¡Habla memoria!

GRACIAS POR TODO MAESTRO

Hoy en horas de la mañana nos dejó Carlos Timoteo Griguol. Cultor del trabajo, formador, técnico y hasta padre de sus dirigidos. Elegimos recordarlo con una sonrisa. Hasta siempre "Timo".

Por Redacción EG ·

06 de mayo de 2021
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“Prefiero a un optimista que salta el cerco cada amanecer y siempre huele el perfume de las nuevas flores, y no a un pesimista que salta el cerco cada amanecer y siempre huele a cementerio".

La frase pertenece a un hombre que aprendió a sentir la vida de una manera especial desde sus albores en la ciudad cordobesa de Las Palmas. Nacido el 4 de septiembre de 1934, Carlos Timoteo Griguol creció rodeado de palas, picos, tractores y peones. De la mano de Doña Mafalda y Don Carlos, el único hijo varón de la familia -tiene dos hermanas- se inició en el trabajo del campo, casi al mismo tiempo que empezaba a mamar su otra profesión, la de jugador de fútbol. En el club que lleva el mismo nombre de la ciudad y fuera fundado por su padre tuvo el primer contacto con ese objeto que se transformaría, con el correr de los años, en su obsesión preferida: la pelota. Esa redonda debilidad a la que hoy, con 64 años, continúa dedicándole casi las veinticuatro horas de cada uno de sus días.

Timoteo, el buen compañero



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Su trayectoria como futbolista comprendió los clubes Atlanta y Rosario Central, y también la Selección Argentina. En su paso por el equipo rosarino conoció a Rubén "Pelusa" Bedogni, actual encargado de las inferiores de Gimnasia y Esgrima La Plata, además de asistente social y cultural del club tripero. "En 1968 fui transferido de Estudiantes a Central, donde Carlos ya estaba jugando desde hacía un año. A pesar de la diferencia de edad -él tenía 32 y yo, 22—, nació una hermosa amistad que trascendió al simple hecho de ser compañeros", recuerda Bedogni. En aquel conjunto que dirigía Miguel lgnomiriello, Timoteo desandaba los últimos pasos de su carrera y, como mano derecha del técnico daba consejos a los más chicos del plantel, como Aldo Poy, Omar Palma y también Bedogni. Este último agrega: "Yo era un mocoso y por eso lo escuchaba con atención. Carlos siempre me decía que no leyera los diarios ni que atendiera las radios porque las cosas que decían los periodistas podían llegar a dañarme moralmente. Todos le veíamos una condición innata para ser director técnico, porque ya como jugador hacía docencia dentro y fuera del campo de juego"

Timoteo, el sabio entrenador

Imagen En su época de Central, en la tapa de El Gráfico abrazado con Bielli, Mesiano y Andrada.
En su época de Central, en la tapa de El Gráfico abrazado con Bielli, Mesiano y Andrada.


Entre la gran cantidad de jugadores que el Viejo —como cariñosamente se lo llama en el ambiente— promovió a la Primera División cuando do era director técnico de Ferro Carril Oeste, hay uno que tal vez lo adore como nadie. ¿Su nombre? Alberto José Márcico. “A Timoteo lo conozco desde los 19 años, cuando llegué a Ferro y él recién agarraba la Primera con Aimar y el Profe Bonini. Me acuerdo que yo tomaba el colectivo 25 en Barracas y bajaba en Cucha Cucha y Yerbal, por donde él me pasaba a buscar con su auto para llevarme al entrenamiento en Pontevedra", relata hoy el Beto. Y completa: "Siempre fue una persona muy honesta en la vida y en el fútbol. Apenas cobré mi primera plata, me aconsejó que comprara la casa, porque para el auto ya iba a tener tiempo. Y así fue que adquirí mi primera propiedad en Villa Luro. El coche recién lo tuve en 1983, cuando ya llevaba dos años de profesional". Para Márcico, Griguol resultó un ser humano que lo marcó para toda la vida, sobre todo después de un hecho desgraciado. "Fue la persona que me comunicó el fallecimiento de mi padre luego de un partido contra Loma Negra. Esperó que terminara el encuentro, se acercó y dijo que me cambiara rápido porque había muerto mi papá. Yo, además de sentirlo como mi padre futbolístico, lo tengo como un maestro de vida".

De su largo paso por el club de Caballito, con el que conquistó los Campeonatos Nacionales de 1982 y de 1984, quedaron varias anécdotas. Si había algo que lo desvivía a Timoteo era el cuidado de la cancha. Le gustaba sembrar el césped y protegerlo... Esa actitud motivó los celos del canchero de la institución, José Fantuzzi, quien continúa aún hoy en ese cargo. Ya cansado, un día Fantuzzi le cerró al técnico todas las puertas de acceso a la cancha principal con el objetivo de preservar el campo. Pero Griguol, siempre astuto, les hizo saltar un alambrado a los jugadores y realizó allí el entrenamiento del equipo, sin que se enterara el cuidador. "Carlos era de darles muchos consejos a los pibes. Por eso, si uno se compraba el auto en primer lugar, él decía: 'Muy lindo, pero... ¿dónde tiene el bidet? '. Por eso, Oscar Garré, que era uno de los que tenía el auto más nuevo, lo estacionaba en un garaje a tres cuadras del club para que Timoteo no se enterara...", recuerda con una sonrisa Santiago Leyden, ex presidente de Ferro. Griguol también realizaba tareas de control sobre sus dirigidos. Oscar Acosta vivía en un departamento situado frente a la cancha y, como desde un balcón del club se podía ver todo ese edificio, el Viejo se hacía el distraído y subía a menudo para espiar a través de la calle. "Su mejor ayudante era el Profe Bonini, quien tenía la función de recorrer los boliches de onda por la noche, para ver si pescaba a alguno de los muchachos", agrega Leyden.

Imagen Griguol como DT de Gimnasia. Lo dirigió en tres ciclos que inició en 1994 y terminó en 2004
Griguol como DT de Gimnasia. Lo dirigió en tres ciclos que inició en 1994 y terminó en 2004


Timoteo, el fiel amigo



La vida le regaló varios amigos a Griguol, que él supo también elegir... De su Córdoba natal, además de los compinches de la infancia —a los que siempre visita los fines de año—, mantiene una gran amistad con Luis Artime. Más acá, en la Capital Federal, el fallecido León Najnudel fue un compañero "de fierro" al que conoció cuando era jugador de Atlanta. Allí, en el club de Villa Crespo, León se desempeñaba como entrenador de básquetbol, un deporte que a Griguol lo apasionó tanto que, ya en el cargo de director técnico, decidió utilizar como modelo para aplicar en el fútbol algunos de sus secretos. ¿Por ejemplo? Las jugadas marcadas. De esta manera, en Ferro, Mario Gómez por la derecha y Oscar Garré por la izquierda eran los encargados de levantar su mano y señalar con los dedos la jugada 1, 2 o 3, antes de un córner o un tiro libre. Otro de los íntimos amigos que la profesión le regaló es el periodista Adrián Paenza, con quien siempre se prende en extensas y analíticas charlas sobre los dos deportes preferidos de ambos: el fútbol y el básquetbol. Una de sus máximas debilidades, en tanto, es hacer asados para sus conocidos. Y muchos coinciden al elogiar el cabrito a la parrilla. En cuanto a los restaurantes, sus preferidos son La Cantina de David —donde festejó su último cumpleaños— y la cantina Los Amigos, en la que hace unos años inventó los "vermichellis a la Timoteo", una pasta que figura en la carta y se prepara con salsa scarparo, anchoas en aceite, albahaca y queso rallado. "Otros de sus platos favoritos son las verduras, el jamón, la mozzarella y las frutas de estación", detalla Hugo Zorzoli, el dueño del lugar.

El ex futbolista Jorge Vázquez, mientras, es una de las personas que más lo conoce y asegura que la pasión mayor del actual entrenador de Gimnasia son las gorras. "Se vuelve loco por ellas. ¿El motivo? Quiere tapar su bocha pelada. Por cada país que le toca viajar, siempre se compra una. Su última adquisición, en París, es para caerse de espaldas: está hecha de gamuza, es de varios colores —azul, rojo y marrón, entre otros— y arriba tiene un... gran pompón".

Historias sobran... Cuando el Viejo dejó la conducción de Ferro, no soportaba la idea de estar sin trabajo y decidió, entonces, abrir una escuelita de fútbol junto a Vázquez y Gabriel Perrone (su yerno). "Iban unos 175 pibes y la mayoría casi no podía pagar, pero eso a Timoteo no le importaba", comenta Vázquez. Otra de sus cualidades como amigo es ayudar al que está en la mala. Varias personas han contado que Timoteo le prestó dinero a sus íntimos y, cuando estos no pudieron devolvérselo, se los terminó regalando. Hace poco, incluso, juntó plata con primo Mario (actual ayudante de campo), Perrone (técnico de la reserva), Javier Valdecanto (preparador físico de la primera) y Víctor Polián, (preparador físico de las inferiores) para comprarle un coche cero kilómetro al Pelusa Bedogni, que casi se desmaya ante semejante regalo.

Timoteo, el divertido familiar


En Atlanta, siendo futbolista, se enamoró Betty, que ahora su esposa. Ella jugaba al básquetbol en la institución de Villa Crespo y desde que se conocieron nunca más se separaron... Del fruto del amor nacieron sus cuatro hijas mujeres: Mariana (casada con Perrone), Karina (en matrimonio con otro ex jugador, Víctor Hugo Marchesini), Tamara y Carla. Pero de acuerdo a la opinión de sus familiares, las únicas personas en el mundo que logran sacarle la atención del fútbol, aunque más no sea por unos minutos, son sus tres nietos: Milagros, Pilar y Joaquín.

Imagen Estatua en Ferrocarril Oeste, homenajeando su figura por la gran labor en la institución en sus dos ciclos (1979-1987 y 1988-1993c
Estatua en Ferrocarril Oeste, homenajeando su figura por la gran labor en la institución en sus dos ciclos (1979-1987 y 1988-1993c


"En unas vacaciones en Mar del Plata, cuando yo era jugador de Ferro y Timoteo el técnico, me enamoré de su hija Mariana. Al principio estuvo un tiempo sin saberlo, pero después se lo contamos y no se lo tomó para nada mal, al contrario, se puso contento. Además, nunca hizo diferencias conmigo por ser mi suegro", explica Perrone. Desde los tiempos en que bailaba las melodías del Club del Clan, Timoteo siempre fue un enamorado de la música. "Es un tipo muy divertido —agrega su yerno—, en las fiestas es el primero en salir a bailar. También le gusta tocar la batería en su casa: lo hace como una terapia para relajarse..."

Timoteo, el viejo maestro



Si hay un apodo que mejor lo define es el de "Viejo Maestro", porque sobran los ejemplos que lo justifican... Griguol obliga a sus jugadores a que estudien y aquél que no sigue una carrera corre peligro de no jugar en su equipo. Cuida la cancha y siembra el césped con un tractorcito que él mismo adquirió. Y en su último paso por Francia —donde presenció la Copa del Mundo '98— compró botines nuevos para sus dirigidos. Todos los fines de año, en Gimnasia se encarga personalmente de organizar la "Fiesta del Salame". Se realiza en Estancia Chica con la finalidad de recaudar fondos para las divisiones menores del club. A la última concurrieron más de 1.600 personas, que saborearon una gran variedad de embutidos (donados por un amigo de Mercedes), participaron en varias rifas (camisetas del Beto Márcico y pelotas de fútbol, entre otros premios) y se divirtieron con el entrenador que —micrófono en mano y desde el escenario— tuvo la misión de conducir el show. Como si fuera poco, en septiembre pasado, el cuerpo técnico de Gimnasia se hizo socio del club a pedido suyo. El objetivo que persigue Timoteo es que la institución de La Plata alcance la cifra de 20.000 afiliados. Y si se empieza con el ejemplo, mejor.

“Carlos es una persona que se preocupa por nuestra educación y por lo que hacemos después de los entrenamientos. Si vivimos en familia, si estamos en pareja, cómo nos va económicamente. Y si se entera que estás mal, les habla a los dirigentes para que nos ayuden... Él es un maestro de la vida", lo define a la perfección el juvenil Sebastián Romero, uno de los "pollos" de Timoteo.

 Buen compañero. Sabio entrenador. Fiel amigo. Divertido familiar. Viejo maestro. Carlos Timoteo Griguol, un hombre que cada amanecer salta el cerco y siempre huele el perfume de nuevas flores.

ALEJO AVERSENTE (1998)