Juegos Olímpicos

LA HISTORIA DEL EQUIPO DE REFUGIADOS DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS

Tokio 2020 es la segunda edición que tendrá una delegación de refugiados de diferentes países que competirán en 12 deportes y contará con 29 atletas. Los deportistas actuarán bajo la bandera del COI. También estarán en los Paralímpicos.

Por Pablo Amalfitano ·

23 de julio de 2021

TOKIO 2020 ya está en acción y la ceremonia inaugural trajo todo tipo de historias. Una de las más particulares surgió en pleno desfile, cuando apareció una delegación que marchó con la bandera del Comité Olímpico Internacional (COI). ¿Quiénes eran? Los deportistas del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados.

Está conformado por un total de 29 atletas que participarán en 12 deportes diferentes: atletismo, bádminton, boxeo, piragüismo, ciclismo, judo, karate, taekwondo, deporte de tiro, natación, levantamiento de pesas y judo. Son deportistas de Siria, Afganistán, Camerún, Irán, Irak, Sudán, Sudán del Sur, República del Congo, República Democrática del Congo, Venezuela y Eritrea.

El Equipo de Atletas Refugiados forma parte de los Juegos Olímpicos por segunda vez en su historia, después del debut en Río 2016, y está compuesto por deportistas que sufrieron y superaron la persecución, en pleno trabajo de preparación para tener la oportunidad de competir en el alto rendimiento.

Entre los miembros del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados se encuentra Eldric Sella, el primer latinoamericano en la delegación de refugiados, un boxeador nacido en Caracas que debió emigrar en 2018 a Trinidad y Tobago, cuando el descalabro económico le resultó insostenible para continuar con su preparación.

En su nuevo país de residencia el boxeador de 24 años consiguió el status de refugiado en 2019 y, en diciembre pasado, obtuvo una beca para atletas refugiados del COI que lo impulsó para llegar a Tokio, donde peleará en la categoría de 75 kilos.

También hay otras historias de superación en medio de la delegación. Aram Mahmoud, de 23 años, la gran promesa del bádminton de Siria que compitió con su Selección antes de escapar a los Países Bajos para seguir con su educación y su entrenamiento en condiciones más seguras y saludables.

Masomah Ali Zada, ciclista de 25 años, que nació en Afganistán y mostró su pasión por el ciclismo desde muy chica. Luego de pasar sus primeros años exiliada en Irán, con su familia, regresó a Kabul para instalarse después en Francia, en 2017, luego de recibir amenazas.

Otro atleta que sueña despierto en Tokio 2020 es el fondista Jamal Abdelmaji Eisa Mohammed, de 27 años, cuyo padre fue asesinado cuando apenas era adolescente, en la región de Darfur, en Sudán. Jamal se escapó solo y, a pie, cruzó Egipto para llegar a Israel, el país que le concedió la protección como refugiado en Tel Aviv.

Este equipo tiene un valor de representación insoslayable: en Tokio representará a más de 82 millones de personas en todo el mundo que huyeron del conflicto, la persecución y la violación de los derechos humanos en distintas partes del planeta. Del total de refugiados hay 12 millones que tienen algún tipo de discapacidad.

Por eso también tendrán representación en los Juegos Paralímpicos, que también serán en Tokio del 24 de agosto al 5 de septiembre: un grupo de seis atletas, una mujer y cinco hombres, competirán en atletismo, natación, canotaje y taekwondo. Algunos de ellos sufrieron secuelas tras haber sido heridos en las guerras de sus países y otros padecieron lesiones o enfermedades mientras vivían en el exilio.

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) tiene un papel clave en la participación igualitaria de las personas refugiadas en los acontecimientos deportivos. Y por eso colabora con la comunidad deportiva, la sociedad civil, las poblaciones refugiadas y los gobiernos, pero sobre todo lleva más de 25 años en un vcínculo con el COI para capitalizar el poder y la llegada del deporte en pos de ayudar a visibilizar los problemas de todas las personas obligadas a escapar de sus países.