Las Crónicas de El Gráfico

1967. La consagración de Estudiantes

Al cabo de muchos domingos, de la mano de Zubeldía, para Estudiantes llegó el gran domingo. El domingo final, el de la gran victoria. La crónica de Ardizzone del triunfo Pincha frente a Racing 3-0 para ser campeón por primera vez.

Por Redacción EG ·

07 de agosto de 2019

Clima de final distinto. Estadio de San Lorenzo con toda La Plata adentro. Banderas distintas. Gritos distintos. Tribunas compactas bien identificadas, que ni siquiera pudieron silenciar esos primeros 45 minutos tibios, casi somnolientos, desprovistos de ese condimento emotivo que supone una final de torneo. Un Racing sin piernas, sin dinámica, con esa dureza de movimientos que trae el cansancio. Y un Estudiantes que monopoliza el juego, que controlaba todos los sectores, pero que también se refugiaba en ese ritmo lento y pesado que se fue metiendo en el trámite. Mejor plantado Estudiantes. Mejor ordenado. Tapando todas las salidas del campeón, pero con poca resolución al superar los tres cuartos de cancha. Arriesgando mucho la pelota al desembocar en la última etapa del ataque. Y ese cero que cerró el primer tiempo se estaba robando todo el espectáculo, estaba clausurando la fiesta. La fiesta que quería reventar en las dos cabeceras del estadio, que empezó a animarse desde el arranque de la segunda. Cuando Estudiantes se lanzó con más vigor al ataque, cuando Racing ya desnudaba su impotencia física. Cuando Estudiantes fue imprimiéndole a cada maniobra la contundencia física y la convicción espiritual. Cuando empezaron los piques demoledores de Echecopar, dejando a sus espaldas una fila de rivales. Cuando ya nadie en Racing podía ni marcar ni correr. Cuando ya en Racing sólo la figura de Basile se erguía allá en el fondo enjugando errores, cruzando espaldas, intentando el arranque...

 

Imagen Zubeldía y sus muchachos.
Zubeldía y sus muchachos.
 

Mientras Racing se esfumaba, se disipaba angustiosamente, el campo se poblaba de más casacas albirrojas. Y un detalle notable. Estudiantes, con su fama de equipo defensivo, con su leyenda de falta de gol, con su aureola de fuerza, de lucha, se transformaba en el equipo que, además de ganar en todas las fricciones, de sacar ventaja en todos los anticipos, jugaba la pelota haciéndola circular con gran claridad mental y sentido de profundidad. Era Estudiantes con toda la fuerza de Pachamé, incluso la personalidad de Pachamé, más el temperamento y los enormes aciertos de Malbernat en la marca y en el arranque. La serenidad de Bilardo para serenar y dar desahogo en sociedad con la higiene de Madero para tratar la pelota y darle destino. Y el dribbling agresivo de Verón, en una tarde muy oscura de Martín. Y en ese simulacro de tiro libre, en ese zurdazo de Madero que se clavó allá arriba, en el ángulo superior del arco de Spilinga, quedó definido el resultado. En ese momento ya estaba esclarecido el campeón. Porque sólo un equipo había en el campo. Un equipo pleno de vigor, de disposición en el campo, dé claridad cerebral que seguía trabajando con el mismo rendimiento de los primeros minutos. Racing moría en cada pique de Echecopar. Agonizaba en cada arranque de Verón, que empezaba complicando las espaldas de Martín y concluía quebrando toda estructura defensiva de Racing. Ni Rulli para correr gente, para equilibrar diferencias. Ni Perfumo para salvar a Martín y a todo lo que llegaba por el medio. Era nada más que Estudiantes. Nada más que todo Estudiantes contra Spilinga y la presencia ya cada vez más fatigada de Basile, que al cabo salió del campo desgarrado... Allí se decidió el encuentro y se formalizó la superioridad de una tribuna. Allí se fue ya gustando el preludio de un campeonato. Y cuando Verón clavó el zurdazo allá arriba, allá mismo donde entró el zurdazo de Madero, ya el estadio era platense. Todo era platense. Hasta era platense la desinteresada simpatía de los indiferentes.  

Imagen El plantel completo de Estudiantes campeón.
El plantel completo de Estudiantes campeón.
   

Nadie podía ordenar en Racing. Ni Maschio, que fue incluido a último momento, no obstante su deficiente estado físico, ni Mori, que aún buscaba la salvación de un pique. Ninguno de los tres volantes eran visibles en esa zona. Y adelante nada. Ya era todo de Estudiantes. Campo, goles, tribuna, gritos, festejos... Un festejo que se llenó de gol cuando Ribaudo concluyó la mejor jugada de la tarde venciendo por tercera vez a Spilinga...

Ahora sí la fiesta tenía el condimento emotivo. Tenía gol y un ganador absoluto, pleno, indiscutible...

Racing no pudo siquiera disponer de las fuerzas para desnudar su vergüenza de gran equipo. No pudieron ni las piernas, ni los músculos, ni los pulmones... Fue claudicando así, lentamente, mostrando esa impotencia que se hacía cada vez más definitiva, que no podía transformar la derrota, ni siquiera con su vicio de ganar. Superado en todo el trámite. Sin piques, sin pelotazos, sin centros, sin cabezazos... Y en el duelo de gritos, en la enorme superioridad de la tribuna ganadora, fue surgiendo un coro que al principio fue tímido. Un "A Racing lo queremos aun perdedor", que hizo epidemia en toda la tribuna adicta. Que fue tomando volumen y germinando en todas las gargantas habituadas a la victoria.

Imagen Luego de una falta a Spadaro, Madero tira de zurda con chanfle sobre la barrera. Spilinga salta con el objetivo de detener el balón.
Luego de una falta a Spadaro, Madero tira de zurda con chanfle sobre la barrera. Spilinga salta con el objetivo de detener el balón.
 

Imagen La barrera de Racing no lo puede creer. Los jugadores de Estudiantes festejan la conquista.
La barrera de Racing no lo puede creer. Los jugadores de Estudiantes festejan la conquista.
 

 

Imagen Siguen los abrazos, Estudiantes acaricia el campeonato.
Siguen los abrazos, Estudiantes acaricia el campeonato.
 

Al cabo Racing le había dado tantas! Que ese emotivo reconocimiento en plena derrota servía, al menos, para indemnizar a los que allí adentro trataban de luchar contra lo imposible, contra ese cansancio ya metido en la sangre, contra esos poros que ya no podían ofrendar siquiera una gota más de sudor... Al cabo allí salía triunfador un equipo que había confesado su admiración por el campeón, que había puesto en práctica el mismo fundamento que Racing ponía en el campo. Trabajo, transpiración, sentido de equipo, sacrificio en todas las semanas, fatiga de todos los días... Y cuando la tribuna de enfrente, ya frenética sobre el mismo silbato de Nimo, se entregaba a todos los excesos del sentimiento, a toda la carga acumulada a través de una campaña distinta, el grito de "¡A Racing lo queremos!", también se metió en la fiesta. En esa fiesta distinta, con gritos distintos, con banderas distintas, con lágrimas distintas... Era La Plata allí en Boedo. El campeonato del menos grande. El triunfo del que no conoce su sabor. El grito cargado de emotiva nerviosidad. La vuelta olímpica con los torsos desnudos. Los aplausos de todos los costados. Los gritos de la tribuna albirroja, ya sumida en el éxtasis del sueño alcanzado. Y los aplausos de la tribuna dolida, que quiso sumarse a la admiración, que no pudo sustraerse a la simpatía que promueve el menos fuerte. Al menos en la historia del éxito... Así se fue Estudiantes del campo. Como ganador ungido por la evidencia de una ovación cálida y total. Mostró todos los incuestionables valores de su evolución. Toda la importancia de sus hombres dentro del campo. El peso físico, la influencia espiritual, el credo ganador.

"¿Quién se lo iba a creer?", decía Bilardo en medio de los abrazos del vestuario. "¿Quién iba a creer que íbamos a ser campeones?" Pero Bilardo no se acuerda de contabilizar todas esas mañanas partiendo desde Constitución hacia La Plata a la misma hora de todas las jornadas para ir elaborando mañana a mañana toda esa quimera de campeón. Todos los días. A la misma hora, perturbando el silencio de los bosques de La Plata, estimulados por las voces de Zubeldía y Jorge Kistenmacher... Así empezó la historia. Así empezó el sueño. Así se fue elaborando la gran empresa. Con Zubeldía pensando en Racing, tal como lo declaró honradamente... Con todos pensando en la victoria, sabiendo que todo estaba subordinado al sacrificio, al tributo diario de los poros y de los músculos...

Así se fue fortaleciendo a medida que los triunfos llegaban. Así se formó la conciencia ganadora, la fuerza para luchar, el sacrificio para pelear cada partido, para resolver cada domingo... Y al cabo de muchos domingos, siempre allá arriba de la tabla, llegó EL GRAN DOMINGO. El domingo final, el de LA GRAN VICTORIA. El convencimiento de que es necesario seguir llegando allá al bosque todas las mañanas, a la misma hora de cada mañana... Allí está el gran misterio de este enorme y destacado éxito...

Imagen Ribaudo le pega con la derecha abajo. Remate fuerte y abajo para el 3 a 0 de Estudiantes.
Ribaudo le pega con la derecha abajo. Remate fuerte y abajo para el 3 a 0 de Estudiantes.
 

 

Imagen La celebración del gol que liquidaba el partido.
La celebración del gol que liquidaba el partido.
 

"¿Usted sabe lo que es jugar en este equipo? —nos dijo Conigliaro; todavía tembloroso—. Es que usted sabe que se la juega porque hay otros que se la juegan por usted. Porque aquí hay hombres que se juegan todo, que lo fortalecen a cualquiera..."

Así lo vimos a este Estudiantes en esta tarde del ULTIMO GRAN DOMINGO... Así lo vieron todos: EQUIPO CON HOMBRES, EQUIPO CON CONVICCIONES. Aquella tribuna inundada de banderas albirrojas lo sabe. Por eso estaba ahí, porque ya lo comprobó la última noche con Platense, porque ya lo comprobó a lo largo de todo el torneo...

Quizá este Racing no fue el verdadero... Pero nos quedamos con la frase de Madero... "Sí... estaban cansados, pero de todos modos le ganamos a un gran equipo". La visita de Perfumo y del "Toro" Raffo al vestuario lleno de éxito también formó parte de la fiesta...

 

Estudiantes aprende a sentirse campeón

¨TODAVIA NO LO PUEDO CREER...¨, nos ha dicho Bilardo, refugiando sus ojeras y sus mejillas nunca tan hundidas tras una nariz que en su rostro cansado emerge más enorme y agresiva... Pero Bilardo YA APRENDIO A CREERLO. Todo este vestuario estudiantil que envuelve a cien personas en el abrazo colectivo de un rectángulo de 10 por 5, YA SE ACOSTUMBRO A CREERLO... Estudiantes se sentía ganador antes de entrar en la cancha, y fue ganador a lo largo de todo el partido. Este vestuario transpira alegría, satisfacción, optimismo, sensación de deber cumplido, pero no tiene la intensidad exultante de ese otro que nos impactó tres noches antes en la "Bombonera"... Esa noche, contra Platense, hubo drama, nervio, angustia, suspenso, incredulidad, explosión y violencia emotiva. Esta vez, el clima tiene otra tensión. Se esperaba, se consiguió, se festeja. Punto. Y Osvaldo Zubeldia, puede explicar:

—Este ha sido un triunfo importante, pero el esfuerzo fundamental, el partido inolvidable, fue con Platense... Esa noche Estudiantes demostró por anticipado que puede jugar A GANAR... Hoy lo refirmó, ante EL MEJOR EQUIPO ARGENTINO, QUE NO SOLO VA A SER CAMPEON DE AMERICA, SINO DEL MUNDO... Pero era un equipo "fundido" por el esfuerzo de sus 120 minutos contra Independiente... Nuestro mérito fue explotar su decaimiento físico del segundo tiempo y hacerlo bien, con calidad, con fútbol...

Imagen Vuelta olímpica. Hábito que se inaugura en la vida joven de Echecopar... Hábito también desconocido para Ribaudo. ¡Campeones!
Vuelta olímpica. Hábito que se inaugura en la vida joven de Echecopar... Hábito también desconocido para Ribaudo. ¡Campeones!
 

 

Imagen Celebra el pueblo Pincharrata.
Celebra el pueblo Pincharrata.
 

Siempre se dijo que Estudiantes era un equipo defensivo. En estas finales hemos demostrado todo lo contrario...

—¿A qué atribuye este cambio? ¿Los jugadores se han soltado más, o ha sido simplemente una evolución lógica, similar a la que tuvo Racing, defensivo a comienzos del año pasado, y contundente al final?

—Algo de eso hubo... Pero, fundamentalmente, la confianza que han ido ganando los jugadores. Ahí tiene el caso de Verón: es un jugador dotado de condiciones extraordinarias, veloz, intuitivo, hábil... Pero la hinchada lo silbaba y andaba desmoralizado... Hace pocos domingos, contra Argentinos Juniors, lo aplaudieron... Contra Gimnasia "se pasó", frente a Platense anduvo hecho un tiro, y hoy, ya lo vieron...

—¿Totalmente satisfecho con esta consagración?

—Totalmente, no. Por dos motivos: siempre quiero más, y siento que, en esta final, he defraudado a un jugador. Yo le prometí a Manera que iba a jugar la final. Y estaba decidido a cumplir con él, porque se lo merecía, hizo toda la campaña y anduvo muy bien, aunque le ganáramos a Platense en forma rotunda, por 3 o 4 goles. Pero la forma en que le ganamos a Platense fue tan especial, tan extraordinaria, que NO QUISE MOVER A NINGUNO DE LOS HOMBRES QUE LOGRARON ESA HAZAÑA... ERA UN PREMIO PARA ESOS DIEZ MUCHACHOS QUE CONSIGUIERON LO IMPOSIBLE. Por eso mantuve el equipo, salvo los casos obligados de Barale y Bedogni... Se lo expliqué a Manera, espero que me haya entendido, y me arrepiento de haberlo defraudado con una promesa previa que no pude cumplir... Pero quiero insistirle en que tomé la actitud que me pareció más justa: SI HUBIERA TENIDO QUE DEJAR A PELE FUERA DEL EQUIPO, PARA MANTENER A LOS MISMOS QUE LE GANARON ESE PARTIDO A PLATENSE, PELE NO HABRIA JUGADO...

El doctor Madero también recibe con calma la alegría de esta consagración: ¨Racing estaba muy cansado... Se nos hizo más fácil de lo que esperábamos... ¿Mi gol? Bueno... Lo hemos ensayado a menudo, y ya estamos designados para los tiros libres: de la derecha patea Bedogni; del medio, Marcos, y de la izquierda, yo... Pero casi nunca me animo... Hoy me animé y tuve suerte... En los goles de tiro libre, casi siempre hay algo de suerte...¨

La presencia de Roberto Perfumo y el "Toro" Raffo, trae al vestuario ganador la hidalga felicitación del vencido. Y en la palabra del zaguero internacional —nunca tan añorado por Racing y por Martín como en este final del Metropolitano...—, un elogio repetido: "Este N° 10 es un fenómeno... ¡Qué jugador! ¡Qué pique! ¡Qué talento! ¡Una barbaridad!... sólo le falta pegarle mejor a la pelota... Si lo consigue, no hay con qué darle..." ESTE NUMERO DIEZ es Juan Miguel Echecopar, que desnuda su alegría silenciosa para ir a las duchas...

Ribaudo vive la satisfacción de un re-torno inesperado y triunfal: "Andaba sin suerte desde que ingresé en Estudiantes. Para colmo, tuve un accidente de auto, me fracturé y recién volví a jugar en la reserva hace tres fechas... Y justo me tocó hoy... Jugué cómo quería, para demostrarle a la gente de Estudiantes, a Zubeldía, que no se habían equivocado conmigo... ¿El tercer gol? De arriba pudo parecer que quisimos adornarlo, pero no... Cuando la recibí de Verón y la dominé, me taparon. Entonces, en vez de patear sobre el contrario, preferí asegurarlo. Se la di a Conigliaro. Tampoco pudo tirar, porque lo taparon. Cuando me la devolvió, encontré el claro y entonces tiré..."

Marcos Conigliaro tuvo su gran noche contra Platense: "Hoy estoy más tranquilo... Tengo conciencia de lo que pasó... Esa noche, no... Besé la camiseta, grité como loco, me tiré al suelo en el vestuario... Lo sé porque me lo contaron... Pero le aseguro que yo no tenía conciencia de nada...".

El "Bambi" Poletti disculpa la retención de pelota, por momentos exagerada, cuando el partido estaba 3 a 0 y Madero la pedía para seguir jugando: "Quería tenerla un ratito... Si no me la pasaban los muchachos ni siquiera la hubiera tocado..." (Rigurosamente cierto. Racing no llegó al gol. Tanto que un colega le preguntó a Poletti: "¿Siempre va a robar el sueldo como esta tarde?...")

El padre Tiscornia, asesor espiritual del plantel estudiantil, abrazó a todo el mundo. Y mientras nos estrecha en su bonhomía de sacerdote-hincha, le preguntamos: "¿Rezó mucho por el triunfo, padre?"

—Muchísimo... Siempre rezo por el triunfo de los muchachos...

—¿Y es justo mezclar el fútbol con la religión?

—Absolutamente justo... Ya lo dice la sentencia: A Dios rogando y con el mazo dando...

El presidente de Estudiantes, doctor Mangano, siente que el orgullo no le cabe dentro del pecho. Pero su vista ya está puesta más allá de esta euforia inédita que vive su gente: "Ahora, nuestro deseo es acompañar moralmente a Racing, alentarlo, luchar al lado de sus jugadores can el pensamiento, para que ganen la Copa Libertadores..."

En la puerta del otro vestuario, donde todo es silencio, don Santiago Saccol conversa serenamente con el vicepresidente del club, señor Cúneo. Retribuye nuestro saludo con una reflexión y un pedido: "No creo que esto afecte moralmente a los jugadores de Racing más allá de lo que habitualmente afecta una derrota... Hemos dado muchas ventajas... Sin Rulli, sin Perfumo... Maschio estaba «fundido» y también «tocado»... No iba a jugar... «Coco» Basile se nos desgarró... En fin... Nos ganaron muy bien... Lo que les pido es que no los castiguen mucho a los muchachos... La performance tiene atenuantes... Y necesita, más que nunca, el estímulo de todos nosotros..."

 

Imagen Estudiantes 3 - 0 Racing.
Estudiantes 3 - 0 Racing.
 

 

Por Osvaldo Ardizzone (1967).

Fotos: Ricardo Alfieri, Speranza, De la Iglesia y Legarreta.