Las Crónicas de El Gráfico

A la carta: Alberto Ohaco

Seguimos cumpliendo los pedidos de nuestros lectores. En este caso Luciano Banicki solicitó material sobre una figura legendaria de Racing Club: Alberto Ohaco. Por Roux y Borocotó.

Por Redacción EG ·

21 de agosto de 2018
PARA REALIZAR PEDIDOS, DE HECHOS Y PERSONAJES DE NUESTRA HISTORIA DIRIGIRSE  A: www.elgrafico.com.ar/contacto

 

Alberto Ohaco nació en la Capital Federal el 20 de mayo de 1889. Su padre era argentino y su señora madre, española. Como la mayoría de los purretes porteños y en especial los de aquellos tiempos, concurría a los potreros y baldíos donde, a la salida de clase, pasaba las horas jugando al fútbol. Al terminar la escuela primaria y ante la disyuntiva de seguir estudiando o tener que trabajar optó por esto último.

A los 17 años ingresó en un Banco llamado Previsor de Ahorro. Un año después ingresaba en el club Racing, es decir, tres años más tarde de haberse fundado esta institución (el 25 de mayo de 1903), como consecuencia de la fusión de los clubs "Colorados Unidos" y "Barracas Football Club". En aquel entonces Racing tenía su cancha en donde quedaba la antigua Tablada y el Mercado de Hacienda, lugar que era muy conocido porque en él se levantaban tres corpulentos y añosos ombúes.

Imagen


El año de su ingreso en Racing (1906), jugó en la 3ra.B, mereciendo destacarse su excelente actuación frente a los cuadros del Kimberley y Estudiantil Porteño, En 1907 pasaba a la 3ra A. Racing jugó ese año la copa "El Diario", y Ohaco lo hacía en el puesto de insider derecho. 1908 pasaba a 2' división, llegando Racing a la final, lo que también logró hacer en 1909 y 1910, este año en igualdad de puntos con Estudiantes de La Plata. El desempate se produjo en la cancha de Gimnasia  y Esgrima, venciendo Racing por 1 a 0. El gol de la victoria fue marcado por Alberto Ohaco.

Aquí conviene recordar que Ohaco, como futbolista, fue una especie de hombre orquesta: cualquier puesto le venía bien y en cualquiera hizo valer sus extraordinarias condiciones. Actuó de forward, de back y hasta de guardavalla. En 1910 y a raíz de su triunfal desempate con Estudiantes de La Plata, Racing ascendía a primera división. Se mantuvo en esta posición hasta 1913, año consagratorio, ya que salió campeón, título que mantuvo hasta 1918. Alberto Ohaco fue el primer internacional que tuvo Racing.

El desempeño de este deportista le valió que en cierto momento se dijeran de él estas palabras elogiosas: "Es el jugador más completo de todos los tiempos; el capitán caballeresco, digno, que jamás protestó un fallo". Y una prueba de ello es la siguiente anécdota de un hecho presenciado por nuestro compañero Félix D. Frascara, hace ya mucho tiempo, en la casilla de la cancha de Racing: durante un partido, Natalio Perinetti, contra su costumbre, había protestado una decisión del referee. Ya en la casilla, Ohaco reconvino amigablemente a su compañero, terminando por recordarle que jamás debía olvidarse que vestía los colores de Racing.

Las dos veces que Racing jugó contra equipos europeos, venció al team de Torino en la cancha de F.C. Oeste por 1 a O, siendo Ohaco el autor del tanto.  Después, Racing perdía frente al Exeter City (team ingles de profesionales) en Avellaneda, por 2 a 0. Muchos han de recordar a Ohaco en cancha, sentado sobre talones, gacha la cabeza el rostro oculto por las a de aquel célebre sombrerito blanco. Sobre esta invariable actitud suya, un cronista de un diario montevideano hizo correr la novedad de que Ohaco se oculta el rostro, tratando de no ser fotografiado porque tenía... antecedentes policiales. Esta especie carecía absoluto de certeza. La verdad era la siguiente:

Imagen Racing tricampeón (13,14 y 15): Salvador Presta, Ángel Betular,  Syla Arduino,  Francisco Olazar, Armando Reyes, Ricardo Pepe;  Alberto Marcovecchio, Zoilo Canaveri, Alberto Ohaco (ocultando su rostro.), Juan Hospital, Juan Perinetti.
Racing tricampeón (13,14 y 15): Salvador Presta, Ángel Betular, Syla Arduino, Francisco Olazar, Armando Reyes, Ricardo Pepe; Alberto Marcovecchio, Zoilo Canaveri, Alberto Ohaco (ocultando su rostro.), Juan Hospital, Juan Perinetti.
 En cierta oportunidad, Molinelli, un fotógrafo de Avellaneda le hizo a Ohaco una buena fotografía de gran tamaño. Ohaco la vio, le gustó y le pidió a Molinelli que lo obsequiara con una copia. El fotógrafo prometió enviarle una, pero no cumplió, lo que dio lugar a que tantas veces como se encontraban, Ohaco repitiera su pedido y Molinelli su promesa. El caso es que Ohaco no tuvo la copia, y un día en que Molinelli iba a sacarle a Ohaco una instantánea en la cancha, éste bajó la cabeza, diciendo: "Vos no me podrás fotografiar más". Y como temiera que Molínelli enviara a otro en lugar suyo, cada vez que Ohaco veía acercarse un fotógrafo, bajaba la cabeza y aquel famoso sombrerito blanco malograba las intenciones del chasirete.

Ohaco realizó viajes a Montevideo, Chile y Brasil, como integrante de cuadros argentinos. De sus viajes a Chile recuerda la anécdota de Jorge Brown, allá, por 1913, en que, con algunas copitas de más, se paseó en coche vestido de rigurosa etiqueta. Alberto Ohaco pose alrededor de 40 medallas, cronómetros de oro y otros premios a su inolvidable actuación deportiva. Ya retirado, reapareció, en 1928, en el field de F. C. Oeste para dirigir el match entre San Lorenzo de Almaagro y Racing Su aparición fue saludada por una cerrada ovación que se prolongó por largos minutos.

 Ya dijimos que a los 17 años de edad ingresó en el Banco Previsor de Ahorro. Ahora bien; como no le dieran permiso para participar en una selección para formar un combinado que iría a Chile, se fue del Banco.., pero fue a Chile. Después entró en la Oficina de Rentas de Avellaneda, permaneciendo aquí 4 o 5 años. Un cambio en la política le hizo perder el empleo; entró entonces en la casa Lourtet, como vendedor de hacienda, y al fallecimiento de aquel señor, en lo de Labiano, Ibarra y Cía., consignatarios, en donde se halla actualmente desde hace 10 años. Alberto Ohaco es soltero. 

RAÚL ROUX  (19 Marzo 1943)

Imagen


 

COMO JUGABA POR BOROCOTÓ

Su fútbol era sereno, sin aristas podríamos decir. Ni el tiro violento ni el golpe de cabeza potente. Su avanzar era lento, como el fútbol de entonces, pero firme, seguro. Su gambeteo no legó al travieso que luciría después su reemplazante, Pedro Ochoa, expresión de baldío. Ohaco recurría a esa habilidad cuando el juego lo obligaba, pero prefiriendo siempre el pase, la colocación de pelota. Acaso la, característica saliente suya haya sido el pase preciso, justo, medido. Jugaba sin ningún esfuerzo aparente un fútbol armonioso, elegante, que reclamaba como música de fondo un vals vienés.

"Nunca experimenté una gran alegría ni una gran pena —nos decía a los años Alberto Ohaco en una noche de vagabundeo por calles dormidas de Avellaneda— fui lo que el destino quiso y mi match con la vida fue siempre amistoso y de juego sereno. Soñé en el momento de soñar... Lo único que me provoca un poco de tristeza es saber que ya tengo cuarenta años y que no volveré a jugar en aquel Racing; ni puede volver aquel Racing..."