¡Habla memoria!

Los 12 personajes de 2009

Martín Palermo, Messi, Aymar y Scola son algunos de los nombres que hace exactamente una década brillaron en sus disciplinas. Algunos aún hoy siguen más vigentes que nunca. Un repaso por los mejores del 2009.

Por Redacción EG ·

05 de septiembre de 2019

Juan Martín Del Potro

A diferencia de otros tenistas argentinos, su sueño era ganar el US Open. Y lo consiguió tras superar a su ídolo Federer en la final. Los entendidos le auguran futuro de tope en el ranking mundial.

Imagen La copa soñada, en pleno estadio Arture Ashe, donde fue local, a pesar de los éxitos logrados por Federer.
La copa soñada, en pleno estadio Arture Ashe, donde fue local, a pesar de los éxitos logrados por Federer.

Es un llorón. No porque no tolere perder sino porque se emociona con extrema facilidad. El gigante de 198 centímetros tiene la lágrima fácil, como el gatillo de esa escopeta (drive) que despierta el “uuuuuuhhhhhh” admirativo del público al que conquistó con su carisma. Si hasta fue local en Nueva York, donde Mister Grand Slam (Roger Federer) acumulaba cinco consagraciones consecutivas. La recepción que le preparó Tandil, con 30 mil personas de todas las edades y condiciones sociales volcadas en una interminable caravana en autobomba por la ciudad, ya se incorporó al libro de las postales más conmovedoras del deporte argentino. No sólo saludaban al tenista que capturó la hazaña; homenajeaban al pibe sencillo que jamás se la creyó, al chico que nunca dejó de sentirse uno más de ellos. Aquella tarde nublada del 17 de septiembre, Juan Martín Del Potro seguramente se secó por dentro, se quedó sin lágrimas en el tanque. ¿Conservará, todavía, en algún rincón de su corazón, margen para el asombro?

El 2009 de Delpo confirmó el fantástico 2008 que había marcado su explosión (ganó sus primeros 4 torneos de ATP), y lo proyectó a la lucha por el cetro mundial, halago que hasta aquí ha sido vedado al tenis argentino: Vilas fue 2°, Sabatini y Coria 3°, Clerc 4° y Gaudio 5°. El prestigioso diario El País, de España, lo incluyó entre los 100 personajes más importantes del año, justamente por su proyección como hipotético N° 1. Este año, Juan Martín no sólo sumó 3 torneos más a su CV, sino que se sacó una mochila pesada y venció por primera vez a Federer, Nadal y Murray (sólo le queda Djokovic). Nadie antes había despachado a Nadal y Federer en un torneo de Grand Slam. Hasta Delpo. Al primero lo aplastó cediendo apenas 6 games. Con el suizo debió levantar dos desventajas de set para confirmar que la personalidad es uno de sus dones. Era su primera final de GS. Y la ganó. Su récord en finales (7 ganadas, 3 perdidas) redondean el concepto: en situaciones extremas, no arruga.

Tiene todo por delante. Federer conquistó su primer GS a los 22 años; Delpo lo hizo con 20. No es normal para un tenista que el 7° torneo ganado sea uno de GS. Un dato elocuente sirve para imaginar el futuro: desde 1978, todo campeón del US Open fue N° 1 del mundo. Delpo va en esa senda rompiendo todas las marcas de precocidad: en 2005 fue el más joven top 200, en 2006 el más joven top 100, en 2007 el más chico top 50, en 2008 el más joven top 20 y en 2009 lo mismo. Se subió al Empire States con la Copa, habló en inglés en la TV americana, fue entrevistado por Mc Enroe y su rostro, gigante, decoró el local de Nike en Quinta Avenida. Para 2010 prepara su primer asalto a la cima.

 

Mérito

Ganó el US Open, uno de los 4 torneos de Grand Slam, igualando a Vilas, el otro sudamericano que lo conquistó en la historia. Con 20 años fue el 5° más joven en obtenerlo. En 2009 venció por primera vez a Nadal (por triplicado) y a Federer, 2 veces. Pasó de 9° a 5° en el ranking y fue recibido como un héroe.

 

Por Diego Borinsky / Foto: AFP

 

 

Lionel Messi

Sus deseos fueron órdenes

Toque de distinción de un Barcelona memorable, sembró magia y cosechó algo muy difícil en el fútbol actual: unanimidad en el elogio. El planeta, rendido a sus pies.

Imagen Messi con la medalla dorada y la copa del Mundial de Clubes, en Abu Dhabi. Broche para un año soñado.
Messi con la medalla dorada y la copa del Mundial de Clubes, en Abu Dhabi. Broche para un año soñado.

Se acabaron las discusiones y las conjeturas. Por efectividad y belleza, por capacidad individual y por incidencia en el funcionamiento colectivo, por resultados y por títulos, el fútbol de 2009 dio su veredicto inapelable: Lionel Messi es el mejor jugador del mundo. El rosarino cerró una temporada perfecta con el Barcelona, al obtener los seis títulos que disputó: la Liga Española, la Copa del Rey, la Champions League (definida con un gol suyo ante el Manchester United), la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el reciente Mundial de Clubes, rubricado con otro gol suyo, de pecho, en el alargue ante Estudiantes.

En esa parábola triunfal, que motivó a los medios españoles para definir al Barcelona como “el mejor equipo de la historia”, Messi señaló 42 goles, cifra que habla por sí misma de su mortífera capacidad de definición. Gritó 23 en 31 partidos de la Liga, 9 en los 12 de la Champions (fue el goleador del torneo), 6 en 7 encuentros de la Copa del Rey, 2 en la Supercopa de España y 2 en la cita de Abu Dhabi.

“Con los años –dice Lio- nos vamos a dar cuenta de la importancia que tiene todo lo que conseguimos con el Barca. Ahora tuvimos poco tiempo para disfrutar porque fue una cosa atrás de la otra, casi sin tiempo para festejar. Personalmente, no me puedo quejar, cumplí con todos los sueños que tenía para el 2009”.  

Ante semejante demostración de eficacia, que no fue otra cosa que la consecuencia de la belleza técnica con que interpreta y ejecuta el juego, Messi se ganó el elogio unánime del ambiente futbolístico, traducido en los premios que cosechó en el último tramo del año: el Balón de Oro que otorga anualmente la revista France Football, el Balón de Oro al jugador más valioso del Mundial de Clubes y el ansiado FIFA World Player, que le fue entregado en lunes 21 de diciembre en la gala de Zurich.

Para que el año fuera completo, Messi aportó su cuota para que Argentina asegurara la clasificación para Sudáfrica 2010, el siguiente gran objetivo que asoma en su horizonte. A los 22 años, Lio exhibe una cosecha impactante: 11 títulos con el Barcelona y 2 con la celeste y blanca (el Mundial Sub 20 de Holanda 05 y la medalla dorada en los Juegos de Beijing 08). Con la experiencia de Alemania 06 en la mochila, es fácil adivinar cuál fue uno de sus deseos al brindar por el Año Nuevo: ser la figura clave para que Argentina levante la Copa del Mundo luego de 24 años.

 

Mérito

Mezcló belleza con eficacia para consagrarse como el mejor futbolista del mundo. Cerró un ciclo dorado con el Barcelona, al obtener los seis títulos que disputó. Fue el goleador de la Champions. Aportó lo suyo para la clasificación Argentina para Sudáfrica 2010. Recibió el Balón de Oro y el FIFA World Player.

 

Por Elias Perugino / Foto: AFP

 

 

Angel Cabrera

El cordobés más elegante

El saco verde que recibe el campeón del Masters de Augusta es uno de los símbolos más reconocidos del deporte mundial. El Pato tiene el suyo y, cada tanto, se lo pone para seguir recordando un triunfo histórico.

Imagen El Pato, el saco y el pulgar arriba. Cabrera ganó el Masters de Augusta en uno de los grandes impactos de 2009.
El Pato, el saco y el pulgar arriba. Cabrera ganó el Masters de Augusta en uno de los grandes impactos de 2009.

Una de las primeras historias que escuchan los golfistas que empiezan a hacerse un camino en el deporte es la del error de Roberto De Vicenzo en el Masters de 1968. Aquella vez, el Maestro firmó su tarjeta sin revisarla y, por un score mal anotado, se quedó sin la chance de disputar el desempate de ese torneo. Cuarenta y un años más tarde, todos los fantasmas de esa maldita tarjeta sobrevolaron Augusta National, el hiperconservador club de golf del estado de Georgia, en el sur de los Estados Unidos. Claro que, de tanto haber escuchado el cuento, a Angel Cabrera no le iba a pasar lo mismo que al prócer del golf argentino.

El de Villa Allende, que se mantuvo en los primeros puestos del torneo desde el comienzo, se aseguró un lugar en el desempate al compartir la cima, al cabo de 72 hoyos, junto a Kenny Perry y Chad Campbell.

En la definición a muerte súbita que jugaron para determinar quién se quedaría con el cheque por 1.350.000 dólares reservado para el maestro que se impone entre una banda de maestros, el Pato sacó a relucir su magia. Y terminó llevándose además una ovación inolvidable por un par de toques que están reservados para elegidos.

Temperamento, fortaleza mental y talento fueron las armas elegidas por Cabrera. En el primer hoyo del desempate, después de una salida muy desviada y de ver cómo su pelota aterrizaba en medio de un bosque, descubrió una "ventanita" mínima para volver a poner la bola en juego. Pegó uno de esos golpes que tendrá que contar mil veces y, de esa manera, se mantuvo en la pelea. A esa altura, para el segundo hoyo del playoff quedaban sólo dos y Cabrera fue el mejor en esa instancia. Aplomado, sereno, firme, cerró el torneo con la categoría de un gran campeón.

Un rato más tarde, después de haber recibido el tradicional saco verde, se animó a avisar que quiere ganar tres majors más antes de retirarse. En 2007 se había coronado en el Abierto de los Estados Unidos, lo que significó un salto en su status golfístico. El triunfo en el Masters lo ubicó más arriba aún en la consideración del público, de los sponsors y de sus rivales.

El Pato (cumplió 40 años el 12 de septiembre) es uno de esos talentosos naturales que suelen descreer de los consejos que pretenden empujarlos a hacer una vida profesional diferente. Aunque, como él mismo reconoció, en la semana del Masters siguió indicaciones precisas que lo llevaron a meterse un poco más adentro en los libros de historia l

 

Mérito

Ganó el Masters de Augusta en una definición apasionante. Después de igualar el primer puesto con los estadounidenses Kenny Perry y Chad Campbell, los superó en un emotivo desempate, para obtener su segundo torneo major. Cerró el año en el puesto 25 del ranking mundial.

 

Por Juan Manuel Durruty / Foto: AFP

 

 

José María López

Estudioso y responsable, este cordobés de perfil bajo se coronó en dos de las tres categorías más importantes del automovilismo argentino y a pura muñeca sacó pasaporte para ingresar en la F-1.

Imagen Estirpe de campeón. Pechito fue construyendo todo sobre la base de la inteligencia y el esfuerzo.
Estirpe de campeón. Pechito fue construyendo todo sobre la base de la inteligencia y el esfuerzo.

Mitad en broma, mitad en serio, sus adversarios en las tres categorías más importantes del automovilismo argentino esbozaron una sonrisa pícara al decir: “Sí, sí…, que se vaya a la Fórmula Uno”. Y el por qué de esa afirmación, que cuenta con una cierta de dosis de aliento y también de alivio, tiene que ver con que Pechito López en el 2009 acaparó elogios en pista y marcó su sello fuera de ella.

Al volante demostró ser poseedor de un talento como pocos, con una sensibilidad y repentización admirables, gran amor propio y una mentalidad hiper ganadora. En algunos diálogos con El Gráfico, confió que la carrera para él empieza en los entrenamientos, sigue en las clasificaciones y concluye en las finales. Cada parte tiene su valor y en conjunto contribuyen a lograr el objetivo, como cuando se esmera en la preparación física y mental, realizando ejercicios de concentración inexistentes por estas latitudes.

Su formación europea, que inició en plena adolescencia (16 años), con la intención bien clara de aprender y crecer como piloto, lo moldeó de tal manera que al regresar a la Argentina en el 2008 (al frustrarse su salto a la F1), él continuó con el mismo ímpetu de siempre y se sumó al ruedo criollo con un llamativo comportamiento, asimilado en sus casi ocho años de experiencia internacional, sobre todo en el período que integró el Programa de Desarrollo de Jóvenes Pilotos de la escudería Renault.

Tal vez como consecuencia de ésta última consideración, su inserción en la Argentina, en especial frente a sus colegas, no fue sencilla, aunque de inmediato el mundo motor advirtió que se estaba en presencia de un corredor de enorme potencial.

En 2009 afrontó las tres categorías en las que participó con el claro objetivo de consagrarse campeón, algo inédito para un mismo piloto en nuestro país. Se convirtió en el indiscutido poleman, se adueñó de los récords de vuelta y se impuso con autoridad en circuitos de diferentes características. Le devolvió la sonrisa a los seguidores de Torino en el Turismo de Carretera, su Honda New Civic resultó implacable en el TC2000 y su reconocida capacidad también pudo ser apreciada al comando del Mondeo TRV6 en el Top Race.

Ojalá el automovilismo argentino haya capitalizado lo que Pechito López mostró con su espíritu encendido y una condición profesional al ciento por ciento a la hora de alistarse. A los 26 años todavía está a tiempo de ir por mucho más y si se le abre la oportunidad que tanto buscó, bien merecida la tiene l

 

Mérito

Bicampeón de TC2000 (2008-2009), con 4 victorias y 9 poles en su última consagración. Campeón de Top Race en su primera temporada, con 4 triunfos y 7 poles. Y en TC, donde logró 2 triunfos y sumó 7 poles, una traicionera mancha de aceite lo marginó del título en la última fecha.

 

Por Walter Napoli.

 

 

Juan Sebastián Verón

Talento y sabiduría.

Ser influyente dentro y fuera de la cancha es una virtud para pocos. A la Brujita le calzó a medida ese traje dual y los beneficios fueron cosechados por Estudiantes y la Selección. Sin dudas, un elegido.

Imagen Un momento inolvidable. De la mano de Verón, la Libertadores volvió a las vitrinas de Estudiantes.
Un momento inolvidable. De la mano de Verón, la Libertadores volvió a las vitrinas de Estudiantes.

Cuando el apellido de un jugador se transforma en sinónimo de un club, está todo dicho. Verón es Estudiantes. Lo fue desde que papá Juan Ramón se erigió en prócer eterno del club, antes de que él supiera lo que es nacer. Y lo es desde que Juan Sebastián, la Brujita, enarboló la bandera del sentimiento Pincha y lo cultivó mejor que nadie. Ya diplomado de crack internacional, regresó al club sin más ambición que la gloria. Y entre 2006 y 2009, a su influjo insoslayable, Estudiantes regresó a los planos de protagonismo mundial que había transitado a fines de los sesenta y a principios de los setenta. El fútbol de Verón, pero también la palabra de Verón y el ejemplo de Verón, marcaron la pauta de todo el Mundo Estudiantes: jugadores, técnicos, dirigentes e hinchas. Desde su prédica y desde su juego reverdeció una mística que parecía adormecida. Y entonces llegó el título heroico del Apertura 06, la final de la Sudamericana 08 y el grandioso nivel de 2009, que vio a Verón levantando la Copa Libertadores en el Mineirao de Belo Horizonte, pasaporte directo para llegar a la final del Mundial de Clubes ante el Barcelona, en Abu Dhabi, donde el primer escalón de la gloria se escapó a 2 minutos del final. “Tengo la experiencia de los 34 años y las mismas ganas de los 20”, sintetizó sobre el cierre de una temporada que también lo erigió como un referente de peso en la Selección, donde supo ser eje para encarrilar la difícil clasificación para el Mundial 2010.

Jugar adentro y afuera de la cancha ha sido una gran virtud de la Brujita. Cuando las papas quemaban y Sudáfrica parecía un destino muy lejano, Verón tuvo un gesto impagable. Viendo que Messi estaba jaqueado por las críticas, se lo llevó a su casa de La Plata y le habló largo y profundo. Le preguntó qué le sucedía, le transmitió su experiencia, le ofreció su hombro para empujar el carro, para que Lio se sintiera mejor y pudiera explotar en su real dimensión. Vaya paradoja: Messi terminó amargando a Verón en el Mundial de Clubes. Pero aquella charla promovida por la Brujita tenía un objetivo en celeste y blanco. El mismo objetivo que lo llevo a iniciar una autocrítica en pleno césped del Centenario, segundos después de la clasificación: “Todos tenemos que revisar lo que hicimos si queremos ganar el Mundial, desde Grondona hasta el último jugador”. Y hasta Maradona, tan reacio a aceptar ese tipo de evaluaciones, comprendió que el diagnóstico de Verón era certero y lo invitó a charlar para formatear el futuro. Como en Estudiantes, la Brujita será un referente para el Mundial 2010. Mejor noticia, imposible.

 

Mérito

Figura determinante para que Estudiantes ganara la cuarta Libertadores de su historia y llegara hasta la final del Mundial de Clubes. Referente y símbolo del club, contribuyó para revalorizar la mística Pincha y reinsertarla en los primeros planos. Además, cumplió un rol protagónico en la Selección.

 

Por Elias Perugino / Foto: Placar

 

 

Luciana Aymar

Figurita repetida

La rosarina sigue siendo la gran estrella mundial de su deporte. Recibió por sexta vez –tercera consecutiva– el premio que entrega la Federación Internacional de Hóckey a la mejor jugadora del planeta.

Imagen Desde el año pasado, Aymar es la capitana del equipo y fue la encargada de levantar el Champions Trophy.
Desde el año pasado, Aymar es la capitana del equipo y fue la encargada de levantar el Champions Trophy.

Es curioso: siendo tan imprevisible dentro de la cancha como para enredarles las piernas a todas las rivales al mismo tiempo con su habilidad indescifrable, es totalmente previsible en cada diciembre. Cuando llega el momento de que la Federación Internacional de Hóckey anuncie el nombre de la mejor jugadora del mundo, Luciana Aymar es una fija. Y el año pasado no fue la excepción: la rosarina recibió el reconocimiento por sexta vez (2001, 2004, 2005, 2007, 2008 y 2009), un récord impresionante.

En la lista de candidatas a obtener el galardón de la última temporada, Aymar compitió contra la holandesa Naomi Van As (quien compartió el premio con la argentina por haber igualado en cantidad de votos), la australiana Madonna Blyth (que había sido elegida como la mejor jugadora del Champions Trophy de mitad de año), la china Baorong Fu, la alemana Natascha Keller y la mediocampista inglesa Helen Richardson.

El premio para la mejor jugadora del mundo se entrega desde 1998 y la única que lo recibió más de una vez, con excepción de Aymar, es la australiana Allyson Annan (1998 y 2000), mientras que entre los varones, la mayor cantidad de reconocimientos  la tiene el holandés Teun de Nooijer y el australiano Jamie Dwyer, que fueron elegidos tres veces cada uno. Por eso, los seis galardones que tiene la jugadora de GEBA son de otro planeta.

Aymar, de 32 años, viene amenazando con dejar de jugar al hóckey desde hace algunas temporadas, pero siempre encuentra una nueva motivación para seguir brillando. Los Juegos Olímpicos de 2008 habían sido su meta en algún momento, pero decidió extender su carrera cuando se anunció que el Mundial 2010 se disputaría en la Argentina y, más precisamente, en Rosario. Ahora, a pocos meses de ese torneo (se desarrollará entre el 30 de agosto y el 12 de septiembre), empezó a abrir una puertita de esperanza acerca de la posibilidad de continuar en el seleccionado hasta los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

Mientras tanto, es el tiempo de disfrutarla en la cancha. Cada fin de semana, durante la competencia del torneo de Buenos Aires, se luce con la camiseta de GEBA. Y, cuando la llaman, se disfraza de Maradona para guiar a la Selección Argentina en cualquier cancha del mundo.

Es difícil medir el impacto de un deportista en el momento en el que está en plena actividad, pero en el caso de Aymar, hace tiempo se sabe que es muy difícil que alguien pueda superar lo conseguido por la rosarina que tiene al mundo a sus pies l

 

Mérito

En la final del Champions Trophy que se disputó en Sydney, cerró la serie de penales que le dio el triunfo a la Argentina sobre Australia. De ese modo, el seleccionado retuvo el título. Además, la rosarina fue la gran figura de GEBA, que ganó el Torneo Metropolitano y la Liga Nacional, en 2009.

 

Por Juan Manuel Durruty / Foto: AFP

 

 

Nicolás Otamendi

Pichón de Mariscal

Saltó a la Primera de Vélez por un imprevisto y rápidamente demostró que se trataba de un defensor de elite. La notoriedad no lo desvió de un camino que aún tiene miles de kilómetros por recorrer.

Imagen Nico Otamendi fue uno de los puntos altos para que Vélez pudiera festejar en el Clausura.
Nico Otamendi fue uno de los puntos altos para que Vélez pudiera festejar en el Clausura.

Vertiginoso, explosivo, fulgurante. Así fue el 2009 de Nicolás Otamendi. Apareció en la Primera de Vélez en la tercera fecha del Clausura, ante Tigre, por una lesión del chileno Waldo Ponce, y nunca más abandonó la titularidad. Se transformó en la revelación del torneo, armó la dupla de zagueros más sólida junto a Sebastián Domínguez y dio la vuelta olímpica en la final ante Huracán. Para amplificar la apuesta, el pibe de El Talar de Pacheco recibió el llamado de Maradona, se incorporó a la Selección, participó en la recta final de las Eliminatorias y es un candidato firme a integrar el plantel en el próximo Mundial. Demasiado en tan poco tiempo, ¿no?

La raíz de semejante irrupción no es otra que sus excepcionales condiciones para el puesto. Tiene todo lo que se espera de un zaguero de elite: velocidad para los cruces, notable juego aéreo, ductilidad para moverse en zona o encimar al hombre, temperamento ganador, fiereza física y máxima concentración.

Pero su virtud distintiva es la capacidad para el anticipo, ese timming impresionante que lo lleva a jugarse y ganar cuando la pelota se acerca al delantero que está bajo su custodia. Eso es posible por su impecable respuesta física, pero también por su veloz lectura del juego, que le permite estar una fracción de segundo adelante. Es el repertorio que caracteriza a un mariscal, la jerarquía que automáticamente lo eleva al status internacional. De hecho, sólo tardó 13 partidos en Primera para tener su oportunidad en la Selección, ocurida en el amistoso contra Panamá, en Santa Fe, preámbulo de su aporte en las Eliminatorias.

Admirador de Roberto Ayala y de Hernán Pellerano, con quien compartió plantel, Otamendi se maneja con comodidad en los límites y no parece perturbarse cuando enfrenta a delanteros de contextura intimidante. “Cuanto más grandes, mejor”, define el chico de 21 años, que apenas lleva 37 partidos oficiales (1 gol) y 6 más en la Selección.

Otro rasgo que caracteriza a Otamendi es la mente abierta y predispuesta para absorber consejos, moneda poco corriente en los chicos que pasan del anonimato a la notoriedad en un abrir y cerrar de ojos. “Se metió muy rápido en el ritmo de Primera porque sabe escuchar. Asimila aquello que le dice el técnico y también las enseñanzas de los experimentados que tiene al lado, como Cubero, Papa o Domínguez”, dice el Flaco Gareca, su técnico, que ya compra pastillas de resignación: “Muy pronto lo veremos en un equipo de Europa” l

 

Mérito

Revelación de la temporada argentina, el zaguero ganó el Torneo Clausura con Vélez y llegó a la Selección con sólo 13 partidos en Primera. Dueño de condiciones excepcionales para el puesto, recibió elogios de especialistas como Daniel Passarella y figura en la carpeta de los principales clubes de Europa.

 

Por Elias Perugino  / Foto: Alejandro Del Bosco

 

 

Omar Narváez

Verdades de a puño 

Superó el récord de Carlos Monzón y siguió sumando victorias. A los 34 años no tiene rivales a la vista y sigue vigente sobre la base de su talento y guapeza. Lleva 32 pelas invicto, una supermarca.

Imagen La noche de las manos calientes. En Madryn, Narváez sumó otro hito a su brillante carrera internacional.
La noche de las manos calientes. En Madryn, Narváez sumó otro hito a su brillante carrera internacional.

Más de seis mil personas fueron testigos directos de lo que ocurrió esa noche, la del 7 de febrero de 2009. En el Nuevo Palacio Aurinegro de Puerto Madryn, en Chubut, estaba también lo más granado del boxeo argentino: Hugo Garay, Yésica Bopp, La Tigresa Acuña... Y no era para menos, porque Omar Andrés Narváez, también conocido como El Huracán, iba a defender por 15° vez su corona mundial de los moscas, versión Organización Mundial de Boxeo. Matemáticamente, de ganarle a su retador, el norteamericano Rayonta Whitfield, número uno del ranking, iba a superar el récord histórico para el pugilismo argentino de Carlos Monzón, con 14 defensas exitosas.

Y esa noche, como ya ha ocurrido en los últimos tiempos, El Huracán sopló fuerte. Tanto, que ni siquiera hicieron falta los jurados, ya que el referí puertorriqueño Samuel Viruet, debió intervenir a los 50 segundos del 10° asalto, tal era el castigo que había sufrido el norteamericano.

Por supuesto, comenzó inmediatamente la polémica: ¿El récord significa que Narváez es mejor que Monzón? Polémica innecesaria, es cierto. Como dijo el propio Omar luego del combate: “Por favor, no me comparen con Carlos, él fue el más grande de todos y lo sigue siendo...”.

Whitfield apeló a todas sus mañas, incluyendo cabezazos –lo cortó en el párpado– y también codazos, tanto que el árbitro le descontó puntos dos veces, una en el séptimo asalto y otro en el décimo.

Una vez más, quedó la duda sobre el verdadero nivel del adversario. Es que, como luego hizo frente al mexicano Omar Soto en el Luna Park (26 de junio, defensa número 16), Narváez empequeñece a cualquiera. Cuando el público comenzó a impacientarse ante la superioridad del campeón, este, como un torero de fina puntería y elegante estampa, mandó a fondo la estocada y derribó a su rival por segunda y última vez en el 12° asalto.

“Mis hermanos me acompañan en todo, pero yo soy quien planifica mis entrenamientos y quien estudia a mis rivales. Sé que es un caso poco común, pero así soy yo. Hoy por hoy, y mientras sienta ganas, sólo pienso en pelear y ganar. Tengo 34 y sé que todavía hay mucho que hacer por delante. Por eso siento que el día en que no tenga el deseo de entrenarme, tendré que irme del ring, porque algo estará fallando...”.

Frío, inteligente, hábil para imponer tiempos y distancias, siempre bien entrenado, Narváez, el que reina desde el 23 de julio del 2002, es una máquina de ganar. Y, hasta ahora, es una máquina que funciona a pleno, con la fuerza de un Huracán l

 

Mérito

El 7 de febrero, en Puerto Madryn, le ganó al número uno del ranking, Rayonta Whitfield, por KO en 10 vueltas y defendió su corona por 15° vez, superando el récord de Carlos Monzón.El 26 de junio, en el Luna, sumó otra defensa más también por fuera de combate: Omar Soto cayó en 11 vueltas.

 

Por Carlos Irusta / Foto: Luis Pasten

 

 

Martín Palermo

La leyenda continúa

Los años no erosionan la capacidad y la influencia del goleador de las hazañas. Esta vez escribió páginas doradas con la camiseta de Boca y se sacó la espina clavada con los colores de la Selección.

Imagen Gol de oro.El que Martín le convirtió a Perú. Así se abrió el camino a Sudáfrica.
Gol de oro.El que Martín le convirtió a Perú. Así se abrió el camino a Sudáfrica.

Su limite es alcanzar lo imposible. Como una máquina perfecta concebida para triunfar, persigue objetivos y los atrapa no sin antes eludir contratiempos o sazonar cada movimiento con el sabor de la épica. Nada lo intimida o lo detiene. Nadie ha inventado un dispositivo eficaz para neutralizarlo. Y aquí está Martín Palermo, doblando el codo de su historia sin igual, listo para anotar el penúltimo récord o lanzarle una flecha al corazón popular a la vuelta de la esquina.

Capitán indiscutido de Boca, referente ejemplar por comportamiento y por rendimiento, Martín se las ingenió para dar sus golpes en un 2009 tan tortuoso para Boca como para la Selección, ese envase celeste y blanco que lo había despedido con una mueca de desencanto en la Copa América 99, aquella de los tres penales errados en la misma noche de Luque, ante Colombia.

A los 36 años, vigente por fiereza goleadora, puso la mira en Francisco Varallo y sus 194 goles para agenciarse del título de máximo artillero de Boca en la historia del Profesionalismo. Tras superar la segunda rotura de ligamentos cruzados de su carrera, Martín llegó a los 195 con la azul y oro el 1° de marzo, en la victoria por 3-1 sobre Huracán. Y entonces decidió ir por más, por esos 218 goles de otra leyenda xeneize, Roberto Cherro, para convertirse en el máximo goleador de la historia global de Boca, es decir, sumando Amateurismo y Profesionalismo. Los últimos dos goles de la temporada, ante el Banfield campeón, lo dejaron en el umbral: sólo faltan 6 para alcanzar al Cabezón.

Pero el gran golpe lo dio en clave albiceleste. “No quiero que mi última imagen con la Selección sean los tres penales errados”, se cansó de declarar durante años. Maradona le dio la oportunidad de redimirse. Y Martín no la desaprovechó. Más que eso: utilizó la chance para reivindicarse y meterse en la historia dorada. Su gol agónico a Perú, en ese diluvio universal que caía sobre el Monumental, sirvió para asegurar el triunfo que determinó la clasificación argentina para el Mundial de Sudáfrica, por más que todavía faltara la estación final en Montevideo. Su llanto estremecedor, su desahogo inconmensurable, fue el de todo un país. Un país que ya se veía afuera de la cita máxima. Un país que lo adoptó, definitivamente, como una ejemplar bandera de superación y profesionalismo, por encima de cualquier color circunstancial.

Martín, una vez más, logró lo imposible: sepultar aquella noche negra de Luque con la hazaña sin tiempo del Monumental l

 

Mérito

A los 36 años, ya es el máximo goleador de Boca en el Profesionalismo y puede transformarse en el mayor goleador de toda la historia xeneize (le faltan 6 para alcanzar los 218 de Roberto Cherro). Además, en su vuelta a la Selección tras 10 años de ausencia, marcó el gol determinante para la clasificación al Mundial.

 

Por Elias Perugino / Foto: Photogamma

 

 

Angel Cappa

Huracán para la historia

No fue campeón pero dejó una huella para siempre. Con el sello del fútbol exquisito que pregonó desde siempre, su irrupción significó un soplo de aire fresco en un ambiente que lo aplaudió de pie.

Imagen Angel en el Ducó. Llegó líder a la última fecha del  Clausura, pero perdió con Vélez. Igual, quedó en la historia.
Angel en el Ducó. Llegó líder a la última fecha del  Clausura, pero perdió con Vélez. Igual, quedó en la historia.

“Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oír que oiga”. Aun a riesgo de caer en el lugar común, el tema de Lito Nebbia viene a suscribir, como una firma al pie de la planilla, la obra maestra de Angel Cappa, el Huracán que ya está en la historia, a pesar de que el Clausura 09 fuera a las vitrinas de Vélez. Está en la historia como Holanda 74 o Brasil 82, campeones sin corona que trascendieron al resultado final de una campaña.

Cappa se reencontró con el fútbol argentino tras una vida desarrollada en España. Huracán fue la horma perfecta de su zapato. Se conocían de un tiempo lejano, se guiñaron un ojo –porque ser el alumno dilecto del Maestro César, en Patricios es palabra sagrada–, y arrancaron. Materia prima no sobraba. La aspiración era sumar para evitar la promoción. Pero hubo una fórmula que potenció las virtudes, una fuerza que arrasó con todo. Araujo y Arano parecían Cafú y Roberto Carlos; Pastore, Defederico, Toranzo y Bolatti demostraron una vez más que los buenos pies siempre pueden andar juntos. Cada cita de Huracán se transformó en una gala y el clímax se alcanzó con un 4-0 a River en el Ducó. En la búsqueda del calificativo fácil, la prensa bautizó semejante despliegue de talento y juego asociado como “tiki-tiki”, y la palabrita pasó a formar parte de todos los suplementos deportivos todos los días. Eso es dejar huella. Huracán convirtió 35 goles, cifra que no alcanzaron el campeón anterior (Boca) ni el posterior (Banfield). Y a pesar de llevar a ese equipo desguazado sin piedad al anteúltimo lugar de la tabla unos meses después, Cappa se despidió ovacionado de Patricios, con muestras de afecto que sintetizan su legado.

También se distinguió por su predisposición a la charla. Sin la soberbia de su maestro, no mostró reparos para discutir de fútbol con Caruso Lombardi, un DT con una visión opuesta a la suya, y hasta para participar con él en una publicidad. Llevó a sus jugadores al Museo de la Memoria de la ESMA y colaboró con la organización La Poderosa, yendo a compartir vivencias con chicos carenciados del barrio Zavaleta. “El fútbol es alegría o no es nada“, escribió en una pared de la villa. Ese es su mensaje. También dejó su sello con frases antológicas, como sus insultos a lo Federico Luppi. “Si sigo confiando me van a hacer el monumento al idiota”, señaló en pleno remate del plantel. “De a poco pierdo el prestigio; antes me querían 7 equipos y ahora ni mi mamá”, siguió. Y cuando le preguntaron si todavía tenía fuerzas para seguir, se lamentó: “Me siento con fuerzas como para tirarme a una pileta con un collar de adoquines encima”.

Huracán y Cappa inolvidables. Quien quiera oír que oiga l

 

Mérito

Su equipo fue lo más parecido a Huracán del 73 que hubo en estos 36 años. Con un plantel de futbolistas desechados por otros clubes, impuso un juego que deslumbró a propios y neutrales y cosechó adhesiones casi unánimes. Angel hizo docencia y demostró que palabras y hechos pueden ir de la mano.

 

Por Diego Borinsky / Foto: Archivo El Gráfico

 

 

Santiago Silva

Apunta, tira y no falla

El delantero uruguayo fue pieza clave en el campeonato que logró Banfield por su letal capacidad para definir frente al arco. Convertido en el artillero del año, integró la terna de los premios Olimpia. 

Imagen La copa se mira, se toca y se disfruta. Silva le puede poner champán para brindar como gran goleador.
La copa se mira, se toca y se disfruta. Silva le puede poner champán para brindar como gran goleador.

Cerro el 2009 como suele terminar cada jugada que tiene el límite preciso entre el area grande y el arco. Cumplió 29 años el 9 de diciembre y el mejor regalo fue el menos pensado, pero seguramente el que le dio vuelta por su cabeza durante mucho tiempo tanto en su país como en el fútbol argentino: cuatro días después del cumple, estaba festejando la obtención del campeonato Apertura. El primero para Banfield, con la satisfacción extra de que él fue una de las piezas más importantes para que se concretase el sueño de un pais vestido de verde y blanco.

Santiago Silva ya se había mostrado como un tipo duro de domar dentro del área enemiga, hizo goles en Gimnasia, Newell’s y Vélez, pero necesitaba la definitiva consagración que solo puede dar una vuelta olímpica. Ya en el Clausura, a pesar de que el equipo se sentía maniatado por un fantasma llamado promedio para mantener la categoría, el uruguayo se anotó con ocho goles como para ir templando las piernas y también la garganta. Sin expresarlo para afuera, en la intimidad el Pelado se sentía con fuerzas como para pelear algo importante no ya la permanencia en la categoría.

“Cuando empezamos la pretemporada –le afirmó a El Gráfico- con Julio (Falcioni),  la idea que todos teníamos era mejorar el promedio y también meternos en la lucha por un lugar en la Copa Libertadores. Realmente no hablabamos de campeonato, pero claro, cuando se fueron dando los resultados y el invicto que mantuvimos durante 15 fechas, nos empezamos a sentir firmes candidatos”.

Convertirse en goleador del año, con un promedio alto en la calificación periodística, también era un ferviente deseo de un tipo que pese al perfil bajo siempre está pensando en qué hacer para mejorar su rendimiento. Como si algo le sobra es confianza, Santiago hasta fue pergeñando festejos atípicos para cada gol conseguido. El arranque del Apertura no pudo ser mejor: cinco goles en las primeras cuatro fechas. Emblemático fue el que le hizo a River en el debut y  muy festejados los dos que le marcó a Lanús en su casa dando vuelta una historia que había empezado mal y que terminó con una celebración acrobática junto a su compatriota Sebastián Fernández, otro implacable  verdugo de arqueros.

Para alegria de su mujer, Laura, y de su hija, Uliana de dos años y medio, las dedicatorias se fueron sumando hasta llegar a 22. Esa cifra lo convirtió en el artillero del 2009. Honor al mérito de un tipo que desde el baby de Carabelas, pasando por su debut en la primera en el Central Español de Montevideo y llegando a la Argentina para hacerse de un nombre, nunca le fue infiel a su estirpe l

 

Mérito

Había marcado ocho goles en el Clausura y se anotó con catorce en el Apertura 09. Cuando tuvo que bajar varios metros para defender lo hizo sin ningún problema, convencido que solo el trabajo en equipo da resultados. Patentó acrobáticos festejos junto a su compatriota Sebastián Fernández.

 

Por Carlos Rodriguez Musso / Foto: Photogamma

 

 

Luis Scola

Siempre en alto nivel

Líder decisivo en la clasificación de Argentina al Campeonato Mundial de Turquía 2010. En Houston Rockets contribuyó para que el equipo alcanzara las semifinales del Oeste después de 12 años.

Imagen Luifa, arma mortal de los Rockets, aquí convirtiéndole a los Kings.
Luifa, arma mortal de los Rockets, aquí convirtiéndole a los Kings.

Luis Alberto Scola, porteño de 29 años, es un incondicional de la Selección Argentina. Siempre responde con un sí firme a cada convocatoria del entrenador. Jamás especula, va siempre. Explica: “La Selección me encanta, juego por eso. Me prestigia en lo profesional, me divierte y me hace bien como persona, me da buenos torneos para competir y me siento identificado con su historia y con sus objetivos”.

Es ejemplar para las nuevas generaciones, que admiran en Luifa su jerarquía, su generosidad, su dedicación y su nivel intelectual para declarar y abordar cualquier tema. Cuando está en la cancha, deja todo sin guardarse nada. Ponerse el equipo al hombro es una sana costumbre suya. Su sola presencia significa provocar respeto en los rivales.

Argentina ocupa hoy el primer puesto del ranking mundial de varones de la Federación Internacional (FIBA). Suma 865 puntos, superando en la cumbre al actual campeón olímpico Estados Unidos (861), al campeón mundial España (759) y Grecia (529). Un factor que posibilitó tal encumbramiento fue la hazaña concretada por nuestra Selección: somos el único país que desde 2002 llegó a las semifinales en todas las competencias ecuménicas. Envidiable vigencia en lo más alto. En esta escalada el ex jugador de Ferrocarril Oeste levantó una bandera fundamental, siendo el jugador con más puntos convertidos y más rebotes tomados del equipo nacional consecutivamente en los últimos tres torneos grandes. En el Premundial de San Juan de Puerto Rico, disputado en agosto/septiembre de 2009, se erigió en el máximo goleador del campeonato, con 23,3 puntos de promedio, revirtiendo el mal comienzo del equipo.

En la NBA, la competencia que es el súmmun del básquetbol mundial, Scola transita su tercera temporada, luego de haber alcanzado una proeza en sus dos primeras: tuvo asistencia perfecta. En 2008/09 figuró entre los 20 mejores en 8 rubros estadísticos de la serie regular y en 10 de los playoffs. “Dimos un paso adelante, pero debemos seguir mejorando”, comentó con su proverbial autoexigencia. Otra muestra de que siempre quiere más es que en sus vacaciones se vino pensando en mejorar el uso de la mano izquierda y así se lo vio entrenando en AFALP, el club de barrio de los Scola en Ciudad Jardín Lomas del Palomar. Su manera de ser responsable genera el reconocimiento de la afición de Houston y esa creciente popularidad posibilitó que se vendan pelucas con su corte de pelo... Clyde Drexler, integrante del Dream Team original, ex Rocket, no tiene dudas: “Demostró que la NBA no le queda grande”.

 

Mérito

Por segunda vez consecutiva fue el MVP en un torneo clasificatorio de América, distinción lograda de visitante y sin ser campeón. Además, fue

el goleador del Premundial, promediando 23,3 puntos. Integral: estuvo entre los 21 jugadores con más “doble dobles” de toda la NBA.

Por O.R.O. / Foto: AFP