BOCA Y RIVER, ENTRE LENTE Y LENTE
En los recuerdos de los grandes momentos de la vida, siempre hay una foto. Una imagen en colores, en sepia o en blanco y negro. Todas tienen una historia para contar, como una cajita musical de miradas fijas y momentos eternos. Repasamos historias de clásicos desde el ojo de Alejandro del Bosco, histórico fotógrafo de El Gráfico.
Una cancha, mil historias.
El Argerich es un hervidero. Los días de partido en La Boca se desborda. Las ambulancias pasan entre el humo de los "choris" y los colores de la bandera sueca. Alejandro abre un ojo, le duele la cabeza: "uh la cámara", piensa al instante, pero no sé puede levantar.
La cabeza es como esos bombos que los capos de la barra sacuden sin parar. Lentamente empieza a buscar los bordes de la camilla para recuperar la vertical, como esos jugadores que quieren volver rápido al campo de juego. Esa tarde Boca Juniors se había coronado campeón con gol de Claudio Benetti, la clásica trepada al alambre, sumado al hambre de gloria del los xeneizes, derrumbaron el roído cerco olímpico, solo sostenido por "los trapos" y alguna misteriosa tuerca que aún resistía el paso del tiempo.
Ituzaingó y El Gráfico como premio.
"Aprendí a leer con la revista" recuerda Alejandro, su papá la usaba como medida de comportamiento. Si la escuela iba bien había revista, de lo contrario la cosa no era tan fácil. En esa época si algún familiar trabajaba en el centro de Buenos Aires, la traía "calentita" (recién impresa) el lunes a la noche, si vivías en algún barrio de la ciudad o en el conurbano, tenías que esperar al día martes.
La fotografía está presente desde los nueve años, la cámara reemplazó los sueños clásicos de ser bombero, policía, médico... Así al menos era en la Argentina de otras épocas.
La primera experiencia fue por casualidad en Aeroparque. En uno de los tantos viajes de su padre, en ese momento "Alejandrito", se topó con uno de los ídolos que veía en El Gráfico: Carlos Monzón. Ese cruce accidental y mágico, quizás haya marcado su carrera, se acercó con su cámara y le sacó una foto, con alma de reportero. Acto seguido, le dio la revista que llevaba encima con Monzón en la tapa, y le pidió la firma. Sin saberlo, un tácito contrato se había rubricado.
"En 1981 comencé con la fotografía. Fue de a poco. No tenía contactos, pero tuve la suerte de llegar como colaborador a la editorial Atlántida en 1988. Allí estaba el famoso 'Tano' Forte, quien repartía el trabajo entre los reporteros gráficos, y lentamente me fui direccionando a El Gráfico. Mi primera foto publicada fue en el casamiento de Pedro Troglio; uno se iba ganando el lugar, una historia fascinante" rememora y se emociona.
Lo escucho por radio.
"Las coberturas eran con muchos fotógrafos, entre 15 y 16. Nos repartimos todas las posiciones posibles, en ese partido me había tocado el arco de Casa Amarilla a la altura del área grande, tenía que estar muy atento por el gol", recuerda Alejandro, como si lo estuviera viviendo ahora.
Corría el año 1992, Daniel Passarella era el entrenador de River Plate y Óscar Washington Tabárez, el de Boca Juniors. El escenario era la "vieja" Bombonera, sin el perfil actual de palcos vidriados y plateas VIP. Los dos equipos peleaban baldosa a baldosa el campeonato, el más “apremiado” era el "xeneize", que llevaba once años sin salir campeón. El equipo del "Maestro" se había puesto en ventaja con un gol de Sergio "Manteca" Martínez; hasta que promediando el segundo tiempo, Juan Carlos Loustau sancionó un penal de Alejandro Giuntini a Ariel Ortega, quien había ingresado en el complemento por Ramón Díaz.
De espaldas a la acción, el arquero "millonario" escuchó como Fernando Navarro Montoya desviaba el penal pateado por Hernán Díaz -quien no dormiría por dos noches- manteniendo el arco en cero y asegurando la victoria.
"Termina el partido y en el arco que estaba Comizzo iba a salir River, en esa época los carteles eran de chapa, se juntaba barro debajo de ellos, había poco espacio, por eso decido pasar del otro lado de ellos. Mientras guardaba mis equipos, miro y veo algo en el piso. La radio que había usado Comizzo estaba ahí. La agarre y ahora es parte de mi museo de cosas que han tirado en la cancha", acota Del Bosco entre risas.
El que avisa no traiciona.
La relación de los fotógrafos y los jugadores es cercana. Como la de esos "amigos desconocidos" que el oficinista se cruza en el subte. En tal estación, a tal hora, se sube el pelado grandote de ojos saltones y traje oscuro, que empuja y pide permiso, porque el tren va lleno y no hay lugar.
El córner es el subte de los jugadores y los fotógrafos, todos amuchados, con cámaras, lentes, bolsos, ataviados de esos chalecos de bolsillos infinitos y misteriosos. Entre los insultos y escupitajos, el jugador visitante intenta patearlos de alguna manera más o menos decorosa.
En 2008, se cruzaron River y Boca en el Monumental. El equipo de Carlos Ischia necesitaba salir de la irregularidad, en un torneo que lo mostraba a once puntos del entonces líder San Lorenzo de Almagro. El local tampoco la pasaba bien. Diego Simeone sufría el andar de su equipo y necesitaba una victoria 'superclásica' para salvar el año: "Córner para Boca, lo veo a Román que viene caminando como siempre, tranquilo, casi displicente... Éramos tres reporteros gráficos que estábamos encimados ahí. Sabíamos cómo pateaba Riquelme y cómo debíamos ubicarnos para que él ejecute tranquilo. Cuando estaba llegando, la Sívori y la Belgrano Baja lo insultaron a más no poder.... en ese contexto le dice al colega de Reuters: 'correte papi que le pego al arco'. Al escucharlo me pongo más al costado, porque también lo molestaba. Ejecuta el córner y pega en el palo, ¡increíble!, todavía recuerdo esa foto". Boca ganó 1 a 0 con gol de Lucas Viatri, salió campeón y ese año el River de Diego Simeone terminó último.
Beto, Beto, acá!
Del Bosco vuelve a emocionarse con otra anécdota: "Gerardo 'El Zoilo' Horovitz, un fenómeno de tipo y fotógrafo, un emblema de El Gráfico, un maestro. Él es el autor de la foto de Beto Alonso el día de la pelota naranja, gritándole el gol a "La 12". Termina el partido y nos encontramos en la redacción. No podía hablar, ¿Sabés por qué? Le había gritado tanto a Alonso para que pose para la foto, que se rompió la garganta, un maestro total, un hermoso recuerdo"
Diseño y edición de fotografía
Matias Di Julio