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KYRGIOS, LA LOCURA Y LA MAGIA DEL PÚBLICO

Casi como una postal lejana para estos tiempos, el Abierto de Australia ofreció una fantástica noche a cargo del más talentoso de sus hijos dilectos.

Por Pablo Amalfitano ·

10 de febrero de 2021

NICK KYRGIOS no tiene medias sombras. Viene con el combo completo: un talento sin igual y una personalidad muchas veces indomable. Lo tomás o lo dejás, aunque esta noche no hubo dudas: fue protagonista principal de una nueva velada mágica en Australia y capitalizó la presencia de su público, una postal que puede parecer una ilusión por estos tiempos.

En medio de la pandemia, cuando el mundo no para de restringir las grandes aglomeraciones, Australia es una verdadera burbuja y, por ello, ofrece una foto imposible: la gente en las tribunas. Esta miércoles hubo un total de 19900 espectadores, de los cuales muchos asistieron al partido de Kyrgios, uno de los hijos dilectos de la isla más grande del mundo.

Después de no haber jugado durante casi todo 2020 por el coronavirus, el australiano de 25 años demostró por qué es un jugador tan inteligente como emocional: la fabulosa noche en la John Cain Arena exhibió cómo Kyrgios se retroalimentó del público para superar un partido memorable. Salvó dos match points y estuvo contra las cuerdas pero finalmente se impuso 5-7, 6-4, 3-6, 7-6 (2) y 6-4 sobre el francés Ugo Humbert. "Honestamente sólo pensaba en toda la mierda que iba a romper si perdía este partido. No sé cómo lo hice. Estoy perdido con las palabras. Es uno de los partidos más locos que jugué", analizó minutos después de la épica victoria.

El público resulta un factor esencial en el deporte profesional, sobre todo para los protagonistas que se dejan llevar por los sentimientos mientras acumulan y dejan escapar la adrenalina en pleno compromiso. Y este tipo de espectáculos, en el tenis en particular, tienen un lugar en la historia gracias a la supervivencia de los partidos al mejor de cinco sets. Si se jugara a tres en los Grand Slams, no sólo Kyrgios hubiera perdido sino también la gente que asistió para disfrutar de un show.

Kyrgios está lejos de ser el mejor. El mundo sostiene que tiene talento suficiente para permanecer entre los cinco mejores durante varios años. Los vaticinios, de todos modos, resultan contrafácticos: el australiano llegó a ser número 13 de ATP en 2016, un número brillante y a la vez exiguo por los recursos que pueden dispararse de su raqueta.

Lo cierto es que, una vez más y acaso como aperitivo de muchas otras, fue el hombre que desató la locura. Si bien no tiene medias tintas, y no hace falta justificarlo, entrega la sensación de que puede hacer cosas maravillosas cuando sólo se dedica a jugar. Por algo lo sufren Rafael Nadal y Novak Djokovic, cuyo ego terminó herido más de una vez por sus excentricidades y sus capacidades técnicas. Y hay que resaltar un dato: siempre que derrumbó a los mejores se nutrió del público, como lo hizo esta noche para construir otro heroico triunfo.