23 Sub 23: #8 Agustín Allione

  Nota publicada en la edición de marzo de 2013 de El Gráfico

Mi primer profesor fue Sola, de Independiente de Amenábar, después ya lo tuve a mi viejo, Fabricio. Desde chiquito le dije que quería ser jugador de fútbol, que ese iba a ser mi trabajo y él lo entendió perfectamente. Me ayudó a lograrlo. Mis amigos y familiares pensaban que estaba loco, porque me exigía mucho. Si no hubiera sido por él, jamás habría llegado a Vélez. También son importantes los preparadores físicos, que ayudan a que uno rinda a pleno. Destaco a Damián Lanatta y Guido Thompson. En las inferiores de Vélez, tuve a Hugo Iervasi y Héctor Manfredi, que me ayudaron mucho y me dejaron enseñanzas y consejos simples, pero verdaderos: que debía ser constante, que el fútbol tenía cosas malas, pero tenía que pasar los obstáculos. Y sobre todo, sacrificarme mucho, porque eso pesa a la hora de que te tengan en cuenta para jugar.

Siento que no cambié mucho desde que estoy en Primera. Siempre fui muy profesional y me tomé el fútbol con responsabilidad y seriedad. Es distinta la presión que hay en relación con las inferiores, donde se puede estar más distendido, hacer jodas, pero sin aflojar. No se vive como en Primera porque ahí ya hay más presión de los jugadores y también de la gente. Tenemos tiempos de diversión, pero el clima es más serio. Yo siento que maduré mucho en lo personal, porque en lo físico me siento de la misma manera. Cuando me tocó debutar, y cada vez que me toca jugar, no siento la presión de la que se habla. Pero sí siento la ansiedad del momento. Me gusta aprovechar la concentración para hablar con mis compañeros y pedirles consejos. También trato de pensar en lo que puedo hacer en el partido. Todos suelen dar consejos con la mejor onda. A los que más les he preguntado son Emiliano Papa, Sebastián Domínguez, Lucas Pratto y Fabián Cubero. Son los que te dan aliento dentro y fuera de la cancha. Siempre te dan el consejo de alguien que sabe.