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La historia del torneo de polvo de ladrillo azul que ganó Roger Federer

El recuerdo de la conquista del suizo, en la edición del Masters 1000 de Madrid en la extraña superficie impulsada por el rumano Ion Tiriac. "Masacre de pitufos", bromeaban.

Por Pablo Amalfitano ·

25 de abril de 2023

ROGER FEDERER conquistó uno de los torneos más extraños y anómalos de la historia del tenis: la edición del Masters 1000 de Madrid que se disputó sobre canchas de polvo de ladrillo azul.

La infrecuente superficie, impulsada por el rumano Ion Tiriac, por entonces dueño de la licencia del torneo -en diciembre de 2021 se la vendió a la estadounidense IMG-, tuvo dos factores en contra: la lucha de los actores más conservadores del tenis, que se niegan a innovar, y el clima excesivamente primaveral en el que se jugó aquella edición.

Por aquellos días sólo se hablaba del particular polvo de ladrillo que cubría las canchas de la laberíntica Caja Mágica, el recinto en el que se juega el Masters madrileño desde el año 2009. Juan Ignacio Chela, que jugó aquella vez uno de los últimos torneos de su carrera, bromeó en sus redes sociales: "Están investigando si para hacer la canchas hubo una masacre de pitufos o una orgía de avatars".

 

Imagen La cancha central de la Caja Mágica de Madrid, diez años atrás.
La cancha central de la Caja Mágica de Madrid, diez años atrás.
 
Histórico entrenador de Guillermo Vilas y conocedor del negocio del tenis como pocos, Tiriac lo tenía claro: "Hay que innovar y asumir los riesgos". El tradicional póster oficial tenía una leyenda bien marketinera: "Arcilla como siempre, como nunca". El torneo estuvo vendido a la perfección.

El mítico rumano defendía la idea en la previa apoyado en que ya eran varios los deportes que habían decidido utilizar otros colores, sobre todo el azul, porque la imagen aportaba una mayor visibilidad para la transmisión televisiva. Sin embargo todo resultó al revés y, en mayor parte, debido a factores incontrolables por el ser humano.

Aquellos días en Madrid fueron ciclotímicos en términos climáticos: hubo hasta 15 grados de diferencia entre una jornada y otra. Calor. Frío. Calor, otra vez. La superficie de las canchas, entonces, se "congeló" y generó dos inconvenientes: el polvo de ladrillo, que suele ser lento, se volvió mucho más rápido y, además, no brindaba apoyos estables para los jugadores.

Fue usual ver varias patinadas. Sendos problemas fueron utilizados por los detractores para desterrar el color de la superficie, que al cabo no modificaba nada por sí mismo. Si la pelota ya viaja rápido en la altura -Madrid está 700 metros por encima del nivel del mar-, entonces con el polvo frío ya era otra velocidad.

La polémica, los trascendidos y las crecientes quejas de los jugadores alcanzaron un nivel mediático importante, sobre todo por la talla de uno de los tenistas que impulsaron el reclamo: Rafael Nadal.

 

Imagen El póster oficial del torneo.
El póster oficial del torneo.
 

"La cancha resbala un poquito más de lo habitual, es escurridiza, y en algunos momentos está un poco blanda. Este es el torneo más difícil de la temporada de tierra, el más complicado, el menos parecido a tierra", explicaba el español, el máximo ganador de la historia en torneos de la gira europea de polvo de ladrillo.

El análisis, después, aportó mayor profundidad: "La cancha te da más opciones de jugar peor. Para los especialistas en tierra los factores van un poquito en contra. Para jugadores como Isner, Raonic o Federer pueden ser muy buenos. Favorece y premia muchísimo el servicio y el primer tiro. Lo hace más de lo habitual. La pelota viaja muy rápida y, en lugar de saltar hacia arriba, salta un poco hacia adelante. Hay otro problema en la cancha central: la valla de publicidad de atrás es baja y del mismo color de la cancha, por lo que marea. Se pierde mucho la pelota".

El español se despidió muy temprano: cayó 6-3, 6-7 y 7-5 ante Fernando Verdasco en los octavos de final, una de las derrotas más duras que sufriera el mejor tenista local de la historia en el torneo de Madrid.

Para Federer, por el contrario, la velocidad de las canchas le calzó perfecta: ganó todos los partidos en su camino al título frente a jugadores ubicados entre los 25 mejores del mundo.

En el debut derrotó 4-6, 7-5 y 7-6 (4) al canadiense Milos Raonic (23º); en octavos de final se impuso 6-3 y 6-2 ante el francés Richard Gasquet (18º); en cuartos de final despachó 6-4 y 6-4 al local David Ferrer (6º); en las semifinales eliminó 6-2 y 6-3 al serbio Janko Tipsarevic (8º); y en la final festejó ante el checo Tomas Berdych (7º) después de ganarle 3-6, 7-5 y 7-5.

El polvo de ladrillo azul, tan polémico como mediático, también resultó tener una vida útil aggiornada a los tiempos que corren: con todos los estímulos en contra, fue todo lo efímero que podía ser y duró apenas un torneo, el que ganó Federer.

Imagen Roger Federer y Will Smith, durante la premiación.
Roger Federer y Will Smith, durante la premiación.