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Para la historia

Maravilla Martínez noqueó en el segundo round a Paul Williams con una izquierda cruzada que ya está entre las mejores del boxeo argentino.

Por Carlos Irusta ·

22 de noviembre de 2010
Decía Borges que los libros había que apreciarlos cuando pasaban varios años. O algo así. Y es cierto, es posible. El tiempo le agrega a las cosas una tersura que lo cotidiano no detecta. Y también es cierto que, por ser cercano, cuesta trabajo medirlo en su dimensión. No siempre es así. Tomemos el cross de izquierda que Maravilla Martínez le metió a Paul Williams. Fue en el segundo asalto en Atlantic City. Martínez defendía la corona de los pesos medianos, reconocida por el Consejo Mundial de Boxeo, y que alguna vez portó el gran Carlos Monzón.

Fue una mano sacada de los libros de texto. Williams se lanzó con su derecha cruzada y Martínez, tras girar levemente la cabeza, lanzó casi al mismo tiempo su izquierda en cross. ¿Casualidad? “Al saber le llaman suerte”, reza un tango. Y es así, porque ese lanzamiento –que de hecho, ya había intentado varias veces y con fortuna en esa misma pelea, especialmente en el primer asalto- fue el producto de horas de trabajo en el gimnasio.

Cayó como un leño Williams, el cuerpo inerte, la mirada perdida, los brazos de algodón a los costados del cuerpo, sin reflejo alguno como para intentar detender la caída. Cayó y todos supimos que no se levantaba más, que no podía levantarse más, era inútil. Tal inútil como la breve cuenta del referí: enseguida corrieron médicos y oficiales del ring para atenderlo y tardó un rato en recuperarse.

Solamente una mano en la historia del boxeo argentino es indiscutida: aquella derecha en punta que Carlos Monzón le pegó a Nino Benvenuti el 7 de noviembre de 1970. Nino cayó como un títere con los piolines cortados, totalmente inconsciente.

Recordamos una situación similar cuando Juan Martín Coggi noqueó a Patricio Oliva y conquistó la corona mundial welter junior de la AMB, pero Oliva ya había sufrido una caída y el final se veía venir.
Acá fue un solo golpe, casi fantasmal y cruento, sin piedad, justo y exacto, extraordinario.

Martínez, así, se mete en la historia grande del boxeo argentino. Y mundial. Se fue en silencio de una argentina boxística en la que las bolsas apenas le servían para comer. Se fue a la deriva y como pudo, ancló en España y a fuerza de gimnasio, ganas, voluntad y sufrimiento, comenzó a meterse entre los mejores del mundo. El año pasado, en extraordinario combate, fue declarado perdedor por puntos ante Paul Williams. “Esta vez será diferente, porque lo voy a poner nocaut”, dijo el quilmeño. ¡Y cómo cumplió!

Este sábado, en Atlantic City, se metió en la historia grande. No hará falta que pasen diez años para valorar ese cross de izquierda que, como un relámpago, le dio la mejor victoria de su vida.