¡Habla memoria!

La sociedad de la nieve: cuando el deporte sirve para volver de la muerte

Una historia que fusiona el instinto de supervivencia, las combustibles pilas de una radio y una mítica final entre San Lorenzo y River.

Por Pablo Amalfitano ·

10 de marzo de 2024

LA SOCIEDAD DE LA NIEVE despertó el furor, semanas atrás, respecto de un suceso que marcara la historia para siempre. La tragedia de Los Andes. El milagro de Los Andes. Como quiera llamarlo el lector; como prefiera recordarlo quien fuera contemporáneo.

El film de alcance global, lanzado en diciembre de 2023 y nominado a los Premios Oscar que se entregarán este domingo como mejor película internacional, refleja un relato que confluye dos vocablos antinómicos como catástrofe y supervivencia.

El punto de inflexión tuvo espacio temporal el viernes 13 de octubre de 1972, más de cincuenta años atrás, y lugar geográfico nada menos que en la Cordillera de Los Andes. Un vuelo chárter que viajaba de Montevideo a Santiago de Chile se estrelló, aquel día, con un total de 45 personas a bordo, de las cuales 40 eran pasajeros y cinco eran tripulantes.

La aeronave Fairchild, de la Fuerza Aérea Uruguaya, Serie 571, transportaba mayoritariamente jugadores de rugby del club Old Christians, acompañados por algunos familiares. La colisión ocurrió contra un pico nevado, en medio de una tormenta y luego de una falla humana por parte del copiloto, que estaba a cargo del comando del vehículo. El choque fue tan increíble que las alas y parte de la cola se separaron del cuerpo del avión. Lo que quedó del fuselaje se deslizó a 350 kilómetros por hora, a través de la montaña, y descendió más de 700 metros para luego estrellarse contra el hielo del glaciar Las Lágrimas, a más de 3.500 metros de altura.

El saldo del accidente tiene un doble significado que engloba la muerte y la vida en un mismo suceso. El número frío resultó dramático: 29 fallecidos, 16 sobrevivientes. Los segundos fueron quienes construyeron una historia de amor, entereza emocional y extremas ganas de vivir. La pelea por sobrevivir se extendió durante más de 70 días. La crónica de la odisea quedó plasmada en el papel a través de la pluma del escritor Pablo Vierci con el libro La Sociedad de la Nieve, ahora reflejado en la pantalla chica a través de la plataforma de streaming Netflix. 

El tráiler oficial de la película de Netflix.
 La repercusión del fenómeno por la película provocó la curiosidad necesaria para sumergirse, una vez más, en el interminable archivo de El Gráfico, cuyo valor agregado contiene registros históricos ineludibles. ¿Por qué la revista más influyente de la historia del deporte estuvo vinculada de manera inherente con el milagro de Los Andes? Porque muchas veces, o casi todas las veces, el deporte no hace más que contar la vida. Y porque el deporte, acaso en una mayor cantidad de veces, también sirve para construir vida.

"Habría que estar ante la barba de Pancho Delgado o traspasar la mirada triste pero firme de Roberto Canessa para comprender bien esto. Por más fiel que yo sea, será difícil que todos entendamos dos cosas que son primordiales. Primero, el espíritu de esta nota que procura demostrar la importancia que tuvo el deporte en la hazaña de los muchachos uruguayos; y, segundo, la dimensión de ejemplos que leídos pueden parecer pequeños, pero trasladados al momento y a esa especial circunstancia tuvieron un gran valor", comenzó la crónica de Robinson, el pseudónimo con el que solía firmar el periodista Ernesto Cherquis Bialo años antes de convertirse en el director de El Gráfico.

El reportaje, titulado "Reportaje a dos sobrevivientes del avión uruguayo", fue publicado el 23 de enero de 1973, en la edición 2781, y pocos días después del final de la proeza. El contexto resultó maravilloso. Cherquis Bialo viajó a Montevideo, junto con el fotógrafo Juan Manuel Fernández, para entrevistar a dos sobrevivientes: Alfredo Delgado Salaverri y Roberto Canessa en la casa del propio Canessa, en Carrasco. La vida, la fortaleza mental, la supervivencia, el deporte y una final entre San Lorenzo y River, el cóctel de una conversación para el recuerdo. 

Imagen Delgado, Canessa y Cherquis Bialo, en Carrasco, en 1973.
Delgado, Canessa y Cherquis Bialo, en Carrasco, en 1973.
 Cuando la tragedia ya había sucedido Pancho, bien arraigado a la lucha que ofrece el deporte, repetía una y otra vez: “En el fútbol se sabe que el partido termina a los 90 minutos, cuando el referí da la pitada final. Dios es nuestro referí y nos está dejando jugar; él y sólo él dará por terminado el partido. Mientras tanto hay que luchar para ganar…”.

Días después de la odisea, ya sentados ante el grabador de El Gráfico, Canessa tenía 20 años, era estudiante de medicina, jugaba de wing tres cuartos en rugby Old Christians. Y Delgado era ex jugador de la 5ª de Nacional, Universitario, en ese momento de Loyola y también jugador de rugby de Los Cuervos. 

¿Por qué los salvó el deporte? Delgado sostuvo: “Lo principal fue la ubicación filosófica y la creencia en Dios frente al problema. Con esos elementos empezamos la lucha, pero de nada hubiera servido si en el grupo no hubiera dominado una mentalidad deportiva”.

Canessa, en ese mismo sentido, agregó: “El deporte nos enseñó a absorber grandes esfuerzos. Incentivamos un espíritu de sacrificio que nos acostumbra a grandes cambios. Sabemos ganar y sabemos luchar contra la adversidad. En el rugby, además, aprendimos a apoyar al compañero necesitado, a socorrer el sector flojo, a solidarizarnos con quienes haga falta para que lo colectivo sea más importante que lo individual. Esto mismo lo explicamos en la Cordillera. Hicimos de un grupo de desahuciados un equipo que se disponía a ganarles a todas las dificultades. Y lo logramos”.

Imagen Delgado y Canessa, dos sobrevivientes del milagro de Los Andes.
Delgado y Canessa, dos sobrevivientes del milagro de Los Andes.
 La cabeza de deportista los ayudó a diseñar un verdadero equipo. Delgado, quien en el impacto se había roto los ligamentos de la pierna izquierda y presumía que tenía fractura de fémur, era el que fabricaba el agua: con el deshielo abastecía los tres litros diarios que consumía cada uno de los que peleaban por su vida. Canessa, estudiante de medicina, era el que curaba a los afectados.

Eran deportistas de pura cepa y se propusieron sobrevivir a paso lento. Caminaban, por ejemplo, durante casi ocho horas diarias y lo hacían con un palo largo para tantear el suelo. Un compañero suyo había muerto por haber pisado el vacío. Todo era despacio: sabían que iban a encontrar vida. Buscaron a sus compañeros porque tenían una obligación con el resto: jugarse por ellos hasta el último suspiro.
 

San Lorenzo, el campeón que los salvó

La estirpe deportiva y las inquietudes informativas de cada uno de los supervivientes los impulsó a mantenerse en el camino por sostener la existencia luego de una catástrofe mayúscula. Hubo un acontecimiento deportivo que los sacó de los planes pero que, a la vez, los impulsó para seguir.

El 17 de diciembre de 1972 se jugaba, en el estadio José Amalfitani, de Vélez, la final del Campeonato Nacional entre San Lorenzo y River. Aquel partido será recordado por el dramático triunfo del Ciclón por 1-0 en el tiempo suplementario, con el mítico gol de Luciano Martín Figueroa, que lo convirtió en el primer bicampeón del fútbol argentino.  

Imagen El Gráfico, edición 2781, 23 de enero de 1973.
El Gráfico, edición 2781, 23 de enero de 1973.
 Los héroes del milagro de Los Andes la vivieron en vivo y en directo. ¿Cómo lo hicieron? Tenían una pequeña radio con transistores. Poco después del accidente, cuando revisaron todo lo que había dentro del avión, habían encontrado varias pilas en las pertenencias del piloto. Entonces hicieron un cálculo para reconocer cuántas horas duraría cada pila y, en torno al resultado, sabrían cuánto tiempo por día podrían escuchar la radio

"Teníamos un problema -recordó Delgado en aquel reportaje-: el rescate se iba a reiniciar en la segunda quincena de enero, es decir, con el deshielo. Y según nuestras estimaciones las pilas nos durarían hasta el 16 de enero si escuchábamos a razón de una hora y 45 minutos por día. Había que cuidar mucho las pilas y no excederse de ese tiempo diario".

La final entre San Lorenzo y River, antecedida por la mítica pelea del 11 de noviembre entre Carlos Monzón y Bennie Briscoe, en la que el estadounidense le hizo mirar el reloj al campeón argentino, puso en jaque la duración de aquellas pilas.

 

Imagen Delgado y Canessa, inéditos, ante el lente de El Gráfico.
Delgado y Canessa, inéditos, ante el lente de El Gráfico.
 

Delgado lo rememoró con detalle: "Hubo dos acontecimientos que nos obligaron a un gasto extra. Uno fue la pelea de Monzón y Briscoe que escuchamos a razón de un minuto por round (ganó Monzón por puntos después de haber estado al borde de la derrota en el 9° asalto). Nos alegramos mucho y esa tarde celebramos el triunfo del argentino. El otro que escuchamos fue la final de River y San Lorenzo a razón de tres minutos cada quince. Pero el relator José María Muñoz le dio tanta emoción que, cuando llegó el suplementario, nos dimos el lujo de escucharlo casi completo".

 Y siguió: "Además teníamos a un compañero, Pedro Alcorta, cuyo padre es miembro del BID y estuvo radicado en Argentina mucho tiempo. Pedro es hincha fanático de San Lorenzo y cuando terminó el partido se dio una vuelta olímpica alrededor del avión -fue 64 días de espera por el rescate-. Casi todos nos quedamos tristes porque esa tarde hacíamos fuerza por River".

El milagro de Los Andes, entonces, estuvo relacionado con el deporte, más allá de que en la reciente y exitosa película no haya quedado exhibido el recuerdo de la final entre San Lorenzo y River. Los sobrevivientes, en más de cincuenta años, dieron mil conferencias alrededor del mundo y fueron protagonistas de varios libros y de otras tantas películas anteriores a La Sociedad de la Nieve. Antes que sobrevivientes, sin embargo, fueron deportistas. Acaso aquella condición los haya convertido luego en escapistas de la muerte.

Imágenes: archivo El Gráfico
Archivo: Julián Marcel