Las Entrevistas de El Gráfico

Artime,100x100: "En la década del 60 dije que había que quemar la AFA y no me arrepiento"

El gran goleador no se calla nada: la Selección, Nacional, Independiente, River, Atlanta, Palmeiras, sus denuncias por doping.

Por Diego Borinsky ·

05 de octubre de 2014

      Nota publicada en la edición de octubre de 2014 de El Gráfico

Imagen ARTIME, hoy, a los 75 años. Sufrió un ACV hace siete años, pero logró recuperarse y está lúcido y con ganas de contar.
ARTIME, hoy, a los 75 años. Sufrió un ACV hace siete años, pero logró recuperarse y está lúcido y con ganas de contar.
1 ¿Quién es Luis Artime? Una buena persona. Un tipo que siempre dijo lo que sentía y no lo que le convenía.

2 Y como futbolista… Tuve la virtud de estar en el lugar indicado en el momento justo. Tuve la suerte de ganar mucho, también. Mi consejo a los que empiezan en esto es que se dediquen con todo.

3 ¿Cuál era su mayor virtud como jugador? Hacer goles (se ríe, mientras dibuja un arco imaginario con sus dedos). Siempre tuve mucha intuición, sabía dónde iba a caer la pelota y llegaba un segundo antes que el defensor.

4 ¿Y el peor defecto? “Difícil que hiciera un gol desde afuera del área, eh –se anticipa Javier, el hijo del medio, profe que trabajó en el fútbol junto a Eduardo Solari–, todos los metía debajo del arco”. Igual –ahora completa el protagonista–, lindo, feo, de afuera, de cerca, con los tobillos o con el empeine, todos los goles valían, y siguen valiendo, uno.

5 ¿Es cierto que le pegaba con los tobillos? A veces sí (risas), pero algunos lindos también metí, eh, y muchos de cabeza.

6 ¿Le molestaba que dijeran que le pegaba con los tobillos? No. Una vez discutí con Dante Panzeri, director de El Gráfico, y le dije que le pegara como le pegara, me iban a terminar poniendo todas las semanas en la tapa. Y me gané varias tapas. Discutía, pero en buenos términos con Panzeri.

7 ¿Cuándo sufrió el accidente cerebro-vascular (ACV)? Hace 7 años, estábamos en el departamento de Mar del Plata con toda la familia y empecé a sentir algo raro, por suerte no estaba solo, me llevaron directo al hospital.

8 ¿Le costó mucho la recuperación? “Quedó con la mitad del cuerpo paralizada –arranca Cristina, su mujer–, y el médico nos dijo que la pierna la iba a recuperar, que volvería a caminar haciendo la rehabilitación, pero que el brazo difícilmente podría recuperarlo. ¡Para qué! Volviendo en la ambulancia a Buenos Aires y sin que nadie le dijera nada, estuvo subiendo y bajando el brazo durante todo el viaje, las 5 horas, ayudándose con la otra mano”.

9 ¿Al habla no le dio la misma importancia? “Para él lo más importante era volver a caminar –prosigue el hijo– y puso toda la energía en eso. Nos lo dijo de entrada. Y hoy, a la distancia, creo que tenía razón. El quería volver a caminar, a correr, a jugar a la pelota, y el habla lo dejó en un plano secundario, no fue tanto a la fonoaudióloga. Igual, se acuerda todo, sólo que le cuesta expresarlo. Le falta el habla, después está muy bien”.

Imagen CON LA RED, en el arco, su hábitat natural. Fue un goleador de eficacia demoledora. Por ejemplo, en la Selección convirtió 24 goles en 25 partidos.
CON LA RED, en el arco, su hábitat natural. Fue un goleador de eficacia demoledora. Por ejemplo, en la Selección convirtió 24 goles en 25 partidos.
10 ¿El goleador debe ser egoísta? “El dice que no, pero primero hacía el gol y después veía”, otra vez primerea el hijo, mientras Luis asiente al costado.

11 ¿Qué significaba el gol para usted, Luis? La gente, la alegría de la gente, lo que esperaban todos. Mi obligación era oler los goles en el área y después concretarlos. Y los gritaba muchísimo. “No quiere perder a nada, no sabe perder en realidad –intercede el hijo-, si hasta hace no mucho, cuando jugábamos partidos con amigos, ¡no sabés cómo nos gritaba los goles cada vez que metía uno! De hecho, para no pelearme con él, siempre lo ponía en mi equipo”.

12 ¿Era de festejar los goles en los entrenamientos? “Siempre. Competitivo mil por mil”, le pone el broche Javier.

13 ¿Todavía sigue jugando, a los 75 años? “Jugaba hasta hace unos meses –ahora habla su mujer–, hasta que nos dimos cuenta de que tenía el brazo un poco más retraído que lo habitual, entonces fuimos a hacer una resonancia y lo terminaron operando ese mismo día: le sacaron un coágulo de la cabeza. Le hicieron un drenaje, se quedó 20 días internado y aquí está de nuevo”.

14 Ahora el fútbol se acabó, me imagino… No sé, no sé. “La doctora dijo que únicamente podés jugar con esos cascos que usan en fútbol americano –lo interrumpe Cristina, con tono de reto–. Charlando después, pensamos que el coágulo se pudo haber formado por un cabezazo, porque él se acuerda de que hace 2 meses había metido un cabezazo jugando a la pelota y tuvo una sensación rara, pero después se fue de viaje y se olvidó”.

15 ¿Cuál es la principal falencia del goleador actual? Hoy no se hacen muchos goles, antes los nueve metíamos 25 goles por campeonato. Hoy, para ser goleador, alcanza con 7 u 8 tantos. El problema es que se ataca poco, los equipos no llegan con mucha gente y entonces el 9 está muy atrás. Antes se jugaba más a ganar.

16 ¿Cuál es el abc del goleador? Llegar un segundo antes al lugar indicado. En general, yo veía por dónde venía la pelota y me ubicaba en el lugar opuesto a la jugada. Eso es importante. También ir al error, siempre pensé que el defensor se podía equivocar y ahí tenía que estar preparado.

17 Cuénteles a los jóvenes que no lo vieron cómo eran sus goles… Yo tenía una frase que repetía siempre en las notas: “Pasaba y la empujaba”. Así eran mis goles, y la verdad que muchas veces no sabía quién me daba el pase, me enteraba en el vestuario. Yo me metía en el área y las buscaba todas, estaba pendiente de la pelota.

18 Igual lo criticaban bastante, ¿o no? Los goleadores nunca terminamos de convencer a los periodistas exigentes, pero a mí no me afectaba, al contrario: cuanto más me criticaban, más fuerte me sentía. Mi tarea fue siempre tratar de encontrar 10 pelotas por partido y, en lo posible, que entraran 1 o 2, siempre para ayudar al equipo.

19 Estaba siempre despierto… Exacto. Para mí, el fútbol es para los vivos. Pero no para los vivos que hacen trampa y quieren sacar ventaja. Vivo es el que está metido los 90 minutos en el partido, el que aprovecha al máximo sus condiciones, aunque no sean las ideales. Yo nunca fui un exquisito del fútbol, mis limitaciones de manejo eran conocidas, pero pude triunfar en el fútbol.

Imagen UNA ACCION ante Antonio Roma, en La Bombonera, con su amigo y gran asistidor, Ermindo Onega.
UNA ACCION ante Antonio Roma, en La Bombonera, con su amigo y gran asistidor, Ermindo Onega.
20 ¿Qué prefería: la marca hombre a hombre o en zona? Cuando me esperaban con inteligencia, perdía. Yo prefería el tipo que me estaba encima, porque recibía de espaldas, tocaba de primera para atrás o al costado, y salía a buscar un nuevo pase. Si tocaba hacia la derecha salía para mi izquierda y el defensor en general seguía la pelota, me descuidaba un segundo y si me la devolvían de primera ya había conseguido unos metros de ventaja para definir.

21 Revélenos algún otro secreto… Tener decisión y fe en el área. Y patear. Yo metí goles con la rodilla, o empujando la pelota con la tibia o tirándome al piso para darle con los tapones o desviando un centro con el muslo. Todos valen uno. He visto perder muchos goles por algún lujo innecesario.

22 Uno más… El delantero debe echar un vistazo cuando entra al área y saber dónde está el arco. Eso es indispensable. Y debe perderle el miedo a la palabra vergüenza. Yo he mandado cinco seguidas a la tribuna, y no me importaba, alguna iba a entrar.

23 ¿Nunca se bajoneaba por un gol errado? No, no, esa es otra: nunca lamentarse ni agarrarse la cabeza por un gol desperdiciado, aunque por dentro te estés muriendo de bronca. Si te lamentás, agrandás al rival, desmoralizás a tus compañeros y avivás a los hinchas de tu equipo, que por ahí estaban distraídos, y por ese gesto empiezan a insultarte. He visto a delanteros perderse goles en una segunda jugada por estar lamentándose.

24 ¿Usted no salía mucho del área, o sí? En general jugaba en el área pero siempre buscaba estar en movimiento. Yo caminaba y de golpe hacía pequeños piques cuando los defensores me sacaban la mirada de encima para seguir la pelota o para salirle a un compañero.

25 Ahora sí, la última… Estar bien perfilado. Uno de los hombros debe apuntar a un poste del arco siempre. Con un buen perfil, uno sabe que tendrá bien plantado el pie de apoyo y podrá aguantar mejor la carga del contrario. Cuando la jugada me sorprendía de espaldas lo solucionaba tocando para atrás o a los costados y buscando mi mejor perfil.

26 ¿Y para cabecear? No tenía una gran técnica aunque siempre miré mucho a mis ídolos Rubén Bravo y Rubén Sosa, cracks de Racing, que cabeceaban como los dioses. Para mí, la clave era ir a buscar el centro con los ojos bien abiertos y saber dónde ubicarse para ganar en el anticipo.

27 ¿Por qué nació en Mendoza y se crió en Junín? Mi padre era ferroviario, inspector general de calderas, y viajaba siempre desde Retiro hasta Las Cuevas, en Mendoza, por eso nací en Mendoza y a los 9 años volvimos a Junín. Yo también trabajé en los ferrocarriles, como chapista en los talleres, entré a los 18 años y estuve sólo 6 meses, después le dije a mi papá que me habían dado un permiso de un año, pero era mentira. Atlanta me había sumado a las inferiores. Cuando se enteró, ya era tarde…

28 Su primera pelota. No fue la primera, pero recuerdo una Pulpo de goma que recibí un día desde el tren en el que viajaban Perón y Evita. Ellos iban desde Retiro parando en los pueblos y tirando juguetes y en Palmira, llegando a Mendoza, estábamos nosotros y agarré la pelota con la que jugué muchos años.

29 ¿De qué equipo era hincha de chico? De Racing. Me venía desde Junín a Buenos Aires y veía Tercera, Reserva y Primera. Me tomaba el tren de las 4.15 de la madrugada, eran cinco horas de viaje. Al principio con mi papá y después con mis amigos. Antes de las 11 de la mañana ya estaba en la cancha y llegábamos de vuelta a casa pasada la 1 de la mañana. Y el destino quiso que al final Racing fuera el equipo al que más goles le metí, fueron 17 en total. Jugando para River, una vez perdíamos 2-1 contra Racing y lo dimos vuelta al final con tres goles míos, ganamos 4-2.

Imagen REENCUENTRO propiciado por El Gráfico con el Loco Gatti y Timoteo Griguol, amigos con los que vivió en diferentes pensiones cuando llegó a Atlanta en 1958, hasta que se casó.
REENCUENTRO propiciado por El Gráfico con el Loco Gatti y Timoteo Griguol, amigos con los que vivió en diferentes pensiones cuando llegó a Atlanta en 1958, hasta que se casó.
30 ¿Quién lo llevó a Atlanta? Osvaldo Zubeldía, que jugaba en Atlanta, mandó algunos jugadores a Don Victorio Spinetto para que nos probara. Zubeldía era de Junín y del mismo barrio en el que yo jugaba, así que me conocía. Nos mandó a mí y a otro pibe y terminé quedando.

31 ¿Zubeldía fue el inventor del antifútbol? No, no, aquel Estudiantes que dirigió era un gran equipo, con muy buenos jugadores. Lo de los alfileres y otras trampas eran verdad, pero no era idea de Zubeldía, creo que venía más de Bilardo, que siempre estaba pensando qué ventaja podía sacar. Decían cosas fuleras, tiraban tierra a los ojos.

32 ¿Pasó hambre en la pensión de la calle Heredia, cuando recién llegó a Buenos Aires? Estuvimos en varias pensiones. Cuando llegué estaba Mario Griguol, después se sumaron Carlos Griguol y Hugo Gatti. Los tres llegamos juntos a Atlanta. Hambre no pasamos, aunque tampoco era una comida muy abundante ni de gran calidad, a veces nos daban unos pesos extras por ganar algún partido y se podía comer mejor. Vivimos juntos entre el 58 y el 65, cuando me casé. Fueron muchos años, lindas vivencias compartidas.

33 También pusieron juntos una pizzería… Duró poquito. La pizza era muy rica, comíamos seguido ahí, no nos podía ir muy bien…

34 Siendo hincha de Racing, ¿no dudó cuando lo quiso comprar Independiente? No, porque ahí ya era un profesional y sólo pensaba en meter goles para el club que me contrataba.

35 Y cuando jugaba en Independiente, ¿no tuvo problemas por decir que era hincha de Racing? Para nada. Lo había declarado siempre, y nunca me dijeron nada, además yo llegué a River y a Independiente y me fue muy bien de entrada.

36 ¿Hoy es imposible imaginar un caso así? Claro, mirá lo que le pasó a Cocca, que dijo que prefería pelear el campeonato a ganar el clásico y lo quieren matar.

37 ¿Por qué River lo vendió a Independiente si había metido 70 goles en 80 partidos? Porque justo sufrí una lesión en el tendón de Aquiles, y muchos pensaron que no iba a jugar más. Aparte, salir subcampeón en River no servía, y justo me tocó la peor etapa, la de los 18 años, entonces vino Independiente, aprovechó y me compró. Por suerte seguí metiendo goles.

Imagen FUE EL GOLEADOR de la Selección Argentina en el Mundial de 1966 (3 goles en 4 partidos). Aquí, luchando en el empate contra Alemania en dicha copa ante la atenta mirada de Pinino Mas.
FUE EL GOLEADOR de la Selección Argentina en el Mundial de 1966 (3 goles en 4 partidos). Aquí, luchando en el empate contra Alemania en dicha copa ante la atenta mirada de Pinino Mas.
38 El día más feliz de su carrera. Elijo dos. Cuando debuté en el Mundial 66 con la Selección y le metí dos goles a España, Y cuando gané la Intercontinental de 1971 con Nacional: empatamos 1-1 con Panathinaikos en Grecia y ganamos 2-1 en Uruguay y yo pude meter los tres goles.

39 ¿Y el más triste? El River-Boca del 62 en la Bombonera, cuando perdimos 1-0 y Roma le atajó el penal a Delem.

40 Siendo un gran goleador, ¿por qué no pateó ese penal? Ese penal me lo hicieron a mí, pero la verdad es que nunca pateaba los penales.

41 ¿Los bombearon esa tarde? Roma se adelantó mucho, fue terrible, aparte estaba lleno de hinchas de Boca detrás del arco, en el campo de juego, después bajó el presidente Alberto J. Armando a festejar con los jugadores. Fue muy duro.

42 No pateó ningún penal, entonces… Pateé una sola vez, en Independiente. El equipo llevaba dos partidos seguidos errando penales con dos jugadores distintos, Tarabini y Pastoriza, entonces la gente empezó a corear mi nombre y el técnico me mandó a que lo pateara. Y lo metí. Tampoco me gustaba tirar caños.

43 No me diga que nunca tiró un caño. Recuerdo uno solo, a Eliseo Mouriño, que era un gran jugador, un señor. En realidad, el caño no era para él, pero justo pasó y le tocó. “Se puso tan mal que después le fue a pedir disculpas”, acota Cristina. Luis asiente.

44 ¿De los clásicos que disputó, cuál es el peor para perder? Mirá, yo jugué un montón de clásicos: Atlanta-Chacarita, River-Boca, Racing-Independiente, Fluminense-Flamengo, Nacional-Peñarol, Palmeiras con San Pablo y con Corinthians, todos son muy especiales, pero el más duro de todos es el River-Boca.

45 El mejor técnico. El Negro Brandao. Lo tuve apenas un año en Independiente pero me fue muy bien y aprendí mucho.

46 ¿Y el peor? “Dejá, no lo nombres porque ya nos hizo dos juicios”, anticipa Cristina. Igual jugué el Mundial 66 con él (se refiere al Toto Lorenzo).

47 Batistuta contó hace poco que terminó con los tobillos destruídos por las patadas, ¿a usted le pasó algo similar? Yo no tuve ese problema, pero me llama la atención cómo chocan las cabezas los jugadores. Antes no pasaba, hoy es terrible, no hay partido en que no haya un jugador que termine con la cabeza vendada.

48 En la Selección, usted metió 24 goles en 25 partidos, casi 1 de promedio. ¿Messi lo puede alcanzar? Sí, claro, aunque no es un goleador como los de mi época.

Imagen UNA LINDA POSTAL de intimidad de la Selección, calzado con las clásicas zapatillas Flecha, mientras despierta las sonrisas de Ermindo Onega, Mas, Varacka y Ramos Delgado, entre otros.
UNA LINDA POSTAL de intimidad de la Selección, calzado con las clásicas zapatillas Flecha, mientras despierta las sonrisas de Ermindo Onega, Mas, Varacka y Ramos Delgado, entre otros.
49 ¿En el Mundial 66 entraron a jugar muy sugestionados contra Inglaterra porque Lorenzo les llenó la cabeza? Entramos pensando en ganar, Alemania era mucho más equipo que Inglaterra y le habíamos empatado en la primera ronda.

50 ¿Usted es amigo de Bilardo y de Menotti? Bilardo estudiaba medicina con un amigo mío y yo les preparaba los mates en las noches de estudio. Con Menotti nos hicimos muy compinches en Brasil, cuando fui a jugar allá y él ya estaba. Vivíamos muy cerca y todos los días comíamos juntos con las familias, una vez en cada casa.

51 ¿Usted rechazó ser ayudante de Menotti? César nos quería a Ermindo Onega y a mí para que fuéramos sus ayudantes en la Selección pero le agradecí y rechacé la propuesta: éramos amigos y pensé que íbamos a chocar demasiado.

52 ¿Nunca pensó en amigar a Menotti y Bilardo? Son distintos, muy distintos, es muy difícil.

53 ¿Quién fue el rival más duro que enfrentó? Aguirre Suárez, de Estudiantes, fue el peor de todos. Durísimo.

54 ¿Y el compañero que mejor lo habilitó? Ermindo Onega y Luis Cubilla.

55 El mejor goleador que vio. Sanfilippo. En el 62, él ya había salido 4 veces seguidas goleador del campeonato y quería la quinta. Nos enfrentamos en River-San Lorenzo en una de las últimas fechas, los dos peleábamos arriba en la tabla de goleadores, y me salió a marcar para que yo no metiera goles. Al final, metí dos en la última fecha, lo terminé pasando y fui el goleador del campeonato.

56 ¿En qué se diferenciaban con Sanfilippo? El Nene tenía más técnica y yo más intuición y oportunismo. Otro goleador impresionante fue El Negro (Pelé).

57 ¿Qué goleador de los últimos años se pareció a usted? El Puma Morete en los 70, después en los 80 hice debutar en Atlanta a Alfredo Graciani, que de espaldas giraba para las dos piernas cuando recibía, como también hacía yo, porque la mayoría de los nueves, en general giran para una sola pierna, la hábil. Graciani tenía cosas parecidas a mí, después hizo una gran campaña en Boca.

58 ¿No se sintió identificado con Palermo, del que decían que era un burro, pero metía cualquier cantidad de goles? Sí, claro, de él decían cosas parecidas a las que decían de mí, se dieron situaciones similares. Palermo saltaba muy bien, yo hacía goles de cabeza, pero sin saltar demasiado. Pero sí, me sentí identificado con Palermo.

59 ¿El nueve que más le gusta de la actualidad? Teo Gutiérrez, aunque se tira bastante atrás, se nota que sabe. Y como nueve de área me encanta Falcao.

60 ¿Es verdad que usted metió 1029 goles? Esa estadística la hizo un uruguayo, pero contó todo, como hizo El Negro (risas). Ahí están incluidos los 146 goles que metí para el equipo de la marina durante 2 años, incluso con ese equipo jugamos una Copa internacional contra el equipo del servicio militar de Pelé.

61 ¿Se sintió más valorado en Uruguay que en la Argentina? No, no, en todos los equipos que jugué en la Argentina metí goles. Y es todavía el día de hoy que la gente que me vio me reconoce y me recuerda los goles que metí.

Imagen CON LA CAMISETA de Palmeiras, posando con Julio Meléndez y Silvio Marzolini, de Boca.
CON LA CAMISETA de Palmeiras, posando con Julio Meléndez y Silvio Marzolini, de Boca.
62 ¿En Brasil también lo reconocen? Sí, en Palmeiras metí muchos goles, en un campeonato salí segundo del Negro (por Pelé) en la tabla de goleadores. ¡Y sin patear ni un solo penal! El Negro sí pateaba…

63 ¿Por qué no quiso ir al Cosmos de EE.UU.? Ya me había retirado en Nacional, de un día para el otro decidí no jugar más, y entonces quise cumplir con mi palabra. El Negro (Pelé) me llamó por teléfono a los 15 o 20 días, se estaba armando ese gran equipo en el fútbol con él y Beckenbauer entre otros, pero ya me había comprometido a no jugar más. Si no era en Nacional, no era en ningún lado. La palabra para mí es muy importante.

64 ¿Por qué dejó de jugar de un día para el otro? Ya me venía costando levantarme para ir a los entrenamientos y un día me desperté y dije “mañana juego el último partido” y se terminó. Fue contra Olimpia, por la Copa, empatamos 1-1, yo metí el gol de Nacional, tiré la camiseta a la tribuna y basta, se acabó. Fue en febrero de 1974, recién empezaba el año, me quedaban 2 más de contrato, pero se acabó. Me llegaron a ofrecer que volviera a vivir a Buenos Aires y que sólo viajara los fines de semana a Uruguay para jugar los partidos, pero no quise.

65 ¿No lo convencía esa opción? No me parecía correcto aceptarlo, porque no me hubiera gustado que un compañero hiciera eso. No me parecía bien que los consagrados sacaran ventaja. Me quedé algunos días más con los chicos del plantel, acompañando, pero ese día se terminó el fútbol profesional.

66 ¿Nunca se arrepintió? No, jamás quise volver, aunque seguí jugando con el equipo de las estrellas por todo el país, luego me sumé al equipo de Adidas, pero todo sin obligaciones y en forma amateur.

67 ¿Por qué no aceptó que le hicieran el partido homenaje en Uruguay? Me dijeron pero no quise, nunca me llevé bien con este tema de la fama, no era mi estilo. Hoy, cada vez que me invitan por algún aniversario, voy con gusto, pero es otra cosa.

68 ¿Qué era el Equipo de las estrellas? Lo armamos entre el 75 y el 76, justo cuando me retiré. Ibamos de gira por todo el país, por ahí jugábamos un viernes a la noche en Salta y el domingo al mediodía en Tucumán, en cancha de 11, era un equipazo, como si ahora armaras un equipo con Verón, Palermo y Gallardo. En ese momento jugaban Marzolini, Rattín, Perfumo, Ermindo, Pinino. En esa época no había televisación, por ahí jugabas en Tucumán contra la Selección de ahí y llenabas la cancha, después había una cena a la noche, rifaban autos, económicamente era mucho. El Gordo Martínez, que organizaba, ganó mucha plata, lo hizo bárbaro.

69 ¿Cuando jugaba contra el equipo del presidente Menem le pedían que no metiera goles? Ibamos a jugar con el equipo de Adidas, también estaba Hugo Porta y otros ex deportistas. “Y encima este quería hacer goles y Eduardo Bachelian, el dueño de Gatic, le decía que aflojara un poco”, detalla Javier.

70 ¿Cómo nació la idea de crear Renato Cesarini? Jorge (Solari) tuvo la idea y fue el que unió a todos. Estaba con Eduardo y dos hermanos más, llamó a los dos Onega, a mí y a un par de amigos más y creamos el club en 1979. Para afiliarnos a la Liga rosarina teníamos que presentar un equipo en Primera así que me volví a poner los pantalones cortos y convocamos a otros ex jugadores, estaban Pianetti y Alberto González, de Boca, dirigía Jorge (Solari), jugaba también Ermindo y yo entraba un rato, ya tenía 42 años.

71 ¿Cómo les fue? Muy bien, fue la primera vez en la historia que no ganó la Liga rosarina un equipo de doble afiliación, o sea que estuviera también en la AFA. Ahí siempre ganaba alguno de los mismos cuatro: Central, Newell s, Argentino de Rosario o Central Córdoba. Y Renato Cesarini rompió esa racha, por primera vez ganó la Liga un equipo distinto. Después participamos del Nacional, ahí yo ya no jugué, sí lo hacía Eduardo Solari: les ganamos a Vélez, le metimos 5 goles a Racing en cancha de Central.

72 ¿Por qué eligieron ese nombre? El Indio (Solari) lo eligió, para él Renato Cesarini fue un entrenador muy importante. Yo jugué poco con Renato, incluso me terminé yendo a Independiente un poco porque no jugaba con él en River. Viajé a Inglaterra sin jugar en la Primera de River y, sin embargo, fui titular y metí 3 goles en el Mundial 66. Igual, Renato siempre me pareció un hombre que sabía de fútbol.

Imagen EN EL MONUMENTAL, la tarde en que sobre el final le metió tres goles a Racing, club del que es hincha y al que más le convirtió.
EN EL MONUMENTAL, la tarde en que sobre el final le metió tres goles a Racing, club del que es hincha y al que más le convirtió.
73 Sus mejores amigos del fútbol. Dejé amigos en todos los lugares donde jugué. Hay un grupo que perduró en el tiempo: los Onega, Gatti, Cap, Varacka, y Carlitos Griguol, que más que amigo es un hermano. Nos conocimos en Atlanta: llegamos al mismo tiempo, él desde Córdoba, yo desde Junín y nos hicimos inseparables.

74 ¿Mantiene contacto con ellos? La otra noche fuimos al cumpleaños 80 de Carlos Griguol. Vino Aldo Poy desde Rosario, también estuvo Aimar. Con Daniel Onega nos vemos todas las semanas porque somos socios en el local de ropa, con Marzolini, Rattín, y Amadeo nos reunimos cada tanto, cuando viajo a Uruguay me reencuentro con varios ex compañeros de Nacional.

75 ¿Qué pasó con la escuelita de fútbol que tenía en Moreno? La tuvimos como 20 años, fue un proyecto grandioso, cuando no existía la Escuela de Marangoni ni ninguna otra. Llegamos a tener como 400 pibes, era totalmente gratuito, y lo sosteníamos con rifas, con lo que se vendía en el bar, con asados los domingos, había gente que donaba la comida, y cumplíamos una función social, sacábamos a los chicos de la calle. “Yo vivía ahí adentro –acota Javier– me hicieron pasar una infancia y una adolescencia increíble, super feliz, contratábamos colectivos y nos íbamos a jugar por distintas ciudades, ni preguntábamos si había seguro, los padres sabían que lo hacíamos de buena leche, nadie pensaba cosas malas”. Sigue Cristina: “En septiembre llevábamos 100 chicos a Junín de campamento, las madres íbamos a cocinar, y los chicos no ponían ni un peso. El que podía colaborar, lo hacía, y el que no, ponía su trabajo”.

76 ¿Por qué se terminó? “Porque cambió la sociedad –retoma Javier–, cada vez lo veía al viejo más amargado. Los padres empezaron a exigir: que el colectivo no estaba bien, que el seguro, esto y lo otro, los padres te empezaban a discutir de fútbol, y cada vez costaba más mantenerlo. Una pena. Yo me pasaba los fines de semana ahí adentro: todo el día jugando a la pelota, comiendo con amigos, pero cambió mucho todo”.

77 ¿Sigue viendo fútbol? “Ve todo y todo el día”, se anticipa Cristina.

78 ¿Le gusta lo que ve? Más o menos, pero me gusta mirar.

79 ¿Por quién hincha? Por Racing o por el equipo de un amigo. Cuando dirigía Griguol, por ejemplo, hinchaba por su equipo. Primero pensamos en la gente, y si en Racing está uno que nos guste, mejor.

80 ¿Cuál fue su última experiencia como DT? “Con Atlanta en la B, donde tuvo mala suerte –asegura Javier– porque en el 80 hubo un solo ascenso y subió Sarmiento. Atlanta quedó segundo a dos puntos. Y ese año, además de tener grandes jugadores, como el Toti Iglesias (goleador del campeonato) y el Lobo Fischer, Sarmiento te hacía la vida imposible”.

81 ¿Qué cosas le hacían? “A pesar de ser criado en Junín –sigue Javier–, cuando fue con su equipo tuvo que ir a concentrar a Lincoln: tiraban petardos a la noche como si fuera un partido de Libertadores, ponían clavos en la rueda cuando ibas en micro a la cancha, metían el himno de Sarmiento a todo volumen en el vestuario. Era imposible. Terminó esa etapa y no dirigió nunca más”.

82 En el estadio Kempes una tribuna lleva el nombre de su hijo Luifa, si tuvieran que hacerle una a usted, ¿en qué estadio debería ser? En la cancha de Nacional de Uruguay, si ahí gané todo lo que jugué, fui campeón 5 veces, logramos la Libertadores y la Intercontinental, incluso metí goles en las finales. Y no perdí ni un solo clásico con Peñarol, formo parte de la racha de 16 clásicos sin perder, un récord que hoy se mantiene. Además salí tres veces seguidas goleador del campeonato. Sin dudas fue el club con el que mejor me fue.

83 ¿Su hijo Luifa le defendió bien el apellido, fue un digno hijo de Artime? Es jodido, es jodido. “Como jugador más o menos, habrá hecho el 30 por ciento de los goles que metió mi padre, pero humanamente sí lo defendió bien”, se adelanta Javier. En Belgrano le fue muy bien –retoma Luis-, yo no quería que jugara en Independiente, donde finalmente jugó, ni en Nacional, que lo vino a buscar varias veces.

84 ¿Por qué? Decía que no, porque es jodido. Yo gané todo en Nacional, ¿cómo hacés? Cualquier cosa que hiciera iba a ser poco.

Imagen CON SU HIJO Luifa, que se recibió de goleador en Córdoba, cuando pudo sacarse la mochila.
CON SU HIJO Luifa, que se recibió de goleador en Córdoba, cuando pudo sacarse la mochila.
85 En Córdoba se pudo sacar la mochila del apellido… Exacto, por eso cuando se fue allá pudo hacerse su nombre. “Una vez fuimos a Córdoba después de un tiempo –clarifica Cristina–, andábamos por la peatonal y de golpe un señor dice: “Mirá, mirá, ahí va el papá del Luifa”. Fue una frase que lo sintetizó muy bien: en Córdoba cambiaron los roles y Luifa dejó de ser “el hijo de” y Luis pasó a ser “el papá de”.

86 ¿Tenía algo de usted en el juego? Metía goles, corría bastante parecido a como corría yo. “Le faltaba la intuición de mi viejo –completa Javier–, pero digamos también que Luifa, pobre, jugó en equipos donde se tenía que arreglar bastante solo, con poca gente arriba. Mi viejo, en cambio, estuvo en River, Independiente y Nacional casi toda su carrera y eran equipos muy ofensivos, con compañeros que lo entendían a la perfección”.

87 Luifa le siguió los pasos y tampoco se quedó en el fútbol, ¿no? Es productor de seguros. Hizo el curso de entrenador, pero teniendo una familia tampoco es fácil, tenés que ir de un lugar para otro y no tenía ganas. “Y yo fui profe –completa Javier– trabajé con Eduardo Solari hasta el 2001, estuvimos en Racing, Central, Estudiantes, Arabia en el Mundial 94, pero ahora estoy con el negocio familiar, ayudando a mi viejo”.

88 ¿Quién sería el Artime de hoy? Palermo quizás fue el último.

89 ¿Cuándo declaró por primera vez que había que incendiar la AFA? ¡Incendiarla y con los muebles adentro, dije! Lo declaré al poco de empezar a jugar, en Atlanta, todavía no había llegado a River. Ya en ese momento todo era un desastre, los clubes eran pobres, debían un montón de plata por los malos manejos económicos. A Julio Grondona lo conocí cuando empezó, en la Comisión de Fútbol de Independiente, y hablaba seguido con él.

90 ¿Y también le decía a él que había que quemar la AFA? Sí, sí, ya cuando me retiré le repetía lo mismo, “echalos a todos”, le decía.

91 Usted fue un visionario… No es un problema nuevo, pero cada vez todo se puso peor, así que no me arrepiento para nada de lo que dije, el tiempo me dio la razón. Hoy los clubes están todos con deudas enormes, nadie hace un presupuesto y siempre se le pasa el paquete al que viene.

92 ¿Cómo se enteró que en el fútbol argentino había doping? Llegué a Atlanta para dirigirlo en 1979, con el equipo prácticamente condenado a jugar el “cuadrangular de la muerte” con Platense, Gimnasia y Chacarita. Llegué y las mesas del vestuario estaban llenas de jeringas. Tiré todo a la mierda, dije “acá, nadie se pone más nada, si igual se pichicatearon todo el año y no sirvió para nada”. Y lo denuncié en entrevistas. Hubo un gran escándalo. Ojo: no pasaba sólo en Atlanta, sino en todos los clubes, eh. Fuimos al cuadrangular y descendimos. Se salvaba uno solo de los cuatro, fue Platense.

93 ¿No tuvo problemas con los militares que gobernaban el país? Sí, precisamente. Estábamos en plena dictadura y me citaron un par de veces de Toxicomanía de la Policía Federal para ir a declarar. No pasó de ahí.

94 ¿Qué sustancias eran? Se hablaba del Pervitín, eran estimulantes, pero yo creo que muchos jugadores ni sabían qué les daban. Había un gran negocio ahí con esas sustancias.

95 ¿Desde cuándo se usaban? Se comentaba que el primero que la trajo al país, desde Italia, fue Independiente, después de ir a jugar las finales de la Intercontinental contra el Inter, en la década del 60. A mí nunca me dieron nada, o al menos no me enteré.

96 ¿No se asustó cuando lo citó el contraalmirante Lacoste, hombre fuerte de la dictadura? La verdad que no, era un poco inconsciente, pero no me amenazó, me pidió gentilmente que no hiciera lío. “Luis, mejor no hable más”, me dijo con tranquilidad. Yo igual seguí hablando, no me callé.

97 Muchos se enojaron, pero sirvió para que la AFA implementara el control antidoping. Mucha gente se enojó en ese momento, incluso Lorenzo me hizo un juicio, otros jugadores me pidieron que no los ensuciara, pero yo no quería hablar mal de nadie, ni decir que se drogaban, les daban eso para rendir mejor en los partidos. Yo tenía miedo de que se muriera un jugador. Era muy difícil comprobar todo eso, pero por algo la AFA puso el antidoping para todos los partidos, y no como algo ocasional, a partir de 1980.

98 ¿Usted quedó afuera del sistema por esa frase sobre la AFA y por las denuncias sobre el doping? No volvió a dirigir… Un poco puede ser, dirigí en Atlético de Tucumán y en Atlanta y nada más. “Pero también cuando era técnico le afectaba mucho todo lo que pasaba –agrega la mujer–. Si perdía un partido, quería irse a la cama, se ponía mal por todo, entonces también pasaba por ahí el tema”.

99 ¿En qué quedó ese juicio de Lorenzo? “Tuvimos que pagar –explica con gesto de resignación Cristina–, y pagamos muy bien, eh. Primero nos enjuició él y después los deudos".

100 ¿Qué es pagar “bien”? ¿Cuánto? “Pagamos bien… autitos completos”, cierra Cristina, remarcando el plural de la palabra auto.

ESPECIAL
Esta sección de la revista sigue un protocolo repetido: 100 preguntas con sus respectivas respuestas en un ida y vuelta sin descripciones ni reflexiones del periodista. Tampoco entran las opiniones de terceros. Hicimos excepciones: 124 preguntas a Maradona, por ejemplo. Y en esta oportunidad fue una entrevista con apoyo externo. Luis Artime sufrió un ACV hace siete años y si bien está lúcido y camina sin problemas, ya que enfocó su energía en la rehabilitación motriz, no recuperó del todo el habla y padece ciertas dificultades al expresarse. Por eso estuvo acompañado de María Cristina, su mujer, y de Javier, uno de sus hijos, quienes aportan frases para completar los pensamientos de Luis. Una historia que ya conocen de memoria y la sienten como propia, de haberla escuchado tantas veces.


Por Diego Borinsky. Fotos: Jorge Dominelli y Archivo El Gráfico