1937. Los fundadores de Independiente
A 30 años de la fundación del club, EL GRÁFICO reunió a los fundadores de uno de los clubes más importantes del país. En esta crónica se pueden apreciar material fotográfico y documentación nunca antes vistos. Otra joya de nuestro archivo.
EL NOMBRE DE INDEPENDIENTE
Se ha dicho que Independiente nació de una escisión producida en el viejo Racing por motivos de política interna... y externa, y que de allí provino el nombre del nuevo club. Se han dicho muchas cosas, porque nada más fácil que hablar cuando se tiene imaginación activa y lengua fácil. Lo difícil es probar documentariamente lo que se afirma. Y esto es lo que hacemos hoy, ofreciendo, como testimonio de nuestras aseveraciones, el documento vivo de los fundadores de Independiente, reunidos para El Gráfico treinta y tres años después de la fundación del club.
Forman un núcleo de personas cultas, educadas, afables, unidas entre sí por el vínculo sostenido de una amistad que supo resistir a la acción disolvente de la vida, y que forman, como uno de ellos, don Arístides Langone, dijo al cronista, una gran familia con distintos apellidos.
Y empezaremos la historia. Érase una vez...
Érase una vez un grupo de chiquilines que trabajaban como cadetes en una tienda grande: "A la Ciudad de Londres", para ser más exactos, que estaba instalada en la esquina de las calles Victoria y Perú. Corría el año de 1904. El club de la casa — el club de la casa se llamaba (no se sabe por qué) "Maipo Bánfield" — había formado varios cuadros para que intervinieran en partidos amistosos de fútbol. Los cadetes de quienes hemos hablado eran socios activos. Pagaban, como tales, $ 0.50, lo mismo que los mayores. De allí la flagrante injusticia, la inconsulta resolución de la comisión directiva, que los excluía de los cuadros alegando que eran demasiado chicos para jugar. Entre las víctimas del atropello figuraban los hermanos Rosendo y Marcelo Degiorgi, Luis y Nicolás Bassou, Antonio y N. Cabana, Fernando A. Aizpuru y J. F. Ipart, todos ellos argentinos, menores de edad. Los hermanos Cabana trabajaban en la sección modas; los hermanos Bassou, Ipart y Marcelo Degiorgi, en la sección menaje y Rosendo Degiorgi, en zapatería.
La tarde del 4 de agosto de 1904 hizo crisis la rebelión de los cadetes. Pero éstos no tuvieron a Carbón por capitán como aquellos de la Gascuña, sino a su compañero Rosendo Degiorgi, líder del movimiento insurrecto que se preparaba.
De menaje a modas y de ésta a zapatería, anduvieron ese día los cadetes escaleras arriba y escaleras abajo, gambeteándole sin duda a la mirada zurda de los jefes de sección. ¿Qué hacían? Se pasaban la palabra: a la salida habría asamblea de excluidos en el boliche de enfrente, un almacén. Y así se hizo.
¿Qué se dijo en la asamblea? Se habló de injusticia, de derechos vulnerados, de reivindicaciones necesarias. ¿Que no podían jugar en el club de la casa porque eran chicos? Pues jugarían en el propio, en el que iban a fundar en ese acto si todos estaban de acuerdo. ¡Sí que lo estaban! Esa fué la afirmación unánime y clamorosa. Y sin más requilorios quedó fundado el club del grupito independiente. ¿Qué nombre le pondrían? Pues ese mismo. Rosendo Degiorgi lo propuso como una ratificación que rubricaría el gestó libertario. "Independiente"; así se llamaría el club.
— ¿Conformes?
— ¡Conformes!
Y ésta es la verdadera, la fidedigna historia del nombre del Club Atlético Independiente. O para mejor decir: "Independiente Foot-Ball Club", como entonces se le llamó. Y sin perder tiempo se constituyeron en comisión distribuyéndose los cargos de esta suerte: Presidente: Rosendo C. Degiorgi; secretario: Marcelo Degiorgi; tesorero: Luis Bassou; vocales: Nicolás y Antonio Cabana, Nicolás Bassou, Fernando A. Aizpuru y J. F. Ipart. La comisión del nuevo club inició de inmediato, dentro y fuera de la casa, la campaña proselitista. A los pocos días se habían triplicado los socios, con la incorporación de los jovencitos: Manuel Pardiñas, Carlos P. Degiorgi, Ernesto Degiorgi, Severo Rodríguez, Arístides A. Langone, Juan Darnay, Juan Artau, Antonio Díez, José Hermida, Daniel Bevilacqua, León Darnay, Edelmiro N. Langone y Alfredo H. Langone.
LA CASACA GRANATE
Esta comisión organizadora fija en $ 0.25 la cuota mensual y adopta para uniforme del club, por iniciativa de Arístides Langone, la camisa crimea blanca con un escudo azul formando bolsillo y atravesado en diagonal por dos rayas blancas con las iniciales I. F. C., tomada del Plata United Football Club de Barracas, en el que hasta ese momento habían militado los hermanos Langone. Los colores actuales fueron propuestos a la comisión directiva el año 1908 también por el presidente don Arístides Langone, quien se inspiró para ello en 'la camiseta del club Nottingham Forest, que era tipo tricota y con cuello doblado. Hoy, al recordarlo, el señor Langone dice:
—Cuando vi salir a la cancha a los del Nottingham, me impresionaron y me gustó la camiseta. ¡Parecían diablos! Entre los primeros asociados se seleccionó a los que mejor pateaban para integrar el equipo representativo que quedó formado así:
Francisco Maristani; Marcelo Degiorgi y Andrés Ferrier; Manuel Martín, José Hermida y Cristóbal, García; Rosendo C. Degiorgi, A. Blanco, Edelmiro N. Langone, Ernesto G. Degiorgi y Juan Darnay.
Muy bien: ya estaba formado el primer team de Independiente; pera, ¿dónde jugaría? Cerca de la sede del club, y como no fuera la plaza de Mayo, no existía ningún espacio abierto. Lanzados todos los socios a la búsqueda de cancha, fueron a encontrar una en la calle Boyacá, cerca del Lavadero de Flores. Entretanto, practicaban en un potrerito de Gaona al llegar a Bella Vista. En cuanto a la secretaría, funcionaba en la calle Esmeralda 329, domicilio del socio Daniel Bevilacqua.
La cancha de la calle Boyacá, perdida en lo que eran entonces verdaderos andurriales, fué conseguida un sábado. El domingo, desde la madrugada todos los socios del club se dieron a la tarea de cortar cardos y cicuta hasta pasado medio día, y a las dos de la tarde se jugaba en cancha marcada, ganándose el partido, contra el Club Atlético Lomas. Para indicar a los visitantes el rumbo que debían seguir para no extraviarse en los cardales, se colocó en el muro del almacén "Del Chiodo", Gaona y Boyacá, una chapa que decía "Field del Independiente F. C.", y ostentaba una mano con el índice extendido en dirección al campito. El almacén existe todavía; pero la chapa en cuestión, lo mismo que el palenque donde los reseros ataban sus caballos, ha desaparecido.
La comisión organizadora llama a asamblea el 19 de enero de 1905 y, aunque fracasó por falta de número, se resuelve en minoría fijar ese día como fecha de fundación del club. Una segunda asamblea citada para el 17 de marzo siguiente designa la primera comisión directiva "constitucional", la que quedó formada de este modo: Presidente: Arístides A. Langone; vicepresidente: Rosendo C. Degiorgi; secretario: Daniel Bevilacqua; prosecretario: Juan Artau; tesorero: Carlos P. Degiorgi; protesorero: Juan Darnay, y vocales, Antonio Díez, Severo Rodríguez, J. F. Ipart, Marcelo Degiorgi y Fernando A. Aizpuru. Se resolvió también a aumentar la cuota de 0.25 a 0.50, dar un voto de aplauso a la comisión organizadora y cerrar el acto en medio de una algazara extraordinaria.
Y aquí comienzan, después de algunos entreveros sin mayor importancia, los partidos de Independiente contra clubs no afiliados de la Liga, como los que se llamaron ¨Almirante Togo¨, ¨Mariano Moreno¨, ¨General Arenales¨, ¨Capital¨, ¨1° de Mayo¨, ¨Birmingham¨,
"Palermo", "Argentinos de Lomas", "San Telmo" y "Brandzen", todos los cuales fueron pasando a mejor vida, mientras Independiente proseguía, sorteando mil dificultades, su marcha triunfal.
Es preciso aquí, para hacer justicia al mérito, atribuir como es cierto la marcha aplomada y sólida del club en los primeros tiempos a la rígida disciplina administrativa de su comisión, formada por muchachos de orden y de trabajo. Baste citar el caso de un socio que por razones que no es del caso mencionar presentó su renuncia, y a quien se le contestó por nota que se haría lugar a su solicitud de baja, "siempre y cuando devolviera al club la camiseta que obraba en su poder". Otro detalle que abona nuestra afirmación, es el de que el jugador que no estaba al día con la caja, así fuera el más necesario y de mayor prestigio, no jugaba.
Resueltas las autoridades del club a inscribir varios teams en la Asociación, se pensó en buscar una cancha mejor ubicada, consiguiéndose una en Tagle y Avenida Alvear, exactamente donde está todavía la del club River Plate. Puesto en condiciones el campo, inscriptos dos teams en la Asociación y vibrantes de entusiasmo los pichones de diablos, se recibe la ingrata nueva de que la Asociación rechazaba la cancha "por no encontrarse en condiciones", ¡todo en vano! Pero aquella era gente de acción y perseverancia. ¿Que no servía el campito? ¡Pues a buscar otro! Jugando partidos amistosos se pasó la temporada de 1906, mientras el club buscaba su definitiva instalación.
Una comisión formada por los señores Arístides A. Langone, Antonio Díez, Juan Darnay, Severo Rodríguez y Carlos P. Degiorgi, se encargó de buscar el futuro field, y después de largas caminatas fueron a aterrizar en... Avellaneda. Bueno. Imagínese el lector lo qué sería Avellaneda por aquel entonces. Avellaneda y en la calle Manuel J. Ocantos al 600. Tome nota también de que allí existía de tiempo atrás un club prestigioso que polarizaba el entusiasmo delirante de la hinchada local: Racing, y dedúzcase de todo eso el optimismo angelical con que los jóvenes intrusos se instalaron en el lejano suburbio. Su situación era, ni más ni menos, que la del que cae al decir del refrán criollo: "Como perro en cancha de bochas". Arrendaron el terreno en diez pesos mensuales y como era chico, alquilaron también en otros diez el fondo de una casa situada enfrente, para instalar la casilla.
Transformados los socios en herreros, carpinteros, pintores, etc., y con recursos obtenidos por suscripción voluntaria, dieron pronto fin a las instalaciones ante la mirada "cacha dora" del elemento local. Y esta vez se consiguió, ¡por fin!, el ingreso a la Asociación con tres teams: 2°, 3° y 4° divisiones.
Y aquí comienza la verdadera época heroica del club Independiente. Por primera vez participaría, el año 1907, en una temporada oficial para la disputa del campeonato. Hecho el sorteo, correspondió al team de 3° división jugar, entre otros, con los clubs Atlanta y Racing, en el orden mencionado.
UNA GOLEADA FANTASTICA
Llega el día del partido. Gran expectativa en toda Avellaneda. ¿Qué pasaría? A la hora indicada forman en la cancha los dos teams, luciendo los de Independiente sus flamantes casacas coloradas. Pero no era el team oficial; era otro que, debido a la extemporánea enfermedad de los titulares hubo que completar con otros jugadores elegidos a última hora. El arquero, que debía haber sido Arístides Langone, fué en cambio un uruguayo, Costa, de quien decían que era bueno. Y aquí tenemos frente a frente a los dos equipos. Comienza el partido con un avance de Atlanta y... ¡goal! Vuelta al centro y otro avance de Atlanta y... ¡goal! Sería monótono hacer el relato de la jornada. Lo cierto es que al darse la pitada final, el resultado fué: Atlanta, 20; Independiente, 1. Omitiremos también la crónica de la formidable rechifla que se elevó en todos los ámbitos de Avellaneda.
¨40 A 0¨
Y así, entre comentarios risueños y pronósticos demoledores por parte de los hinchas de Racing, llegó el domingo 9 de junio de 1907, fecha decisiva y triunfal en los anales de la historia de Independiente. Índice de los pronósticos — y muy elocuente — fué la inscripción que, al dirigirse a la cancha ese día, vieron los socios de Independiente escrita por hinchas rivales en el puente del ferrocarril y que decía: " ¡40 a 0!"
A las órdenes del referee L. Watson, y con la cancha rodeada por un cerco vivo de hinchas bulliciosos, formaron los equipos de este modo: Independiente: Antonio Bazarra; Enrique Gonzales y L. Paitz; Fernando Zetti, José Hermida y Marcelo Degiorgi; Antonio Pomarini, Alberto Arregui, Jacinto Tagliaferro, Miguel Peluffo y Rosendo Degiorgi. Racing: Marengo; Magnaburu y Deluchi; P. Werner, J. Ohaco y Amadeo Larralde; A. Ohaco, J. Collazo, F. Bruzzone, B. Ibáñez y L. L. Piatti.
Por primera vez se ponían frente a frente los clubs que luego serían adversarios tradicionales.
Conviene hacer notar que el team de Racing acababa de obtener sobre Atlanta un triunfo neto, y que a su vez Atlanta había ganado a Independiente por 20 a 1 como ya hemos dicho. Sin embargo, todo fué comenzar las acciones y comprender los de Racing que el hueso no era tan fácil de pelar. Y más convencidos quedaron al finalizar el primer tiempo, con el inquietante score de 2 a 2. Se inicia el segundo tiempo y pasan diez minutos, veinte, treinta, cuarenta,... sin que variara para nada la posición de los teams. De pronto, y cuando faltaban sólo tres minutos para finalizar el partido... Toma la pelota Pomarini,... esquiva a uno, dos, tres contrarios; centrea y recibe Rosendo Degiorgi; corre hasta el arco, se acomoda y... ¡goal de Independiente! ¡Goal de Independiente!... y pitada final.
Los gritos de entusiasmo fueron por cuenta de los socios y sus respectivas familias. En cuanto al silencio, un silencio profundo quebrado por esos gritos, correspondía a la enorme multitud de Avellaneda.
Y aquí comienza la historia del resurgimiento vigoroso del club que ha llegado a ocupar las elevadas posiciones que todos conocemos. Muchos socios de Racing, que no estaban conformes del todo con la política interna, se afiliaron al nuevo club que, desde esa jornada, adquirió en Avellaneda carta de ciudadanía. En octubre de ese mismo año se incorpora a Independiente, con armas y bagajes el club de "Los Británicos", entre cuyos socios figuraban: Carlos Pérez, Roberto, Ernesto y Pedro Sande, Eduardo Mignaburu, Julio M. Jordán, Ricardo Mignaburu, Javier Sala, Cleto Santa Coloma, J. De Vicenzi, Rafael H. Deyheralde, Arturo Salas Chaves, J. Ferreyra y Aníbal Viñas.
HACIA EL PORVENIR
Se convoca a asamblea y surge de ella, una nueva comisión directiva formada así: Presidente: Arístides A. Langone; vicepresidente: Manuel Méndez; secretario: Carlos P. Degiorgi; prosecretario: Julio F. Mantecón; tesorero: Severo Rodríguez; protesorero: Antonio Díez, y vocales: Fernando Zetti, José Hermida. Alfredo Ayos, José Lombardi y Juan Darnay. En cuanto a la secretaría, se instaló, ahora con el asentimiento respetuoso del vecindario, en la calle Italia N° 16 de Avellaneda.
También por esta época el socio Amadeo Larralde, que cultivaba una platónica amistad con las musas, compuso el himno de Independiente, canción que hizo furor en su época y que exhumaremos del olvido para que los de Independiente la canten de nuevo. Decía así:
Somos los de Independiente
de pierna fuerte y templada,
guapos para una jornada
digna de un team muy valiente.
Siempre luchamos unidos
sin llamarnos temerarios,
saludando a los contrarios,
vencedores o vencidos.
Jugamos sin ambiciones,
no tenemos avaricia;
nada más que la malicia
tenemos en ocasiones.
Pondremos siempre altanera
nuestra divisa granate,
y en medio de un gran combate
flameará nuestra bandera.
Y ha de gritar el que pueda,
siguiendo nuestra corriente,
¡Hurra! al club Independiente
del pueblo de Avellaneda.
No cabe en los términos de una nota historiar la evolución posterior de este club. Se trataba solamente de hacer la narración de su origen, y hemos debido entonces omitir hechos y nombres de actuaciones posteriores. Recordaremos, sin embargo, que esta comisión directiva imprimió al club un impulso vigoroso, construyendo la primera tribuna y el alambrado circundante, al que se aplicaba por la parte interior una arpillera para forzar al público a pagar la entrada al "estadio".
En 1908 juega ya con Bristol, de Montevideo y es también ese año cuando, como una confirmación del poderío que va adquiriendo el club, su cuadro de segunda división obtiene la copa Bullrich, venciendo a San Isidro en reñidísimo match, por el mínimo score.
Invitados por El Gráfico, los fundadores de Independiente han reconstruido 33 años después las escenas de la fundación. Y por cierto que en más de una oportunidad se transmitió al cronista la emoción que los embargaba. Tal el momento en que, al disponerse el fotógrafo a tomar una instantánea en el viejo campito de Avellaneda, un vecino, enterado de que aquellos señores eran los fundadores de Independiente, les manifestó que el arquero Barraza, el del famoso partido contra Racing vivía a dos cuadras de allí. Enviado a buscarlo un chiquilín del barrio, pocos minutos tardó Bazarra en llegar al terreno brincando como en sus buenos tiempos de goalkeeper. Y allí los apretones de manos y los abrazos y los...
— ¿Te acordás, viejo, te acordás?
Y así fué cómo, los cadetes que quedaron excluidos de un club que no existe, porque eran muy chicos, fundaron, para desquitarse, uno de los clubs más grandes y gloriosos del país.
Por Lauro Palma