¡Habla memoria!

Los grandes cracks 1911-1921 (Parte 1)

Un testigo de la época, Chantecler, recuerda los mejores arqueros, defensores y volantes centrales de la segunda etapa del fútbol argentino, cuando los apellidos ingleses empezaron a dar paso a los latinos.

Por Redacción EG ·

07 de noviembre de 2018
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LOS GRANDES CRACKS DEL FÚTBOL ARGENTINO

En esta recordación de la segunda época del deporte, comprendida entre 1911 y 1921, destaco las figuras brillantes de Wilson, Rithner, Isola, Chiappe, Reparaz, Reyes, Castagnola, Ferro, Cortella, Olazar, Sande, Cándido García y Morroni.

Si rica fue la época constructiva de nuestro fútbol en grandes figuras, mucho más lo fue la segunda, que en mi artículo "Las etapas del fútbol argentino", la califiqué "de evolución", y que corresponde a la de Racing. Esta época comprende la historia del deporte de 1911 a 1921. La determinación puede parecer caprichosa. Pero es muy difícil precisar una época, separándola de otra, puesto que la actividad se sucede sin variaciones bruscas, y los cracks que declinan continúan desempeñandose junto a los que surgen.

Así vemos que, después de 1911, aún siguen jugando algunos cracks absolutos del tiempo de Alumni, como Jorge y Juan Brown, Watson Viaje, Lennie, Hooton, Zenón Díaz, etc.., figuras que todavía si pugnan con la gloria de sus hazañas, sin ceder el paso a los nuevos, pero a los que tendrán paulatinamente que dejar sus posiciones, pues está surgiendo un fútbol más vigoroso y eficaz, de mejor táctica conjunta y aptitudes personales. No serán figuras tan veneradas como aquellas de la primera hora, de la época llamada de Oro, pero son, en general, más sólidas en la eficacia de su escuela y en la riqueza de sus recursos.

Época importante en el progreso y difusión del fútbol argentino, en que los apellidos ingleses dieron paso, hasta ser desalojados definitivamente años más tarde, por los latinos, alternándose unos y otros en los primeros momentos, para terminar resultando el apellido anglosajón algo así como una reliquia rediviva del pasado. 

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En aquel entonces, todavía estábamos lejos de la preparación actual del jugador, con directores técnicos, masajistas y kinesiólogos, pero ya se advertía una diferencia sensible con respecto a la primera época. Se hacían algunos ejercicios preparatorios en la proximidad de los grandes matches y, por lo menos, se aconsejaba a los players que se acostaran temprano la víspera y comieran frugalmente el día del partido.

Quien más hizo en este sentido preparatorio del estado físico del jugador y la disciplina del team, fue Racing que, no bien ascendió a primera división, se distinguió rápidamente para alcanzar el primer plano que a veces discutió encarnizadamente con River Plate, Argentino de Quilmes, o San Isidro, pero siendo siempre el más regular y eficiente de todos.

Durante este período, por  último fue donde surgieron los cinco clubs grandes de la actualidad, en este orden de aparición y relieve: River Plate, Racing, Independiente, Boca Juniors y San Lorenzo de Almagro.

 

ARQUEROS NOTABLES

 Prolífica la época en grandes figuras de todos los puestos, no podía extrañar que surgieran en ella guardavallas extraordinarios que figuran entre los más brillantes y eficientes que haya tenido nunca nuestro fútbol; Basta recordar sus nombres: Isola, Wilson, Rithner. Fueron ellos los sobresalientes de un grupo selecto de guardavallas, entre los que figuraban Muttoni, Magistretti, Croce y Tesoriere en sus primeras actuaciones; Sagastume, Kiessel, Pazos, Pearson y otros cuyos nombres escapan a mi memoria. Notable trilogía, ante cuyas hazañas se emocionaron los aficionados de hace 25 años, en la que es difícil discernir cuál de los tres fue el mejor, puesto que Wilson era de una serenidad imperturbable, Rithner de colocación perfecta e Isola de una agilidad realmente felina.

CARLOS ISOLA

Sino el más grande, sin duda el más brillante, fue el ex arquero de River Plate que maravilló en atajadas imposibles, saltando de palo a palo, o bien arrojándose a un ángulo bajo, hasta detener penales. Uno inolvidable fue el que atajó en Montevideo, en un match por la Copa Newton; Carlos Scarone, por hand de Ferro, ejecutó un penalty-kick hacia un ángulo bajo, con notable potencia, e lsola, haciéndose un ovillo, se arrojó sobre la pelota, que aprisionó entre sus manos ante el asombro del público que ya creía convertido el goal. Episodios como éste se cuentan muchos en la actuación de Isola que, a pesar de la extraordinaria fama que adquirió, se retiró del fútbol cuando apenas había cumplido los 20 años.

Imagen CARLOS ISOLA
CARLOS ISOLA
 CARLOS T. WILSON 

Carlos T. Wilson, apodado Pichurria, era un jugador muy popular ya antes de cuidar la valla de San Isidro y la internacional, cuando actuaba en los potreros del puerto, en partidos picados contra los marineros ingleses a quienes servía de intérprete. Anterior a los otros dos, fue internacional ya en 1908, año en que debutó por la Copa Lipton realizando un extraordinario estreno, pues cuando el forward Cantury avanzaba hacia su valla, libre de adversarios, con el goal inminente, le salió al paso y le quitó la pelota en una gran jugada de riesgo y precisión. Era de una flema extraordinaria y gran colocación. De gran vista y segurísimo de manos, tuvo actuaciones que perduraron en el recuerdo de los aficionados. Entre lo mucho que de él me acuerdo, se cuenta un match disputado en Montevideo en 1911, por el Gran Premio de Honor. En el primer tiempor los argentinos habían señalado un goal marcado por Watson Hutton a los 20 minutos. Desde ese momento los uruguayos, acicateados por el público, buscaron afanosamente el empate y aunque el quinteto local actuó brillantemente, sus esfuerzos se estrellaron con la notable defensa argentina. Wilson se destacó con relieves propios, atajando shots a todos los ángulos hasta que Piendibene lo venció a los 25 minutos del segundo tiempo. No obstante seguir el dominio uruguayo, el score fue 1 a 1. Wilson parecía un alambrado frente a la valla que no dejaba entrar la pelota.

JUAN J. RITHNER

EI otro grande fue Rithner, el muchacho de Baradero, goalkeeper de Porteño, a quien la pasión por el fútbol le haría perder su carrera de ingeniero. Rithner fue el guardavalla insustituible de la Federación Argentina y compartió el de la Asociación con Wilson. Era el de mejor colocación y quien más intuía adónde iba el foward contrario a shotear. Su revelación fue un match que Porteño jugó contra Alumni, en Quilmes. Ganó Alumni 1 a 0, pero necesitó dominar 80 minutos y shotear otras tantas veces al arco. Rithner se cansó de atajar, arriba, abajo y a los costados Lo mismo ocurrió cuando la Federación Argentina jugó su primer match contra el poderoso team uruguayo en 1912. Se dijo que el score no bajaría de 10. Dominaron los uruguayos, por momentos en forma abrumadora, pero sólo lograron vencerlo una vez y eso porque se había caído en un rechazo.

BACKS DE RELIEVE

Imagen CARLOS T. WILSON
CARLOS T. WILSON
 Jorge y Juan Brown continuaba siendo la pareja insustituible de zagueros en los internacionales, pero había otros backs buenos e iban surgiendo quienes los reemplazarían sin desmedro. River Plate contó con uno de esos hombres en Arturo Chiappe, cuya riqueza de recursos en el quite y acertada colocación fueron sólida garantía para la defensa de su team que se había incorporado a las lides del círculo privilegiado. Sucedió a Jorge formando pareja con Juan Brown en los internacionales y soportó muy bien el grave compromiso que significaba reemplazar nada menos que al ídolo. Racing por su parte presentaba una pareja compuesta por dos jugadores distintos: Saturnino Ochoa (hermano de Pedrito), jugador lucido de quite habilidoso y Armando Reyes, recio, tenaz y seguro, que luego habla de ser muchas veces internacional.

En el recordado match de la Federación contra uruguayos tuvo una actuación consagratoria Arturo Reparaz, cuya eficacia y lucimiento rayaron a la misma altura de Rithner para hacer inexpugnable la valla asediada. Pero es justo decir que este back de Gimnasia y Esgrima no repitió luego tal hazaña que lo habría colocado al nivel de un Jorge Brown.

Imagen ARTURO CHIAPPE
ARTURO CHIAPPE
En Carlos Galup Lanús, Estudiantes de La Plata presentó a un zaguero elegante y efectivo, y posteriormente, mientras en Racing surgía corno una pequeña maravilla Roberto Castagnola, de quite firme y espectacular, en Independiente actuaba Antonio Ferro, fuerte pero limpio,  cuya virtud residía en su excelente juego de cabeza que utilizó hasta en rechazos bajos haciendo la "palomita", que terminó Bartolucci por popularizar. Boca Juniors, a su vez, en las postrimerías de la época segunda, nos presentó una figura completa y brillante en Cortella que se desempeñó con brillo y eficacia en las justas internacionales. Hubo otros backs de relieve, pero creo haber nombrado a los que lograron destacarse más.

Imagen Los backs derechos ROBERTO CASTAGNOLA, de Racing y ANTONIO FERRO de Independiente
Los backs derechos ROBERTO CASTAGNOLA, de Racing y ANTONIO FERRO de Independiente
 ¡QUE TRES CENTRE HALVES!

Evidentemente el fútbol evolucionaba. La  misión de los halves no se habla valorado en debida forma, pues se estilaba colocar en esos puestos a los más flojos. Entonces se fue comprendiendo que era la línea reguladora de los equipos y de su bondad dependían casi todos los triunfos. Racing, como team ejemplar de club, tuvo un terceto excelente con Betular. Olazar y Pepe. El team de la Asociación Argentina con Matozzi y los dos últimos nombrados y el de la Federación, con Johnston o Sayanes, Sande y Badaracco. Centros de esas líneas y ejes de sus cuadros Olazar de Racing y Sande. De Independiente, formaron con Cándido García, de River Plate, una estupenda trilogía que abarcó casi toda la época que nos ocupa. Olazar fue considerado el más grande de nuestros centre-halves y hoy, cuando en su cabeza empiezan a blanquear las canas, detrás de las ventanillas de una institución bancaria, piensa y añora en sus hazañas sobre el verde cuadrilátero. Fue el dinamismo calculado y arrollador que, de alto o de bajo, particularmente de alto, paralizó las tentativas rivales y empujó a su quinteto hacia el arco contrario. Cubría todo el centro del campo, por su colocación, rompía avances y, en persecución de un forward, quitaba en media estirada infalible; era recio y firme, pero no violento. Cuando su team flaqueaba, él con su indomable energía daba el ejemplo de valentía y alentaba la reacción. Por él, más de una vez, Racing o el team nacional ganaron un match que parecía irremisiblemente perdido. Su juego de bajo era seguro, pero el de cabeza era su mérito principal. Sus rechazos de alto no fallaban nunca y tenían la ventaja de que los calculaba precisando un pase a un compañero. Desde el centro del campo efectuó notables pases a los wingers y alguna vez en tres zancadas avanzó en el área rival para recibir un centro y conectar la ball a la red con poderosos y certeros cabezazos. Sus hazañas fueron muchas y largo sería enumerarlas. Era jugador parejo y ese fue su mérito principal: siempre jugaba bien, siempre fue alma y nervio de su team. 

Parecería después de lo dicho que habría que poner punto y raya y pasar a otro puesto. Nada de eso. Grande, muy grande fue Olazar, pero tuvo dignos competidores. Mientras él triunfaba en la Asociación, la Federación integró su team con Ernesto Sande, de Independiente, para afrontar sus compromisos frente a uruguayos y rosarinos. Fue toda una revelación. Movedizo, astuto, ágil, eficaz en el quite y calculador en el pase Sande con su boina roja, fue siempre figura de atracción en el centro del field. Acaso no rindió nunca tanto y tan parejo como Olazar, pero su juego distinto al de éste fue más sutil y habilidoso. Quizá o sin quizá, le faltó físico y por ello había momentos en que aflojaba.  
Imagen FRANCISCO OLAZAR
FRANCISCO OLAZAR


Más espectacular que estos dos cuando la fama de Olazar y Sande se extendía por todo el pais, surgió en River Plate Cándido García, que vino a completar la formidable trilogía porteña de su época. No se distinguió en el juego de bajo, por más que tenía recursos suficientes y como Sande, su físico no respondía a las exigencias de su entusiasmo, pero fue todo un espectáculo por su juego de alto. Su cabeza infalible en los rechazos resultaba un arma temible cuando su team situaba en el ataque. Los hombres de defensa cuando están apremiados usan y abusan del recurso de echar a correr. Eso hicieron los rivales de River Píate, pero cuando García, con precisión maravillosa fue alcanzando la ball impulsada desde el banderín para incrustarla en la red en notables y certeros cabezazos, entonces, todos los backs buscaron salvar las situaciones sin ceder córners. Cualquier team podía sacar un goal de cada diez córner. Con ellos, River tenía para obtener por lo menos tres. En este aspecto no he visto nunca un jugador de fútbol que igualara a Cándido García y aso que hubo hombres temibles para golear en córners como Olazar, Dannaher, Seoane y Cherro.

Absorbieron tanto los tres crack nombrados en su puesto, que aunque hubo otras figuras valiosas, quedaron colocados en un plano tal de inferioridad que su recuerdo ha desaparecido, o poco menos, del común de los aficionados y sólo se les recuerda en los clubs a los que prestaron su valioso concurso. Usando una metáfora astronómica, aunque estrellas, Aquiles Molfino, Uslenghi, de Porteño, y algún otro que en el momento no recuerdo, fueron eclipsados por esos astros de primera magnitud.  
Imagen CÁNDIDO GARCÍA
CÁNDIDO GARCÍA


Pero cometería una injusticia y no sería veraz en esta recordación histórica si no hiciera siquiera una referencia a José Morroni, al popular negro Morroni, que defendiendo los colores de Nacional y San Isidro fue en época de esos grandes una figura veterana y respetada y quien quizá impuso el juego dinámico y tenaz que hizo de los centre halves de nuestros teams el eje firme y seguro sobre el que girara la seguridad de las defensas y la eficiencia de los ataques. En la próxima edición continuaré este estudio con referencia de los grandes halves de ala y los forwards que en el importante período de nuestro fútbol que me ocupa fueron la admiración de los aficionados y contribuyeron a hacer más grande y rápido la difusión y el progreso del popular deporte.

 

CHANTECLER (1938)