(sin categoría)

Leo Gutiérrez, gigante sin techo

Consigna que no falla: llega a un equipo para ser campeón y cumple. Con siete títulos bajo el lomo en la Liga Nacional, igualó el récord de Marcelo Milanesio y Pichi Campana.

Por O.R.O. ·

17 de agosto de 2010
Nota publicada en la edición julio 2010 de la revista El Gráfico

Imagen EL BESO DE LA GLORIA. A la Copa "León Najnudel", su séptimo título de campeón. La serie final fue Peñarol 4 - Atenas 1.
EL BESO DE LA GLORIA. A la Copa "León Najnudel", su séptimo título de campeón. La serie final fue Peñarol 4 - Atenas 1.
SERGIO SANTOS HERNANDEZ, el entrenador nacional que también está al frente de Peñarol de Mar del Plata desde junio de 2007, siempre recuerda una charla que tuvo con su colega italiano Sergio Scariolo, hoy entrenador de la selección campeona del mundo, España. En junio del año 2000 fueron disertantes en la Clínica Internacional ESCO de Paraná como flamantes campeones, Scariolo del Real Madrid y Hernández de Estudiantes de Olavarría. Entonces, le dijo: “El día que debas elegir jugadores, elegí a quienes hayan ganado algo. Si ya ganaron algo, no pueden parar”.

En ese momento el consejo pasó casi de largo en la charla, quizás porque el Oveja recién había logrado su primer título profesional. Pero le quedó fuertemente grabado al bahiense, vaya si la sugerencia sentó raíces. Desde entonces lo pudo comprobar: comenzó a acaparar una montaña de conquistas, porque “te hacés vicioso del triunfo”.

En el plantel Milrayitas, reciente ganador de nuestra Liga Nacional, el abanderado de esa línea es el marcosjuarence Leonardo Martín Gutiérrez. Sergio lo pinta así: “Leo es un tipo especial. A ninguno de nosotros nos permite relajarnos en este aspecto. Es un obsesivo del triunfo, obsesivo de conseguir objetivos. Sin quitarles nada a los demás, considero que todos estamos encolumnados detrás de su ‘mente criminal’. Leo es el hombre de la década, sin duda. En los últimos diez años de la Liga Nacional no hay un jugador que se le pueda comparar. No sé si jugará mejor, tirará mejor, pasará mejor, si sabe picar o no sabe picar… Sabe ganar. Y en el profesionalismo, ganar es la vida”.

Marcelo Gustavo Milanesio fue el primero que llegó a siete títulos en 2002. Después le empató Héctor Oscar Campana, al año siguiente. Ahora, Leo se agrega al olimpo de los máximos campeones de la historia con una ecuación infalible y apabullante en el último lustro de esta primera década del siglo XXI: club al que llegó, club que se consagró campeón.

Pese a la igualdad en los números, Leo no se equipara: “Marcelo y Pichi están allá arriba, más arriba. Es algo muy lindo haberlos alcanzado, pero ellos son lo más grande de todos los tiempos de la Liga Nacional”.

EL CONCEPTO NO SE ALTERA
Julio César Lamas lo puso en la Liga Nacional en Olimpia de Venado Tuerto, donde debutó el viernes 10 de diciembre de 1993 con triunfo de local por 93-69 sobre Santa Paula de Gálvez. Lo reclutó del Club Atlético y Biblioteca San Martín de Marcos Juárez (Córdoba), su ciudad natal. Hoy ya suma 16 temporadas.

Imagen ATENAS. Volvió a Córdoba y salió campeón en 2009. Allí ya lo había sido en 1999 y 2002. Festeja con un histórico: Diego Osella.
ATENAS. Volvió a Córdoba y salió campeón en 2009. Allí ya lo había sido en 1999 y 2002. Festeja con un histórico: Diego Osella.
Dirigido por el profesor Horacio Juan Seguí, Leo logró dos títulos: el baustimal de 1996 con los venadenses y el de 2002 en Atenas de Córdoba. “Lo vi evolucionar –ubica–. Como todo gran jugador, es producto de sí mismo. El de Olimpia era un juvenil de mucho carácter que se especializaba en defender y tomar rebotes, a lo que sumó bloqueos para sus compañeros. En Atenas, seis años después, ya mostró su intención de correrse hacia la posición de alero y comenzó a tomar decisiones con sus lanzamientos exteriores. No con la certeza de ahora, pero ya tenía la determinación de ocupar dos o tres posiciones al mismo tiempo como síntoma de su madurez”.

El arco de diez años (1999 y 2009) trazaron en el tiempo sus otras dos consagraciones en el club cordobés con el profesor Rubén Pablo Magnano: “Soy un admirador de esta estirpe de jugador: corajudo, ganador, proequipo, con una capacidad técnico-táctica increíble. Sus logros son fruto de su gran siembra”.

A Ben Hur de Rafaela llegó con el oro olímpico de Atenas y fue campeón en 2005 con Lamas, que lo había descubierto: “Marcó el camino al equipo y fue la luz dentro de la cancha. El contagió y sus compañeros lo siguieron, sabiendo que seguían a un campeón olímpico. Sus cualidades personales nos enriquecieron: deseo de victoria, corazón y experiencia”.

Gabriel Fernando Piccato, santafesino de San Jorge, festejó en 2007 con Leo en Boca Juniors y lo describe con una anécdota porque “lo pinta de cuerpo entero”. Cuenta: “Un día antes de los cuartos de final frente a Ben Hur de Rafaela, Leo se desgarró en el entrenamiento y sabía que se perdía la serie. Pidió una reunión conmigo para decirme que confiaba plenamente en el equipo, pero que si la serie se complicaba y teníamos que vivir una situación límite, él quería jugar, sin importarle el costo. Empezamos 0-2 abajo. Se dio la circunstancia anunciada y para el tercer juego se produjo su reaparición. Podría no haberlo hecho, motivo tenía (desgarro), pero dicen que los verdaderos líderes aparecen en los momentos más difíciles. Leo es así, desafió la situación, superó la adversidad y –sobre todo– no dejó a su equipo, no abandonó a sus compañeros. Jugó, no sólo inspirándolos a ellos, sino tomando decisiones trascendentales. Boca pudo imponerse en ese juego y dio vuelta la serie para después ser campeón”.

Sergio Hernández, especialista para cincelar frases sustanciosas, después de la consagración de Peñarol, su séptimo título en la Liga Nacional, aclaró simplemente que de Leo Gutiérrez ya sobran o no alcanzan las palabras. Pero remató a toda orquesta: “Es como dijo la Brujita Verón acerca de Messi: ‘No me pregunten más de Messi, ¡¿qué más quieren que diga de Messi?!’. Es increíble, Leo es tan bueno como para dar su mejor versión en los momentos calientes, eso sólo lo hacen los grandes”.
Síntesis: 16 temporadas, 6 clubes, 7 títulos de campeón (lo hizo con 5 equipos distintos) y 8 series finales jugadas (5 fueron en sus últimas 8 temporadas; en 1994/95 estuvo en el plantel de Olimpia, pero no jugó).

Imagen BEN HUR. Desde arriba del aro celebra la mejor campaña en victorias de la 26 Ligas Nacionales: 83,6%. Notable 2004/05 para Rafaela.
BEN HUR. Desde arriba del aro celebra la mejor campaña en victorias de la 26 Ligas Nacionales: 83,6%. Notable 2004/05 para Rafaela.
FRASES QUE EXPLICAN
En su ya larga trayectoria, que va a cumplir 17 años, Leo fue hilvanando conceptos que contribuyen claramente a que entendamos tamaña estirpe de ganador:

* “Mis maestros fueron jugadores muy buenos, muy ganadores, con muchos campeonatos peleando. Sebastián Uranga en Olimpia de Venado Tuerto; Marcelo Milanesio, Pichi Campana y Diego Osella en Atenas de Córdoba… Pese a que habían ganado un montón de reconocimientos, eran tipos a los que siempre veía con las mismas ganas, o más ganas todavía, de volver a ganar. De eso te vas contagiando, vas viendo la forma como encaran cada competencia, y entonces comenzás a preguntarte: ¿por qué yo no lo puedo hacer? Te mentalizás y afrontás todos los torneos con el mismo espíritu ganador”.

* “En la Selección Nacional fue igual. Todos los equipos que integré, desde cadetes a mayores, tuvieron esa mentalidad ganadora. Todos quieren jugar, todos quieren ganar”. Lo ubicamos en el tiempo: desde 1993 hasta los días de hoy.

* “Marcelo Milanesio me asombraba. El era un líder. No tanto por carácter, sino porque en la cancha hacía parar a sus compañeros de la manera más exacta y terminabas anotando los puntos más fácil que nunca.  Siempre intenté copiar esas cosas y ahora lo tiro al campo. Ayudo a los bases; les digo cómo o dónde se tienen que ubicar para que yo les dé la pelota o para que ellos me la den a mí. En eso, Marcelo era inigualable”.

En los partidos finales jugados en el Orfeo de Córdoba, con agresividad, Leo fue el blanco directo de las ofensas de un público que no le perdona que se haya ido de Atenas. El propio Marcelo, precisamente, encaró a un sector que enarbolaba un cartel con la inscripción “Agrupación Milanesio presente”• Los frenó: “Ya que invocan mi nombre, les pido que paren: a un grande no se lo insulta”.

* “Mi carácter fue siempre así. Desde chico era loco como hoy. Me puteaba con mis compañeros, me peleaba con la gente, protestaba todo, me peleaba con cualquiera y no me importaba si enfrente estaba Uranga o Tourn… A los 15 años era igual que ahora, que tengo 32. Creo que las ganas de hacer las cosas bien me llevaron a concretar una buena carrera. Cuando empecé, no saltaba mucho, no tenía buen lanzamiento… entonces me tiraba de cabeza a todas las pelotas”.

* “Lo que tengo es que voy al frente. A lo mejor choco contra una pared, pero voy y choco”.

* Frente a la revista especializada “Básquet Plus” no anduvo con vueltas: “Yo juego por plata, eso está claro. Todos los jugadores de la Liga juegan por plata. Pero si querés ganar un poco más cada año, debés conquistar campeonatos. Yo quiero cobrar más el año que viene, pero para eso debo salir campeón con mi equipo. Quiero vivir otra vez la adrenalina de estar jugando la final y ver después, en el contrato, que voy a cobrar 100 pesos más que el año anterior. ¿Por ser bueno? No, porque gané un campeonato. Hay jugadores que buscan terminar la temporada buscando mejorar sus puntos, sus rebotes, sus porcentajes, etcétera, para aspirar a un buen contrato. Yo a esos números no les doy bola. A mí lo que me interesa es ser campeón”.

SUBLIME OBSESION
El único título de Peñarol en nuestra máxima competencia había sido conseguido en 1994, hace 16 años. La actual temporada fue pródiga en éxitos previos. Sucesivamente ganó la quinta edición del torneo Súper 8 (tres triunfos y ninguna derrota), fue campeón otra vez de la tercera Liga de las Américas (6-0), logró el flamante Interligas (4-0) entre equipos brasileños y argentinos y fue número uno de la temporada regular (33-11). Pero le faltaba algo al club que mayor cantidad de gente arrastra en la Argentina. Era, precisamente, su sublime obsesión, lo que más esperaba: ser campeón otra vez de la Liga Nacional.

Imagen BOCA JUNIORS. La última consagración de un equipo porteño. Ocurrió en 2007. Con Ortiz, Fioretti, Slider y Aprea en la vuelta olímpica.
BOCA JUNIORS. La última consagración de un equipo porteño. Ocurrió en 2007. Con Ortiz, Fioretti, Slider y Aprea en la vuelta olímpica.
Después de haber perdido la apasionante final de la edición anterior frente al propio Atenas de Córdoba y de sufrir la ida a Quimsa del centro internacional Román González, Peñarol necesitaba jugar una carta contundente para que no disminuyeran sus posibilidades. Cuando menos se pensaba, accionó en terreno enemigo y aprovechó una operación inesperada del rival: contrató a su jugador franquicia. Se llevó a Leo Gutiérrez. Su incidencia desequilibrante apareció para ser campeón en los dos postreros partidos, que le valieron el MVP de las finales por tercera vez. Pagó con creces la inversión que hicieron por él.

En los playoffs, Peñarol perdió un solo encuentro de los once que disputó, para totalizar una campaña general de 43 triunfos (78,18%) y doce derrotas. Se ubica en sexto término entre los campeones con mejor porcentaje de victorias en las 26 Ligas Nacionales realizadas desde 1985. La tabla histórica en esta estadística la encabeza Ben Hur de Rafaela de 2004/05 con 83,6%, también con Gutiérrez en el equipo.

“Estoy feliz –rubrica Leo– porque hicimos un año bárbaro y debemo disfrutarlo. Jugamos las cuatro finales del año y las ganamos, solamente perdimos por ‘goal average’ la Copa Argentina en triple empate. El equipo comenzó a funcionar bien de entrada y eso nos tranquilizó. Al ir consiguiendo cosas importantes, nos dábamos cuenta de que íbamos por el buen camino. Este título no tiene nada de diferente con los anteriores, porque todos se viven de la misma manera: a pura alegría”.

Por O.R.O.