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Emiliano Tade: "El Auckland City es el Boca de Nueva Zelanda"

Sin saber inglés se la jugó y se fue a vivir a Nueva Zelanda. Probó suerte en un club y quedó, se abrió paso en Oceanía y jugó un Mundial de Clubes.

Por Redacción EG ·

11 de enero de 2012
Imagen EMILIANO TADE, un muchacho que se fue a probar suerte, sin nada, a Nueva Zelanda y se hizo jugador de fútbol.
EMILIANO TADE, un muchacho que se fue a probar suerte, sin nada, a Nueva Zelanda y se hizo jugador de fútbol.
Las islas del Pacífico Sur tienen una extensa tradición en el Rugby. Sin embargo, en países como Nueva Zelanda el fútbol está creciendo cada vez más. Tal es así que el argentino Emiliano Tade llegó desde Santiago del Estero para probar suerte en aquellas latitudes. No obstante, lo particular de esta historia es que el deporte no era su primera opción.

¿Por qué elegiste jugar en Nueva Zelanda?
En realidad la decisión de ir a Nueva Zelanda no tuvo que ver con el fútbol. Yo estudiaba abogacía en Buenos Aires, pero sentía que no crecía y que no maduraba, entonces me fui allá porque quería independizarme y lo logré. Toda mi vida quise viajar, encontré la oportunidad y la aproveché. No lo pensé ni un minuto, directamente lo hice.

¿Con que expectativas llegaste?
Al principio llegué con la ilusión de conseguir un trabajo, pero se hacía difícil porque yo no hablaba inglés, entonces siempre necesitaba a alguien que estuviera cerca mio para que me ayudara y hablara por mí. Ya a los dos o tres meses me fui aclimatando y así aprendí lo que sé hoy en día. Quizás no hablo perfecto, pero me hago entender por mí mismo.

Entonces, ¿Cómo se dio lo del fútbol?
Seguía con los empleos hasta que un día un amigo, Martín Pereyra, me dijo de ir a hacer una prueba en el Wellington United. Afortunadamente, el club me quería y quedé. Una vez que estuve en el equipo comencé a tener contacto con más gente y ellos me ofrecieron algunos trabajos para poder mantenerme. La verdad es que al principio el fútbol era tan solo una recreación, después eso cambió.

Además del Barcelona y del Santos, la edición 2011 del Mundial de Clubes contó con la presencia del modesto Auckland City. Si bien su equipo quedó eliminado a manos del Kashiwa Reysol, Emiliano tuvo la posibilidad jugar unos minutos en la competencia. Justamente, al hablar de su actual conjunto, el argentino disparó: “El Auckland City es el Boca de Nueva Zelanda”.

¿Alguna vez imaginaste que ibas a jugar un Mundial de Clubes?
La verdad es que con el equipo viví cosas que nunca había imaginado. De ir a probar suerte a jugar un Mundial de Clubes, es un sueño. En ese sentido me siento un afortunado, porque esas cosas no le pasan a todo el mundo, es una cosa muy loca.

¿Se puede vivir del fútbol allá?
Si bien allá el fútbol es tomado como semi-profesional, la realidad es que por Ley tendría que ser amateur. Los clubes te pagan lo que uno gasta cotidianamente, expensas y algún que otro gasto, pero la realidad es que somos muchos los jugadores que tenemos que trabajar para poder tener un buen nivel de vida.

¿Cómo es el estilo de juego en Nueva Zelanda?
Allá están acostumbrados a jugar un fútbol fuerte y muy físico. Parecido al fútbol inglés, tirar pelotazos y centros a los delanteros, casi como de libros. Por otro lado, el nivel más difícil está en la Champions League de Oceanía; ahí sí te das cuenta por qué el fútbol es semi-profesional.

Imagen DE DEJAR ARGENTINA y jugársela por Nueva Zelanda a participar de un Mundial de Clubes. Un lujo.
DE DEJAR ARGENTINA y jugársela por Nueva Zelanda a participar de un Mundial de Clubes. Un lujo.
¿Dónde creés que sacás la diferencia?
Desde lo técnico yo noto que saco ventaja en el uno contra uno. Cuando los encaro me doy cuenta que se sorprenden, como ellos son un poco estructurados no saben como responder cuando hago algún amague.

¿Qué lugar ocupa el deporte para los neozelandeses?
Para ellos el fútbol es lo mismo que el rugby para nosotros. Los hinchas apoyan y afortunadamente es una relación bastante linda, es un ambiente familiar y todos nos llevamos bien entre nosotros. Además, el hecho de que el deporte no sea del todo profesional hace que en el vestuario no haya internas. Al no tener esa competencia extrema entre nosotros, la convivencia se hace mucho más llevadera.

¿Te ofrecieron jugar en algún otro lado?
La verdad es que con el tema del mercado de pases no hay revuelo, ninguno de nosotros está catalogado como jugador transferible, no es algo que se le de mucha importancia. Yo por lo menos no recibí nunca una oferta; es más, creo ningún jugador del club fue llamado por otro club por una oferta.

¿Existe alguna costumbre que te haya llamado la atención?
Sí. Después de cada partido existe como una especie de tercer tiempo. Los dos equipos se juntan en un bar donde los socios del club y los allegados comen todos juntos. Lo bueno es que esto pasa en todas las canchas, tanto de local como de visitante. Además, los dos técnicos se juntan y dan una charla general, explican cómo vieron el partido y eligen al mejor jugador del partido.

¿Y hay regalo para el mejor jugador?
Si, es simbólico, pero generalmente al ganador se le da un vino o se le paga toda la cerveza que consumió en el bar. De igual forma, la idea del tercer tiempo es limar posibles asperezas que hayan pasado durante el partido.

Pero, ¿Si perdían también te quedabas?
Al principio me pasaba que cuando perdíamos yo me iba re caliente y no me quedaba para la juntada post-partido, entonces mis compañeros me miraban mal porque para ellos es una falta de respeto. Yo les explicaba que en Argentina hacer el tercer tiempo sería imposible, pero ellos no lo entendían. Ahora, ya me quedo porque me acostumbré, pero si perdemos todavía me cuesta quedarme.

¿Se te pasa por la cabeza volver para jugar en Argentina?
No me pongo a pensar eso. Si dentro de un año me toca seguir jugando sigo, sino paro. No tengo problema. Estoy muy cómodo con mi estilo de vida allá y con lo que estoy haciendo. El fútbol me acompaña, pero no es todo en mi vida, por eso no soy de imaginarme un futuro futbolístico a largo plazo.

Federico Lamas