Memoria emotiva

Björn Borg, la leyenda inconclusa

En su cumpleaños número 66, el recuerdo del astro sueco que se retiró joven y bien pudo haberse convertido en el mejor de todos. Por qué se alejó del tenis a los 26 años.

Por Pablo Amalfitano ·

06 de junio de 2022

LA ERA DORADA del tenis contemporáneo obligó, en los últimos años, a iniciar un debate tan interesante como carente de respuesta. La irrupción de aquel imbatible Roger Federer, la posterior aparición de su némesis Rafael Nadal y el el surgimiento de Novak Djokovic, el hombre que amenaza con romper todos los récords por la leve ventaja generacional, arrojaron una pregunta recurrente que se volvió parte indisoluble del debate general: ¿quién es el mejor tenista de todos los tiempos?

Está claro que el Big 3 se metió de lleno en la pelea por la historia. Incluso los tres monstruos desplegaron una batalla propia por la que explotaron al máximo sus capacidades: Medirse entre ellos por cada porción de gloria los volvió mejores competidores y jugadores más completos. Más allá de los títulos de Grand Slam la historia es demasiado larga como para aseverar que Federer (20 trofeos), Nadal (20) y Djokovic (18) son los más destacados a nivel masculino.

En esa dirección las nuevas camadas de periodistas, especialistas y jugadores suelen omitir la presencia de los grandes campeones de los '70 y los '80, quizá la primera gran era dorada del tenis masculino. Arthur Ashe, Ilie Nastase, Jimmy Connors, Ivan Lendl y John McEnroe, por caso, bien podrían meterse con argumentos en la abstracta lucha por el trono, aunque existe un personaje cuya historia es muy particular.

 

Imagen Borg se consagró cinco veces en Wimbledon
Borg se consagró cinco veces en Wimbledon
 

Antes de Nadal, el amo y señor de Roland Garros, hubo un tenista capaz de ganar múltiples veces en el polvo de ladrillo del Bois de Boulogne y, días después, hacer maravillas en el césped de Wimbledon. Por eso Björn Borg es considerado uno de los tenistas más versátiles de la historia. Para dimensionar sus logros: es el único hombre que, hasta el momento, encadenó los títulos de Roland Garros y Wimbledon en tres temporadas consecutivas- entre 1978 y 1980-, en superficies totalmente distintas y con muy poco tiempo de diferencia. El polvo de aquellos años era muy lento y el pasto, bastante más rápido que ahora. La capacidad de adaptación del sueco era superlativa.

Pero Borg, apodado el "Hombre de Hielo" -IceBorg- por su inalterable semblante, tenía otras cualidades relevantes. En la parte física era un toro: tenía desplazamientos acordes porque había jugado hockey sobre hielo cuando era chico. También contaba con un poder de concentración fuera de serie: el corazón le latía a muchas menos pulsaciones respecto del resto de los "mortales". Y había algo más: era extremadamente sólido, no cometía errores, jugaba como una roca de ambos lados.

Con 141 triunfos y sólo 16 derrotas, Borg consiguió nada menos 11 títulos de Grand Slam, seis en Roland Garros y cinco en Wimbledon, sobre un total de 27 disputados. La efectividad es descomunal: 89,8 por ciento. Conquistó 66 trofeos en el circuito grande y se ubica en la 6ª posición histórica del rubro. Además ganó dos veces el Masters Grand Prix en Nueva York. La única deuda sin saldar es el Abierto de los Estados Unidos, torneo en el que perdió cuatro finales, una en Forest Hills y tres en Flushing Meadows. Hay que destacar, de todos modos, que durante su esplendor los mejores jugadores no solían asistir al Abierto de Australia, torneo que Borg sólo jugó en 1974.

 

Imagen Borg, durante sus inicios en el circuito
Borg, durante sus inicios en el circuito
 

Como si todo aquello fuera poco resta mencionar la parte más llamativa: Borg se retiró del tenis profesional con sólo 26 años. Y su alejamiento tiene una explicación racional más allá de la competencia por sí misma. Después de un maravilloso 1981 el sueco no quiso firmar la regla de ATP que les exigía a los jugadores en 1982 a participar cuanto menos en 14 certámenes del Grand Prix para ingresar en los cuadros principales de los torneos más grandes. Borg no estaba de acuerdo porque solía jugar menos en el año: sabía que si actuaba en doce torneos podría ganar entre nueve y once. Y ahí surge el acontecimiento más llamativo por la época: Borg debía jugar las qualies incluso con el status de un gran campeón con varios titulos de Grand Slam. Por estos tiempos sería impensado.

Aquella anomalía queda reflejada con sólo repasar las apariciones de Borg en el circuito. En 1981 ganó Roland Garros tras vencer a Lendl y cayó en la definición en Wimbledon a manos de McEnroe. También ganó los torneos de Stuttgart y Ginebra, además de perder la final del Abierto de Estados Unidos con Connors. Con la sorpresiva nueva norma de la ATP, en 1982, el sueco sólo disputó el cuadro principal de Montecarlo, torneo en el que superó la clasificación, y se despidió en cuartos de final después de perder con el francés Yannick Noah.

Después, en 1983, sólo jugó en el Principado; en 1984 apenas actuó en Stuttgart, pero ya estaba más afuera que adentro. Su intento fallido de regresar al circuito en 1991, con 35 años y también en Montecarlo, está lejos de opacar la leyenda que dejó grabada durante su apogeo -fueron 12 derrotas consecutivas entre 1991 y 1993-. Si bien el análisis resulta contrafáctico, como no puede ser de otra manera, cabe el interrogante sin respuesta: ¿Qué habría sido de Borg si no se hubiera retirado tan joven?