Reportajes

El Guille of the people

El Mellizo sigue ampliando su leyenda. Sacó campeón al Columbus Crew en la MLS, ganó el premio al mejor jugador y generó una adhesión y cariño entre los hinchas sin precedentes en Estados Unidos. Aquí, la entrevista que apareció en El Gráfico.

Por Redacción EG ·

28 de enero de 2009

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"Ya esta todo listo: Shi Bi Es te estará esperando en su casa”, comunican en el sector de prensa de la MLS. Shi Bi Es –en realidad GBS– es el nombre en clave que tiene el jugador ícono de la liga. GBS es el campeón, la figura, la cara visible. GBS es un producto de los estadounidenses. Son muchos los que le dicen así, para menguar el efecto de su nombre largo y pronunciación demasiado sinuosa. En las tribunas del Columbus Crew, desde donde le hacen reverencia cada vez que se acerca a patear un córner, le gritan “Guie’mo”. Su camiseta 7 dice, a secas, Schelotto, que allá suena parecido a “Esquelodo”. En el vestuario es simplemente “Guishe”, como le explica a El Gráfico su técnico, Sigi Schmid.
Cualquiera sea la forma de dirigirse a él, lo único que no varía es la pasión y la admiración que genera Barros Schelotto. Hay pocos antecedentes, por no decir ninguno, de un jugador que haya tenido un impacto similar en el fútbol estadounidense. Guillermo transfirió el chip incorporado en Boca –récord de 16 títulos– a este Columbus Crew que nunca había tenido expectativas reales de figurar arriba. Y lo sacó campeón. Además, ganó el MVP al mejor jugador de la temporada, en la que terminó con 25 asistencias, incluidas las 3 que dio en la final. Pero por sobre todo, logró apasionar a los hinchas, que ya lo adoran en una forma de la que tampoco se tienen registros: la cancha del Columbus tuvo recaudaciones inéditas, la gente empezó a armar caravanas para ir de visitante, y revoluciona la tribuna cada vez que se acerca el número 7 que ya tiene estatura de mito.
“Te digo lo más loco que me pasó: acá, si te amonestan o te expulsan por protestar o por pegar de atrás, recibís una multa. Si es por juego brusco accidental, no. Una vez me tiré de atrás y me amonestaron. Al otro día, recibo un sobre. Tenía una carta y varios billetes. Era un hincha que me mandaba la plata para pagar la multa. Averigüé quién era y fue a verme. Me dijo que creía que la tarjeta había sido injusta y quería ayudarme”.
¿Van entendiendo? Guillermo ni siquiera da entrevistas en inglés, como para comprarse a estos hinchas que le mandan sobrecitos con dólares. “En realidad, el idioma ya lo entiende perfecto, y tiene un carácter que lo obliga a superarse. No le gusta no entender algo que se habla en el vestuario”, revela Schmid, con risitas intercaladas. “Igual, la mayoría de los árbitros hablan en castellano. Lo que más les digo es que me dejen jugar rápido”, revela GBS.
Su llegada, en mayo de 2007, se dio tras una larguísima decisión. “Lo pensé mucho, quizás porque era algo que tenía que decidir yo solo, y me tomé mi tiempo. Fue difícil. Pero sólo yo sabía lo que sentía cada vez que entraba a la Bombonera y me gritaba la gente. Era muy fuerte. Con el tiempo creo que era lo mejor para Boca, para que pensaran nada más que en el equipo, en ganar, y no en si jugaba Guillermo”.
Entre todos los escenarios que el Mellizo se debe haber planteado, seguro que había uno de máxima. Jugar seguido, sentirse bien, adaptado, reconocido. ¿Pero campeón? ¿Ganador del MVP? ¿Jugador más representativo? ¿Asediado por los medios? ¿Hombre del año para la Sports Illustrated versión latina?
“Ahora miro lo que pasó y obviamente que fue una decisión muy buena. Llegar a una liga que crece, sentirme bien en el lugar, tener continuidad, volver a pelear... Y fue bueno saber que yo no había venido acá por una decisión que tuviera que ver con el dinero”, puntualiza. El contrato que firmó es menor al que tenía en Boca.
El día que ganaron la final de conferencia (o sea, la semifinal real), sus compañeros celebraban; y Guillermo, casi no. “Con el técnico quedamos en que ese día se festejaba, porque el plantel es muy joven, pero no había que relajarse. La última semana, las sensaciones antes de jugar otra final fueron las mismas que en Boca, por más que el contexto fuera otro, la ansiedad, el no poder dormir, lo viví igual”, cuenta el ex wing. “Es cierto, ahora juego de enganche adelantado, mediapunta, parecido a cuando empecé en Gimnasia. Puede que el Columbus en muchas cosas tenga similitudes con Gimnasia. Por ejemplo, no es de los que más presupuesto tiene en la MLS. Por suerte, esta campaña no terminó como la del partido contra Independiente”, dice sobre esa herida del 95.
En Columbus, Ohio, el Mellizo recargó las energías. Dice que recuperó la tranquilidad, como le pasó al Pato Abbondanzieri en el Getafe. “Hay chances de que salga por la calle y quizás no me reconozca nadie. Depende adónde vaya. Pero igual, el reconocimiento es distinto. Por ahí ves que alguien te mira, pero no te pide nada, no te invade. Son muy respetuosos. Si te quedás en el mismo lugar, quizás toma coraje y al rato se te acerca para preguntarte algo”.
¿Cómo es la vida de Guillermo? Familiar, con su esposa y sus tres hijos. Va seguido a Starbucks, donde alterna entre la trinidad básica: “Cappuccino, caffellatte o espresso”. Aunque aún hay cosas a las que no logra adaptarse del todo. “Una es el tema de las cenas. En las concentraciones se hacen a eso de las 6.30 o 7. Demasiado temprano”. Otra es el clima. “Acá empieza a nevar en noviembre y sigue hasta abril. El frío te mata, y más con 3 nenes. A las 5 de la tarde se cortó todo, es de noche, todos adentro. Pero el día no termina hasta las 11”.
También está más tranquilo con la prensa. “Acá es todo muy organizado. Sabés de antemano que un día vas a perder 10, 30 o 45 minutos por una nota, o una hora por un evento. El hecho de saber te hace vivir más tranquilo”.
La oxigenación no necesariamente implica una desconexión del fútbol argentino. “Aparte de internet, acá tengo para ver casi todo, aunque perdí un poco los programas. Por ejemplo, cuando está Estudio Fútbol yo me estoy entrenando, porque arrancamos a las 10 y hay 3 horas menos. Igual, me las arreglo bastante bien para ver a Gimnasia y a Boca”.
-¿Qué te produce ver a hinchas de Boca con la camiseta del Columbus en la Bombonera?
-Y, reconocimiento, más que nada, haber hecho algo y que no pasara sin generar nada.
-¿Cómo evaluás el año de Boca? Tuvo cosas muy buenas y cosas muy malas.
-Fue muy raro, sí, tuvo de todo. Fue el mejor equipo de la Libertadores y quedó afuera por un tiro libre por el que lo terminaron matando de contragolpe. Se lesionaron Palermo y Palacio, que es muchísimo, e igual siguió peleando. Promovió un montón de chicos. Es el que más crea, el que más llega, y de repente tiene un partido malo y pierde con Vélez, o con Tigre.
-En el club se discute si le renuevan a Ischia.
-Como te dije antes, el equipo juega bien, y entonces la alternativa de cambiar o no cambiar... Es muy difícil. Por suerte no soy dirigente de Boca como para tener que cargar con ese tipo de decisiones tan difíciles. Está ahí, peleando arriba y ojalá que llegue a ganar este título.
-¿Te llamó la atención la disparada de declaraciones por temas internos?
-A lo lejos, sin estar adentro y sin saber lo que pasa, me sorprendió, sí, pero lo que no me sorprendió es que fueron inteligentes y en la cancha nunca se notó, que es lo que vale. 
-El año pasado, le dijiste a El Gráfico que no querías hablar de Russo porque aún estaba en Boca y preferías que no se malinterpretaran tus palabras. ¿Qué tenías para decir?
-Nada en particular. No quería dar una opinión porque a veces eso se puede malinterpretar. Y no quería generar ningún problema con el que era el técnico de Boca, así como este año quizás no quiero generar ningún problema con el técnico de San Lorenzo.
-El rumor de que Boca te quería cuando se lesionó Palacio, ¿te llegó?
-Me llegó, pero como rumor. Oficialmente, no supe nada. Pero lo que sí te puedo decir es que a mitad de año me llamó Pedro (NdR: Pompilio). Hablamos un rato. Me dijo que quería tener una charla conmigo a fin de año. Y bueno, lamentablemente para todos los que lo queríamos, después pasó lo que pasó.
-¿Cómo te enteraste de su muerte?
-Estaba en el vestuario, me llamaron por teléfono y me avisaron. La primera sensación fue de no creerlo. Tenía esa impresión de que no podía ser cierto. Si él estaba bien, no tenía ningún problema. Fue un golpe duro. Si bien no era amigo de Pedro, siempre habíamos tenido una relación excelente. Boca perdió a un gran dirigente.
Con sus ex compañeros de Boca habla bastante. “Con Martín charlo más o menos una vez por semana. También con Cagna, aunque ya no está en Boca”.
-¿Te lo llevarías a Palermo a tu equipo?
-Cualquier equipo de la MLS lo querría tener, pero mi consejo es que sólo venga si no es titular en Boca. Si no, se tiene que quedar allá.
-¿Le ves cosas tuyas a Pablo Mouche?
-Sí, pero no se lo tiene que medir por eso, él tiene su forma de jugar y las comparaciones nunca son buenas. Ojalá que me pase en todo, en títulos, en partidos, en juego, en goles, en todo.
-¿Te sorprende que Cagna figure en los planes de River?
-No, no me sorprende. Hizo las cosas muy bien en Tigre y es lógico que lo quieran de cualquier grande. Aparte, en River deben estar pensando en lo mejor para salir de la situación que están. No recuerdo haberlos visto últimos en la tabla.
-¿Cagna no está muy identificado con Boca?
-Creo que hay que liberar un poco a los técnicos de eso, porque si nos ponemos a pensar, prácticamente es una carrera distinta. Fijate Schuster, jugó en el Barcelona, en el Atlético de Madrid, y hoy dirige al Real Madrid. Aparte, los clubes grandes no pueden permitirse buscar a un técnico por el cuadro del que es hincha. Si no, Boca nunca hubiera podido ir a buscar a Bianchi.
Virreyes de chanes. Precisamente Bianchi y su esposa, Margarita, estuvieron en la final en Los Angeles y charlaron después del partido. Guillermo, por ahora, no evaluó su futuro. Su DT Schmid no tiene dudas: “Las personas exitosas lo son en cualquier actividad que hagan. Guillermo ve bien el fútbol y entiende lo que hace falta para ganar. Muchos pueden ver bien el fútbol pero no tienen la otra parte, el espíritu. Habla con los jóvenes y da el ejemplo. Es imposible que no esté prestando atención. Será un gran técnico, pero esperemos que no ahora. Lo queremos, lo necesitamos”.
-En un futuro vas a ser técnico, ¿no?
-Sí, sí, lo tengo decidido.
-Y con eso que decías de desmitificar, ¿Estudiantes o River te van a poder ir a buscar?
-Eh, nooo, pará. Eso seguro que no.
-Cuando estés retirado y no estés trabajando, ¿a quién vas a ir a ver, Boca o Gimnasia?
-Creo que no voy a tener ese problema. Voy a ver a los dos. Si te fijás, Gimnasia juega casi siempre viernes y sábados; Boca, los domingos.  
En la última nota con El Gráfico, hace un año, Guille decía que a fin de año tenía que analizar qué iba a hacer porque ya no tenía la ilusión de un pibe de 20. Hoy, con sus 35 años y las pilas recargadas, su futuro no está en claro, por eso no quiere hablar de vueltas hipotéticas.
-La MLS tiene una opción para renovarme, igual que el año anterior. Yo me siento bien, volví a vivir cosas muy lindas como es estar ahí, peleando arriba, y mientras esté bien, tengo ganas de seguir un año más.
-Es la frase que todos los años dice Maldini: ya va por los 40 y sigue jugando.
-Ojalá que entonces a mí también me pase como a Maldini.
 
Por Martín Mazur