Memoria emotiva

Federer-Sampras en Wimbledon: el partido que cambió el paradigma de una era

El suizo generó un cimbronazo histórico en los octavos de final de 2001: superó 7-6 (7), 5-7, 6-4, 6-7 (2) y 7-5 al siete veces campeón y, con los años, instaló el cambio de mando.

Por Pablo Amalfitano ·

01 de julio de 2022

HAY PARTIDOS que suelen marcar la historia y torcer el rumbo de los hechos en adelante. Choques que permanecen indelebles en el tiempo, sobre todo después de décadas, cuando la dimensión del acontecimiento se refleja con mayor nitidez.

Nada menos que 21 años atrás, en el inicio de la segunda semana de Wimbledon 2001, Roger Federer buscaba el gran golpe en Wimbledon. Venía de ganar sus primeros partidos en el cuadro principal ante Christophe Rochus y Xavier Malisse, ambos belgas, y frente al sueco Jonas Bjorkman. Estaba en octavos de final. Enfrente, gigante, aparecía su ídolo Pete Sampras, el hombre de los siete títulos en el All England, la leyenda que llevaba nada menos que 31 victorias y 4 conquistas consecutivas en el sitio más tradicional del mundo del tenis.

El suizo tenía 19 años y diez meses. Era el número 15 del mundo y apenas ostentaba una conquista de nivel ATP, en Milán, esa misma temporada. Como si fuera poco, nunca antes había jugado en la cancha central del All England. Por otro lado Sampras, que le llevaba diez años de edad y tenía 62 títulos más en el cicuito, acumulaba 56 victorias en los últimos 57 partidos jugados en Wimbledon. La hazaña, entonces, surgía imposible.

Para dimensionar todavía más el contexto hace falta relacionar los momentos. Cuando Sampras tenía 19 años ya había ganado ocho torneos del circuito grande; cuando ganó su primer Grand Slam, en el US Open 1990, el propio Federer tenía 9 años y ni siquiera podía imaginar lo que sería de su vida. Aquel 2 de julio de 2001, en definitiva, el dueño absoluto de Wimbledon se enfrentaba con quien fuera su sucesor, el recordman en potencia que incluso lo superaría. Era el traspaso de mando.

En un partido apretadísimo, de esos que irradian un aroma de contexto histórico, se repartieron el desarrollo de principio a fin. El ambiente quedaría grabado en la memoria colectiva. La gente que colmó el Court Central del torneo más prestigioso y antiguo del mundo no podía predecir el futuro, pero sí sabía que presenciaba un duelo que quedaría indeleble en los tiempos.

Con Federer en ventaja de dos sets a uno, Sampras forzó un quinto parcial de manera muy apretada (ganó el tie break del cuarto por 7-2) y el momento lo favorecía, sobre todo por la vasta experiencia que acumulaba en choques definidos en el último parcial. El instante de más suspenso se produjo cuando el suizo sacó 4-4 y 30-40: con toda la presión encima subió a la red para la segunda pelota y sacó a relucir la chapa del gran campeón en el que se convertiría años después.

En los instantes calientes, hacia el ocaso del partido, Federer se lució con todo su repertorio y hasta se dio el gusto de sentenciar el triunfo con un fabuloso tiro ganador paralelo en la devolución. De inmediato se desplomó sobre el césped sagrado, entre lágrimas: sabía que había destronado al rey.

 

Imagen Federer saluda a su ídolo Sampras tras eliminarlo de Wimbledon.
Federer saluda a su ídolo Sampras tras eliminarlo de Wimbledon.
 

Aquella victoria por 7-6 (7), 5-7, 6-4, 6-7 (2) y 7-5, concretada luego de tres horas y 45 minutos de dramatismo, significó para Federer, en ese tiempo, el gran golpe de su vida. El impacto, el sacudón, exhibía una mutación indefectible en la historia. El peso de aquel triunfo de ensueño le costó al suizo una dura derrota en la instancia siguiente ante el local Tim Henman. El cambio de guardia, sin embargo, ya estaba en marcha.

Campeón en siete ocasiones, Sampras no volvería a festejar nunca más en el All England. De hecho se retiraría ganador: en septiembre de 2002, después de ganar el Abierto de Estados Unidos, el 14º y último Grand Slam de su carrera, anunciaría el final de su trayectoria profesional.

En aquel partido, en cambio, Federer insinuaba apenas una pequeña porción de la leyenda que construiría con el paso del tiempo: ocho títulos en Wimbledon, por encima del estadounidense, y nada menos que 20 trofeos de Grand Slam, muy por encima de las cifras de Pistol Pete. El 2 de julio de 2001 habrá sido el traspaso del trono.