¡Habla memoria!

1968. Hoy un juramento, mañana una traición

Ardizzone analizaba a un equipo joven, con buen plantel, que daba gusto verlo jugar. Poco después ese San Lorenzo, que la historia recuerda como “Los Matadores”, se consagraba campeón invicto.

Por Redacción EG ·

27 de noviembre de 2019

Hay una opinión sobre San Lorenzo que incluso supera el parcializado perímetro de su tribuna. "San Lorenzo tiene un gran plantel", dice la calle. Y nosotros coincidimos. Y en esta Babel de opiniones donde se aprueban y se cuestionan los aciertos o desaciertos en las contrataciones de la última pretemporada también hay marcada unanimidad, "San Lorenzo es el club que mejor ha comprado". Y nosotros también coincidimos.

Imagen Seis piezas claves del histórico San Lorenzo de 1968, el primer campeón invicto del fútbol argentino. Desde la izquierda: Rendo, Tojo, Veglio, Pedro González, Fischer y Cocco.
Seis piezas claves del histórico San Lorenzo de 1968, el primer campeón invicto del fútbol argentino. Desde la izquierda: Rendo, Tojo, Veglio, Pedro González, Fischer y Cocco.

Es que al margen de la simpatía que puede provocar esa juventud casi "adolescente" de su plantel, al margen de ese comentario risueño que gire a través de "las travesuras", "las picardías" y los reiterados motines hay JUGADORES. Hay jugadores y además son jóvenes. Y lo más destacado es que en todos, en los que estaban y en los que se incorporan, prevalece y se prolonga el mismo germen. Una manera de interpretar el futbol con placer casi vocacional, una tendencia casi "bohemia", rica en versatilidad, plena de recursos, donde la habilidad compite con la cuota chispeante del humor y con los destellos del talento... Dentro de una corriente común, donde imperan y prosperan los conceptos rígidos, la dureza de los esquemas, la áspera búsqueda de resultados, San Lorenzo juega alegremente al fútbol. Como si el gol fuera la consecuencia de una diversión y no el objetivo de la maniobra. Y el gol llega porque ese "lirismo" nunca desemboca en "fulbito" intrascendente. San Lorenzo no es una formación "frágil" ni "blanda". San Lorenzo dispone de los matices individuales que balancean una definida fisonomía. Dispone de la personalidad y la calidad de Albrecht, oponiéndose a "las ligerezas" juveniles de Veira. La presencia atlética de Calics, equilibrando el talento pulido de Rendo. San Lorenzo participa de todas las características que fundamentan el sentido de equipo. Hay fuerza, habilidad, talento, potencia, pero lo notable es que en la suma total siempre prevalece esa coincidencia para "jugar" la pelota, para salir jugando, para llegar jugando, para gritar gol jugando... Aquel primitivo grupo de "caras sucias" que llegaron a vestir la casaca de primera división con todo el bagaje de su atrevida irresponsabilidad, con la pureza de su mentalidad "de inferiores", fueron los que instalaron la piedra fundamental del movimiento... Veira, Telch, Doval, el recuerdo de Casá encontraron después el talento regulador de Rendo para dosificar "sus locuras" junto al aporte práctico y ganador del tucumano Albrecht. Fue en aquellos comienzos cuando siempre amenazaban con "robar" el campeonato, para después concluir desnudando la inmadurez profesional.

 

Imagen Rodolfo Fischer con la camiseta de San Lorenzo el año que nacieron “Los Matadores”. El Lobo nacido en Oberá, festejaba los goles con un sapucay, el grito típico de la Mesopotamia argentina.
Rodolfo Fischer con la camiseta de San Lorenzo el año que nacieron “Los Matadores”. El Lobo nacido en Oberá, festejaba los goles con un sapucay, el grito típico de la Mesopotamia argentina.
 

Después llegó el "Lobo" Fischer para transmitirle allá adelante la agresividad que muchas veces faltaba, quizá el más extraño habitante de ese país del túnel, del toque y la picardía... Aun padeciendo la inestabilidad de los técnicos, la contrariedad de los resultados, San Lorenzo siguió jugando su misma manera de jugar, siguió fiel a aquella primitiva imagen de fútbol "distinto", de equipo distinto, de jugadores distintos...

Y ahora sigue la epidemia favorable. San Lorenzo sale a comprar y prevalece la misma convicción. San Lorenzo sigue pensando en perpetuar aquel mismo germen de origen. No compra POSICIONES, no compra FUNCIONES: compra JUGADORES. Jugadores que sienten el fútbol como los que estaban. JUGADORES aptos para el contagio, para prolongar la epidemia, para que no conspiren contra la evolución y el desarrollo del movimiento. Y allí está Veglio, con su fina calidad. Allí está Cocco, con su aporte de manejo y riqueza física. Allí está Villar, con su notable condición de marcador, que no se opone a su claridad para asociarse a la mentalidad colectiva. Lo mismo que Rosl, Tojo, y lo mismo que Pedro González y García Amaijenda, estos dos ya iniciados en el fútbol de las inferiores...

Imagen Equipo de San Lorenzo de Almagro de 1968: Buttice, Albrecht, Rosl, Telch, Calics y Villar (de pie). Pedro González, Veglio, Fischer, Cocco y Veira.
Equipo de San Lorenzo de Almagro de 1968: Buttice, Albrecht, Rosl, Telch, Calics y Villar (de pie). Pedro González, Veglio, Fischer, Cocco y Veira.

Por eso SAN LORENZO GUSTA, por eso encuentra la unanimidad del elogio, aun en aquellos que están enfrentados a los colores de su casaca. Sólo que ese placer por "verlo jugar" no encuentra el mismo eco en la realidad práctica de los resultados. "San Lorenzo le puede ganar al Benfica y puede perder con cualquiera", es la opinión común, esa misma opinión que proclama y admira la capacidad de sus hombres... "Hay domingos que no alcanzan las manos para aplaudir, y hay domingos que no alcanzan los silbidos." La resignada contradicción de esas dos reacciones opuestas es la que impera en su misma tribuna. En esa tribuna que no encuentra los superlativos elogiosos en las tardes de los grandes triunfos y acumula descontento en las tardes de fracasos... ¿Cuánto tiempo va que San Lorenzo juega a ese constante desconcierto? ¿Cuánto tiempo va que San Lorenzo insinúa ser el gran equipo? Nadie duda del GRAN PLANTEL. Nadie duda de la calidad del fútbol que practican. Pero es leyenda de que "los muchachos juegan cuando quieren", o "cuando están bien", o "cuando tienen ganas", que ha prosperado en el medio como supuesta explicación del fenómeno, sólo pueden abolirla los mismos integrantes del plantel. Con una actitud deportiva más profesional. Jugando ese mismo fútbol, pero reduciendo la dosis de alegre "irresponsabilidad" que a veces exteriorizan. Estimulando la vida de ese duende que juega en la sangre, en los pies y en la mente, pero acondicionando su alegre vigencia a una actitud permanentemente ganadora. Sólo así es posible "ganarle al Benfica, lo mismo que a cualquiera". Sólo así es posible "demostrar que siempre se tienen ganas". Sólo así es posible llegar a convencer que ese GRAN PLANTEL PUEDE LLEGAR A SER UN GRAN EQUIPO. Un equipo que también necesita encontrar la verdadera utilidad de los hombres todavía no bien determinada en los planteos.

 

Por Osvaldo Ardizzone (1968).

Fotos: Archivo El Gráfico.