¡Habla memoria!

1949. Ni una gambetita

Borocotó pone el foco en grandes jugadores que priorizaban el arco rival antes que las gambetas, jugadores verticales, hace una maravillosa descripción de los ¨sobrios¨ de aquellos tiempos.

Por Redacción EG ·

05 de agosto de 2019

Ya que  hemos charlado un rato acerca de los gambeteadores, nos parece justo una referencia a los sobrios del field. El asunto es un tanto más complejo y no se presta a los dichos, porque cuando uno se refiere a los bordadores parece que hasta loa mismos adjetivos comenzaran a danzar. Por otra parte, existen puestos que exigen o se ajustan más a la sobriedad, y están los que, como ya citamos la otra vez, comenzaron a ablandar la redonda y terminaron buscando en el pase la fórmula de más rápido avance como también el eludir los golpes. En los primeros tiempos muchos forwards entraron gambeteando en el área y con la cabeza alta; cuando los años hicieron sus tatuajes de cicatrices en las canillas, quedaron con la cabeza alta, pero dirigiendo los pases hacia el embudo y que entraran otros, como diciendo: "Andá, pibe, a la leña, que yo ye fuí muchas veces". Se han producido, a la vez, casos de lesiones serias con sus intervenciones quirúrgicas; otras en las que fracturas obligaron a largos días de piernas enyesadas y, al volver a los fields, lógico es que se jugara un poco lejos del lugar en donde se producen con más frecuencia los cortocircuitos. En suma, un montón de razones que los aficionados conocen perfectamente produce un cambio fundamental en la modalidad de los jugadores. Nos referimos, en especial modo, a los forwards.

En puestos de retaguardia la sobriedad es algo natural. Vayamos a los centrehalves y hemos de recordar que valores de la talla de Corazzo, Lazzatti y Monti, si alguna vez se vieron obligados a un esquive para ir en busca del claro que facilitara la jugada, no se han especializado en tal cosa sino que hicieron gala siempre de la sobriedad. Como eje de línea media a quien le gusta el chiche, como se dice en fútbol, anotaríamos a Néstor Rossi, pero nos atrevemos a decir que en cuanto reaparezca ya habrá cambiado. Así nos lo hace pensar una conversación sostenida hace escasos días con este jugador tan lleno de condiciones. Puede producirse en Rossi la transformación que se operó en Angel Perucca, y a la que asistimos en el correr del tiempo.

Imagen Pipo en 1946 a los 21 años. Había llegado a River cuatro años antes proveniente de Platense.
Pipo en 1946 a los 21 años. Había llegado a River cuatro años antes proveniente de Platense.
 

 

Imagen Enrique Guaita.
Enrique Guaita.
 

Punteros y ejes de ataque sobrios han existido siempre, en especial modo en aquellos que buscaron el arco. Recordemos a los wingers de la famosa línea de Estudiantes de Le Plata. Lauri y Guaita buscaban el arco y, si esquivaban adversarios, por lo general lo hacían a base de velocidad, como es común observarlo en Pelegrina y Boyé. El mismo Tarasconi, cuando actuaba en el extremo derecho, era sobrio, como lo fue en el centro del ataque. En cambio, si Guillermo Stábile mereció como centreforward el apodo de Filtrador, las veces que lo vimos en le punta derecha se nos mostró diferente: le gustaba el chiche. Claro que eso fue ocasional. Su fama se gestó como goleador y poniéndole la rúbrica a las jugadas de sus insiders Spósito y Chiesa en el quinteto ofensivo de Huracán.

Bernabé Ferreyra, Varallo, Lamanna y otros de los considerados artilleros buscaron el gol y sin hacer chiches. Viene ahora el recuerdo de un relato de Bernabé. Procuraremos utilizar sus mismas palabras.

Imagen Ya fuera como extremo derecho o centre forward, Domingo Tarasconi fue de los que no hizo gambetas, sino de los que buscó el arco con suma codicia. Actuando como insider en sus últimos tiempos en Boca Juniors buscaba entonces en el pase su mejor arma.
Ya fuera como extremo derecho o centre forward, Domingo Tarasconi fue de los que no hizo gambetas, sino de los que buscó el arco con suma codicia. Actuando como insider en sus últimos tiempos en Boca Juniors buscaba entonces en el pase su mejor arma.
 

Imagen Justo frente al fotógrafo del El Gráfico Francisco Varallo, goleador histórico y leyenda de Boca, está a punto de sacar uno de sus cañonazos frente a Oscar Tarrio y Lorenzo Gilli de San Lorenzo.
Justo frente al fotógrafo del El Gráfico Francisco Varallo, goleador histórico y leyenda de Boca, está a punto de sacar uno de sus cañonazos frente a Oscar Tarrio y Lorenzo Gilli de San Lorenzo.

—Fue en la cancha de Chacarita. Andábamos mal y tuve que bajar porque la pelota no venía. Me la dieron por allá atrás y quise avanzar. Miré pera un lado... nada; miré para otro, nada Y daba un pasito más en cada mirada. No encontraba a quien pasársela. Todos estaban tapados. Ninguno la quería. Y al final me dije: "¿Qué hago con esto?" Y patié... Fue gol. Miré, si no fueron cincuenta metros no vale.

Se ha de recordar que Bernabe, al llevar la pelota, repetía con insistencia el pase largo a la punta derecha, como diciéndole a Peucelle: "Arreglátelas". Y ya que estamos en River, no olvidemos a un centre hall que fue lo más sobrio que es posible: Bruno Rodolfi. Muy difícilmente arriesgó la pelota. Si algunas veces lo vimos en eso, es porque si no la arriesgaba la perdía irremisiblemente.

Si Varallo fue sobrio como eje delantero, hemos de recordar que también se mostró de tal manera en el puesto de insider derecho. Cuando vistiendo la casaca argentina formó ala con Peucelle, resultó un binomio juvenil que jugaba a "lo viejo", con la diferencia de ser velocísimo, cosa que no es de viejos... Luego, cuando Cañoncito pasó al medio, no hizo un chiche ni obligado. En cambio hubo y hay centreforwards gambeteadores, como Masantonio, el mismo Cono, Erico, Pontoni, Pedernera y demás. En Adolfo tenemos una comprobación a lo expresado en el comienzo de la charla. Antes de las intervenciones quirúrgicas a que fue sometido era un eje de ataque que gambeteaba, penetraba, tiraba y goleaba. Todo con aba. Después, compañero, los kilos y el tiempo lo sacaron del área.

Lo más interesante es encontrar sobrios en los puestos más propicios al gambeteo: en los insiders. Sin recordar a los que eliminaron las moñas y los encajes, podemos observar que el goleador máximo del año pasado, Benjamín Santos, es la expresión de la sobriedad ya sea el puesto que ocupe. Los hermanos Jenaro y José Cantelli nunca alardearon de gambeteas, como los casos de Corcuera, Scliar y Fernando Walter, para citar a insiders.

Imagen El "turco" Scliar es otro de los insiders sobrios del fútbol de la época. Sus compañeros de línea en Vélez la mueven más, pero el insider citado es de los que no arriesga la pelota y de los que gusta mucho del gol. De ahí que tire con frecuencia.
El "turco" Scliar es otro de los insiders sobrios del fútbol de la época. Sus compañeros de línea en Vélez la mueven más, pero el insider citado es de los que no arriesga la pelota y de los que gusta mucho del gol. De ahí que tire con frecuencia.
 

Imagen Es difícil encontrar insiders sobrios. Se debe ello a la idiosincrasia criolla y a que el mismo puesto se presta para hacer chichecitos. Fernando Walter, a quien vemos aquí en una acción contra Ríver, nunca se mostró gambeteador.
Es difícil encontrar insiders sobrios. Se debe ello a la idiosincrasia criolla y a que el mismo puesto se presta para hacer chichecitos. Fernando Walter, a quien vemos aquí en una acción contra Ríver, nunca se mostró gambeteador.
 

Si se pasa revista a teams de épocas lejanas y presente buscando expresiones de sobriedad futbolística se observará que prescindiendo de quienes en razón de años o de otras experiencias llegaron a evolucionar en ese sentido, son escasos los insiders que prescindieron de una moñita, de un arabesco, de alguna de esas cositas que van gritando "¡criollo!". Porque cuando desde el potrero se busca ese puesto es porque existe una predisposición al dribbling, es porque se lleva dentro esa tendencia a dar una vueltita antes de pasarla.

Ya no en el terreno criollo se nos ha de permitir una referencia al vasco Isidro Lángara, hombre gol por excelencia, sin ningún agregado, sin ni siquiera el más leve propósito de ello. Cuando San Lorenzo pensó en su contratación, Enrique Pinto le preguntó a Guillermo Stábile:

—¿Usted conoce a Lángara?

—Sí; lo he visto jugar.

—¿Y qué le parece? ¿Lo contratamos?

—¿A usted le interesan treinta goles por temporada? No me pregunte más.

Stábile dijo la verdad. San Lorenzo compró un montón de goles. Por el mismo rumbo llegaríamos a otro caso de extranjero goleador, sin olvidar, claro está, al más excepcional scorer que registra la historia del profesionalismo argentino: Arsenio Erico. Nos vamos a referir a un compatriota suyo, el paraguayo Mellone, quien pasó por filas de Huracán. De él se podía decir lo mismo que del vasco: ¿Quiere comprar goles?

 

 

Por Borocotó.