Impactante: es jugadora de Boca y fue operada por una malformación vascular en el cerebro
"Nunca fui consciente de que entraba al quirófano y quizá no salía", rememoró María de la Paz Corbalán, opuesta del Xeneize y de la Selección Argentina.

MARÍA DE LA PAZ CORBALÁN juega en Boca y en la Selección Argentina, pero se encuentra en plena recuperación tras haber asumido un impactante paso en su vida: en enero pasado debió meterse en el quirófano por un cavernoma, una malformación de los vasos sanguíneos del cerebro que tenía desde que había nacido.
"Nunca fui consciente de que entraba al quirófano y quizá no salía", rememoró la jugadora de vóley, a casi tres meses de una cirugía tan profunda como compleja.
Apodada Chuchi, fue diagnosticada con un cavernoma en noviembre pasado, cuando sufría fuertes dolores de cabeza por los que llegaron a medicarla para la migraña. Pero una resonancia arrojó el verdadero resultado.
Luego de varias consultas médicas la deportista de 26 años decidió meterse en el quirófano para encarar el regreso a las canchas lo antes posible.
"Estaba desesperada por operarme, nunca tuve miedo. Me operé, salió todo bien, me sacaron el cavernoma completo; después empezaron los días difíciles, tomaba corticoides y muchas pastillas, tuve tres o cuatro días de náuseas, vómitos, mareos y no me podía mantener en pie", contó, en diálogo con Página/12.
Tiene 23 puntos en la cabeza y, a semanas de cumplirse tres meses de la profunda cirugía, afrontará el camino para volver a las canchas: "En Boca se portaron de maravilla conmigo; el club se hizo cargo de todo, me tocó atravesar esto en el mejor lugar".
Respecto de lo que le tocó vivir la deportista tucumana hizo un balance emocional: “Estoy en proceso de pensar en todo lo que ocurrió. Al principio solo quería jugar y estar con mi equipo, pero ahora estoy entendiendo que hay cosas más importantes como la salud. Los días que me sentía muy mal pensaba, '¿por qué no puedo ser una persona que estudia y trabaja como todas mis amigas de Tucumán?'. El hecho de que esté mi familia acá tantos días también me hizo pensar, nunca tengo 15 días seguidos para estar con ellos. Nunca puedo ir a Tucumán porque siempre tengo partido de vóley, porque siempre tengo que cumplir con algo antes que pasar tiempo con la familia. En sí fue entender que en la vida hay otras cosas que están primero antes que la pelota de vóley”.
Además confesó que llegó a sentir enojo con el deporte: “Sí, lo pensé, porque en esos primeros días dije '¿qué hice por el vóley?, ¿tanto me gusta?'. Pensé en no jugar más y tener vida normal de una persona que tiene vacaciones, que puede estar cerca de su familia. El día de hoy no estoy desesperada por volver a jugar, pero de a poco estoy volviendo a ordenarme. Fui al nutricionista, me hice una antropometría y de a poco me volví a cuidar porque mi cabeza está puesta en empezar a hacer las cosas bien".