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Team ROA: los refugiados olímpicos

Entre cinco y diez atletas formarán parte del primer equipo de refugiados en los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Por Alejandra Altamirano Halle ·

04 de marzo de 2016
Imagen THOMAS BACH, presidente del Comité Olímpico Internacional, juega al fútbol con los refugiados del campamento Eleona en Atenas.
THOMAS BACH, presidente del Comité Olímpico Internacional, juega al fútbol con los refugiados del campamento Eleona en Atenas.
Hay casi 20 millones de refugiados viviendo en países que no les son los propios a lo largo de todo el mundo. Las persecuciones bélicas, religiosas y también el hambre los han llevado a dejar sus tierras y establecerse en otros lugares, alejados de sus costumbres, sus familias y su entorno natural. Cuarenta y tres de ellos, atletas de diferentes nacionalidades de origen, tienen posibilidades de llevar una misma bandera e integrar el primer equipo de refugiados en los Juegos Olímpicos de Río 2016.

El presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, anunció que por primera vez los Juegos Olímpicos tendrán la presencia de un equipo de refugiados: el team ROA (Refugee Olympic Athletes). “Queremos atraer la atención del mundo a los problemas de los refugiados”, declaró mientras visitó el campamento de migrantes Eleonas, en Atenas, antes de posar haciendo jueguitos con un grupo de ellos.

Se espera que, de esos 43 candidatos, entre cinco y diez atletas logren la clasificación, y compitan bajo la bandera olímpica. Tres de los posibles integrantes son: la nadadora siria Ysra Mardini, que reside en Alemania; los judocas congoleses Yolanda Mabika y Popole Misenga que lograron asilo en Brasil y la taekwondista iraní Raheleh Asemani que trabaja para el correo en Bélgica.

Imagen LA NADADORA SIRIA Ysra Mardini (izquierda) posa junto a su hermana Sarah.
LA NADADORA SIRIA Ysra Mardini (izquierda) posa junto a su hermana Sarah.
Sarah e Ysra Mardini llegaron nadando a la isla griega de Lesbos, cuando la lancha inflable en la que viajaban desde Turquía comenzó a acumular agua. Al ver que se iban a hundir, se lanzaron al mar y nadaron durante tres horas. Ahora quieren nadar en Brasil, mientras se preparan en Alemania, en la pileta construida para los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. No representarán a Siria, su país nativo, del que tuvieron que escapar de la cruenta guerra civil y el terror del Estado Islámico. 

Como cualquier otra delegación del mundo, este equipo de refugiados vivirá en la villa olímpica, vestidos con uniformes caminarán juntos en la ceremonia inaugural. Y si ganan una medalla en cualquier disciplina, se subirán al podio, se izará la bandera del COI y se escuchará el himno olímpico. Según Bach, los costos de viaje, entrenadores, seguros, los tests obligatorios antidoping serán cubiertos por el Comité Olímpico Internacional.

Este será el primer equipo oficial, pero no será la primera vez que atletas compitan bajo la bandera olímpica por problemas –mayormente– geopolíticos. Sucedió en 1992, cuando los atletas yugoslavos recurrieron a participar bajo la bandera del COI por las sanciones que tenía su país por la guerra de los Balcanes.

Algo similar sucedió con nuevas naciones: en el 2000, Timor Oriental todavía estaba bajo la ocupación indonesia y no tenía su propio comité olímpico formado. El mismo respaldo tuvieron en 2012, atletas de Sudán del Sur.

Allí, en Grecia, donde Bach anunció la inclusión de este pequeño equipo, hay miles y miles de personas en campamentos en condiciones precarias. Todos los días, las islas griegas de Lesbos y Kos desbordan con la llegada de embarcaciones endebles que llegan desde Turquía con refugiados de Siria Afganistán, Irak, Eritrea y otros países en crisis.

La antorcha olímpica se encenderá como es tradición en Olimpia, la ciudad de la Antigua Grecia, donde se llevaron a cabo los primeros Juegos Olímpicos. El 21 de abril será llevada por un refugiado y pasará por el campamento Eleonas. El 3 de mayo llegará a Brasil.

Con sus nombres y sus habilidades, estos atletas quieren salir del anonimato para darle visibilidad a la problemática de los refugiados. Y, como no pueden defender a sus propios países, se defenderán a sí mismos. Otra vez.

Alejandra Altamirano Halle