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La caída del deporte peronista

Argentina era la meca sudamericana a nivel deportivo. Sin embargo, la dictadura de 1955 -la Revolución Libertadora- estancó las performances con prohibiciones absurdas a cientos de deportistas por “responder” al antiguo régimen.

Por Redacción EG ·

25 de noviembre de 2010
Imagen POSTAL DE EPOCA: Evita y Perón asomados al balcón de Casa Rosada con la multitud de fondo. (Foto: Archivo El Gráfico).
POSTAL DE EPOCA: Evita y Perón asomados al balcón de Casa Rosada con la multitud de fondo. (Foto: Archivo El Gráfico).
Para Juan Domingo Perón, el deporte, tanto el profesional como el social, era política de estado. Se desarrollaron innumerables acontecimientos deportivo durante sus sucesivas presidencias, entre 1946 y 1955, acompañados por grandes inversiones hacia nuestros deportistas que, una vez desterrado el Peronismo, pagarían las consecuencias.

Cuando irrumpió la dictadura autodenominada Revolución Libertadora, comenzó a desencadenarse una brusca declinación deportiva, con la aparición del General Fernando Huergo como interventor de la Confederación Argentina de Deportes y el Comité Olímpico Argentino.

Proclamar el nombre del presidente depuesto o de su esposa alcanzaba para encarcelar a quién inflingiera la ley, tal como estaba previsto en el decreto 4161. También, resultaba no grato haber obtenido el reconocimiento del Peronismo frente a cualquier logro. En ese contexto, se involucró a numerosos deportistas. Cualquier figura del deporte emparentado, relacionado o sospechado de haber brindado su apoyo a Perón, pagaba con la exclusión social. Tal situación afectó a un centenar de atletas, como el remero olímpico Eduardo Guerrero, los campeones mundiales de básquet de 1950, el campeón sudamericano de bochas Roque Juárez y hasta los corredores Walter Lemos y Osvaldo Suárez, que por consecuencia de su suspensión no pudo competir en la Maratón de Melbourne 1956. “Me quitaron la posibilidad de ser campeón olímpico. Estaba haciendo 2.23 y me prohibieron ir faltando cinco días. Hubiera triunfado porque estaba cerrando dos minutos menos que el que ganó. Lo sufrí y es el día de hoy que lo sigo sintiendo. Fue una herida muy profunda”, aclara el tres veces campeón en San Silvestre.

El plantel de básquet padeció el mismo castigo. Campeones mundiales en 1950, plata en los Juegos Panamericanos 1951, cuartos en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 -luego de caer en tiempo suplementario con Uruguay-, campeones mundiales universitarios en 1953 y plata en los Juegos Panamericanos, imponiéndose por segunda vez en la historia a EEUU, fueron suspendidos de por vida. Una vez consumado el Mundial de 1950, el presidente los agasajó con una comida en la quinta presidencial de Olivos. Luego, el primer mandatario les habría ofrendado un automóvil cero kilómetro a cada uno de los integrantes del plantel. Y el gobierno de facto se encargó que el básquetbol desapareciera del plano mundial.

Luego de su asunción al poder, la "Revolución" nombró una serie de comisiones encargadas de investigar acciones “sospechosas” durante la presidencia de Perón. Así, se determinó el castigo: prohibirles jugar al considerarlos profesionales (en aquél entonces estaba prohibido) por aceptar el reconocimiento material del Tirano Prófugo. “A nosotros nunca nos dieron nada de nada”, reconoce Ricardo González, capitán del equipo.

Todo comenzó en 1948. Desde la Fundación Eva Perón, se organizaron los primeros Campeonatos Infantiles de fútbol, que luego se convertirían en torneos masivos con la inclusión de varias disciplinas: atletismo, natación, básquetbol y esgrima, entre otras.

Nuestro país recibía eventos de envergadura: la mítica carrera Buenos Aires-Caracas en 1948, el Campeonato Mundial en Tiro de 1949, el Mundial de Básquet en 1950 y los primeros Juegos Panamericanos de 1951, entre los suceso más importantes. A  su vez, la infraestructura seguía creciendo: se inauguraba el Tomas Ducó, estadio de Huracán, en noviembre de 1949, el Juan Domingo Perón, cancha de Racing, en septiembre de 1950 y el “Autódromo 17 de octubre”, rebautizado como Juan y Oscar Gálvez, el 9 de marzo de 1952.

Imagen ENTRE DOS grandes del boxeo. De izquierda a derecha: Jack Dempsey, Perón y Pascual Pérez.
ENTRE DOS grandes del boxeo. De izquierda a derecha: Jack Dempsey, Perón y Pascual Pérez.
El 25 de febrero de 1951 comenzaron los Panamericanos en Buenos Aires. Nuestro país terminó primero en la tabla general, tras obtener 150 medallas, 68 de ellas doradas. Los posteriores Juegos se desarrollaron bajo el gobierno de la Revolución Libertadora y los resultados fueron escandalosamente inferiores; entre México 1955 y Chicago 1959, Argentina sumó 112 preseas, 38 menos que las alcanzadas en un solo Panamericano.

El déficit repercutió en los Juegos Olímpicos. En Helsinki 1952, participaron 134 atletas nacionales y obtuvieron cinco conquistas: un lauro dorado -en remo, especialidad doble par, de la mano de Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero-, dos bronces y dos platas. Con la suspensión de muchos deportistas, la delegación argentina que viajó a Melbourne 1956 estuvo integrada por 37 individuos, casi cien menos que los Juegos pasados. El saldo de medallas se redujo a dos: Humberto Selvetti obtuvo una presea plateada en pesas -peso pesado- y Victor Zalazar consiguió en boxeo, categoría de75 kilos, el bronce.

Juan Manuel Fangio y Pascual Pérez, primer campeón argentino de boxeo en la historia peso mosca y campeón olímpico en Londres 1948, resultaron dos hijos pródigos para el Peronismo. El primero, con el apoyo monetario del gobierno de Juan Perón, viajó a Europa, y en 1949, con 37 años, logró éxitos regulares en el circuito europeo con siete triunfos. Luego ganaría los campeonatos de 1951, 1954, 1955, 1956 y 1957, con cuatro escuderías diferentes. Hoy se intenta lo mismo con Esteban Guerrieri.

´´Muchos me preguntan, aún hoy, porque Perón nos dio apoyo (no solamente al remo sino a todo el deporte argentino, para ir a Helsinki) y después no hizo nada. Mi respuesta es: ¿Y que querés que hiciera, además de ordenar que nos ayudaran? ¿También tenía que venir a entrenarnos?´´, sentenció Guerrero en una nota a El Gráfico.

La iniciativa peronista en cuanto a la promoción y difusión del deporte creció, se desarrolló y  potenció con el paso de los años. Pero la Revolución Libertadora desplomaría los cimientos. Y a construir de nuevo…

Propuestas como las de traer el Rally Dakar, la World League de Voley, el Preolímpico de básquetbol o la Copa América 2011, son algunas muestras gratis de la magnitud de los eventos que desembarcan por nuestras pampas. Por otro lado, el sistema de becas para deportistas amateurs, todavía en déficit, se robustece.

De a poco, el aparato vuelve a reactivarse. Claudio Morresi -Secretario de Deporte de la Nación, cargo que ocupa desde 2003-, cree en los procesos a largo plazo y considera vital al deporte recreativo: “Una de las medallas más importantes que se tiene que colgar una nación es la posibilidad que tengan sus habitantes de hacer deporte. Y no deporte de alto rendimiento, sino deporte social: crear la conciencia y dar los espacios necesarios para que la gente acceda. A partir de ahí, van a aparecer los talentos que van a empezar a participar en las Federaciones Deportivas para luego competir en cualquier lugar del mundo. Es esa pirámide la que hay que seguir sosteniendo y ampliando”. Esa pirámide que se sostenga desde la base. Porque sin los primeros ladrillos, no hay edificación.

Mauro Gurevich