¡Habla memoria!

Inolvidables: Manuel Seoane

Fue el mejor delantero del fútbol argentino a través de toda una época, desde poco después del año 20 hasta poco después del año 30. Figura destacada de Independiente, que tuvo su paso por Boca y El Porvenir.

Por Redacción EG ·

26 de noviembre de 2019

Fue el mejor delantero del fútbol argentino a través de toda una época, desde poco después del año 20 hasta poco después del año 30. Encarnación cabal de la astucia, su agilidad mental y la perfecta sincronización entre la idea y la acción le confirieron rasgos inconfundibles, absolutamente propios.

 

Imagen Manuel Seoane
Manuel Seoane
 

Manuel Seoane, insider izquierdo que brilló en Independiente, tenía personalidad. Y eso vale más que la destreza, que la disciplina o el entusiasmo. En el fútbol nuestro hubo muchas figuras inolvidables y aun en el puesto de Seoane hemos admirado a muy altas expresiones de capacidad, pero el "negro" no admite parangones ni puede confundírsele porque fue el suyo un estilo muy particular, en el que jugaba más el cuerpo que las piernas y antes que un habilísimo jugador resultó siempre un estratega. Alguna vez se dijo en estas páginas que Seoane practicaba el fútbol como si fuera ajedrez, pensando dos y tres jugadas por adelantado, todas ellas dentro de la lógica más estricta. Luego, para que las cosas salieran tal como él las había planeado, recurría a su astucia si era preciso. Y así se producían aquellas cómicas confusiones en las que solamente Seoane parecía tener noción de donde estaba la pelota, o después de señalado el gol se veía a los adversarios protestando por tal o cual infracción del "negro", maestro en el arte de empujar, trabar o pisar... Inteligencia despierta, mente agilísima, esas virtudes naturales estaban afirmadas en este caso sobre otras condiciones eminentemente futbolísticas: el cabezazo magistral, el shot potente y el pase exacto. Tuvo el fútbol argentino cabeceadores magníficos, pero no es más que justicia reconocer que ninguno de ellos superó a Manuel Seoane, En sus tiempos mejores — alrededor de 1925, —cuando ostentaba su máxima agilidad, Seoane era todo un espectáculo. Fue máximo goleador de nuestras canchas, formó en la línea histórica de Independiente y paseó por los campos de Europa su gracia y su ingenio de auténtica estirpe criolla.

 

 

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