¡Habla memoria!

2004. Copa América: el alma partida

El seleccionado de Bielsa se impone ante Perú en Cuartos, golea a Colombia en Semifinal y a pocos segundos de consagrarse Campeón ante Brasil, llega el gol de Adriano y la derrota en los penales. VIDEO

Por Redacción EG ·

21 de junio de 2019

Par­te el al­ma ver­ llo­rar al Kily Gon­zá­lez, aho­ra que la Co­pa Amé­ri­ca se fue pa­ra Bra­sil. Par­te el al­ma por­que no ac­túa, por­que es au­tén­ti­co, por sim­bo­li­za el fue­go in­te­rior del fut­bo­lis­ta ar­gen­ti­no. Mar­ce­lo Biel­sa ca­mi­na de acá pa­ra allá sin ver, se acer­ca y lo abra­za con fuer­za, le di­ce al­go al oí­do. Del mis­mo mo­do, Sa­vio­la se acer­ca pa­ra con­so­lar a Mas­che­ra­no y lue­go a D’A­les­san­dro, el Pa­to se ti­ra al pi­so y se que­da apun­tan­do al cie­lo, Qui­ro­ga in­ten­ta ex­pli­car­le al­go al téc­ni­co, aque­lla ju­ga­da del fi­nal, que aho­ra de­sa­ta­rá po­lé­mi­cas y crí­ti­cas, que le abri­rá al gri­fo a las mil teo­rías, de que si de­bió cam­biar o no, de que tu­vo que es­pe­rar al ri­val más allá o más acá.

Imagen Un gesto que lo dice todo. El conmovedor abrazo de Bielsa al Kily. El delantero confesó que la derrota por penales era como para largar el fútbol.
Un gesto que lo dice todo. El conmovedor abrazo de Bielsa al Kily. El delantero confesó que la derrota por penales era como para largar el fútbol.

Ya fue. Ar­gen­ti­na es­tu­vo a veintiún se­gun­dos de ob­te­ner un tí­tu­lo de ma­yo­res, que se le nie­ga des­de ha­ce on­ce años. In­creí­ble, veintiún se­gun­dos o una ju­ga­da, si pre­fie­re, por­que de he­cho el za­pa­ta­zo de Adria­no le pu­so el te­lón al par­ti­do, no hu­bo rea­nu­da­ción. Una Co­pa Amé­ri­ca que en el “me­re­ció­me­tro” fue cla­ra­men­te pa­ra el equi­po de Biel­sa, por­que reen­con­tró su me­jor fút­bol, por­que fue el con­jun­to más go­lea­dor del tor­neo y por­que su­pe­ró ní­ti­da­men­te a to­dos sus ri­va­les –sal­vo Pe­rú– y has­ta a Bra­sil en la fi­nal. Pe­ro el fút­bol es así de her­mo­so y así de cruel, se ali­men­ta de ra­chas y de cir­cuns­tan­cias. Ab­bon­dan­zie­ri era un su­per­man de los pe­na­les y de re­pen­te no pu­do ata­jar ni uno. Ju­lio Cé­sar era lo más flo­jo de Bra­sil, co­mo ca­si siem­pre en su his­to­ria, pe­ro aho­ra más, y le sa­ca una pe­lo­ta im­po­si­ble a Lu­cho Gon­zá­lez, que era 2-0 y a otra co­sa ma­ri­po­sa, y en­ci­ma des­pués en­ca­mi­na la se­rie ata­jan­do el pri­mer pe­nal. En­tre 1970 y 1994, Bra­sil tu­vo los me­jo­res equi­pos, pe­ro siem­pre apa­re­cía al­gu­na cir­cuns­tan­cia que le aho­ga­ba el fes­te­jo; en 1982 y 1986 dio cá­te­dra, pe­ro pa­re­cía mal­dito por al­gún he­chi­zo. Has­ta que ga­nó en USA 94 y na­die lo pu­do con­te­ner: así lle­gó otra Co­pa en ma­yo­res, un sub­cam­peo­na­to, y las con­sa­gra­cio­nes en Sub-20, Sub-17, pa­pi fút­bol y pi­ca­do de ba­rrio. To­do. Aho­ra Ar­gen­ti­na su­fre un sín­dro­me di­fí­cil de ex­pli­car: re­cor­de­mos los Jue­gos Olím­pi­cos de Atlanta, el mun­dial pa­sa­do, es­ta Co­pa Amé­ri­ca, en fin. Se hi­zo ca­si to­do bien y la Co­pa se va pa­ra Bra­sil.

Por su­pues­to que en el ba­lan­ce que­dan ma­yo­ri­ta­ria­men­te ele­men­tos po­si­ti­vos y, tam­bién, al­gu­nos ne­ga­ti­vos.

Es po­si­ti­vo que la Se­lec­ción ha­ya re­cu­pe­ra­do su iden­ti­dad, la del jue­go cor­to, aso­cia­do, con más pau­sa y me­nos vér­ti­go, sin tan­to pe­lo­ta­zo. Ese jue­go fue ali­men­ta­do por las pe­que­ñas so­cie­da­des so­bre las que ma­cha­có Biel­sa. So­rin y el Kily vie­nen ju­gan­do jun­tos ha­ce cin­co años pe­ro en es­ta Co­pa hi­cie­ron apo­lo­gía de la pa­red. El Che­li­to y Fi­gue­roa se en­tien­den con la mi­ra­da des­de las in­fe­rio­res de Cen­tral, al igual que Sa­vio­la y D’A­les­san­dro des­de que tie­nen diez años, y se bus­ca­ron por aba­jo, cuan­do com­par­tie­ron el cam­po de jue­go. Tam­bién el Che­li­to ar­mó un tán­dem muy pro­duc­ti­vo con Za­net­ti, evi­den­te so­bre to­do en el par­ti­do con Co­lom­bia. Mas­che­ra­no y Lu­cho Gon­zá­lez vie­nen ju­gan­do jun­tos en la Pri­me­ra de Ri­ver des­de ha­ce un año, in­cre­men­ta­ron su en­ten­di­mien­to en el Preo­lím­pi­co y aho­ra cons­tru­yen jue­go con flui­dez. Lu­cho y Te­vez, cuan­do en­tró en la rec­ta fi­nal, tam­bién sin­cro­ni­za­ron con asom­bro­sa ar­mo­nía. Así se re­cu­pe­ró el pla­cer de la pa­red. Y, vin­cu­la­do a es­te pun­to, de­be men­cio­nar­se que Biel­sa apa­re­ció me­nos rí­gi­do y co­mo con­se­cuen­cia de ello las po­si­cio­nes fue­ron más fle­xi­bles. Así, con­tra Co­lom­bia, por ejem­plo, Te­vez y Lu­cho ju­ga­ron de ocho y diez al­ter­na­ti­va­men­te, y el mis­mo Car­li­tos se mo­vió de ocho, diez y nue­ve en un mis­mo par­ti­do. El equi­po fue más ar­mo­nio­so y me­nos es­que­má­ti­co. Así re­sul­tó su fút­bol.

 

Imagen Dos de buen pie. Mascherano y Lucho González fueron figuras.
Dos de buen pie. Mascherano y Lucho González fueron figuras.

“Ju­ga­mos un fút­bol muy no­ble –ex­pli­có So­rin, ban­de­ra de es­te equi­po, otro que lle­va la ca­mi­se­ta en la piel– de una ge­ne­ro­si­dad enor­me. Los equi­pos tie­nen que ir evo­lu­cio­nan­do, ir cre­cien­do y la me­jor ma­ne­ra de cre­cer es co­rre­gir los erro­res, bus­car las va­rian­tes. Si sa­bés que tu apues­ta es ge­ne­ro­sa, que es la que pue­de te­ner éxi­to y, sin em­bar­go no la tie­ne, es por­que al­go es­tá fa­llan­do, y creo que es­ta Co­pa Amé­ri­ca le de­vol­vió más fút­bol a Ar­gen­ti­na, más fres­cu­ra, más pa­cien­cia, más fút­bol por aba­jo. ¿Por qué se dio el cam­bio? Por­que lo tra­ba­ja­mos. Des­de el pri­mer día de pre­pa­ra­ción se bus­có es­to. Mar­ce­lo acen­tuó mu­cho el te­ma de las pa­re­des, el jue­go más flui­do por aba­jo, que es­ta­ba fal­tan­do, se no­ta­ba que es­ta­ba fal­tan­do, más allá de que lo bus­cá­ba­mos”.

Es ne­ga­ti­vo que se ha­ya des­per­di­cia­do la gran chan­ce de sa­lir de per­de­dor, so­bre to­do pa­ra Biel­sa, que siem­pre se­rá el más cues­tio­na­do y el me­nos que­ri­do. Aun­que no hay ca­si na­da que re­pro­char­se, a Biel­sa le de­be do­ler en el hí­ga­do no ha­ber con­quis­ta­do su pri­mer tí­tu­lo con va­lor per se pa­ra re­com­po­ner su au­toes­ti­ma. “Lo más im­por­tan­te es ga­nar”, ex­pli­có en una de las con­fe­ren­cias de pren­sa. Y no ha­brá con­sue­lo pa­ra él por mu­chos días. Her­ma­na po­bre de la Eu­ro­co­pa en mu­chos as­pec­tos, aun­que se tra­te del tor­neo con­ti­nen­tal de se­lec­cio­nes más an­ti­guo del mun­do, de­va­lua­da por la de­ser­ción de las gran­des es­tre­llas, la Co­pa Amé­ri­ca, le gus­te a quien le gus­te, es el tor­neo de se­lec­cio­nes más im­por­tan­tes de es­te la­do del pla­ne­ta. Y le hu­bie­ra ser­vi­do mu­cho a Biel­sa ga­nar­la. Es­tá cla­ro que el DT de la Se­lec­ción no es un ti­po ca­ris­má­ti­co ni mar­ke­ti­ne­ro y tam­bién que mu­cha gen­te cree que Bian­chi es el me­jor en­tre­na­dor del país. “An­tes era más ca­ris­má­ti­co por­que era más de­ma­go­go“, se sin­ce­ró. La Co­pa le ha­bría ser­vi­do a Biel­sa pa­ra que la gen­te lo vie­ra de otra ma­ne­ra, con otro per­fil, por­que gran par­te de la so­cie­dad só­lo ad­mi­ra a los que ob­tie­nen re­sul­ta­dos. Tris­te pe­ro real.

Imagen Obra maestra de Carlitos Tevez. Un tiro libre de gran precisión y victoria ante Perú.
Obra maestra de Carlitos Tevez. Un tiro libre de gran precisión y victoria ante Perú.

Perú 0 - 1 Argentina. Cuartos de Final.

 

COPA AMÉRICA: ARGENTINA 1 – 0 PERÚ
 

Es po­si­ti­vo que se ha­ya con­fir­ma­do la re­no­va­ción del plan­tel. De los veintidós ju­ga­do­res que vi­nie­ron a Pe­rú, só­lo que­dan seis que fue­ron al úl­ti­mo Mun­dial (Aya­la, Za­net­ti, So­rin, el Kily, Ca­va­lle­ro y Pla­cen­te) y dieciséis que se fue­ron su­man­do. Sin ol­vi­dar­se de al­gu­nos au­sen­tes ilus­tres co­mo Ai­mar o Sa­muel, la sen­sa­ción es que el gru­po que co­men­zó a an­dar con Pas­sa­re­lla en el Preo­lím­pi­co 96 va sien­do reem­pla­za­do sin trau­mas por otro gru­po de fut­bo­lis­tas. Y den­tro de esa re­no­va­ción va­le de­te­ner­se en tres nom­bres. Ja­vier Mas­che­ra­no, por en­ci­ma de to­dos, pa­re­ce el cin­co ideal: con mar­ca, re­co­rri­do, es un re­lo­ji­to pa­ra re­le­var pe­ro tam­bién en­tien­de tan­to el jue­go que sa­be dón­de ju­gar de pri­me­ra, dón­de a dos to­ques y dón­de me­ter el pe­lo­ta­zo. Es­tu­vo en to­das las se­lec­cio­nes ju­ve­ni­les y qui­zá por eso ate­rri­za en la ma­yor con veinte años y jue­ga co­mo si ya lle­va­ra va­rias tem­po­ra­das en la Pri­me­ra de su equi­po. Con ape­nas un año con los gran­des de Ri­ver (de­bu­tó en la pri­me­ra fe­cha del Aper­tu­ra 2003), veintiuno de veinticinco pe­rio­dis­tas ar­gen­ti­nos con­sul­ta­dos en Pe­rú lo con­sa­gra­ron co­mo el me­jor del equi­po. Tam­bién va­le des­ta­car la con­so­li­da­ción de­fi­ni­ti­va de Hein­ze. Pa­re­cía que Sa­muel no te­nía un fir­me reem­pla­zan­te hoy, y en me­nos de seis me­ses apa­re­ció es­te mu­cha­cho, que co­mo po­cos en es­te fút­bol sa­be mar­car al de­lan­te­ro de es­pal­das, an­ti­ci­pán­do­se, sin co­me­ter­le foul. Y el ter­ce­ro es Te­vez, que al fin ex­plo­tó con la Se­lec­ción, tras al­gu­nas pá­li­das ac­tua­cio­nes con la Sub-20 y otras tan­tas con la ma­yor.  Me­tió sus dos pri­me­ros go­les, aguan­tó el par­ti­do en la fi­nal y mos­tró que no le pe­sa la ca­mi­se­ta. Es una muy bue­na no­ti­cia, de­ma­sia­do de­mo­ra­da, pe­ro bue­na no­ti­cia al fin. Car­li­tos fue el más re­que­ri­do y mi­ma­do por la pren­sa de Pe­rú. An­te Bra­sil, fue ova­cio­na­do por to­do el es­ta­dio al ser reem­pla­za­do. Y no hu­bo ta­xis­ta que no de­ja­ra de elo­giar­lo en ca­da via­je. Ade­más, has­ta se sol­tó pa­ra ha­blar.

–¿Es muy di­fí­cil ser Te­vez, cuan­do eres la fi­gu­ra má­xi­ma del fút­bol ar­gen­ti­no hoy? –le pre­gun­tó un pe­rio­dis­ta pe­rua­no.

Car­li­tos se rió, sor­pren­di­do, y a me­di­da que fue con­tes­tan­do se dio cuen­ta de que le ha­bían pre­gun­ta­do mal.

–No, no es di­fí­cil. En rea­li­dad, no, no soy fi­gu­ra de la Ar­gen­ti­na, hay mu­chos ju­ga­do­res im­por­tan­tes en mi país que ha­cen muy gran­de al fút­bol ar­gen­ti­no.

–Es un mu­cha­cho dis­tin­to y sen­ci­llo, us­ted, por­que sí eres fi­gu­ra, no lo quie­res acep­tar, eres una fi­gu­ra.

–No sé, dí­gan­lo us­te­des, no yo.

Argentina 3 - 0 Colombia. Semifinal.

 

COPA AMÉRICA: ARGENTINA 3 – 0 COLOMBIA
 

Es ne­ga­ti­vo que una ca­ma­da de ju­ga­do­res aún no pue­dan sa­car­se de en­ci­ma el es­tig­ma de per­de­do­res. Aya­la y Za­net­ti so­bre to­do, el Kily y So­rin en me­nor me­di­da, sa­bían que és­ta era una opor­tu­ni­dad ideal pa­ra su­bir­se al bon­di del éxi­to lue­go de ocho años de al­gu­nas ale­grías y va­rias frus­tra­cio­nes. La au­toes­ti­ma se de­te­rio­ra cuan­do no se pue­de con­se­guir un tí­tu­lo: pa­ra mu­chos de ellos ya se fue­ron dos mun­dia­les, cua­tro Co­pas Amé­ri­ca y dos Jue­gos Olím­pi­cos. Aho­ra se vie­ne el ter­ce­ro y ha­brá que ver có­mo res­pon­den. Es la úl­ti­ma gran chan­ce an­tes del Mun­dial. “Es­to era muy im­por­tan­te pa­ra no­so­tros, lle­vo mu­chos años en la Se­lec­ción y te­nía ga­nas de ga­nar al­go”, con­fe­só el Kily.

Imagen Acierto. Heinze le dio la razón a Bielsa cuando muchos no entendían la convocatoria del marcador central.
Acierto. Heinze le dio la razón a Bielsa cuando muchos no entendían la convocatoria del marcador central.

Es po­si­ti­vo que mu­chos ju­ga­do­res se si­gan ma­tan­do por la ce­les­te y blan­ca. Aun­que ha­yan exis­ti­do au­sen­cias, mu­chos de es­tos fut­bo­lis­tas eli­gie­ron ju­gar para la Se­lec­ción a pe­sar de las fuer­tes pre­sio­nes de sus clu­bes, co­mo el Bar­ce­lo­na, Va­len­cia, In­ter y Man­ches­ter. So­rin, por ejem­plo, ni sa­bía dón­de iba a se­guir su ca­rre­ra, pe­ro pri­vi­le­gió el in­te­rés na­cio­nal al su­yo en par­ti­cu­lar. Las ga­nas por ves­tir es­ta ca­mi­se­ta se sin­te­ti­zan en las pa­la­bras de Ju­nior, un ta­che­ro de veinticinco años, que pre­vio a la fi­nal, nos an­ti­ci­pó sus de­seos: “Quie­ro que ga­ne Ar­gen­ti­na por­que jue­ga con el co­ra­zón, tie­nen con­ta­gio”.

Es po­si­ti­vo, tam­bién, que la vo­ca­ción ofen­si­va es­té in­tac­ta. A los 15 mi­nu­tos del ST con­tra Co­lom­bia, por ejem­plo, con el par­ti­do 2-0, hu­bo un cor­ner a fa­vor y fue­ron a bus­car los dos cen­tra­les (Hein­ze y Co­loc­ci­ni) y So­rin. Aun­que úl­ti­ma­men­te se han con­sa­gra­do con­jun­tos po­co ge­ne­ro­sos con el es­pec­tá­cu­lo, que ha­cen de la es­pe­cu­la­ción su mo­do de vi­da (Gre­cia, On­ce Cal­das), a la lar­ga sue­len ser me­jor re­com­pen­sa­dos los equi­pos que van a bus­car, que fuer­zan su des­ti­no. Por pro­me­dio, siem­pre se es­ta­rá más cer­ca del triun­fo si se lo bus­ca con ím­pe­tu que si se es­pe­ra a ver qué pa­sa.

¿La re­con­ci­lia­ción? Se­rá di­fí­cil, sin du­das. Po­dría su­po­ner­se que por el ni­vel de jue­go se pro­du­ci­ría un acer­ca­mien­to con la gen­te, pe­ro el hin­cha sue­le guiar­se por los re­sul­ta­dos, so­bre to­do cuan­do se lo bom­bar­dea des­de los me­dios de co­mu­ni­ca­ción con el men­sa­je sal­va­je de que só­lo sir­ve el que ga­na. En­ton­ces la re­la­ción con Biel­sa se­gui­rá en el free­zer. “El pai­sa­je cam­bia mu­cho con los re­sul­ta­dos”, se­ña­ló Biel­sa y tie­ne ra­zón. Por­que si ga­na­ba la Co­pa, al­gu­nos di­rían: que aguan­te el de Mar­ce­lo, se ban­ca to­do, le po­ne el pe­cho y ga­na una Co­pa ju­gan­do bien. Co­mo no la ob­tu­vo, el ra­zo­na­mien­to pa­sa a ser: qué muer­to es­te ti­po, no ga­na una Co­pa Amé­ri­ca en la que el úni­co ri­val más o me­nos se­rio es la Se­lec­ción B de Bra­sil. Y to­do cam­bia por el re­sul­ta­do de un so­lo par­ti­do, cuan­do no de­be­ría ser así, ya que pa­ra lle­gar a esa fi­nal hay un tra­ba­jo de pre­pa­ra­ción y con­duc­ción pre­vio que re­sul­ta inal­te­ra­ble, que es siem­pre el mis­mo.

“Uno por ahí no jue­ga bien pe­ro de­ja la vi­da por la se­lec­ción –ad­mi­tió Te­vez–. La gen­te tie­ne que en­ten­der que el Mun­dial ya pa­só y que aho­ra vie­nen otros ju­ga­do­res, otra eta­pa, así que a uno le da un po­co de bron­ca que cuan­do re­cién es­tá em­pe­zan­do en la Se­lec­ción lo an­den sil­ban­do, co­mo pa­só ha­ce po­co con­tra Pa­ra­guay en el Mo­nu­men­tal. Esas co­sas fas­ti­dian”.

Pa­ra el fi­nal, va­le el aná­li­sis de si­tua­ción que Car­los Bi­lar­do le hi­zo a El Grá­fi­co, an­tes de la fi­nal: “A un Mun­dial te­nés que ir pe­lea­do con al­guien, si no no sir­ve. Si vas dul­ce a un Mun­dial, te pa­sa lo del 2002. Yo creo que es­to a al­gu­nos ju­ga­do­res les va a ser­vir pa­ra me­jo­rar la re­la­ción, pe­ro a la Se­lec­ción, en ge­ne­ral, le va a cos­tar. Es jo­di­do. A mí me rom­pie­ron cin­co ve­ces el fren­te de mi ca­sa con pie­dras y bo­te­llas. Des­pués fui­mos cam­peo­nes y cuan­do per­di­mos con Ca­me­rún en el 90, otra vez el fren­te de la ca­sa ro­ta. Es así. Es­to no lo sa­cás más has­ta el 2006”.

Imagen Debió ser el gol del campeonato. El Chelito le dio justo y fuerte. Lástima que quedó en anécdota.
Debió ser el gol del campeonato. El Chelito le dio justo y fuerte. Lástima que quedó en anécdota.

Has­ta el 2006, en­ton­ces, ¡pe­ro qué bron­ca da que se es­ca­pe una Co­pa por veintiún se­gun­dos! Par­te el al­ma, Kily.

La pesada mochila: Bielsa merecía otro final

La mo­chi­la de­be­rá se­guir lle­ván­do­la has­ta Ale­ma­nia, si es que la in­to­le­ran­cia po­pu­lar no lo im­pul­sa a har­tar­se de to­do y ti­rar la toa­lla. Mar­ce­lo Biel­sa es un ti­po ho­nes­to en un ám­bi­to don­de pre­do­mi­nan los des­ho­nes­tos, que no tran­sa ni con em­pre­sa­rios, re­pre­sen­tan­tes ni me­dios pe­rio­dís­ti­cos, que sa­be de fút­bol y cree en su tra­ba­jo. ¿Quién, si no él, por ejem­plo, hu­bie­ra lla­ma­do a un tal Ga­briel Hein­ze ha­ce un año? ¿Quién lo co­no­cía? ¿Quién, si no él, ban­ca­ría los em­ba­tes de los pe­rio­dis­tas más in­flu­yen­tes, que le si­guen fac­tu­ran­do las en­tre­vis­tas ex­clu­si­vas que les nie­ga? Pe­ro, cla­ro, la frus­tra­ción co­lec­ti­va por el úl­ti­mo Mun­dial se­gui­rá car­gán­do­le la mo­chi­la, su mo­chi­la por so­bre la de cual­quier ju­ga­dor que in­te­gre el plan­tel, has­ta do­blar­le la es­pal­da o has­ta que pue­da re­vo­lear­la por so­bre su ca­be­za, por en­ci­ma de la Co­pa del Mun­do le­van­ta­da en Ale­ma­nia. A ve­ces uno se pre­gun­ta có­mo ha­ce es­te hom­bre pa­ra aguan­tar tan­to aco­so. “El res­pe­to de los ju­ga­do­res es lo que le per­mi­te a uno man­te­ner­se es­ta­ble cuan­do hay tur­bu­len­cias. Es el gran ca­pi­tal de to­do en­tre­na­dor: res­pe­tar y ser res­pe­ta­do. Y eso co­bra fuer­za en mo­men­tos de ines­ta­bi­li­dad”, ma­ni­fes­tó El Lo­co, an­tes de la fi­nal con Bra­sil.

Argentina 2 (2) - (4) 2 Brasil. Final

 

ARGENTINA 2 (2) – (4) 2 BRASIL
 

Hom­bre sin­gu­lar es­te Biel­sa, que en las con­fe­ren­cias de pren­sa res­pon­de mi­ran­do a los ojos a su in­ter­lo­cu­tor si con­si­de­ra que tie­ne bue­na le­che y con­tes­ta ba­jan­do la vis­ta, re­mar­can­do su dis­gus­to con la in­di­fe­ren­cia, si cree que el pe­rio­dis­ta de tur­no es­tá en­tre los de­ses­ta­bi­li­za­do­res. Es la ma­ne­ra que en­con­tró pa­ra ma­ni­fes­tar su bron­ca.

En Pe­rú se vio a un Biel­sa re­la­ja­do, aun­que al­gu­nos po­drían su­po­ner que el hom­bre se es­ta­ba ju­gan­do el pe­lle­jo (la ver­dad só­lo la sa­be don Ju­lio y es­tá guar­da­da ba­jo sie­te lla­ves), a gus­to con el tra­to del pue­blo pe­rua­no, sen­si­bi­li­za­do por las ma­ni­fes­ta­cio­nes de afec­to que re­ci­bió Te­vez, por ejem­plo. Y ri­quí­si­mo en sus con­cep­tos, co­mo es ha­bi­tual. “Los me­jo­res ju­ga­do­res le po­nen el se­llo a su equi­po; el se­llo no se lo da el en­tre­na­dor“, afir­mó pa­ra ex­pli­car por qué la Se­lec­ción ju­gó a otra co­sa en es­ta Co­pa. Y pun­tua­li­zó so­bre el fun­cio­na­mien­to: “Se dio un au­men­to del jue­go in­te­rior, so­bre to­do con el in­gre­so de Luis Gon­zá­lez, que pa­ra mí fue el ju­ga­dor más ofen­si­vo de la com­pe­ten­cia, el que más lle­gó a po­si­ción de gol. Y tam­bién de­be va­lo­rar­se a la de­fen­sa. Los equi­pos, cuan­do de­fien­den bien, sien­ten más tran­qui­li­dad pa­ra errar go­les. Tie­ne que ser re­sal­ta­do es­te as­pec­to, aun­que no ten­ga que ver con la be­lle­za y los va­lo­res que el pú­bli­co re­cla­ma ha­bi­tual­men­te”.

Aun­que sue­le te­ner las ideas cla­ras, no des­co­no­ció que pa­ra él “lo más im­por­tan­te de to­do es ga­nar”. Des­ta­có a So­rin co­mo un em­ble­ma de es­ta se­lec­ción y con re­la­ción a có­mo se­gui­rá la re­la­ción con el hin­cha, Biel­sa ya ha­bía des­ta­ca­do, en la an­te­sa­la de la fi­nal: “La re­con­ci­lia­ción se cons­tru­ye par­ti­do a par­ti­do, aquí no hay de­ma­sia­das con­ce­sio­nes de to­le­ran­cia. Si se su­man bue­nos par­ti­dos, ten­dre­mos el fa­vo­ri­tis­mo de la gen­te e in­me­dia­ta­men­te, cuan­do se pier­da, se vol­ve­rá al des­con­ten­to”.

Es una pe­na. Se­ría bue­no que de vez en cuan­do les to­que ga­nar a los bue­nos.

 

El camino de Argentina:

- Argentina 6 – 1 Ecuador. Fase de grupos
- Argentina 0 – 1 México. Fase de grupos
- Argentina 4 – 2 Uruguay. Fase de grupos
 
- Perú 0 – 1 Argentina. Cuartos de final
- Argentina 3 – 0 Colombia. Semifinal
- Argentina 2 (2) – 2 (4) Brasil. Final

 

Por Diego Borinsky

Fotos: El Gráfico Perú