EL REGRESO DE FEDERER: ¿LAS ÚLTIMAS BALAS DEL GENIO?
Ausente en Australia después de 21 años, el suizo volvería al circuito en marzo tras una inactividad de 14 meses. Cuál es el horizonte posible y dónde estarán los focos en el epílogo de su carrera.
YA TRANSCURRIÓ un año. El 30 de enero de 2020 surgía como un día corriente: semanas antes de la irrupción definitiva del coronavirus, el circuito no parecía correr peligro yel Abierto de Australia ya se adentraba en momentos de definición. Roger Federer se despedía en semifinales y nadie, ni el más pesimista de los mortales, podía imaginar que el suizo pasaría a más de un año sin volver a jugar un partido oficial.
Para Federer, en pocas palabras, la temporada 2020 culminó vacía: sólo jugó en Melbourne y, pocas semanas después, pasó por el quirófano por una lesión en la rodilla derecha. La recuperación no fue la esperada y, con el circuito ya paralizado, debió someterse a una artroscopía por la misma dolencia. El mundo repetía, acaso como si fuera una mueca del destino, que el astro tenía todo tan calculado que había administrado los tiempos para estar inactivo cuando el tour permaneciera parado por la pandemia. Está claro que no podía saberlo de antemano, aunque la gente suela atribuirle esa clase de superpoderes. Lo cierto es que Federer, mal que le pese a una gran porción del ecosistema del deporte, no es perfecto ni puede manejar los tiempos a placer.
Por ello, por ser un humano más y no un héroe de fantasía, es que sigue sin salir a la cancha desde aquel 30 de enero. El próximo 8 de agosto cumplirá nada menos que 40 años. Hoy se entrena en Dubai, lejos del ruido, mientras el grueso de los tenistas atraviesa la cuarentena en Melbourne para disputar un atípico Abierto de Australia, el certamen que decidió no jugar después de 21 participaciones consecutivas. Y la razón no fue la lesión de rodilla -de hecho trabaja para volver con cierta proximidad-, sino las condiciones que lo habrían alejado de su familia.
El brasileño Andre Sa, ex 55° del mundo y actual director de relaciones con jugadores en el Abierto de Australia, fue quien lo confirmó semanas atrás: "Federer no juega por la cuarentena. Tenía dos opciones. La primera era venir con toda la familia y ponerse en cuarentena, pero el problema era que Mirka -su mujer- y los hijos no podrían salir de la habitación; la segunda era que viniera solo pero tenía que estar cinco semanas lejos de su familia. Y me lo dijo: ‘Amigo, tengo 39 años, cuatro hijos y 20 Grand Slams; ya no estoy para quedarme lejos de mi familia durante cinco semanas'".
Ya en 2018, después de ganar su último título grande precisamente en Australia, Federer no tuvo problemas en mandar el aviso: "Si Mirka no quiere viajar mi carrera ha terminado. Es tan simple como eso. Ella es la clave de todo esto; todavía está feliz de viajar, aunque no todas las semanas porque es demasiado con los cuatro chicos". En aquel momento el suizo ya dosificaba su calendario y cuidaba su cuerpo, pero quedaba claro que las opciones de jugar serían cada vez más puntuales. Objetivos cortos, grandes y espaciados.
La pregunta es, entonces, dónde volverá después del extenso parate. Todo indica que regresaría la semana del 8 de marzo en Doha, un torneo que no juega desde 2012 y en el que fue campeón tres veces. Siete días después también jugaría en Dubai, donde conquistó ocho títulos entre 2003 y 2019. Pero la esperada reaparición podría ser incluso antes. El bombardero Richard Krajicek, campeón de Wimbledon en 1996 y director del torneo de Rotterdam, sueña con volver a tenerlo en la lista de participantes. La plaza holandesa, que este año tendrá lugar desde el 1° de marzo, resulta ideal para Federer por dos motivos: se juega bajo techo y allí levantó el trofeo tres veces. Si el retorno fuera en los Países Bajos, entonces compartirá el cuadro con Rafael Nadal, quien ya confirmó que estará en Rotterdam después de doce años -fue finalista en 2009-.
Juegue los torneos que juegue, y vuelva la semana que vuelva, Federer habrá estado alrededor de catorce meses sin salir a la cancha. Ya no quedan dudas: el ocaso de su carrera está cada día más cerca. Las balas se escurren en sus manos, tanto por el físico como por el trajín que implica viajar con su familia desde hace años. Quizá haya que pensar en que los próximos grandes disparos tengan lugar en Wimbledon y en los Juegos de Tokio, en caso de no suspenderse. La medalla dorada es el único gran título que no ganó como singlista. Y no sería descabellado vislumbrar que el genio persiga las zanahorias más valiosas en los momentos específicos del calendario. Porque el tiempo se acaba para todos. Incluso para una leyenda como Federer.