¡Habla memoria!

Vélez 1994

El mito había empezado poco tiempo atrás en el plano local. Era hora de trascender las fronteras y hacer historia. Y así fue...

Por Redacción EG ·

07 de mayo de 2008
El mandato del Virrey había arrancado un año antes y enseguida trajo un título local que se negaba desde 1968 y que además significaba el segundo en la historia del club. Había llegado la hora de probar suerte a nivel internacional. Y en ese terreno, Vélez escribiría su nombre con letras de oro.

De repente, el silencio. Total, absoluto, casi sepulcral. De repente, cien mil personas enmudecidas, petrificadas. De repente, el gigante caído y el pequeño retador en la gloria. En el fondo, bien en el fondo, un leve murmullo que pronto se convertiría en el único y ensordecedor grito de la noche…

Eran sólo dos mil quinientos aquellos aventureros que viajaron a San Pablo con la ilusión de volver como reyes de América. Se escucharon poco y nada durante el juego, siempre tapados por el ensordecedor barullo de los locales. Pero después del zurdazo de Pompei, fuerte, alto y desde entonces histórico, las suyas fueron las únicas voces que resonaron en un Morumbí que, incrédulo, observaba cómo esos gladiadores vestidos de azul, a los que no pocos habían subestimado, les arrebataban de las manos el tricampeonato de América.

Sí, en ese mítico y temeroso estadio, ante un clima netamente adverso y nada menos que frente al bicampeón del continente y del mundo, Vélez se hizo dueño de América…
Carlos Bianchi ya había hecho lo suyo en el plano doméstico. Desde su llegada al banco de Liniers, el Virrey, con su estilo simple, firme y convincente, ya había conducido al equipo al campeonato en el Clausura 93 y el subcampeonato en el Apertura de ese mismo año.

Era hora de trascender fronteras. El hijo pródigo y sus muchachos no defraudarían...

Esa Libertadores no fue nada sencilla, más bien todo lo contrario. Salvo el Minervén venezolano, para consagrarse tuvo que dejar a atrás a todos pesos pesados. Tres brasileños: Cruzeiro, Palmeiras y San Pablo, en la final. El campeón uruguayo (Defensor), el colombiano (Junior) y Boca.
Uno a uno, el Fortín los fue dejando en el camino, siempre en base a ese juego sencillo y efectivo (no tan vistoso, es cierto) que lo fue convirtiendo con el correr de los partidos en un equipo sumamente sólido.

En la serie final ante el cuco del continente, después del corto 1-0 de la ida (gol de Asad en el primer tiempo), pocos confiaban en un resultado positivo para la vuelta, mucho menos después de que Müller pusiera arriba al San Pablo a los 32’ del primer tiempo. Pero Vélez aguantó, forzó los penales y allí se apoderó de América. 

Las atajadas de Chila y aquella ejecución de Pompei ya habían escrito la leyenda. Pero habría un capítulo más: el mundo quedaría a los pies del club de Liniers.
Muy pocos de los jugadores del Milan, campeones de Europa, sabían siquiera que en algún rincón de América existía un club llamado Vélez. “No hay manera”, decían unos. “No existen chances”, pensaban otros.

El Virrey y sus muchachos tenían una idea totalmente diferente. Poco les importó que enfrente estuvieran Maldini, Baresi, Boban, Desaily, Donadoni y compañía. Con Chila, con un Trotta inmutable a la hora de patear el penal, con la avivada y la definición magnífica del Turco y con el coraje y la entrega de todos, otro poderoso volvió a caer ante ese equipo que sacó chapa de invencible a nivel mundial.

Los días de las consagraciones
San Pablo (1):  Zetti; Vittor (ST 31' Juninho), Junior Bahiano, Valber, Gilmar; Cafú, Axel, André, Palinha; Euller y Müller. DT: Telé Santana.

Vélez (0): Chilavert; Trotta, Zandoná, Almandoz, Pellegrino, Cardozo; Basualdo (ST 10' Pompei), M. Gómez, Bassedas; Asad y Flores (ST 22' Husain).

Gol: PT 32' Müller -de penal (V).
Expulsado: ST 19' Cardozo (V)
Arbitro: Ernesto Filippi.
Estadio: Morumbí, de San Pablo.
Definición por penales, según el orden de ejecución: Trotta, Palinha (atajado), Chilavert, André, Zandoná, Euller, Almandoz, Gilmar y Pompei.
Jugado el 31 de agosto de 1994.

Vélez (2): Chilavert; Almandoz, Trotta, Sotomayor, Cardozo; Basualdo, M. Gómez, Bassedas, Pompei; Asad y Flores. DT: Carlos Bianchi.

Milan (0): Rossi; Tassotti, Costacurta, Baresi, Maldini; Boban (ST 15' Simone), Albertini, Desaily, Donadoni; Savicevic (ST 41' Panucci) y Massaro. DT: Fabio Capello.

Goles: ST 5' Trotta -de penal (V) y 12' Asad (V).
Expulsado: ST 40' Costacurta (M)
Arbitro: José Joaquín Torres, de Colombia.
Estadio: Olímpico de Tokyo
Público: 67.321 personas.
Jugado el 1 de diciembre de 1994.

LA PALABRA DEL DT
"Sabíamos que el del Milan era el partido ideal para cerrar una etapa de éxitos histórica para la institución. Todo salió tal cual lo habíamos previsto".