Juegos Olímpicos

ABUSO SEXUAL Y SALUD MENTAL: LA HISTORIA DE SUPERACIÓN DE SIMONE BILES

La estrella de los Juegos Olímpicos, que se retiró de las competencias por equipos de Tokio 2020 para cuidar su salud mental, es una de las más de 150 víctimas de Larry Nassar, el ex médico del equipo olímpico estadounidense de gimnasia.

Por Pablo Amalfitano ·

03 de agosto de 2021

SIMONE BILES es, dicho de manera lisa y llana, una sobreviviente. La estrella mundial de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, certamen en el que finalizó su participación con una medalla de bronce en la prueba barra de equilibrio femenino, revolucionó el mundo del deporte la semana pasada tras su baja de las competencias por equipos. ¿La razón? Proteger nada menos que su salud mental.

Emblema internacional de la gimnasia artística, Biles se colgó cuatro medallas de oro en los Juegos de Río 2016: equipo, general individual, salto y suelo. Está claro que su rendimiento arrojó una merma hacia el cierre del siguiente ciclo olímpico pero los motivos no tienen sustento sólo en la presión del deporte de alto rendimiento y todas sus aristas. Biles, en pocas palabras, es una de las 150 sobrevivientes que fueron víctimas del mayor depredador sexual de la historia del deporte. Por eso el bronce que ganó este martes vale más que todo el oro del mundo.

El 24 de enero de 2018 Lawrence Gerard Nassar, más conocido como Larry Nassar, quien fuera el médico del equipo olímpico de gimnasia de los Estados Unidos, fue condenado a 175 años de prisión por abusar de jóvenes gimnastas durante más de dos décadas. Unas 150 de esas víctimas prestaron declaración, una por una durante diez minutos y a lo largo de nueve días, y exhibieron sus testimonios frente al hombre que abusó de ellas de manera sistemática y encubierta.

“Esta es una historia dura y, para poder equilibrarla con esperanza, hay que abordarla con honestidad respecto a lo que sucedió. No se puede suavizar, hay que exponerla tal y como es. Creo que las sobrevivientes encontraron fuerza unas en otras tras contar lo que les sucedió y apropiarse del poder", contó Jennifer Sey, la productora del documental Athlete A, lanzado el año pasado en la plataforma Netflix.

Nassar fue condenado, claro, pero la historia quedó enterrada. El documental analiza por qué los organismos rectores permitieron la sucesión de los abusos a lo largo de más de dos décadas, desde el campeonato nacional estadounidense de 1986 de concurso individual de gimnasia. ¿Quién ocultó el mayor delito sexual de la historia del deporte?

Biles se encuentra entre las deportistas que, a mediados de 2020, presentaron una demanda formal contra el Comité Olímpico y Paralímpico de los Estados Unidos (USOPC). La atleta de 24 años formó parte de una Legión de más de 140 mujeres sometidas que decidieron dar un paso al frente y apropiarse de la historia.

En más de 20 años muchas de las víctimas narraron lo que Nassar les hacía ante sus compañeras de equipo, sus padres, sus entrenadores y, como si fuera poco, gente de USA Gymnastics (USAG), pero el mundo adulto, en su mayor parte, no ofreció respuestas. Nassar era una eminencia, tanto en el Equipo Olímpico de Gimnasia como en la Universidad Estatal de Michigan, otra de las instituciones acusadas de permitir sus numerosos abusos. Para dimensionar el grado de impunidad: Steve Penny, uno de los ex presidentes de USAG arrestado por manipulación de evidencia, llegó a reconocer que, desde le organismo, no le enviaban a la policía los informes sobre las acusaciones.

Nassar fue denunciado por primera vez ante USAG en junio de 2015 por Maggie Nichols, la "Atleta A", y renunció como coordinador médico nacional de USAG en septiembre de ese mismo año, aunque continuó como osteopata en la Universidad Estatal de Michigan hasta septiembre de 2016.

El abuso llegó a límites insospechados: Nassar atacó a varias mujeres jóvenes en el Karolyi Ranch, el centro del equipo de gimnasia de Estados Unidos en Texas y, por caso, durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Un ejemplo: Jamie Dantzscher, medallista olímpica de bronce en Sidney de 2000, fue abusada en la habitación del hotel en el que concentraba la delegación de gimnasia.

El encubrimiento se extendió durante largos años y su maquinaria estuvo impulsada por diversas personas en altísimas posiciones poder, como Susanne Lyons, actual presidenta del Comité Olímpico de Estados Unidos; Scott Blackmun, el ex CEO del organismo; y Alan Ashley, el ex director deportivo. En febrero del año pasado los representantes legales de USAG ofrecieron unos 215 millones de dólares para liberar al ente rector de las demandas a futuro. La cifra, con lógica, fue rechazada por las damnificadas.

Biles confesó, en enero de 2018 y a través de un comunicado en sus redes sociales, que Nassar había abusado sexualmente de ella: "La mayoría de ustedes me conoce como una chica feliz, graciosa y enérgica. Pero en el último tiempo me sentí rota y, cuanto más trato de apagar esa pequeña voz en mi cabeza, más fuerte me grita. Ya no tengo miedo de contar mi historia. Yo también soy una de las sobrevivientes que sufrió abusos sexuales por parte de Larry Nassar”.

Cinco veces campeona mundial y cuatro veces campeona olímpica, la atleta confirmó que Nassar se aprovechó de su confianza para tratarla de "manera especial", la misma estrategia que el médico utilizó para abusar de las demás deportistas que acudían a su consultorio para solucionar algún tipo de dolencia o lesión. “Es un comportamiento completamente inaceptable, asqueroso y abusivo. No dejaré que un señor ni quienes le permitieron actuar me roben mi amor y felicidad por la gimnasia", siguió su texto.

Aquel testimonio público explica por qué, más allá de que Nassar ya estaba condenado -no sólo por abuso sexual sistemático sino también por pornografía infantil-, la explosión emocional de Biles tuvo su versión más convulsionada en el último ciclo olímpico, entre la brillante actuación de Río 2016 y el controversial episodio con el que tuvo que lidiar en Tokio 2020.

Haber vuelto en plena competencia, sin embargo, constituye un triunfo mucho más relevante que cualquier sitio del podio. Biles se liberó en 2018 y, desde entonces, atraviesa la última etapa en la lucha por volver a ser feliz. Proteger su salud mental ante la presión de los medios y del público tiene su razón de ser: sobre sus hombros carga una mochila mucho más pesada y atroz con la que debe caminar. Por lo pronto, y más allá del futuro de su carrera en la elite, dejará Japón con una sonrisa y con un bronce que vale más que un lingote de oro.