: un show menos de Ángel Di María
El mayor emblema de la Selección Argentina después de Lionel Messi vive con pasión y emoción la cuenta regresiva hacia la despedida que él mismo se impuso.
Por Adrián Wowczuk ·
27 de marzo de 2024
ÁNGEL DI MARÍA se autoimpuso la cuenta regresiva de su despedida de la Selección Argentina, que como se preocupó por subrayar en algunas ocasiones, será en el marco de la Copa América que se iniciará el 20 de junio.
Sólo quedan tres meses para ese momento en que comenzará a practicar los últimos trucos de magia; en que se activará el principio del fin de una enorme trayectoria con la Celeste y Blanca que se inició el 6 de septiembre de 2008, cuando Alfio Basile lo incluyó en un partido de Eliminatorias ante Paraguay.
Antes de eso había convertido nada menos que el gol en la final olímpica de Beijing contra Nigeria que le dio a la Argentina su segunda medalla de oro en fútbol.
Dieciseis años después y a pesar del pedido de Javier Mascherano, DT del equipo que intentará reeditar la hazaña en París, Fideo decidió que las últimas emociones con la camiseta que tanto ama las vivirá mientras defienda el trofeo obtenido en Brasil en 2021 nada menos que con un inolvidable tanto suyo.
Los amistosos contra El Salvador y Costa Rica en pos de poner a punto la máquina para esa cita en tierra estadounidense no fueron dos partidos más en la cuenta de Di María con la Albiceleste, sino dos menos en el puñado de encuentros que le quedan disfrutar por propia decisión. Por eso, cada uno de sus minutos en cancha es aprovechado por él mismo y gozado por quienes contemplan su arte con la pelota en los pies.
Esa destreza lo convierte en un verdadero artista. Y está claro que no puede ser otra cosa que una obra de arte ese zurdazo excelso que clavó en el ángulo superior izquierdo de Keylor Navas para estampar el 1-1 transitorio contra los Ticos en la noche angelina del martes 26 de marzo.
Antes y después de su primer gol (golazo) de tiro libre para la Selección (el número 30 en total, a 3 nada menos que de Diego Maradona), fue el artífice de la remontada para dar vuelta el resultado con un par de maniobras que llevaron su sello inconfundible: gambeta endiablada, encare demoledor, corrida electrizante y asociación exacta para generar grandes momentos de fútbol.
Sin Messi, asumió el rol de líder y generardor de fútbol desde el minuto cero. Se hizo cargo y las pidió todas en un primer tiempo en que arrancó bien y luego se diluyó al compás de un conjunto que no terminó de la mejor forma la primera etapa.
Pero en el complemento sus ráfagas fueron indetenibles y el triunfo de Argentina, incuestionable. Salió a los 80' para darle lugar a Valentín Carboni, un pibe que en ese momento comenzó a escribir su propia historia, justo cuando Fideo está a punto de rubricar la suya con letras de oro.
Antes de irse le calzó la cinta de capitán a uno de sus grandes laderos, Rodrigo De Paul, y dejó el campo envuelto en aplausos. Una vez traspuesta la línea de cal, se cobijó en el camperón que estaba dispuesto para que no se enfriara y saludo a todos y a cada uno de los componentes del banco, como para aprovechar cada instante de los que le quedan por vivir con esa casaca empapada de sangre, sudor y lágrimas por los fracasos y los éxitos que tardaron en llegar, pero vinieron.
Cuando la chapa del 3-1 era ya inamovible, recibió una enorme ovación que retribuyó con aplausos y los brazos en alto.
El crack rosarino se expresó a través de las redes sociales con un posteo en el que afirmó, a modo de balance: "Una hermosa gira donde todo salió bien y eso es lo importante para seguir creciendo y preparándonos para lo que viene. Vamos Argentina".
Del estadio se fue sin decir nada a la prensa, tal vez porque mejor que decir es hacer, y él había hecho mucho para una merecida victoria y una nueva noche estelar que alimenta su leyenda.
IMAGEN DE PORTADA: AFP
