Las Entrevistas de El Gráfico

2008. Burgos 100x100

Polémico y divertido como siempre, el Mono, ex arquero, cantante. Entregó un centenar de respuestas para leer y releer. Desfilan, entre otros, Chila, Bianchi, Bielsa y Francescoli.

Por Redacción EG ·

21 de junio de 2019

IDENTIFÍQUESE:

Nombre: Germán Adrián Ramón Burgos

Fecha de nacimiento: 16 de abril de 1969, en Mar del Plata, provincia de Buenos Aires.

Trayectoria: Cadetes de San Martín (club marplatense donde se lució en el fútbol infantil), Ferro Carril Oeste (jugó su primer partido en Primera en 1989), River Plate (llegó al club del cual es hincha en 1994), Mallorca, Atlético de Madrid y Selección Nacional, en la que debutó el 31 de mayo de 1995 en un partido frente a Perú que la Argentina ganó por 1 a 0. Títulos ganados, todos en River: seis (Apertura 94 y 96, Libertadores 96, Clausura 97, Supercopa 97 y Apertura 97. En el fútbol oficial de la AFA jugó 255 partidos (104 en Ferro y 151 en River).

 

1 ¿Qué es de tu vi­da, Mo­no? Ha­go de to­do. Es­toy con mi ban­da, The Garb, jue­go al fút­bol en un equi­po que se lla­ma Los Des­per­di­cios, co­men­to par­ti­dos y ha­go un pro­gra­ma en Ra­dio Na­cio­nal de Es­pa­ña, aca­bo de ter­mi­nar el cur­so de téc­ni­co... Soy pre­pa­ra­dor de ar­que­ros y se­gun­do en­tre­na­dor del Al­cor­cón, un equi­po de Se­gun­da B, co­mo si fue­ra la Pri­me­ra B de allá.

2 ¿Vas a ser téc­ni­co por­que ex­tra­ñás ju­gar al fút­bol? No, por­que creo que es­toy ca­pa­ci­ta­do pa­ra ser­lo y tam­bién por­que me atra­jo otra vez el fút­bol. Siem­pre lo que he he­cho en mi vi­da, ya sea mú­si­ca o fút­bol, lo hi­ce por­que sa­bía que lo po­día ha­cer. No me gus­ta ex­po­ner­me al fra­ca­so o al ‘és­te es­tá ha­cien­do cual­quier co­sa’.

Imagen El Mono en España. Extrañaba tanto el fútbol que por eso decidió meterse a periodista. Además, ya se siente DT.
El Mono en España. Extrañaba tanto el fútbol que por eso decidió meterse a periodista. Además, ya se siente DT.

3 ¿El pe­rio­dis­mo te de­vol­vió al fút­bol? Sí, por­que co­men­to en la ra­dio. In­ten­té apa­gar el sen­ti­mien­to de fut­bo­lis­ta, pe­ro fue im­po­si­ble. Al prin­ci­pio que­ría sa­lir a co­rrer y era tal la ne­ga­ción que co­rría diez mi­nu­tos y me vol­vía a ca­sa. No veía par­ti­dos, na­da. No sa­bés la ale­gría que me pro­du­ce aho­ra ha­cer el bol­so otra vez.

4 ¿Qué fue lo peor del re­ti­ro? El do­lor de dar­te cuen­ta to­dos los días de tu vi­da que no sos ju­ga­dor de fút­bol. No sos más lo que fuis­te siem­pre, por eso in­ten­té apa­gar­lo. Creía que con la mú­si­ca iba a ha­cer más o me­nos lo mis­mo, pe­ro la mú­si­ca la ha­go de ta­qui­to, ja­ja. El fút­bol me cos­ta­ba más.

5 ¿De pe­rio­dis­ta sos co­mo…? Una on­da Qui­que Wolff, que es ami­ga­ble, no hie­re. Tra­to de pro­te­ger al fut­bo­lis­ta, al ar­que­ro, que no se sien­tan mal con lo que di­go. Le pon­go al­go de hu­mor y ha­blo de fút­bol. Cuan­do la ti­ran arri­ba po­ne­mos efec­tos de cris­ta­les ro­tos. Y gri­to: “¡Le rom­pis­te la ven­ta­na al del cuar­to!, ¡le dis­te a la ma­ce­ta!”. Nos di­ver­ti­mos.

6 ¿Co­mo téc­ni­co vas a ir al fren­te? Se­gu­ro. Me gus­ta­ría usar lí­nea de tres, que acá no la usa na­die. Pe­ro te­nés que tra­ba­jar mu­cho, te­ner los ju­ga­do­res ne­ce­sa­rios pa­ra ha­cer­lo y con­cien­ti­zar­los. A mí me gus­ta más cua­tro en el fon­do, pe­ro por lle­var la con­tra no­más voy a ju­gar con tres, ja­ja. No, en se­rio, ju­ga­re­mos el sis­te­ma más apro­pia­do.

7 Psi­có­lo­gos den­tro del fút­bol, ¿sí o no? Es im­por­tan­te te­ner un psi­có­lo­go por­que en al­gu­nos mo­men­tos la si­tua­ción per­so­nal de ca­da ju­ga­dor pue­de in­ci­dir en el equi­po. El en­tre­na­dor tie­ne que en­ten­der que no es­tá ca­pa­ci­ta­do pa­ra re­sol­ver un di­vor­cio, el fa­lle­ci­mien­to de un hi­jo, pro­ble­mas per­so­na­les. Uno tie­ne que de­le­gar y no ser tan egoís­ta de que­rer cu­brir to­dos los as­pec­tos.

8 ¿Hay mu­chos mo­ti­vos pa­ra que le ten­gas mie­do al Bur­gos que fue ju­ga­dor? No, por­que voy a te­ner un co­la­bo­ra­dor que va a ser di­fe­ren­te. Yo soy muy tem­pe­ra­men­tal y pue­do ca­gar­la. Ne­ce­si­to a al­guien más frío pa­ra bus­car el equi­li­brio en­tre los dos. ¡Me bus­ca­ré una con­ge­la­do­ra!

9 A los del Al­cor­cón, ¿ya les en­se­ñas­te a es­cu­pir­se los guan­tes? No lo ne­ce­si­tan, ja­ja. A mí me ser­vía, ¿eh? En un mo­men­to, aga­rra­ba. En el pa­pel de­cía que ha­bía que man­te­ner­los hú­me­dos y ca­ni­lla de agua no ha­bía al la­do del ar­co, así que...

10 ¿Fuis­te cen­tral cuan­do es­ta­bas en Mar del Pla­ta? Sí, cuan­do era chi­co ju­ga­ba de dos y al ar­co. Me gus­ta­ba. Ha­cía go­les de ca­be­za y to­do. ¡Era co­mo Héc­tor Ar­ti­co! Un car­ni­ce­ro. Co­mo aho­ra en Los Des­per­di­cios.

Imagen En Mar del plata, con pilcha azul y roja y cinta de capitán. Meses después, Ferro.
En Mar del plata, con pilcha azul y roja y cinta de capitán. Meses después, Ferro.

11 ¿Cuán­do de­ci­dis­te ser ar­que­ro? A los sie­te años. Ata­ja­ba en la ca­lle. Pa­lo de luz, alam­bre cru­za­do… Pa­sa­ba el 522 por ahí, to­da­vía pa­sa. Co­mo mi vie­ja no me de­ja­ba ju­gar del la­do de la ca­lle, te­nía mi lu­gar ahí, de ar­que­ro. Ju­ga­ba con los más gran­des. Me vie­ron ata­jar ahí y me lla­ma­ron pa­ra un cam­peo­na­to en el club Ca­de­tes de San Mar­tín.

12 Club Atlé­ti­co Flo­ri­da Al­ma­gro. ¿Qué re­cuer­dos te­nés? Mi pri­mer club. Es­ta­ba a la vuel­ta de mi ca­sa y yo lle­ga­ba me­dia ho­ra an­tes que to­dos. Ne­ce­si­ta­ba ir al club por­que era úni­co hi­jo y es­ta­ba de­ses­pe­ra­do por ju­gar. Hoy es­tá to­do de­rrum­ba­do. El otro día fui y me lle­vé de re­cuer­do una ma­de­ra de la can­chi­ta. El pri­mer cam­peo­na­to, un trian­gu­lar, ata­jé dos pe­na­les y lo ga­na­mos. Me die­ron una me­da­lla el pri­mer par­ti­do que ju­gué. Lo cuen­to por­que es im­por­tan­te.

13 ¿Por qué? Los ju­ga­do­res que han lle­ga­do a al­go, an­tes de ser pro­fe­sio­na­les, han sa­li­do cam­peón. Es muy ra­ro ver ju­ga­do­res que no. No sé, Már­ci­co, que em­pe­zó a los 17 años. Yo sa­lí cam­peón en la se­lec­ción de Mar del Pla­ta dos ve­ces, en la Quin­ta de Fe­rro, en Ter­ce­ra…

14 ¿Tu vie­jo ma­tó al ka­ra­te­ca que ha­bía en vos? Más o me­nos. Yo era un ca­ba­llo, rom­pía lo que me po­nían ade­lan­te. Lle­gué a cin­tu­rón ama­ri­llo pun­ta na­ran­ja. Pe­ro un día me vio mi vie­jo, que era téc­ni­co mío tam­bién en fút­bol, y al día si­guien­te te­nía que ju­gar. Me pu­sie­ron la ta­bla y mi vie­jo des­de el fon­do ha­cía que no con la ma­no. Ahí de­ci­dí no ir más.

15 ¿Te sir­vió pa­ra al­go? Sí, pa­ra pe­lear­me con los de Pla­ten­se cuan­do es­ta­ba en Fe­rro, ¡ja­ja! Pe­leé con­tra ocho.

16 ¿Al­gu­no co­bró? Al­gu­no sí, pe­ro me ma­ta­ron por­que me pe­ga­ron con una ma­no­pla. Al que me pe­gó des­pués me lo en­con­tré con Ri­ver. Lo re­co­no­cí por­que en la bo­ca, si for­más un equi­po, te­nía só­lo el pun­te­ro de­re­cho y el iz­quier­do, ja­ja. En el me­dio, na­da. Me gri­ta­ba. “¡Bur­gooos! Fui yo el que te pe­leé”. Me dí vuel­ta y le di­je: “Bue­na pe­lea, ¿eh?” Yo to­do lo ha­go hu­mor en­se­gui­da.

17 Tu vie­jo te de­jó sin ka­ra­te, pe­ro te dio la mú­si­ca, ¿no? Sí, me re­ga­la­ba vi­ni­los cuan­do era pi­be pa­ra in­cen­ti­var­me a que me fue­ra bien en el co­le­gio. En ma­te­má­ti­ca era un bu­rro, ho­rri­ble. En cas­te­lla­no más o me­nos. Cuan­do dí el in­gre­so al Ma­ria­no Mo­re­no, sa­qué 34 en­tre los dos exá­me­nes. Fui­mos a bus­car las no­tas y mi vie­ja me bus­ca­ba por el 70-80. Le di­je: “Ma­mi, va­mos pa­ra el otro la­do”. Al fi­nal, en­tré al Don Orio­ne, de cu­ras.

18 ¿Ahí apren­dis­te a can­tar? Ahí, sí. Es­ta­ba siem­pre en los co­ros. Es­tu­diá­ba­mos mú­si­ca y to­do.

Imagen Cantando asegura que es malo, pero igual se prende. Bien rollnga, claro está.
Cantando asegura que es malo, pero igual se prende. Bien rollnga, claro está.

19 No das el per­fil, pe­ro… ¿te atrae la re­li­gión? No soy Ce­fe­ri­no, pe­ro tam­po­co soy un he­re­je. Tra­to de ma­ne­jar­me con equi­li­brio… cuan­do pue­do. A mis hi­jos los de­jo que ellos eli­jan. No soy de po­ner­les co­sas en la ca­be­za. Es más de­mo­crá­ti­co.

20 ¿El cho­que al lle­gar a Bue­nos Ai­res fue muy fuer­te? Era el 84 y yo nun­ca ha­bía ido so­lo a Bue­nos Ai­res, era la pri­me­ra vez que iba en me­tro (sic). Fue cho­can­te. Yo era hi­jo úni­co, ve­nía de es­tar de­ba­jo del ala de mi vie­jo y de mi vie­ja. Ves eso y de­cís: “Acá te la te­nés que ju­gar”.

21 ¿Nun­ca qui­sis­te vol­ver a Mar del Pla­ta? Nun­ca. Yo su­bí al tren y sa­bía que iba a lle­gar. La que que­ría que me vol­vie­ra era mi vie­ja. Ve­nía a vi­si­tar­me y me de­cía: “Mi­rá dón­de vi­vís. Ve­ní que yo te ha­go la co­mi­da”. Yo lo aga­rra­ba a mi vie­jo y le de­cía. “Lle­vá­te­la que no la aguan­to más. Me ti­ra p’a­trás.” Hi­ce un cor­te.

22 Gri­guol. Fue mi pri­mer maes­tro. Lo que hi­zo él en el de­por­te no es va­lo­ra­do ni res­pe­ta­do en el fút­bol ar­gen­ti­no, co­mo mu­cha otra gen­te que pa­sa por el fút­bol y que de­ja co­sas, crea per­so­nas y no es re­co­no­ci­da. ¿Sa­bés lo que es ser cam­peón con Fe­rro? Es co­mo lo que hi­zo Ca­bre­ro con La­nús. Y en un cam­peo­na­to de 38 fe­chas, peor.

23 ¿Qué fue lo que más te mar­có de él? Yo te­nía 16 años y en­tre­na­ba to­da la se­ma­na con la Pri­me­ra. Un día nos jun­tó a to­dos y nos pre­gun­tó: “¿Us­te­des se pien­san que los pre­pa­ro pa­ra ju­gar acá? Es­tán equi­vo­ca­dos”. Yo no lo po­día creer,  no en­gan­cha­ba la on­da. Cuan­do arran­ca­ba así no sa­bías pa­ra dón­de iba a sa­lir. “Yo los en­tre­no pa­ra que se va­yan a Eu­ro­pa, a un gran­de de acá. No se aco­mo­den.” El que lo su­po es­cu­char, lle­gó. Hay co­sas con las que no es­ta­ba de acuer­do, pe­ro el ti­po te­nía sus re­glas. Por eso Fe­rro lle­gó a ser im­por­tan­te.

24 ¿Lo vis­te al­gu­na vez tan ca­lien­te co­mo el día que in­sul­tó al Ya­gui Fer­nán­dez en Ca­ba­lli­to di­ri­gien­do a Gim­na­sia? ¡Eso no fue na­da! Siem­pre se ca­len­ta­ba, eu­fó­ri­co, ve­he­men­te, se po­nía to­do co­lo­ra­do el vie­jo. Un día con Ri­ver per­día­mos 2-0 en el pri­mer tiem­po, con Ra­món Díaz, que nos hi­zo un gol de pe­nal. Lle­ga­mos al ves­tua­rio y le gri­ta­ba al uti­le­ro: “¡Al­ber­to, da­me las ca­mi­se­tas!” Las ti­ró to­das en el pi­so, lo­co, y nos de­cía: “¡No en­tren, que en­tren las ca­mi­se­tas so­las que em­pa­ta­mos y ga­na­mos!” Ahí nos es­ta­ba di­cien­do que éra­mos unos ca­go­nes.

Imagen Estilo. Cuando debutó en Ferro, sorprendió por su manera diferente de estar en el arco.
Estilo. Cuando debutó en Ferro, sorprendió por su manera diferente de estar en el arco.

25 ¿Es cier­to que lle­gás a Ri­ver por Fút­bol de Pri­me­ra? Un po­co, sí. Me ha­bían he­cho tres go­les ra­ros y fui a Fút­bol de Pri­me­ra. Paen­za me con­ven­ció pa­ra ir. Nin­gún ar­que­ro fue a dar la ca­ra en un mo­men­to así. Ga­lle­go me con­tó des­pués que Da­niel y él em­pe­za­ron a ha­blar de mí en ese mo­men­to. Les lla­mó la aten­ción ver­me ahí, pe­ro eso es par­te de la per­so­na­li­dad que me acom­pa­ñó siem­pre.

26 ¿Quién le pu­so “Di­no­sau­rio Ber­nar­do” a Ba­bing­ton? Yo no fui se­gu­ro, lo ju­ro. El error de Car­los fue que sa­lía­mos a ju­gar y él de­cía: “Por­que es­to es Ri­ver… bue­no, yo no ju­gué, pe­ro us­te­des sí sa­ben lo que es”. Ahí no era creí­ble. Y eso que fue un gran ju­ga­dor. Era un ti­po tran­qui­lo, pa­re­ci­do a Ra­món, pe­ro no en­gan­cha­ba con el gru­po, no le lle­ga­ba.

27 ¿Lo echa­ron us­te­des? No, no, el gru­po no de­ci­dió na­da. Los di­ri­gen­tes vie­ron que el mis­mo equi­po que ha­bía ga­na­do an­tes ju­ga­ba pa­ra la mier­da. Pe­ro to­do se re­su­me a eso.

28. ¿Qué te­nía el Ri­ver cam­peón de la Li­ber­ta­do­res? Cuan­do es­tá­ba­mos en el tú­nel, an­tes de su­bir la úl­ti­ma es­ca­le­ra, yo mi­ra­ba a to­dos y veía que era im­po­si­ble que per­dié­ra­mos. Des­pués de ha­ber su­fri­do tan­to en Fe­rro, yo mi­ra­ba esas ca­ras y eran ga­na­do­ras. Te­nía­mos ese tem­ple que lo hi­zo ma­ra­vi­llo­so. ¡Có­mo de­ben es­tar los del otro la­do!, eso pen­sa­ba. Es jo­di­do es­tar en el otro ves­tua­rio.

28 ¿Fran­ces­co­li fue el téc­ni­co de ese equi­po? ¡Có­mo pudo ha­ber si­do él si hoy ni es téc­ni­co! El mé­ri­to de ese tem­ple ga­na­dor era de Ra­món. El es te­me­ro­so, pe­ro vuel­ve su mie­do en un ata­que fe­roz. Es co­mo un pe­rro. El pe­rro te muer­de por­que tie­ne mie­do. Siem­pre fue así. Só­lo du­dó aquel día con­tra el Amé­ri­ca de Ca­li, en Ri­ver, y por eso se creó ese mi­to.

29 ¿Qué pa­só? Ha­bía­mos per­di­do 1-0 en Ca­li y él que­ría ju­gar de con­tra­gol­pe. Era una fi­nal, no po­día­mos ju­gar a es­pe­rar. La ma­yo­ría nos mi­ra­mos por­que veía­mos que eso no iba. Se pa­ró el Fla­co, y creo que Ber­ti, y le di­je­ron que que­ría­mos char­lar en­tre no­so­tros. Ahí de­ci­di­mos ir al fren­te.

30 ¿A par­tir de ahí no que­dó en du­da su au­to­ri­dad des­pués de que hi­cie­ran lo que que­rían? No, no­so­tros hi­ci­mos lo que ha­cía fal­ta. Nun­ca ha­bía­mos ju­ga­do así. El nos di­ri­gía co­mo di­ri­gió aho­ra a San Lo­ren­zo. No mo­les­ta­ba al ju­ga­dor, no en­tra­ba nun­ca a una ha­bi­ta­ción. El no da­ba char­la téc­ni­ca. De­cía una co­si­ta en el ves­tua­rio y na­da más. Y ha­cía muy bien por­que no ha­cía fal­ta de­cir más na­da. No­so­tros éra­mos fe­li­ces. Los jue­ves nos po­nían a los pi­bes, a los quin­ce mi­nu­tos íba­mos ga­nan­do 2-0 y nos echa­ba del en­tre­na­mien­to. Te de­ja­ba con las ga­nas de ha­cer más y to­da esa fu­ria la lle­va­bas al par­ti­do.

31 ¿Re­cor­dás al­gu­na bue­na pi­fia de Ra­món? Nun­ca mar­cá­ba­mos a na­die. El día an­te­rior con­tra la U de Chi­le, allá, es­ta­ba preo­cu­pa­do por­que ha­bía uno que se ha­bía con­ver­ti­do en Ma­ra­do­na de la no­che a la ma­ña­na y lo aga­rró un ra­to lar­go a Al­ta­mi­ra­no. De re­pen­te pa­ran y es­cu­cha­mos a Omar que le di­ce a Bos­si­ni: “¡Es­te ha­ce un mes y me­dio que es­tá le­sio­na­do!” Y nos em­pe­za­mos a reír to­dos. Pe­ro es tan in­te­li­gen­te que cuan­do se equi­vo­ca­ba, achi­ca­ba los ojos, te mi­ra­ba de cos­ta­do y te de­cía: “Es­tás aten­to, eh?” Nun­ca pier­de.

32 ¿Ese fue el me­jor equi­po que in­te­gras­te en tu vi­da? y el Ri­ver del To­lo Ga­lle­go.

33 ¿Quién es me­jor de los dos? El To­lo. Es bri­llan­te, más bri­llan­te que Ra­món. Es ga­na­dor. En el ma­no a ma­no era úni­co. Te aga­rra y vas a pe­lear de nue­vo con­tra los in­gle­ses en las Mal­vi­nas, pe­ro man­ca­ba con la pren­sa. Era más ga­na­dor y me­jor en­tre­na­dor.

34 ¿Y Pas­sa­re­lla? Un ga­na­dor, pe­ro el pro­ble­ma que tu­vo es que nun­ca pu­do su­pe­rar su eta­pa de ju­ga­dor, no le de­ja­ba ca­mi­no li­bre al en­tre­na­dor. El siem­pre te­nía que ga­nar y vos no po­dés ga­nar siem­pre, con tram­pa, sin tram­pa. Su de­seo de que­rer se­guir sien­do lo gran­de que fue co­mo ju­ga­dor con­tras­ta­ba con el téc­ni­co. Lo tra­du­cía con no­so­tros en una eter­na com­pe­ten­cia de de­rro­ta. Vos le te­nés que de­jar es­pa­cio al ju­ga­dor. Eso es te­mor.

35 ¿Ese te­mor se tras­la­da­ba a la can­cha? Cla­ro. Lo úni­co que le es­cu­ché de­cir a Ra­món a los de­lan­te­ros fue: “Pa­ra­te cer­ca del ar­que­ro y fi­ja­te si la pe­lo­ta cae por ahí”. Da­niel te­nía mu­chas co­sas bue­nas, pe­ro con ese con­trol opa­ca­ba al ju­ga­dor.

36 ¿Fuis­te ído­lo de Ri­ver? Sí, fui ído­lo de mi club. Eso no me lo in­ven­té yo. Hoy te me­tés en in­ter­net y ves to­do el agra­de­ci­mien­to.

Imagen Cariño. En River, Burgos cree haber dejado un buen recuerdo. Sueña con dirigirlo.
Cariño. En River, Burgos cree haber dejado un buen recuerdo. Sueña con dirigirlo.

37 ¿Por qué no su­pie­ron ser en la se­gun­da mi­tad de los 90 lo que Bo­ca en el 2000?  Por­que per­di­mos dos fi­na­les, con­tra la Ju­ven­tus y la Re­co­pa con­tra Vé­lez. Lo nues­tro ya era his­tó­ri­co, pe­ro por dos re­sul­ta­dos que se die­ron mal no agran­da­mos más la his­to­ria. Na­da más que por eso. Hay ve­ces que hay que dar­le la de­re­cha al otro equi­po que en­con­tró fa­llas en no­so­tros.

38 Giun­ta de­cía que per­dían los clá­si­cos an­tes de ju­gar; Ber­mú­dez, que se po­nían co­lo­ra­dos. ¿Arru­ga­ban con­tra Bo­ca? Esas son co­sas de ga­le­ría. Na­da que ver. Ja­más arru­ga­mos. Se dio así por­que ju­ga­ban me­jor, qui­zás no tan es­té­ti­co, pe­ro me­jor.

39 ¿No en­tra­ban de­rro­ta­dos psi­co­ló­gi­ca­men­te? Te res­pon­do con el gol de Gue­rra. Se dio vuel­ta, le pe­gó en la nu­ca y me la cam­bió de pa­lo. Era la úl­ti­ma pe­lo­ta y es­tá­ba­mos 2-2. Hay ve­ces que jue­ga la fa­ta­li­dad pa­ra uno y la suer­te pa­ra el otro. Siem­pre ocu­rrían co­sas ex­tra­ñas, pe­ro es par­te del fút­bol.

40 ¿Chi­la­vert fue tu bes­tia ne­gra? No. Yo ter­mi­né de ha­cer­me ar­que­ro con él, con esos cho­ques, por­que a mí no me pu­do ven­cer. Nun­ca lo en­fren­té ver­bal­men­te. Sa­bía que si me me­tía ahí, per­día. Así se los co­mió a to­dos, pe­ro con­mi­go no pu­do. Es­tra­té­gi­ca­men­te, fue­ra de la can­cha, ju­gué mi jue­go. Ahí se vio mi per­so­na­li­dad, yo se­guí sa­lien­do cam­peón.

41 ¿Vol­vis­te a ver el gol des­de la mi­tad de can­cha? Sí. El gol me lo ha­cen por­que hu­bo un pro­ble­ma en la de­fen­sa y me voy del área pa­ra gri­tar­le a Juan Gó­mez, pe­ro no me oía y sa­lía ca­da vez más del área. No es­ta­ba ade­lan­ta­do por­que sí. Lo bue­no es que des­pués del gol, Juan se dio vuel­ta y me preguntó “¿qué que­rías, bo­lu­do?” Lo re­con­tra pu­tée. Ca­da vez que me acuer­do me ca­go de ri­sa. Des­pués, en el mi­cro, los mu­cha­chos es­ta­ban muer­tos y les di­je: ¡Tran­qui­los que ya se hi­zo cásss­ca­ra!

42 ¿Có­mo ves a Ri­ver a la dis­tan­cia? Con mu­cha pe­na. No pue­do creer que ha­ya ha­bi­do muer­tes, co­sas ra­ras. Es la­men­ta­ble por­que son mu­chos años de his­to­ria que se ven em­pa­ña­dos por mu­chas co­sas.

43 Con­se­jo al Cho­lo. Tie­ne que ha­cer lo que yo le di­je una vez al pre­si­den­te Dá­vic­ce. Ra­món me ha­bía sa­ca­do y es­ta­ba en Ter­ce­ra. Es­ta­ba ha­cien­do bi­ci­cle­ta al la­do del ves­tua­rio y ba­ja Dá­vic­ce, me en­ca­ra di­cien­do que eso era Ri­ver, que yo no que­ría ju­gar en Ter­ce­ra. Em­pe­zó a ca­gar­me a pe­dos. Mien­tras se­guía con la bi­ci­cle­ta, lo pa­ré y le di­je: “Yo acá le cor­to el pas­to si quie­re”. Me pi­dió per­dón y se fue. Ese es el sen­ti­mien­to que de­be va­lo­rar el Cho­lo. No sen­tir­lo por­que es de Ra­cing, pe­ro sí va­lo­rar­lo.

44 ¿Qué se te pa­só por la ca­be­za cuan­do Bra­sil te hi­zo un gol de la­te­ral en 2001? Esa la pei­nó el Ra­tón. Ha­bía­mos prac­ti­ca­do que yo te­nía que sa­lir, pe­ro vi que iba él y me que­do aguan­tan­do, pe­ro pe­ga­do al pa­lo. Cual­quie­ra que te pei­ne de cer­ca es ca­ga­da pa­ra el ar­que­ro. Pe­ro bue­no, lo ga­na­mos. Lo que me gus­tó fue des­pués, que le­van­té a Ri­val­do del pi­so por­que es­ta­ba ha­cien­do tiem­po. Mi ca­ra era la de Jack Nichol­son en El Res­plan­dor, lo que­ría re­ca­gar a trom­pa­das. Y des­pués De­nil­son arran­có con la bi­ci­cle­ta y se la rom­pí a pa­ta­das. ¡Te­nía unas ga­nas de pe­gar una pa­ta­da! Ahí ya es­ta­ba bien. Eso es­tu­vo bue­no, ja­ja!

45 ¿El fút­bol te dio al­gu­na tris­te­za más gran­de que no ha­ber po­di­do ju­gar un Mun­dial? No es una tris­te­za pa­ra na­da. Si el téc­ni­co no me vio… y te ju­ro que es­ta­ba, ¿eh? Lle­gué a los dos mun­dia­les y más no te­nía pa­ra dar. En 2002 yo sa­bía que era mi úl­ti­mo Mun­dial, y cuan­do ter­mi­nó le di­je a Biel­sa que lo ama­ba. Y lo voy a amar siem­pre.

46 ¿Biel­sa es­tá más cer­ca de la ge­nia­li­dad o de la lo­cu­ra? El ha lo­gra­do me­ter­se en­tre los ca­pos del fút­bol.

47 ¿Es­tá más cer­ca de la ge­nia­li­dad en­ton­ces? Yo creo que sí. El lo­gra es­to ju­gan­do muy po­co en Pri­me­ra Di­vi­sión. Es un lo­gro que no se re­co­no­ce, pe­ro es muy va­lo­ra­ble. Lo­gra tal ro­man­ti­cis­mo que lle­gás a amar la for­ma de ju­gar, la for­ma de en­tre­nar, la for­ma de ha­blar. Y él lo lo­gra con la le­ja­nía. Aga­rra el ca­mi­no más com­pli­ca­do pa­ra lo­grar que lo quie­ras. Y ter­mi­nás que­rién­do­lo y acep­tan­do su for­ma.

48 ¿Al­gu­na anéc­do­ta que lo pin­te? Es­tá­ba­mos en­sa­yan­do ti­ros li­bres con Ga­llar­do, Or­te­ga, Ba­tis­tu­ta, Ve­rón y Cres­po. Ca­da uno que pa­tea­ba, era gol. Y yo los fe­li­ci­ta­ba. ¡Bien, Ariel, bue­na, Her­nán! Cuan­do sal­go, por­que él nun­ca de­cía na­da de­lan­te de la gen­te, se acer­ca y me di­ce: “Ger­mán, ¿us­ted por qué no in­ten­ta ha­cer al­go más que agran­dar­le el ego a sus com­pa­ñe­ros?” Esas co­sas son inol­vi­da­bles. Otra. El día del 3-3 con Bo­li­via, Bal­di­vie­so era Ma­ra­do­na. Allá arri­ba ha­cen ta­cos, to­do. Y yo le ha­cía ges­tos. A la vuel­ta, me lle­vó a ca­mi­nar. Cuan­do sa­lías a ca­mi­nar sa­bías que ve­nían las an­da­na­das. Y me di­ce: “Us­ted, ¿qué fe­li­ci­dad en­cuen­tra en ha­cer­les ges­tos a los de­lan­te­ros?” “Mar­ce­lo, yo tra­to de sa­car del par­ti­do al me­jor de ellos”. Y me di­jo que es­ta­ba bien. El in­ten­ta­ba ver si eso lo ha­cías por bo­lu­dear o por­que pen­sa­bas.

49 ¿Le se­guís dan­do vuel­tas aún hoy a lo de 2002? Era un equi­po ma­ra­vi­llo­so y se vio en las eli­mi­na­to­rias, pe­ro pa­só que Sue­cia nos do­mi­nó el sis­te­ma con un plan­teo bri­llan­te. Fue el que me­jor nos ju­gó­. Su­po re­sol­ver la lí­nea de tres. Aguan­ta­ban y pe­ga­ban un pe­lo­ta­zo. No­so­tros erra­mos mu­chos go­les, pe­ro ellos tam­bién, ¿eh?

Imagen El mundial 02 siempre será una espina clavada. Lo relegó Bielsa y lo mató Suecia.
El mundial 02 siempre será una espina clavada. Lo relegó Bielsa y lo mató Suecia.

50 ¿Los ju­ga­do­res le pi­die­ron a Biel­sa an­tes del Mun­dial que aflo­ja­ra con la pre­pa­ra­ción fí­si­ca? Na­da que ver. Ja­más.

51 ¿No lle­ga­ron aho­ga­dos fí­si­ca­men­te en­ton­ces? No, ha­cía­mos siem­pre lo mis­mo, no hu­bo na­da ex­tra. El pro­ble­ma fue que vi­nie­ron mu­chos le­sio­na­dos y al fi­nal de tem­po­ra­das muy du­ras.

52 ¿Se cre­ye­ron cam­peo­nes del mun­do an­tes de ju­gar? Im­po­si­ble. Biel­sa lle­va el en­tre­na­mien­to y la mo­ti­va­ción a tal pun­to que no exis­te la re­la­ja­ción. Es­tás siem­pre aler­ta. En los equi­pos de Mar­ce­lo no pue­de ju­gar cual­quie­ra. Te­nés que ser in­te­li­gen­te, rá­pi­do y es­tar con­cen­tra­do al má­xi­mo.

53 ¿Te due­le que se di­ga que fue una ge­ne­ra­ción de per­de­do­res? No. Es una ma­ne­ra fá­cil de ce­rrar ci­clos o per­so­nas, pe­ro es la rea­li­dad. Sa­be­mos to­dos los que es­ta­mos aden­tro que hay que ga­nar. Hay que en­ten­der­lo des­de to­dos los as­pec­tos. Si no sa­lís cam­peón te­nien­do to­do es por­que en al­go se fa­lló.

54 ¿Cuál fue la peor bro­ma que te hi­cie­ron en una con­cen­tra­ción? En la pen­sión de Fe­rro me sa­ca­ban la ca­ma, la me­si­ta de luz, el ve­la­dor de Ri­ver y el gra­ba­dor. Me lo po­nían en la es­qui­na, en la far­ma­cia. To­dos los días. No los po­día aga­rrar. Yo vol­vía y en la es­qui­na es­ta­ba mi ha­bi­ta­ción. Des­pués la te­nía que lle­var so­lo. ¿Sa­bés lo que pe­sa­ba la ca­ma? Pa­re­cía un ataúd.

55 ¿Y la me­jor que hi­cis­te? Mu­chas, pe­ro en los via­jes con la Se­lec­ción, cuan­do lle­gá­ba­mos a los ho­te­les, me en­can­ta­ba en­con­trar el es­cri­to­rio con el mi­cró­fo­no. En­ton­ces po­nía voz y man­da­ba a al­gu­no a re­cep­ción. Y los veías a to­dos fas­ti­dio­sos, con las va­li­jas de un la­do al otro, ha­blan­do con la re­cep­cio­nis­ta.

56 ¿Eras in­so­por­ta­ble en las con­cen­tra­cio­nes? Com­pli­ca­do, de­ma­sia­do qui­lom­be­ro. No dor­mía mu­cho, jo­día con el ma­te, apa­ga­ba el ci­ga­rro en la yer­ba, un de­sas­tre. Me echa­ban de las ha­bi­ta­cio­nes. Cuan­do se va­cia­ba una, me man­da­ban a uno nue­vo. Si el pi­be sa­lía de ahí, ya es­ta­ba he­cho, ¡ja­ja!

57 ¿Ca­no­ni­zas­te a al­gu­no? En Ri­ver me jun­ta­ba mu­cho con el Dia­blo Mont­se­rrat. Era el úni­co que me aguan­ta­ba. El Dia­blo tie­ne co­mo 150 mil dien­tes, ¿vis­te? Cuan­do ve­nía por los pa­si­llos le gri­ta­ba: ¡Pa­rá, pa­rá! Y me apo­ya­ba con­tra una pa­red y le ar­ma­ba la ba­rre­ra. ¡No pon­gás do­ble ba­rre­ra! Lo vol­vía lo­co.

58 ¿En Es­pa­ña te abu­rris­te ju­gan­do al fút­bol? No, pa­ra na­da. Te­nés que ga­nar co­mo en to­dos la­dos pe­ro es di­fe­ren­te. Cuan­do ju­gué mi pri­mer par­ti­do en Ma­llor­ca, es­cu­cha­ba: ¡Ho­la, Fon­do Nor­te! Y del otro la­do, con­tes­ta­ban: ¡Ho­la, Fon­do Sur! Ahí su­pe que si nos me­tían un gol, la gen­te no nos iba a ayu­dar. Pe­ro yo pre­fie­ro esa tran­qui­li­dad. Sé que no se va a ma­tar la gen­te, que no te va a ga­sear la po­li­cía, que po­dés ir con la fa­mi­lia a la can­cha. Acá apren­dés que un ti­po pue­de ser hin­cha del Bar­ce­lo­na y tam­bién del Real Ma­drid.

Imagen Al suelo por el Atlético de Madrid. El Mono dice que en la Liga no se aburrió para nada.
Al suelo por el Atlético de Madrid. El Mono dice que en la Liga no se aburrió para nada.

59 ¿No ex­tra­ña­bas ni un po­co la pre­sión de Ar­gen­ti­na? A ni­vel de fút­bol sí. A no­so­tros nos gus­ta ca­mi­nar por el fi­lo. Pe­ro pa­ra el con­tex­to es con­ve­nien­te lo que tenemos acá.

60 La dis­tan­cia po­ten­cia vir­tu­des y de­fec­tos, ¿có­mo ves el fút­bol ar­gen­ti­no? Del la­do de­por­ti­vo, bien. Es­tá más sa­no que nun­ca. Me ale­gra enor­me­men­te que ha­yan ga­na­do La­nús y Ar­se­nal. A Gron­do­na le pre­gun­té una vez por qué no vol­vía a los cam­peo­na­tos lar­gos, pe­ro me di­jo que así te­nían to­dos po­si­bi­li­da­des, co­sa que se ve aho­ra. Eso hay que re­co­no­cér­se­lo. En la vio­len­cia, no. La idea es­ta­ba bue­na, era que en 19 fe­chas lle­ga­ran me­nos ex­ci­ta­dos a la can­cha. Pe­ro la vio­len­cia se adap­tó al cam­peo­na­to.

61 ¿De la vi­da qué echás en fal­ta? El caos. Ex­tra­ño olo­res, lo pro­ble­má­ti­co que es a ve­ces lo co­ti­dia­no. Ex­tra­ño vi­vir mi país.

62 ¿Por qué nun­ca vol­vis­te en­ton­ces? Por­que qui­se res­pe­tar los tiem­pos de mis hi­jos, su edu­ca­ción. Yo sé que voy a vol­ver. Siem­pre he si­do de tra­tar de apla­car el sen­ti­mien­to, pe­ro es­toy de­ses­pe­ra­do por ir. Y es­toy cor­ta­do por ellos has­ta que sean más gran­des y de­ci­dan mar­char­se.

63 La ar­gen­ti­ni­dad al pa­lo, ¿es más ve­ces mo­ti­vo de or­gu­llo o de re­pa­ro? No, siem­pre con la ban­de­ra ade­lan­te. No­so­tros te­ne­mos gran­des vir­tu­des y tam­bién gran­des erro­res que se pro­fun­di­zan en años caó­ti­cos, pe­ro tam­bién so­mos ca­pa­ces de sa­car a Fan­gio, a Ma­ra­do­na, al Che Gue­va­ra, a Sa­ba­to. Ca­pos en pu­bli­ci­dad, en ci­ne, en te­le­vi­sión. Gran­des pe­rio­dis­tas. Eso no se tie­ne que per­der de vis­ta. Acá nos ban­can por­que no nos man­da­mos mu­chas ca­ga­das.

64 Se­rra­no, el del Es­pan­yol, ¿se lle­vó lo que se me­re­cía? No, ya le pe­dí per­dón. Fue un mo­men­to de lo­cu­ra. Ve­nía­mos de pe­lear­nos en el Es­pan­yol-Ar­gen­ti­na  de esa se­ma­na, me ha­bía ve­ni­do a pe­gar. Y con el Ma­llor­ca tam­bién. En­tró de su­plen­te y en la pri­me­ra ¡pum! Me pe­ga arri­ba otra vez. Ahí nos di­ji­mos un par de co­sas y le di.

65 Lo de­jas­te in­cons­cien­te y te die­ron 13 fe­chas, ré­cord del fút­bol es­pa­ñol… Le ga­né a Goi­koet­xea. Cuan­do que­bró a Die­go le die­ron 11. Me sa­ca­ron la fi­cha, que­dé tres me­ses afue­ra. Fue una bo­lu­dez. Siem­pre tu­ve pe­leas, pe­ro de esa ma­ne­ra no.

66 ¿A eso tam­bién le en­con­tras­te el cos­ta­do hu­mo­rís­ti­co? ¡Yo no, los del Es­pan­yol! Pa­bli­to Ca­va­lle­ro, el Cho­lo Pos­se… Cuan­do fue la vuel­ta en Ma­llor­ca, yo re­cién me rein­cor­po­ra­ba. Es­ta­ba con­cen­tra­do y me lla­man por te­lé­fo­no. Era la mu­jer de Se­rra­no. Pen­sé que me es­ta­ban jo­dien­do. Me di­ce: “Por fa­vor, no le pe­guen a Ma­no­lo”. No en­ten­día na­da. Los hi­jos de pu­ta le ha­bían di­cho que ha­bía mu­chos ar­gen­ti­nos y que lo iban a ca­gar a pa­los cuan­do pi­sa­ra la is­la. Me sen­tí Don Cor­leo­ne, así que fui a pe­dir­le dis­cul­pas en el tú­nel.

 

Imagen En una producción para El Gráfico. El Mono rockero.
En una producción para El Gráfico. El Mono rockero.
 

67 Se abre la puer­ta y en­tra Re­guei­ro. ¿Qué ha­cés? El Ne­gro es un fe­nó­me­no. Yo no soy un ti­po ren­co­ro­so. Es una de las cua­li­da­des que ten­go. Con él que­dó to­do bien.

68 ¿Te preo­cu­pa que el am­bien­te pue­da creer que fue un in­ten­to de so­bor­no co­mo se de­nun­ció y no una bro­ma co­mo vos di­jis­te? No, por­que que­dó cla­ri­to cuan­do fui­mos al co­mi­té que él fue uti­li­za­do por el Ra­cing. El club es­ta­ba en una si­tua­ción jo­di­da y vis­te có­mo es es­to. In­ten­ta­ron apro­ve­char­se. El no fue a de­cir na­da. Lla­mó a al­guien del club y le co­men­tó só­lo que ha­bía ha­bla­do con­mi­go. Ahí ar­ma­ron to­do.

69 ¿Có­mo fue ju­gar en Se­gun­da con el Atlé­ti­co de Ma­drid? Ma­ra­vi­llo­so, yo creo que ju­gué en Ra­cing. El Atlé­ti­co tie­ne ese au­ra de de­rro­ta mi­ran­do al Real Ma­drid y al Bar­sa, co­mo Ra­cing con Bo­ca y Ri­ver. Siem­pre con qui­lom­bo en el club, esas co­sas. Me dio la mis­ma sen­sa­ción que cuan­do Ra­cing ju­ga­ba de lo­cal en la can­cha de Vé­lez. Sen­tí ese sen­ti­mien­to de do­lor que tam­bién exis­te en el fút­bol y que es bár­ba­ro. Me atrae por­que es ver­da­de­ro.

70 Co­no­cien­do tan­to el club, ¿por qué fra­ca­só Bian­chi en el Atlé­ti­co? Es­ta­ba per­ma­nen­te­men­te re­cor­dan­do las co­pas que ha­bía ga­na­do. Acá no exis­ten esas co­pas. Vos le de­cís a un pi­be que ga­nas­te la co­pa que ga­nó aho­ra el Mi­lan y te di­cen: “Te fe­li­ci­to”. Acá lo úni­co que exis­te es la Cham­pions. No su­po sa­lir de su ima­gen de en­tre­na­dor que lo ha­bía ga­na­do to­do con Bo­ca. Pe­ro acá no exis­te Bo­ca, no exis­te Ri­ver, no exis­te na­da.

71 ¿Y por eso lo cru­ci­fi­ca­ron? Y... acá los chi­cos son com­pli­ca­dos. No su­po coor­di­nar con los ju­ga­do­res, co­mo Ba­bing­ton, o co­mo Da­niel, que no su­po sa­lir de ju­ga­dor. A Bian­chi le pa­só lo mis­mo. No pue­den con­tro­lar su ego.

72 ¿Es ver­dad que nun­ca de­jas­te de fu­mar pe­ro pú­bli­ca­men­te di­jis­te que sí? No, de­jé de fu­mar cua­tro me­ses. Fue un mo­men­to com­pli­ca­do, de ner­vio­sis­mo. Más por de­jar de fu­mar que por el mo­men­to, ja­ja.

73 ¿Cuál es la úl­ti­ma ima­gen que te­nés an­tes de en­trar al qui­ró­fa­no? Yo ve­nía co­mo en las pe­lí­cu­las, mi­ran­do las lu­ces. Y uno de los ca­mi­lle­ros me di­jo “mi­ra que el que te ope­ra es del Ma­drid…” Y me cau­só gra­cia.

74 ¿En nin­gún mo­men­to te hi­cis­te la ca­be­za? No, por­que yo siem­pre he ha­bla­do mu­cho con el es­pe­jo. Cuan­do iba a la es­cue­la o an­tes de los par­ti­dos, ha­bla­ba con el del otro la­do. De­cía: hoy ga­na­mos. E hi­ce lo mis­mo. Esa no­che te­nía que ga­nar.

 

Imagen Penal atajado, motivación extra.
Penal atajado, motivación extra.
 

75 Aho­ra te­nés que ir “al ta­ller” ca­da seis me­ses, ¿en el via­je de ida qué pen­sás? Lo re­suel­vo en po­si­ti­vo. Si ten­go al­go, es­toy me­jor con­tro­la­do que uno que no se ha­ce na­da. Por­que yo no sen­tía na­da. Y des­pués, aden­tro del TAC, que es co­mo un ci­lin­dro gi­gan­te en el que vas en­tran­do con la ca­mi­lla, hay un ma­pa­mun­di. Siem­pre me que­do mi­ran­do a Ar­gen­ti­na y así me duer­mo.

76 ¿Un li­bro? Cual­quie­ra de Bu­kows­ki.

77 ¿Por qué los li­bros no se lle­van bien con los ju­ga­do­res de fút­bol? Por­que no­so­tros es­ta­mos creí­dos que con dos ho­ras bas­ta pa­ra ser al­go. Ser ju­ga­dor de fút­bol son dos ho­ras, es muy po­qui­to. Si no te­nés otra in­quie­tud, que­das­te ahí. Des­pués, cuan­do no ju­gás más, te dis­te cuen­ta que per­dis­te 22 ho­ras. Y a uno que tie­ne in­quie­tu­des le di­cen que no por­que tie­ne que es­tar pen­san­do en el par­ti­do. Y va per­dien­do cul­tu­ra. Y eso se tra­du­ce en la mú­si­ca que es­cu­cha, esa cum­bia irre­le­van­te que pu­lu­la por la ciu­dad.

78 ¿Mu­si­cal­men­te sos un fa­cho? No, só­lo me li­mi­to a de­cir que no po­dés pa­sar por la vi­da sin sa­ber un po­co de la his­to­ria de los Bea­tles, sin ha­ber es­cu­cha­do a los Ro­lling Sto­nes, a Zep­pe­lín, a Clap­ton.

79 ¿En sue­ños te ima­gi­nás to­can­do pa­ra 80 mil per­so­nas? Me gus­ta lle­nar lo chi­co. No sé si se da­rá o no, pe­ro no me preo­cu­po si va mu­cha o po­ca gen­te por­que es­to lo ha­go con el co­ra­zón.

80 Gar­del can­ta ca­da día me­jor, ¿vos? ¡Yo ca­da día peor! Lo mío es pu­ro sen­ti­mien­to, ja­ja.

81 ¿Có­mo son las grou­pies del Mo­no Bur­gos? Esa es una his­to­ria fa­lli­da. Las mi­nas bue­nas van to­das a ver a Ale­jan­dro Sanz. ¡A no­so­tros vie­ne a ver­nos ca­da bull­dog! Me de­bo es­tar equi­vo­can­do de la­do mu­si­cal. Ten­dré que ha­cer due­to con al­gún ma­ra­ca, con al­gún mix­to.

82 ¿En vein­te años te ves más cer­ca de un es­ce­na­rio o de un ban­co de su­plen­tes? No sé, pe­ro se­gu­ro que es­ta­ré di­vir­tién­do­me.

83 ¿Cuál es el peor cor­te de pe­lo que te hi­cis­te? Me hi­ce va­rios, pe­ro el peor fue uno que no lo vio na­die. Es­ta­ba en Fe­rro y me hi­ce ru­los. Cuan­do lle­gué al es­pe­jo, di­je: ¡Soy la Ro­sa! Me vi tan igual a mi vie­ja que me ra­pé a ce­ro.

84 ¿Fuis­te un ar­que­ro de ex­tre­mos? Creo que po­dría ha­ber si­do mu­cho me­jor. Me hu­bie­se gus­ta­do ser me­jor téc­ni­ca­men­te. Yo sa­bía que no lo era y por eso ata­ja­ba con cual­quier co­sa. No me im­por­ta­ba có­mo lo ha­cía si­no ha­cer­lo. Si hu­bie­se te­ni­do a al­guien que me en­tre­na­ra, habría si­do mu­cho más com­ple­to.

85 Mu­chos re­cuer­dan los go­les ton­tos que te hi­cie­ron, ¿fue­ron de­ma­sia­dos? El te­ma es que se ven más se­gún don­de es­tás. A Chi­la­vert le hi­cie­ron un gol igual al que él me hi­zo. Pe­ro fue en Za­ra­go­za y que­dó acá. Ojo, acá sí que se acuer­dan, ¿eh?

86 ¿Hu­bo al­gún mo­men­to de tu ca­rre­ra que te sen­tis­te in­ven­ci­ble? Siem­pre, has­ta que me ha­cían el gol, ja­ja. Qui­zás por eso arries­ga­ba mu­cho tam­bién. Pe­ro me fue bien así. Ga­né más ve­ces de las que per­dí.

87 ¿En el ran­king de ar­que­ros de tu tiem­po en qué lu­gar te po­nés? Gat­ti, Co­miz­zo y yo.

88 ¿Te po­nés en­ci­ma del Pa­to Fi­llol? Gat­ti, Co­miz­zo y yo.

Imagen Los Primeros tiempos de Selección, junto al Muñeco Gallardo y Eduardo Berizzo.
Los Primeros tiempos de Selección, junto al Muñeco Gallardo y Eduardo Berizzo.

89 ¿A qué de­lan­te­ro tu­vis­te de hi­jo? No me fi­ja­ba en eso, por­que si me hu­bie­se fi­ja­do ten­dría que ha­ber vis­to tam­bién lo con­tra­rio. Me pa­re­cía una ton­te­ría.

90 ¿A tus hi­jos les mos­trás vi­deos tu­yos? No, tal vez al­gu­na co­sa, pe­ro pa­ra ha­cer­los hin­chas de Ri­ver. Pe­ro ven los del Bar­sa, los del Atlé­ti­co de Ma­drid. No me re­sig­no. Tar­de o tem­pra­no los voy a me­ter.

91 ¿Sos de los que no les gus­ta­ría que fue­sen ju­ga­do­res de fút­bol? Yo no quie­ro que el va­rón sea ar­que­ro, pe­ro so­la­men­te por­que aga­rra las peo­res chi­cas. ¡Qué sea nue­ve!

92 ¿Qué te gus­ta­ría que di­je­ra tu epi­ta­fio? “Si ha lle­ga­do has­ta aquí, des­cor­che la bo­te­lla” ¡Ja­ja! Y lo voy a po­ner.

93 Al­gu­na vez di­jis­te que que­rías es­tu­diar pa­ra ac­tor. ¿Qué es­tás es­pe­ran­do? Yo no sé más que ha­cer con Al­mo­dó­var. Se es­tá per­dien­do un gran ac­tor. El otro día lo vi a Hi­gui­ta, que es­tá ha­cien­do te­le­no­ve­las, y le di­je: “Re­né, to­do bien, te tu­vis­te que ope­rar. A mí me lla­man só­lo pa­ra ha­cer pe­lí­cu­las de te­rror”. Ca­da vez que ju­gá­ba­mos en con­tra le pe­día que me hi­cie­ra el es­cor­pión en el ca­len­ta­mien­to.

94 ¿No agran­da­bas ri­va­les así? No, yo era así. Con­tra el Amé­ri­ca de Ca­li, allá, nos co­bra­ron un pe­nal. Yo esa no­che ha­bía so­ña­do con el pe­nal que ata­ja Gat­ti en la Co­pa Li­ber­ta­do­res. Fue­ron tres a pa­tear y se pe­lea­ban en­tre ellos. Me acer­qué y les di­je: “Mu­cha­chos, si no se po­nen de acuer­do lo pa­teo yo”. Se em­pe­za­ron a reír en­tre ellos y yo di­je: “Ya los ten­go”. Y lo ata­jé.

95 ¿Al­gu­na vez creís­te que no te to­ma­ban en se­rio por te­ner una ima­gen dis­tin­ta al uso co­mún? Esa era mi ven­ta­ja, por­que un ti­po que da es­ta ima­gen ¿có­mo ha­cía creer que lle­ga­ba una ho­ra an­tes al en­tre­na­mien­to? Pa­ra afue­ra soy una co­sa pe­ro pa­ra aden­tro soy muy es­que­má­ti­co.

96 ¿Te re­ti­ras­te de la ma­ne­ra que te hu­bie­se gus­ta­do? Sí, yo me re­ti­ré sa­tis­fe­cho. Yo nun­ca ne­ce­si­té el fro­te fi­nal.

97 Pe­ro no pu­dis­te ha­cer ese par­ti­do des­pe­di­da en Ri­ver que que­rías, con show mu­si­cal y fies­ta in­clui­dos. Me hu­bie­ra gus­ta­do, pe­ro yo sé que Ri­ver es mi ca­sa. Tam­po­co las si­tua­cio­nes es­tán pa­ra eso, no es épo­ca de fes­ti­vi­da­des. Pe­ro el te­lé­fo­no ahí es­tá, ¿eh? Si lla­man, atien­do, ¡ja­ja!

98 ¿Vas a ser téc­ni­co de Ri­ver? Cuan­do Ri­ver me ne­ce­si­te, yo voy a es­tar ahí. Yo sé que ten­go que pa­sar por ahí otra vez, aun­que me ten­gan que echar a los tres días.

99 ¿Pa­ra ser ar­que­ro hay que es­tar un po­co lo­co? No, hay que ser va­lien­te. Pe­ro la va­len­tía del ar­que­ro no es sa­lir a re­ven­tar­se la ca­be­za con­tra un pos­te. Es sa­ber con­vi­vir con el gol. El que no sa­be eso, un gol lo ex­ter­mi­na. Son co­mo he­ri­das.

100 El pe­rro de Agui­lar se lla­ma Bur­gos. ¿Qué es peor? ¿Qué te re­la­cio­nen con un pe­rro o que te re­la­cio­nen con Agui­lar? Peor un ga­ti­to, ¡ja­ja! Me en­can­ta que me re­la­cio­nen con un pe­rro. La ima­gen del pe­rro la ten­go muy adap­ta­da. Una de mis can­cio­nes di­ce “Soy un pe­rro vie­jo”.

 

Por Eduardo García Barassi

Fotos: Archivo El Gráfico.

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