Las Entrevistas de El Gráfico

1935. Andrés Mazali el arquero que detiene hasta los años

Una leyenda del arco de todos los tiempos nos cuenta su historia: sus comienzos como atleta, sus giras por Europa, las olimpiadas y sus logros con Nacional y la Celeste. Imperdible.

Por Redacción EG ·

20 de febrero de 2020

Atlético, elegante en sus movimientos, impecable en el vestir, juvenil, así volvió a encuadrarse Andrés  Mazali en ocasión al match de veteranos (entre glorias uruguayas y de Boca en 1935). Y jugó como antes, demostrando esas condiciones que le han valido el título de "el mejor arquero uruguayo de todos los tiempos". En 1918 subió a primera división luego de pocos matches en la segunda. Por aquel entonces lo trajo Nacional a Buenos Aires y más tarde comenzó a venir defendiendo la valla de los seleccionados uruguayos. Siempre bien vestido, atlético, joven y correcto. Es por esa circunstancia que aquí se le recuerda con afecto, sentimiento que se le expresó una vez más y con toda generosidad en el partido de los muchachos de antes.

 Desde 1918 a la fecha han transcurrido 17 años. En aquel entonces tenía 16 años; hoy son 33. Lleva más tiempo de arquero que el vivido antes de llegar a detener shots. Para nosotros, parece que tuviera más; no por su físico, sino por los recuerdos. Sin embargo, me mostró los documentos que atestiguan, ha nacido en julio de 1902. Recién el mes próximo tendrá los 33. ¡Y pensar que hace seis años, cuando pensó en actuar en Buenos Aires, los clubs a los cuales ofreció sus servicios lo rechazaron alegando que ya era un veterano! En la actualidad, jugando con los veteranos, demostró que puede ser guardavalla de cualquier equipo de nuestra primera profesional. Gracias a su performance el primer tiempo del match que menciono no terminó con el score de 3 a 1.

Después de aquel partido, mientras los rivales de antes se hermanaban frente a un almuerzo suculento, hablamos de su vida andariega, ya que Mazali fue el gitano de los goalkeepers. Y me contó muchas cosas; unas lindas y otras tristes.

 

Imagen Andrés Mazali (1902-1975)
Andrés Mazali (1902-1975)
 

EN EL ATLETISMO

Tenía yo 15 años cuando comencé a practicar atletismo ensayándome en el lanzamiento de la bala. A poquito de esas prácticas llegué a tirar 10 metros 50, distancia apreciable para aquella época y con la cual asombraba a mi profesor. Pues bien: en el campeonato me ganaron con 9.50. De tantos tiros que hice para perfeccionar el estilo agoté las energías que podía tener a esa edad. Más tarde me dediqué a correr en vallas y conseguí ser campeón sudamericano de los 400 metros, pese a la desventaja de mi estatura que no me permitía  saltar con la pierna izquierda estirada. Más que la estatura, en ello me perjudicó el ser muy corto de piernas.

Imagen  Fue campeón en 400 metros y subcampeón en 200 m, ambas pruebas con vallas, en el Sudamericano de Atletismo de Chile 1920 (crédito: Historia y Estadística del club Nacional de fútbol)
Fue campeón en 400 metros y subcampeón en 200 m, ambas pruebas con vallas, en el Sudamericano de Atletismo de Chile 1920 (crédito: Historia y Estadística del club Nacional de fútbol)
 — ¿Y cómo llegaste a guardavalla?

 —Yo jugaba al fútbol en ese entonces, pero de forward. Teníamos un cuadrito en el cual el arquero era el delegado, el capitán y hasta el dueño. Un día me dieron unos botines muy grandes y me era imposible correr. "Quedate en el arco que yo juego de forward", me dijo el capitán. Ese fue el comienzo. Atajé mucho. En una de esas, se cortó el forward contrario y pateó a un rincón. Hasta hoy me pregunto cómo conseguí sacar aquel tiro. Me pareció, luego de ese match, que el arco era una cosa fácil para mí. Y me quedé en él. Poco después pasé a Nacional; jugué dos o tres partidos en la segunda y debuté en primera en un encuentro con Peñarol, el cual ganamos por uno a cero.

—Contame de cuando jugaste de forward.

—Lamento no haber podido seguir. Primero me colocaron de winger derecho y me tocó actuar contra Wanderers. Me cuidaba un half que en una ocasión había escupido a Somma. La barra de Nacional le gritaba: "Dale: escupilo a ese". Yo me reía porque observaba que me tenían a mí por vengador, y lo curioso del caso es que yo nunca tuve un incidente en ninguna cancha del Río de la Plata. Pueden atestiguarlo los propios aficionados argentinos. No han de tener recuerdos de ninguna actitud mía que merezca censura. Ni aun en aquellos momentos en que se me ha marcado un goal que daba margen a la protesta. Se habrán peleado los demás,  pero a mí nunca se me llamó al orden. Ahora, por ahí afuera, cuando había que defender el puchero en campos muy distantes, convenía hacerse respetar de tanto en tanto...

Imagen El gran arquero uruguayo se zambulle con temeridad a los pies del delantero rival, para evitar el gol.
El gran arquero uruguayo se zambulle con temeridad a los pies del delantero rival, para evitar el gol.

DE CENTRE - FORWARD

Era veloz, puesto que en esa época me destacaba en los 400 metros vallas. Tenía suma agilidad para saltar; había llegado a dominar la gambeta junto al wing, pero me fallaba un poco el centro. Entonces, me pasaron al medio, puesto en el que hubiera seguido a no ser por la mala fortuna de haberme lastimado una rodilla. No era, en el centro de la línea de ataque, un jugador de esos que se destacan por su calidad. Tenía tres condiciones esenciales para ser scorer: velocidad en el pique y la carrera, buen salto y remate violento. Por eso siempre hacía goles. Llegué a gustar en ese puesto y a convertirme en el jugador que rubricaba con un shot toda la labor preparativa de mis compañeros. Pero un golpe me volvió a la valla de la cual ya no pude salir.

—¿No te gustaba el arco?

—Sí, pero en los internacionales, en los partidos en donde existiera una responsabilidad mayor, algo que llamara mi atención y me permitiera el concentrarme en el juego. Existen goalkeepers que no han servido para los internacionales; en cambio, yo he jugado mucho mejor en los seleccionados que en Nacional. Es que en mi cuadro me aburría. El primer tiempo lo pasaba más o menos bien, pero en el segundo la situación se me hacía insostenible. Eso de poner atención, esperar la jugada y ver que la pelota llega hasta la línea de halves y se va otra vez, es aburrido. De pronto, viene un shot, se dispone el arquero a saltar, tiene los músculos fríos, las manos heladas... y la pelota se introduce. Un solo tiro en noventa minutos y es goal. En los internacionales con los argentinos por lo general he jugado bien, al igual que en las giras que realicé.

Imagen En acción defendiendo los colores de Nacional frente a Boca Juniors. En la foto con el argentino Mario Evaristo.
En acción defendiendo los colores de Nacional frente a Boca Juniors. En la foto con el argentino Mario Evaristo.
 

A LOS 21 AÑOS

 Habla de las giras.

—De la primera ida a Europa podría escribirse un gran libro. Nunca la he pasado tan mal y a la vez tan contento. Tenía 21 años en ese viaje. Petrone 19, Zaldombide lo mismo, sólo llevábamos un viejo de lastre: Romano; pero estaba en gran forma. Me acuerdo que a la salida del Desirade, cuando recién hacía media hora que viajábamos, Zingone dijo: "Muchachos: va media hora de viaje y faltan 30 días". Y casi pasamos un mes en aquel barco, viajando de tercera, no pudiendo ingerir las malas comidas, viviendo a mate cocido, pero cantando y riéndonos siempre, hasta de nuestra propia miseria. Íbamos con destino a España en donde jugaríamos unos matches preliminares para llegar preparados a la Olimpíada. Esa jira preolímpica tenía que ser financiada con el producto recibido en los matches y, por ser la primera vez que un team sudamericano marchaba al Viejo Mundo, no se conocían nuestros valores y ni se interesaban por vernos. Martínez Laguarda, que fue quien se jugó entero en esa gira, al llegar nosotros a Portugal subió al barco y nos dijo: "Muchachos: no hay tal gira contratada. Sólo pude conseguir, con la ayuda del cónsul uruguayo en Vigo, hacer allí un partido. Del resultado de ese encuentro depende nuestra suerte". Fue otra prueba para ese espíritu juvenil que nos animaba, que nos había hecho olvidar las malas comidas. Estábamos dispuestos a cualquier cosa. En el barco, el entrenamiento, por mí dirigido, no había podido ser muy intenso por el escaso alimento. Teníamos que cuidar las energías y no derrocharlas. Pero había ganas de jugar al fútbol; en cuanto saliéramos a la gramilla íbamos a morderla.

Se hizo el match y ganamos fácil.

 Allí fue donde un cronista se animó a la siguiente frase: "Por los campos de Goya pasó una ráfaga olímpica". Por esa frase le han tomado el pelo una barbaridad, pero así que ganamos el campeonato, el hombre se desató y hasta hoy está escribiendo. Recuerdo que, aun ganando en todos los lugares, no se nos daba chance en la Olimpíada. "Os van a dar en los morros", era la expresión española con que se nos obsequiaba. Y eso que jugábamos en algunos lugares después de veinte y hasta más horas de viaje en trenes y en tercera clase. En aquellos compartimientos ocho, durmiendo recostados unos sobre otros, esperando que el tren se detuviera en alguna estación para tomar algo caliente, todo eso que hoy no volvería a pasar, servía para risa. "¡Y lo bien que amasa mi vieja!... Mirá: hoy es domingo...; son las doce... estarán humeando los tallarines en la mesa..." decía uno evocando su casa lejana, y la evocación no recibía nada más que bromas. Recuerdo que en el barco pedimos una vez tallarines y nos trajeron engrudo. "¡Esto es engrudo!", le decía Vidal al mozo de a bordo, y como no entendía el castellano, tomó un puñado de tallarines, los esparció por un tabique que nos separaba de los emigrantes, y pegó una servilleta.

 

Imagen Mazali fue campeón olímpico como titular en 1924 y 1928, pero por problemas extrafutbolísticos se perdió el Mundial de 1930 en Uruguay.
Mazali fue campeón olímpico como titular en 1924 y 1928, pero por problemas extrafutbolísticos se perdió el Mundial de 1930 en Uruguay.
 

En uno de esos viajes de tren, entre yo y Ghierra nos comimos un queso Roquefort. Cada vez que pienso me viene sed.

— ¿Cómo se jugaba en España?

—Regular. Nosotros íbamos con un juego nuevo ante el cual nada podían hacer. Además, teníamos un equipo joven, fuerte, dueño de un espíritu de lucha extraordinario y que cada vez jugaba mejor. Lo que pudo haber dado ese team nunca se supo, y quiero aclarar que después del triunfo en Colombes ya no fue el mismo. La historia de aquel team terminó allá, porque cuando volvió ya venía roto por varias semanas de expansiones, durante las cuales era necesario desquitarse de aquellos días en que la alegría de la juventud hacía olvidar el puchero que extrañábamos. Volviendo al fútbol, y ya que me preguntas acerca del juego español, sostengo que un equipo del Río de la. Plata, pero bien preparado, es superior a cualquier team de Europa, exceptuando Inglaterra que no conozco. Hablo de la preparación y quiero darle a ello una importancia que aquí no se le ha dado nunca, pues se confió más en el azar y en las condiciones de los hombres que en el entrenamiento metódico e inteligente. Cuatro meses hacen falta para preparar a un team conscientemente, pero vamos a dejar esto para más adelante. Quiero dejar esta-lecida mi confianza en nuestro fútbol comparándolo con el de Europa, confianza que podría confirmar con una sola cita: la de que uruguayos y argentinos llegaron a la final en Amsterdam. Volviendo a aquella gira te diré que, pese al hecho de ganar en España todavía se nos decía que en Colombes nos "iban a dar en los morros".

 

Imagen Mazali estaba destinado para la actividad deportiva: además de sus logros atléticos y futbolísticos fue campeón nacional de basquet con el club Olimpia en 1923.
Mazali estaba destinado para la actividad deportiva: además de sus logros atléticos y futbolísticos fue campeón nacional de basquet con el club Olimpia en 1923.
 

UNA RANADA

Cuál fue el partido más difícil en España?

—En Coruña. Faltaban 12 minutos y estábamos perdiendo por dos a uno. Se produjo un córner contra los rivales y allí sucedió un caso gracioso. Cuando el arquero fue a saltar, Petrone y Cea lo apretaron. Scarone hizo el gol de cabeza. El goalkeeper se llamaba Pestillo o cosa por el estilo. Bueno: a aquel Pestillo lo atrancaron. ¡Cómo chillaba! Vino otro córner y ¡zas!, una nueva atrancada. Ganamos. Me acuerdo que Minoli, el referee, tuvo la ocurrencia de dar un hurra por la Madre Patria. Estalló la bronca. A Etchegoyhen lo trajeron en camilla, a Andrade le hicieron un chichón del cual podía colgar el sombrero, al referee le acertaron todas en la cabeza. Después marchamos a Madrid y allí a Zamora le hicimos cuatro goles.

Llegó la Olimpíada. El entrenador de los yugoeslavos había estado en la Argentina y hablaba bastante español. Nos decía que lamentaba mucho hubiéramos venido de tan lejos para quedar eliminados en el primer match. Tanta confianza se tenía que en ese partido no colocó a tres de sus mejores figuras reservándolas para encuentros que consideraba de más importancia. Lo extraño es que habiendo estado por aquí tuviera ese concepto del fútbol rioplatense. Le hicimos siete goles. Recuerdo que íbamos a ver entrenar a nuestros rivales y nos decíamos: "Estos no juegan nada", pero como se hablaba tanto de ellos, temíamos que tuvieran algo escondido. Así que íbamos a los matches esperando que saliera lo que estaba escondido, y como no aparecía a luz, poco a poco nuestro equipo tomaba confianza y ya en el segundo tiempo jugaba suelto, haciendo demostraciones de nuestra técnica. A la salida de esos partidos nos hacíamos una manifestación por cuenta propia. Los jugadores, delegados y algunos hinchas de la colonia sudamericana, nos acompañaban en la manifestación. Íbamos cantando a lo largo de esos dos kilómetros que nos separaba del lugar en donde vivíamos.

 

Imagen Final de los Juegos Olímpicos de 1928. El arquero uruguayo obliga a Nolo Ferreira a levantar el tiro, Andrade (junto a ellos) mira la trayectoria de la pelota.
Final de los Juegos Olímpicos de 1928. El arquero uruguayo obliga a Nolo Ferreira a levantar el tiro, Andrade (junto a ellos) mira la trayectoria de la pelota.
 

LOS COCINEROS

Nos entrenábamos, jugábamos y nos cuidábamos con todo celo. La posibilidad de ser campeones del mundo nos daba una moral a toda prueba. A la mañana nos levantábamos temprano y hacíamos nuestra sesión de entrenamiento. Íbamos nosotros mismos al mercado a comprar las cosas para la cocina; Etchegoyhen y Fígole eran los cocineros oficiales. Cuando queríamos festejar algún acontecimiento y agasajar a los hinchas que teníamos, entre los cuales habían algunos argentinos, comprábamos un corderito. Nos costaba un dineral.  Hacíamos el asado y cantábamos. Después los críticos franceses decían que comiendo carne no podríamos jugar. No sabían que sin carne nos moríamos. ¡Como para, darnos verduras hervidas a quienes hablamos vivido a churrasco!

De toda aquella odisea nos quedó un grato recuerdo. Siempre veo en la evocación el grupito entusiasta de manifestantes que marchaba por la carretera de la Villa Olímpica en medio de una canterola cuyos ecos aun sigo escuchando... Aquellos largos viajes en tren por España, adormilados unos contra los otros, esperando una estación para beber algo caliente, todo bajo la incertidumbre de los resultados futuros, ahora que han pasado once años, aparece en mi mente como una novela leída en plena adolescencia. Había quienes viajaban con una muda de ropa porque no tenían más. Luego, cuando salimos en jira con Nacional en 1925, ya llevábamos baúl-ropero. Hubo quien lo tenía lleno de almohadas y cuando compraba ropa, le daba sitio sacando una. Así llegó a Montevideo sin ninguna almohada. En esa gira jugamos 38 partidos en el término de 160 días, disputándolos en 25 ciudades distintas pertenecientes a nueve países. Ganamos 26, empatamos 7 y perdimos 5, todos ellos por un goal de diferencia. Nacional marcó 130 goles contra 30.

 

Imagen Andrés Mazali fue tres veces campeón de América con Uruguay (1923,24 y 26) y cinco campeón uruguayo con Nacional (1919, 20, 22, 23 y 1924).
Andrés Mazali fue tres veces campeón de América con Uruguay (1923,24 y 26) y cinco campeón uruguayo con Nacional (1919, 20, 22, 23 y 1924).
 

EL ENTRENAMIENTO

Creo que el fútbol del Río  de la Plata supera al de Europa, y que un equipo de estos pagos, bien preparado en lo físico y en lo moral, puede cumplir grandes campañas, pero tendrá que simplificarse un poco, buscar el máximo de rendimiento con el mínimo de esfuerzo, tal como juega Cherro. Por aquí se hacen muchas vueltitas y chiches inútiles, que cansan al futboler y retrasan el juego. Se precisa más sobriedad

 —Hablemos de entrenamiento.

—Cuando yo entrené al equipo que ganó en Colombes, sabía algo de eso por mi actuación en atletismo y en basketball. Ahora creo que lo haría todo mejor. Entiendo que cuando un futboler ha llegado a su mejor estado debe dejar el fútbol entresemana. Tiene que sentir la necesidad de jugar al fútbol. Sin embargo, el entrenador tiene que conocer la psicología de sus jugadores y saber cuál es la manera mejor de prepararlo. Hay hombres que necesitan kilos y otros a quienes les sobran; por lo tanto, no todos deben ajustarse a un plan uniforme de training. No admito que un jugador sufra desgarramientos musculares. Cuando tal cosa ocurre es porque los músculos no están preparados. Las carreras constituyen algo muy importante y que por estos lares se descuida. Vi vez pasada en El Gráfico una fotografía en la que aparecían Scopelli y Guaita con zapatos de corredor pedestre. Para algo tenían esos zapatos con clavos. Los piques deben ser graduales. Realizarlos primero de manera que el hombre vaya aumentando la velocidad progresivamente; recién cuando los músculos están calientes y preparados, puede arrancar a velocidad. Ese pique que se remata con un breve embalaje le proporciona al atleta fuerzas en los momentos en que le son más necesarias. Un atleta que compite sobre 400 metros siente un desfallecimiento en los últimos; sin embargo, continúa corriendo a pulmón, como se dice. Pues bien; no se entrenan las piernas solamente, sino que también los pulmones, Para llegado en que el hombre está en el área luego de una carrera, tenga fuerzas para el remate y no se caiga agotado o el shot le salga muy débil, como acontece con cierta frecuencia.  

LOS CABEZAZOS

Hay que buscar el entrenamiento que al futboler le divierta y nunca aquel que le molesta, que le aburre. En esos piques conviene colocar a los hombres que son parejos en tal acción para que la competencia los estimule. Es preciso, también, enseñarlos a caer para que no se disloquen hombros ni codos. La tendencia natural es de poner la mano o el codo en las caídas. Es mejor dejarse ir con el cuerpo y hacer un movimiento elástico al entrar en contacto con el suelo.

Para cabecear, yo ponía colgando de un hilo la pelota. Ataba el hilo al travesaño del arco y de manera tal que los jugadores tuvieran la chance de pegarle, porque si uno ejecuta dos o tres saltos y no acierta, se aburre. Los jugadores, formando una rueda, iban saltando por turno y con la pelota en movimiento. Tal práctica también la hacíamos en los barcos durante los viajes. A bordo, como no hay mucho lugar, organizaba carreras de postas buscando el equilibrio de capacidades entre los componentes de los distintos grupos. Se disputaba un frasco de agua colonia o cualquier otra chuchería. Se corrían series, repechajes, cuartos de finales, semifinales y final. Nunca los muchachos sabían por qué les tocaba correr, pero corrían. "¿Otra vez más? ¿Si yo gané?", tales eran las preguntas, pero la posibilidad de ganar el frasco de agua colonia que no valía nada, los llevaba a efectuar esas competencias con todo gusto.

Y terminó aquí la entrevista con este goalkeeper que ha paseado por casi todos los públicos de Europa y América, y quien sigue, deteniendo hasta los años con esa corrección que le ha valido la simpatía que generosamente le dispensan los aficionados argentinos.

BOROCOTÓ (1935)

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