¡Habla memoria!

1940. Racing 6 - River 3. ¿Qué pasó?

Sorpresivo y contundente triunfo de la Academia sobre los poderosos Millonarios. Racing apabulló a su rival jugando con dos anchos de espada: “El Machetero” Benitez Cáceres y el “Zurdo” Enrique García.

Por Redacción EG ·

04 de marzo de 2020

Cuando, al regreso de Avellaneda, nos fuimos encontrando en el centro con amigos y camaradas enterados del resultado "ocurrido" en el match que sostuvieron "académicos" y "millonarios", nos fueron formulando todos la misma pregunta:

— ¿Qué pasó en Racing?

Había quienes, incapaces de creer que aquello hubiera podido suceder normalmente, iban lejos en las suposiciones:

 — ¿River jugó con diez hombres, o con nueve?

— ¿Se lastimó el arquero?

Y conforme la verdad se iba conociendo por nuestras informaciones, aumentaba el asombro. Al mundillo futbolístico le costaba mucho creer que Racing, el presunto vencido, le hubiera hecho seis goles a River, el presunto vencedor, y que cinco de esos seis hubieran sido señalados en el primer tiempo, ¡y que a los diez minutos estuvieran ya tres a cero!

 Si todas las cosas tuvieran una explicación tan fácil como este triunfo inusitado de la gloriosa casaca albiceleste, ser cronista constituiría un deleite.

 

Imagen RACING. De izquierda a derecha, de pie: Díaz, Salomón, Santizo, Scarcella, Moreira y Cuello. — Agachados: Devizia, Godoy, Benítez Cáceres, García y Fandiño.
RACING. De izquierda a derecha, de pie: Díaz, Salomón, Santizo, Scarcella, Moreira y Cuello. — Agachados: Devizia, Godoy, Benítez Cáceres, García y Fandiño.
 

 

Imagen De izquierda a derecha, de pie: Santamaría, Vaghi, Rodríguez, Blanco, Minella y Ramos. — Agachados: Moreno, D'Alessandro, Labruna, Pedernera y Peucelle.
De izquierda a derecha, de pie: Santamaría, Vaghi, Rodríguez, Blanco, Minella y Ramos. — Agachados: Moreno, D'Alessandro, Labruna, Pedernera y Peucelle.
 

 

TRES AVANCES, TRES GOLES

En toda competencia deportiva la suerte juega un papel decisivo. No voy a decir que Racing ganó por exclusiva ayuda de la suerte. ¡No! Ganó con juego. La suerte le dio una mano en el comienzo. A todos nos sucede: hay días gratos, felices, en los que cualquier asunto sale bien. Son esos días en que salimos a la calle pisando con el pie derecho. El primer éxito nos anima para acometer las empresas que han de completar la jornada. Racing entró a la cancha con un pronóstico más bien desfavorable y, para más responsabilidad, con los comentarios del conocido lío que había ocurrido durante la semana en una sesión de entrenamiento. Pero fue empezar el match, bailar a Minella entre Godoy y Fandiño, hacer un quite el negrito Moreira, cortarse Benítez y... gol de Racing. Al ratito nomás, otro paseíto a Minella, otra cortada al paraguayo, un pase al Chueco y... gol de Racing. Se consultaron los relojes: ¡cinco minutos! River intentó algo. Probó por la derecha y cortó el ataque Scarcella. Probó por la izquierda y apareció Salomón. A los diez minutos, otra jugada del "fenómeno" y... gol de Devizia.

 

Imagen Primer gol, a los tres minutos. Godoy apoyó a Devizia y éste a Fandiño, quien la cortó a Benítez Cáceres, que estaba casi junto a García. El shot del "machetero" pegó en la pierna de Vaghi y entró.
Primer gol, a los tres minutos. Godoy apoyó a Devizia y éste a Fandiño, quien la cortó a Benítez Cáceres, que estaba casi junto a García. El shot del "machetero" pegó en la pierna de Vaghi y entró.
 

 

Imagen Segundo gol de Racing, a los cinco minutos. Primero fue el pase de Godoy a Benítez; Vaghi podía quitársela y el paraguayo la cedió a Enrique García, quien rápidamente tiró bajo y junte al poste, restando toda chance al arquero pese a su esfuerzo.
Segundo gol de Racing, a los cinco minutos. Primero fue el pase de Godoy a Benítez; Vaghi podía quitársela y el paraguayo la cedió a Enrique García, quien rápidamente tiró bajo y junte al poste, restando toda chance al arquero pese a su esfuerzo.
 

 

Imagen Tercer gol de Racing, a los 10 minutos. También Godoy encabezó el avance, con un pase a Fandiño, el que puso en juego al Chueco. Realizó éste un tiro bajo hacia el centro. Devizia estaba allí e hizo el gol.
Tercer gol de Racing, a los 10 minutos. También Godoy encabezó el avance, con un pase a Fandiño, el que puso en juego al Chueco. Realizó éste un tiro bajo hacia el centro. Devizia estaba allí e hizo el gol.
 

¿Cómo se explica eso? Racing estaba jugando como hacía mucho, ¡pero mucho!, que no lo hacía. Firme, impresionante la zaga; ágil y serena la línea media; impecables los insiders en el juego de media cancha y en el reparto de la pelota; afilado como en sus mejores tiempos de Boca el "machetero"; el Chueco... en el Chueco es ya una costumbre ser extraordinario. Un defecto de familia, como dice él.  Y Devizia, modestamente, acompañaba...

Todo Racing jugaba mucho. Pero, además, casi todo River jugaba poco. Si los ataques de los locales, prosperaban con tanta facilidad era porque no encontraban en los halves rivales la resistencia necesaria, especialmente en el centre half. Los ágiles de Racing avanzaron siempre por el medio y cuando entraron en acción los punteros el juego estaba ya dentro del área.

Ahí, en los últimos metros, la inteligente colocación de los hombres y la exactitud de los pases se vio ayudada, para obtener éxito, por la notoria ineficacia de una zaga muy pobre en el quite y muy escasa en energía.

Otros dos goles más se produjeron en ese primer período. Una verdadera catástrofe. La víctima era el guardavalla, Antonio Rodríguez. Víctima, sí, porque él no jugó como para que le hicieran media docena de goles. Es que lo "fusilaron" siempre desde cinco metros.

 

Imagen Cuarto gol de Racing, a los 42 minutos. Godoy apoyó a Fandiño y este, con notable visión, cortó la pelota entre los backs. Benítez Cáceres, bien ubicado y atento a la jugada, la rubricó con éxito. En River Plate fallaron los backs y el centre half.
Cuarto gol de Racing, a los 42 minutos. Godoy apoyó a Fandiño y este, con notable visión, cortó la pelota entre los backs. Benítez Cáceres, bien ubicado y atento a la jugada, la rubricó con éxito. En River Plate fallaron los backs y el centre half.
 

 

Imagen Quinto gol de Racing, a los 44 minutos. Fue otro gran trabajo del Chueco, que eludió a Vaghi y Ramos para poner la pelota a los pies de Benítez Cáceres, quien fusiló a Rodríguez. A los de Racing les salían todas…
Quinto gol de Racing, a los 44 minutos. Fue otro gran trabajo del Chueco, que eludió a Vaghi y Ramos para poner la pelota a los pies de Benítez Cáceres, quien fusiló a Rodríguez. A los de Racing les salían todas…
 

El score de cinco a cero no era exagerado. ¡Si los forwards de River no habían podido emplear a Cuello! Falta ahora la explicación de los tres goles que anotó el team visitante en la segunda etapa. En condiciones normales, digamos, en un partido de trámite lógico entre Racing y River Plate, tres goles bastan para ganar. ¿Cómo consiguió hacerlos River Plate cuando había dado pruebas de una inferioridad decepcionante? Los hizo, sencillamente, porque ya tenía seis en contra. Racing no necesitaba afirmar el triunfo en esa etapa, no obstante lo cual otra jugada del Chueco, de las que sólo puede hacer el Chueco, dio nueva oportunidad a Benítez para sacudir las redes. Parecía de yapa ese gol.

 

Imagen El "machetero" y el Chueco, las dos figuras más populares y también las más eficaces del quinteto de Racing. Benítez Cáceres fue la oportunidad personificada y Enrique García la habilidad magistral. Cabe reconocer que también jugaron mucho los insiders.
El "machetero" y el Chueco, las dos figuras más populares y también las más eficaces del quinteto de Racing. Benítez Cáceres fue la oportunidad personificada y Enrique García la habilidad magistral. Cabe reconocer que también jugaron mucho los insiders.
 

Llovía con tanta rabia como si el cielo, a pesar de su color celeste, fuera hincha "millonario". ¿Para qué mojarse por algo que ya había perdido el carácter, la forma y el color? La gente se fue retirando. A Racing no le interesó aumentar la ventaja. Replegado, cedió la iniciativa al adversario. Quien hubiera llegado a la cancha en esos momentos, habría supuesto que el de los seis goles a favor era River. Sin embargo, recién al cumplirse la media hora pudo Pedernera batir a Cuello. Pero todavía hubo tiempo para que D'Alessandro tirara con éxito al arco de Racing; excesivamente elegante, Cuello llegó tarde por no perder la línea; y, por fin, un tiro libre de Pedernera hizo lo que para muchos parecía imposible: que los riverplatenses señalaran tres goles. Sobran dos, posiblemente, pero de todos modos sirven las cifras para demostrar que, a pesar del triunfo holgado, hubo una desproporción entre el rendimiento de los delanteros locales y la defensa. El esfuerzo brillante de los ágiles en el primer período merecía de parte de sus compañeros un mayor empeño en conservar la ventaja. La despreocupación de la defensa de Racing rebajó en los últimos momentos el tamaño de una victoria que habría podido ser enteramente sensacional y que, por culpa de esa comodidad, se tradujo en un resultado que no conforma por completo. Es más: echó a perder, en el epílogo, una obra perfectamente lograda.

En compensación, es justo destacar el espíritu de lucha que evidenciaron los "millonarios". Habrán sido inferiores en el juego, por esta vez al menos, pero no se notó en el equipo desmoralización. Y luego, cuando el adversario aflojó por comodidad, los ágiles riverplatenses aprovecharon bien la ocasión.

 

Imagen Defendió su arco brillantemente. SI cayó seis veces, no fue por culpa suya. Como premio, lo lesionaron... Aquí vemos a los masajistas de River atendiendo al arquero Rodríguez, que se tiró a los pies de Fandiño.
Defendió su arco brillantemente. SI cayó seis veces, no fue por culpa suya. Como premio, lo lesionaron... Aquí vemos a los masajistas de River atendiendo al arquero Rodríguez, que se tiró a los pies de Fandiño.
 

 Dejo ahora el análisis para cantar con voz de hincha auténtico, de sincero admirador del fútbol, la actuación magnífica desarrollada por la delantera de Racing en el primer período, en el único período en que hubo una atracción. Los cinco hombres de ese ataque brindaron un espectáculo de calidad tan depurada que con cada maniobra atrajeron el aplauso. No hubo solamente una eficacia soberbia, sino también vistosidad, elegancia, habilidad individual, maniobras armoniosas. Vimos el domingo en Avellaneda una de "aquellas" líneas que parecían ya definitivamente encerradas en la bruma del recuerdo. Y quiso la providencia que surgiera así, en medio de la bruma de una tarde lluviosa, cómo si regresara del pasado para renovar viejas sensaciones.

 

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