¡Habla memoria!

Ferro 1984

Con la base del Nacional 1982, el Tren de Caballito obtuvo su segundo y último título, siempre bajo el ala de Carlos Griguol.

Por Redacción EG ·

20 de abril de 2010
Imagen Parados de izquierda a derecha: Carlos Alberto Arregui, José Carlos Fantaguzzi, Oscar Garré, Héctor Cúper, José Luis Carrizo y Eduardo Basigalup. Agachados: Oscar Acosta, Oscar Agonil, Daniel Fernández, Roberto Coeli y Alberto Márcico.
Parados de izquierda a derecha: Carlos Alberto Arregui, José Carlos Fantaguzzi, Oscar Garré, Héctor Cúper, José Luis Carrizo y Eduardo Basigalup. Agachados: Oscar Acosta, Oscar Agonil, Daniel Fernández, Roberto Coeli y Alberto Márcico.

Dicen que las segundas partes nunca son exitosas. Las voces que lo enuncian seguramente no conocen la historia de Ferro. Etiquetado de defensivo, el equipo de Caballito se mantuvo cuatro temporadas consecutivas animando campeonatos. Fue dos veces subcampeón en 1981, campeón en el Nacional 1982 y tercero en el Metropolitano 1983. ¿Cómo? Jugando. “A los jugadores que no tienen talento hay una sola manera de respaldarlos: haciéndoles sentir la confianza de la mecanización. Nuestras razones eran orden, respeto, disciplina. El lema siempre era mejorar lo anterior”, enunciaba el director técnico Carlos Griguol.

El Nacional 1984 tuvo un inédito desarrollo. Los equipos se dividieron en ocho zonas de cuatro. Ferro se mezcló en el Grupo E con Instituto de Córdoba, Platense y Altos Hornos Zapla. Con tres triunfos e igual cantidad de empates, ganó la serie. En la ronda siguiente, debió eliminarse con Huracán. Tras empatar en uno en los dos partidos, la llave se definió por penales, en la que Oeste se impuso 7 a 6. Luego venció a Independiente y Talleres para llegar al encuentro cumbre con River. Volteando pronósticos, Ferro goleó 3 a 0 en el Monumental. En la revancha, volvió a imponerse 1 a 0. Disputó catorce partidos: Ganó ocho, empató cinco y perdió uno.

Juvenal, pluma destacada de El Gráfico, explicaba: “Cuando la pelota es propiedad del rival, lo de Ferro no encierra ninguna sorpresa, aunque igual sorprende. Porque parece que sus efectivos se reprodujeran. Su escalonamiento, sin necesidad de marca al hombre pero tomando invariablemente la zona y con cobertura cercana, es admirable. Tanto que en los últimos 55 minutos del partido de ida y en los 70´ que duró el segundo, cuando River intentaba armar avances y desplegarlos, teníamos la sensación de que no podía generar peligro de gol ni aunque jugara tres días seguidos. Sus cortinas defensivas, el funcionamiento de sus ´pequeñas sociedades´, la multiplicidad ordenada con que todos revelan a todos, puede parecer rutina”.  

Y finalizaba la idea: “La rutina desaparece, se hace creación, cuando la pelota es recuperada. En ese preciso momento comenzamos a entender que detrás de esa apariencia de equipo simple y sin misterios, tan denso en su telaraña de pases anunciados, dando la impresión de moverse siempre en el mismo ritmo, en Ferro hay algo más. Ese algo más nos explica por qué este campeonato que ganó es un triunfo rotundo del fútbol que nos gusta a todos”.

La historia comenzó en 1980. La dirigencia, encabezada por Santiago Leyden y Ricardo Etcheverry, realizó la gran apuesta de contratar a Griguol, que venía un tanto devaluado, tras dirigir a Kimberley de Mar del Plata. El nexo fue León Najnudel, padre de la Liga Nacional de básquet y por entonces entrenador de Ferro en esa disciplina. Ambos se conocían de su paso por Atlanta.

“Los jugadores son la base. Y para alcanzar los más altos niveles ya no alcanza sólo con el talento individual. Creemos en la gambeta, en el toque, en la marca, en el cabezazo, en el pique, la pausa, en todo lo que implica el fútbol, pero todos unidos detrás del objetivo mayor: el equipo”, sentenciaba Griguol en sus primeras palabras en el club.

A pesar de la ida de Gerónimo Saccardi, Juan Rocchia  y Claudio Crocco, estandartes del Nacional 82, el plantel no se resintió. La clase de Alberto Márcico entremezclada con la aparición de juveniles (Marchesini, Noremberg, Fantaguzzi), volvieron posible la conquista del campeonato.

Sin dudas resultó un equipo revolucionario: fue el padre del pressing, de entrenamientos con pesas e innovó con las cortinas y el manejo de la pelota parada.

Ferro se consagró otra vez como el mejor. El mejor dos veces: por la fuerza de los números y la elocuencia del fútbol jugado.

La campaña
Primera etapa
Rival                                    
Platense (V) 4-1 Goles: Acosta, Márcico (2) y Cañete
Altos Hornos Zapla, Jujuy (L) 2-0 Goles: Márcico y Cañete
Instituto de Córdoba (V) 3-3 Goles: Marchesini y González (2)
Altos Hornos Zapla, Jujuy (V) 1-0 Gol: González
Instituto de Córdoba (L) 1-1 Gol: Acosta
Platense (L) 1-1 Gol: Cúper
Segunda etapa
Rival
Huracán 1-0 (L) Gol: Marchesini
Huracán  0-1 (V) (*)
Tercera etapa
Independiente 1-1 (L) Gol: Márcico
Independiente 1-0 (V) Gol: Arregui
Cuarta etapa
Talleres de Córdoba 1-0 (L) Gol: Noremberg
Talleres de Córdoba 1-1 (V) Gol: Noremberg
Final
River Plate 3-0 (V) Gol: Cañete, Noremberg y Márcico
River Plate 1-0 (L) Gol: Cañete
(*) Ganó en la definición por penales 7-6

El día de la consagración (síntesis de El Gráfico)
30/05/1984. Ferro 1- River 0 (suspendido a los 70´)

Ferro: Basigalup (7); Agonil (6), Cúper (7), Marchesini (7), Garré (7); Arregui (6), Brandoni (7), Cañete (8), Noremberg (5), Márcico (8), Gargini (6). Suplentes: Ferrero, Carrizo, Fantaguzzi, Acosta, Fernández. DT: Carlos Griguol.

River: Pumpido (6); Saporiti (6), De los Santos (4), Borelli (4), Jorge Alberto García (5); Francescoli (5), Olarticoechea (4), Alonso (6), Enrique (6) (x), Villalba (3), Teglia (3) (xx). Suplentes: Gay, Gordillo, Karabin. DT: Luis Alberto Cubilla.
(x) Reemplazado por Bica (4) a los 45´, (xx) Reemplazado por Alfaro (4) a los 45´
Árbitro: Teodoro Nitti
Gol: Cañete (2´)
Cancha: Ferro.

La palabra del DT
“Ferro es el campeón Nacional, pero eso no significa que seamos la verdad del fútbol ni que yo tenga la fórmula mágica. No es el momento de pontificar, no es mi estilo. Tuve la suerte de caer en un club que dejó trabajar al técnico y eso me permitió reordenar ideas, tirar mi librito y empezar a escribir otro”.

Mauro Gurevich