¡Habla memoria!

1995. El nuevo Gimnasia del viejo Timoteo

Griguol sabe lo que es el contagio, la ilusión de un proyecto, el cual tuvo en Gimnasia. Diez mil almas triperas colmaron la popular visitante del Monumental. Sin dudas que Timoteo marcó una época en el Lobo.

Por Redacción EG ·

16 de octubre de 2019

Gustavo Barros Schelotto lanzaba llamas desde la mirada firme y segura en la trastienda del vestuario tripero en el Monumental de Núñez. El manija del nuevo Gimnasia hablaba pausado pero seguro, duro sin ser desafiante, casi una radiografía de su equipo, ese que conmueve a La Plata y convocó a cerca de 10.000 personas rugientes en la popular de Figueroa Alcorta.

El Mellizo no perdonó un solo micrófono, lanzando un mensaje inequívoco: "El Lobo va en serio, ¡cuidado con nosotros!" Durante toda la tarde, mantuvo un duelo personal contra medio River Plate, personificado fundamentalmente en Francescoli, Berti y Almeyda. A la hora de hablar, como el planteo inicial de su equipo, tampoco se quedó atrás:

"Lo que pasa es que los jugadores de River creían que nosotros íbamos a venir resignados a perder 5-0 y a que nos bailaran.

Ellos no están acostumbrados a que un cuadro chico venga a jugarles con muchachos que tiran caños y van para adelante, sin ningún tipo de complejos. Por eso, se enojaron tanto conmigo y hasta llegaron a romperme la camiseta. Francescoli me entró muy fuerte y yo se lo recriminé. Ahí se acercó Almeyda a pedirme que lo respetara, y le contesté que lo respetaba como hombre pero no como jugador, porque en la cancha somos todos iguales. Después, Francescoli se me vino encima y me dijo por lo bajo que él tenía 2.000.000 de dólares en el banco y yo no... Bueno, que lo aproveche. Los jugadores de River pegan mucho porque están nerviosos, ya le hicieron lo mismo la semana pasada a Vitamina Sánchez. Yo estoy tranquilo. Desde que Carlos Timoteo Griguol es el técnico, Gimnasia sale a ganar en todas partes..."

Imagen Carlos Timoteo Griguol tuvo su primer ciclo como DT del Lobo entre 1994 y 1999, luego tuvo dos más.
Carlos Timoteo Griguol tuvo su primer ciclo como DT del Lobo entre 1994 y 1999, luego tuvo dos más.

En medio de la descarga emocional, acertó a pasar a su lado el Viejo Timoteo, quien salía de las duchas, después de darse el inveterado baño posterior a cada partido. Tapándose con su toallón, el Maestro cordobés ladeó una sonrisa a la distancia hacia uno de sus futbolistas preferidos. Aunque él no hace diferencias, ni se atribuye los méritos que distribuye generosamente entre su gente.

Que le responde ciegamente y se inspira en cada una de sus enseñanzas para plantarse como uno de los tapados del Clausura '95. Como lo reconoce el Chaucha Bianco, bastión del mediocampo tripero para manejar los movimientos de la presión ordenada desde el pizarrón de Estancia Chica.

"Trabajando con Griguol, uno entiende por qué lo llaman Maestro. Sabe transmitir de una manera muy simple, con conceptos claros y motiva como pocos. Es lindo conversar con él, porque marca con exactitud todos los errores. Aunque, si tiene que meter un chiste, lo hace sin problemas. Inculca siempre el juego limpio, pero persuadiendo. Y permanentemente se ocupa de los chicos, sobre todo de los volantes y los delanteros, ejerciendo una verdadera docencia".

Uno de esos pibes por los que se jugó -pidiéndole al presidente Héctor Delmar que, si no traía figuras, era mejor que no comprara a nadie para no taponar a las promesas-, lo hizo saltar del banco como un resorte, cuando iban cuatro minutos del segundo tiempo.

Se llama Federico Carlos Lagorio, tiene 19 años, nació en San Nicolás y surgió del fértil semillero de Renato Cesarini de Rosario. Cuando algunos dirigentes pensaban en Wálter Gustavo Silvani o en el retorno del uruguayo Hugo Romeo Guerra, Timoteo los paró: "Tranquilos, que la solución está en casa. Tengo mucha confianza en este pibe, nos va a dar muchas satisfacciones..."

Imagen La chilena que tiró Guillermo Sanguinetti, no terminó en gol, pero se fue muy cerca.
La chilena que tiró Guillermo Sanguinetti, no terminó en gol, pero se fue muy cerca.

Y se la dio en el inicio del segundo tiempo, pateando al arco desde una posición cerrada, y clavando la pelota en la red de Sodero, ayudado por un toque en el paraguayo Celso Rafael Ayala. Rugió el Lobo en la tarde de Núñez, poniendo un toque de justicia en ese momento del partido, porque había sido ordenado y disciplinado en lo táctico, pero también había mostrado la audacia y la irreverencia de la que hablaba Gustavo Barros Schelotto.

Hasta ese minuto fue mejor que River y en su cancha. No es poca cosa, para un proyecto diseñado desde la humildad.

Pocos saben que Timoteo puso la mano en el bolsillo y compró un tractorcito al que se sube periódicamente para cortar el césped de las canchas de entrenamiento de Estancia Chica, en Abasto, el lugar ideal para inculcar los conceptos y concentrar al plantel en la víspera de los partidos.

El instante perfecto para las charlas de convencimiento con sus pupilos, con dedicación artesanal. Por eso, cuando pasó al lado de Gustavo Barros Schelotto, lo miró con cara de "no te bandiés, Melli..." Porque una de sus primeras luchas fue serenar los ánimos levantiscos de Guillermo y Gustavo, el dúo más mentado del Bosque de La Plata.

Las opiniones sobre el conductor son coincidentes. Hugo Barros Schelotto, el padre de los mellizos, quien fuera médico del plantel y presidente interino de Gimnasia, lo define con pocas palabras: "Mis hijos van a entrenar con una alegría tremenda. Saben que su técnico los banca a muerte. Cómo será la relación que, cuando PassareIla le dio unas horas libres a Guillermo, fue a la concentración a saludar y se quedó charlando una hora con don Griguol".

Javier Valdecantos, el preparador físico con el que ya hiciera dupla en Ferro, encara el tema desde un punto de vista generacional: "Trabajar con Griguol es lo máximo. La diferencia de edad que nos separa no significa nada, porque Griguol tiene un espíritu muy joven".

Imagen El gol del empate de River, un centro de Berti que sorprendió a Enzo Noce. Francescoli y Almeyda festejan.
El gol del empate de River, un centro de Berti que sorprendió a Enzo Noce. Francescoli y Almeyda festejan.

Los mismos que se juntaron en el desahogo final y festejaron estos cuatro puntos sobre seis que auguran una buena campaña. El tripero tipo no habla de campeonato, aunque lo sueña, como lo hizo siempre desde que se inició el profesionalismo. Claro que el Maestro tiene los pies bien sobre la tierra, y fue a palmear cabecitas y a llamarlos de nuevo a la realidad: "Chicos, basta de darse abrazos que tenemos que hacer los ejercicios de desintoxicación. Profesor Valdecantos: haga laburar a los muchachos que todavía no ganamos nada..."

Y allí se quedaron los Griguol boys, trabajando físicamente durante veinte minutos sobre la misma cancha a la que habían regado con su esfuerzo un rato antes. Tiene razón el Viejo Timoteo: sus chicos todavía no ganaron todo. Pero de su mano están en el mejor camino para salir de perdedores...

 

 

Por ALFREDO ALEGRE y HECTOR COLLIVADINO (1995).

Fotos: EDUARDO FORTE, GERARDO HOROVITZ, HECTOR VILLALBA y ANTONIO LEGARRETA.