El día que "Chapa" Suñé volvió a vivir
En junio de 1984, el ídolo de Boca intentó poner fin a su vida producto de la depresión generada tras retirarse del fútbol, pero sobrevivió de manera milagrosa.
María Delia Tomasenia había ido a comprar al mercado cerca de su casa, en Tilcara al 3000, en el barrio de Pompeya. Le avisó a su pareja, Rubén Suñé, que en un rato volvía, que la ducha ya estaba preparada para que se bañe, y que no iba a tardar. Lo acompañaban en ese séptimo piso, Marina y Diego (sus dos hijos) y su empleada doméstica. De pronto, la voz del hombre de la familia, que estaba cada vez más apagada desde hacía varios meses, avisó que iba a bañarse. Vestía solamente una remera y pantalones cortos de Boca.
Después, el apagón de su propia conciencia.
Pocos minutos más tarde, los cables de agencias de noticias informaron que Rubén "Chapa" Suñé, gloria futbolística argentina, ídolo de Boca y retirado de la actividad desde 1981, estaba en grave estado tras haber querido quitarse la vida, saltando desde el séptimo piso del edificio donde vivía. En el trayecto, su cuerpo rebotó en el segundo nivel del edificio, precisamente en el segundo piso, ayudado por un toldo que evitó que su muerte fuera instantanea. Al edificio estaba llegando su padre Hilario que no dudó en auxiliar a su hijo junto con dos obreros de la construcción y Hugo López, el encargado. Llevaron el cuerpo hasta el Hospital Penna en donde se notificó que Suñé tenía doble fractura de mandíbula, luxación del codo izquierdo, fractura del peroné izquierdo y estallido del hueso del talón izquierdo. Todo indicaba que el ex jugador había caído de pie. Pero estaba vivo.
Era el viernes 22 de junio de 1984.
Suñé abrió los ojos cuatro días después y lo primero que hizo fue pedirle a su pareja un papel y una birome: "¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy?", preguntó. Para encontrar una respuesta había que remontarse al año 1979.
EL JUGADOR
Nacido el 7 de marzo de 1947, Rubén "Chapa" Suñé debutó en 1967 y durante catorce años defendió las camisetas de Huracán, Unión de Santa Fe, San Lorenzo (donde se retiró) y sobre todo de Boca Juniors, en la que jugó en dos períodos, de 1967 a 1972 y de 1976 a 1980, y con el que ganó ocho títulos, incluyendo dos Copas Libertadores y una Copa Intercontinental. Su momento de consagración llegó el 22 de diciembre de 1976 cuando Boca y River jugaron en la cancha de Racing la final del Torneo Nacional, y ganaron con un gol suyo de tiro libre que se metió en el ángulo defendido por Fillol. Por el atrevimiento del remate cuando nadie lo esperaba, a ese tanto se le denominó "el gol fantasma", pero ese mote cobró otro valor porque a medida que pasaban los años, no había una filmación televisiva de ese tiro libre.
El primer gran desencadenante de su depresión ocurrió en 1979, cuando el 26 de agosto Boca Juniors jugó un partido amistoso contra América de Colombia y tuvo que salir lesionado en la rodilla derecha, y que terminó comprometiendo a los meniscos y ligamentos. En una entrevista con Horacio Pagani para Clarín en 1987, "Chapa" confesó que "ahí se presentó por primera vez el fantastma del retiro. Y no lo podía aceptar. Yo nunca había estado para los términos medios. Era el mejor o el peor jugador. El bueno o el malo. El caudillo o el pendenciero. Y no podía imaginarme otra cosa que no fuera el fútbol". Esa lesión no solo lo acompañó durante todo el año 1980 en los últimos partidos que jugó con Boca, si no también en San Lorenzo.
En el año 1982, tras retirarse del fútbol profesional, intentó seguir el camino de la dirección técnica para compensar su ansiedad, y el equipo que puso sus ojos en él fue Quilmes. Pero, según sus palabras, "no soportaba la idea de tener que mirar los partidos desde afuera, sin poder participar como jugador. Y me fui".
La hemeroteca consultada para esta nota mostraba a un Suñé que reflexionaba sobre su rol como jugador en los años de su trayectoria. La citada entrevista de Horacio Pagani destaca una confesión de Suñé que habla de las presiones que tiene ser capitan de un equipo como Boca Juniors, y en ella dice que la imagen de concentrado, de seguridad en la cancha "era la mentira más grande que vendía. Todos decían que yo era un tipo de personalidad. Y en realidad ocurría todo lo contrario. Apretaba los dientes e iba para adelante porque le tenía terror a los silbidos. Pensaba que no iba a poder resistir la reprobación de la gente".
En esa misma entrevista dijo que nunca disfrutó del fútbol, "porque lo tomé como un trabajo, y eso que nunca había sido un negado con la pelota. Era obediente, hacía lo que me decía el técnico. Y cada vez tenía más responsablidades y menos libertades. Vivía para el fútbol, pero no lo disfrutaba... Ahora me doy cuenta de que tenía que haber sido siempre un jugador de playa".
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La primera entrevista que tuvo Suñé con El Gráfico tras su intento de suicidio fue en la edición 3441 del 17 de septiembre de 1985. En ella, el periodista Enrique Romero fue directo y le preguntó porqué intentó matarse: "Estaba enfermo", dijo el ex jugador, "muy enfermo. Era un egoísta, quería transferirle mis problemas a los otros, a mi familia, a mis hijos. No sabía lo que hacía. Cuando dejé el fútbol entré en una depresión total (...) Era como si de pronto mi vida hubiera perdido todo sentido, toda lógica. Era como si lo único que valía la pena ser vivido, fuera estar dentro de un campo de juego, sentir los aplausos de la gente".
Luego, detallaba los pensamientos que pasaban por su cabeza: "Era como si una voz lejana, que salía desde muy adentro mío, me ordenara 'ya nada vale la pena, Rubén, tenés que matarte'. Algunas veces lo llegué a comentar, pero no me hicieron mucho caso. No creía que pudiera llegar a ese estado de obnubilación. Pero dentro mío iba creciendo la idea. Muchas veces me arrimé al balcón, miraba hacia abajo y pensaba: me tengo que tirar".
Producto de las lesiones provocadas por su intento de suicidio, Suñé permaneció casi 4 meses en el sanatorio Santa Isabel, y luego fue derivado a un neuropsiquiátrico en el que estuvo otros 9 meses más, tomando conciencia de la situación en la que estuvo, confiando en los profesionales de la salud mental, de los que renegaba tiempo atrás. Y tras salir, hizo una llamada a los clubes para que presten atención a los problemas de salud mental en los jugadores: "Quizá la barbaridad que hice le sirva a otras personas para no hacerla, pero sobre todo a los futbolistas", y luego agregó algo que hoy día tiene una vigencia especial: "Es que nosotros nos pasamos una vida jugando. Jugando, con todo resuelto, y cuando no servís más te tiran. 'Arreglatelas', te dicen. Te sentís usado. ¿Sabés ahora como comprendo a los Corbatta o a los Garrincha? Porque el alcohol o la droga también son un escape, un escape como el suicidio. Porque detrás del alcohol, la droga o el suicidio, está el problema que uno quiere tapar (...) Yo creo que al futbolista le falta un apoyo psicológico durante toda su carrera. Alguien que lo vaya guiando en su vida, para que cuando tenga que retirarse pueda ser un hombre útil. Tendría que ser una obligación".
Cerca del final de la nota, Suñé le dijo al periodista de El Gráfico que el próximo partido que Boca iba a jugar de local, él iba a estar presente en La Bombonera. Y así fue, el 22 de septiembre de 1985, quince meses después de que su nombre apareciera en los diarios por cuestiones personales, el "Chapa" recibió el afecto del estadio que lo vio brillar en sus mejores momentos, como una muestra más de la memoria popular.
Después de ese homenaje, su vida siguió ligada a Boca durante muchos años más:se encargó de sus divisiones inferiores, además de dirigir el primer equipo femenino xeneize. En 1994 asumió el mando de la Selección Nacional de Fútbol Femenino, siendo el segundo director técnico de su historia, permaneciendo un año.
Ese mismo año, en una entrevista televisiva, declaró que no se le daba ninguna importancia a este fútbol tanto en los clubes como en AFA: "Desgraciadamente es un fútbol discriminado. Yo no sé por qué motivo, o si es porque somos machistas o porque no nos dimos cuenta que el mundo ha cambiado en algunas cosas, porque todos los lugares del mundo el fútbol femenino ha prendido, salvo acá".
Rubén "Chapa" Suñé murió el 20 de junio de 2019, dos días antes de que se cumplieran 25 años de su intento de suicidio. Para ese entonces, el pueblo de Boca y del fútbol argentino le había rendido un merecido homenaje. Tenía 72 años.
Apenas cinco meses después, el club que lo consagró como ídolo, informó que, después de 43 años, se había encontrado el gol "fantasma" que le había convertido a River para ganar el Nacional 76.
Era obvio: Suñé estaba más vivo que nunca.
LA DEPRESIÓN EN EL FÚTBOL
A pesar de que pasaron casi cuatro décadas de este suceso, hay que recordar que la depresión es uno de los temas sobre los cuales se habla poco dentro del ambiente futbolístico, como así también el machismo y su homofobia, entre otros. Pero lo que no es menos importante, es que la depresión en el fútbol es más común de lo que se cree. Un informe llevado a cabo por la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPro) en 2015 mostró un dato preocupante: un 38% de los jugadores profesionales en activo notificaron síntomas de depresión en 2015. "Eso significa", dice el informe, "que hasta nueve futbolistas profesionales de un grupo de 25 personas podrían estar padeciendo síntomas de trastornos psíquicos comunes como el estrés psicológico, la ansiedad o la depresión".
La práctica profesional o semi profesional del fútbol ejerce sobre sus protagonistas una carga de presión sobre los resultados a obtener, y también sobre ocupar un lugar dentro de los equipos. Este tipo de presiones son peores en los jugadores retirados, que a la edad de 40 años ya son "jubilados" para el mundo del fútbol. El mismo informe de la FIFPro indica que en ellos el 28% tiene problemas para dormir, y la depresión y la ansiedad afectan, respectivamente, al 13% y al 11%. Hasta el año pasado, ni un tercio de los equipos profesionales de nuestro país contaba con un psicólogo deportivo dentro del plantel. Si bien Suñé sobrevivió, la lista de jugadores que decidieron poner fin a su vida no es menor, y Argentina tiene nombres para recordar: Mirko Saric, Alberto Vivalda, Oscar Shulmeister, Javier Morro García, Julio César Toresani, Samuel Rebollo, Mariano Alberto Gutiérrez, Héctor Larroque, Ramiro Castillo, Claudio Apud, César Borda, Leandro Cogrossi, Alexis Ferlini y Leandro Latorre son algunos de ellos.
Todo problema de salud mental requiere de una atención urgente, y en la ciudad de Buenos Aires, el 0800-333-1665 es la línea en la que se pueden comunicar para el tratamiento de la salud mental. Con el mismo fin, el 0800-999-0091 es el número pára llamar a nivel nacional.
El Centro de Asistencia al Suicida también tiene números para que puedan comunicarse: 135 para la ciudad de Buenos Aires y, en el resto del país, al (011)5275-1135 o 0800-345-1435
Foto de portada e interiores: Archivo El Gráfico (salvo el indicado).