¡Habla memoria!

Inolvidables: Julio Polet

El notable ciclista que representó a la Argentina en los Juegos Olímpicos de París en 1924 y dejó huella en su andar por los circuitos y velódromos locales, tuvo su justo recuerdo en El Gráfico

Por Redacción EG ·

21 de noviembre de 2019

No podemos precisar el primer día que lo vimos correr ni su última carrera, pero lo inolvidable resultó siempre evocar es su figura de ciclista su figura atlética y elástica sobre la bicicleta, en aquella posición un tanto larga de entonces. Ya en retiro, cada vez que nos allegamos a sus pagos marplatenses detrás de un pelotón, encontramos a Julio aguardándonos para un varonil y emotivo estrechar de manos. También lo hemos visto por el Luna Park presenciando ediciones de los Seis Días, pero lo que hoy queremos que lleva veinte años grabada en nuestras pupilas.

 

Imagen Julio Polet
Julio Polet
 

Todo lo podía hacer: velocidad pura y hasta correr contra reloj, pero acaso nada mejor que las pruebas a la americana en pista. Siempre que debimos mencionarlo, pareció obligación unir la palabra pistard a la referencia. De todas sus actuaciones en rutas y velódromos, por lógica gravitación de sus éxitos emerge su estampa en pista y hasta en aquellos embalajes que ganaba cortado y moviendo la cabeza de un lado a otro mirando hacia atrás, un poquito sobrados.

"Las mojarritas detrás de la miga de pan", solía decirse ante aquella actitud acaso no muy respetuosa, pero sí característica en el marplatense. Corrían los tiempos de Antonio Malvassi, León Fourcaud, Fermín Pacheco, Víctor Astori, Antonio Del Gesso y se iba asomando Cosme Saavedra a las pruebas de velocidad. Acaso la más resonante victoria de Polet haya sido la de las 24 horas en el motovelódromo Huracán en abril de 1927 en pareja con Antonio Del Gesso. Los hermanos Cosme y Carmelo Saavedra quedaron segundos y detrás de ellos iza pareja que iba ascendiendo a dos valores: Luis A. De Meyer y Francisco Rodríguez. Días después Polet-Del Gesso ganaban las 12 horas en el Parque Sarmiento de Córdoba.

Difícil se nos hace consignar can exactitud el primer día que lo vimos sobre una bicicleta aquel en que dejó de andar con un número a la espalda, pero no hemos olvidado su estampa, su elegancia, su plasticidad de varadero pistard.