(sin categoría)
El Brasileirao: Cuento de hadas
Aunque los clubes tienen deudas monstruosas, el torneo brasileño es un catálogo de figuras gracias al aporte económico de la televisión y los sponsors. Se pagan sueldos de fábula y con eso logran retener a los cracks incipientes e importar a notables leyendas del fútbol mundial.
Nota publicada en la edición de septiembre de 2012 de El Gráfico
Dilma no enloqueció. No es que ella haya decidido girarles a los clubes una porción de los 350.000 millones de dólares de reservas que guarda el Estado. No vino por ahí el asunto. Más bien, fue una consecuencia inevitable; ¿cuánto tiempo más podía quedar fuera del boom económico del país el deporte mais bonito do mundo? El campeonato brasileño de Primera de este año, que a fines de agosto llegó a la mitad de su recorrido, podría venderse en un videoclip que atraparía a jóvenes y maduritos por igual: es una perfecta mezcla entre los nuevos cracks y los que viven del brillo del pasado. Con pinceladas extranjeras, para darle más color, y un indispensable toque argento. Neymar. Ronaldinho. Seedorf. D’Alessandro. Pasen y vean.
El ejemplo Neymar
El derrame de la sexta economía del mundo (y creciendo) sobre el fútbol llegó tras la designación de Brasil como sede del Mundial 2014. La política fue clara: lo primero era conservar en casa a las estrellas jóvenes, esas que serán la base de la selección cuando llegue el gran momento. ¿Pero cómo competir contra el Milan, el Real Madrid, el Bayern Munich y sus carretilladas de euros? ¿O, más modestamente, contra los europeos del segundo escalón pero igual de millonarios? La ecuación cerró por fuera de los propios clubes: patrocinio + derechos de televisión = mayores salarios.
El caso de Neymar es paradigmático. Elegido el mejor de América en 2011, para el Santos no fue fácil retenerlo, ante el tironeo entre el Real Madrid y el Barcelona para quedarse con su cresta. El club paulista lo transformó en un jugador franquicia: doce personas –entre empleados del Santos y del propio futbolista– se ocupan de la explotación de la imagen del chico maravilla. Y no les va mal; actualmente cuenta con diez patrocinadores personales: Nike, Lupo, Volkswagen, Santander, Claro, Unilever, Tenys Pé Baruel, Panasonic, Guaraná Antárctica y Heliar. En noviembre pasado, el simpático Luis Álvaro de Oliveira Ribeiro, presidente del club, logró firmar la renovación del contrato entre el Peixe y la joya hasta 2014. Qué casualidad. Desde entonces, Neymar Junior (para no confundirlo con su papá) cobra 3 millones de reales al mes –equivalen a un millón y medio de dólares–, de los cuales el club sólo pone poco más del 10%. El resto, claro, sale de las cuentas de las empresas.
Estos datos, publicados por el periodista Juan Pablo Villalobos en la revista Gatopardo, tienen un link con lo que factura el club. La madre del borrego, dirían en el campo. Los ingresos del Santos Fútbol Club pasaron de 60 millones de reales en 2009, a 120 millones en 2011; y las previsiones indican que llegarán a 160 millones al cierre de este año. El salto más grande se produjo en el cachet que pagan las empresas para figurar en la camiseta: 30 millones de reales el año pasado, cuando en 2009 habían sido 7,5 millones. Por derechos de transmisión de televisión (entre todos los torneos que disputa) le ingresan 55 millones de reales anuales, más del doble de lo que cobraba antes. Una más: Nike le paga 12 millones anuales por vestir al equipo, mientras que Umbro –la marca anterior– abonaba 6 millones.
Un informe de la consultora local Pluri ubicó a Neymar como el sexto jugador más valioso del mundo, con un valor de mercado de 50 millones de euros. Ese listado –que no se guía por las cláusulas de rescisión, usualmente muy superiores a lo que realmente después se paga por una transferencia– colocó a Ganso, su compañero en el Santos y en la selección, en el puesto 15. Son los únicos dos que no jugaban en Europa dentro de los veinte futbolistas más valorados de 2011. Incluso se puede estirar la mirada a los 100 primeros, y lo mismo: los ocho que no estaban en el Viejo Continente pertenecían al Brasileirão, y eran locales: Leandro Damiao, Lucas, Casemiro, Danilo, Oscar (recientemente transferido al Chelsea) y Ronaldinho completaban la lista.
Reales para todos
Lo mismo pasa al comparar la fuerza del Brasileirão con el resto de las ligas del mundo. El análisis mencionado lo ponderó como el sexto torneo del mundo si se suman las cotizaciones de los futbolistas que lo integran; es el único de América que figura en el top ten. El primero es la Premier League inglesa.
Entre los clubes de mayor valor, apenas ocho de los 100 primeros eran americanos: todos brasileños, claro. Encabezaba la lista el Santos (27º en la tabla global), gracias al influjo Neymar, por supuesto. Todos eran paulistas (además de Santos, estaban San Pablo y Corinthians), cariocas (Vasco da Gama, Flamengo y Fluminense) o gaúchos (Internacional y Gremio). En eso, la fuerza de la liga sigue estando donde siempre.
¿Y de dónde sale tal prepotencia? Más pistas. Este año, la cadena O’Globo ganó la pulseada para quedarse con los derechos de televisación del torneo hasta 2015 inclusive. Para lograrlo, hizo una oferta conmovedora: desde ahora, los clubes cobran el doble. A la cabeza figuran Flamengo y Corinthians, los más populares del país, que se llevan alrededor de 95 millones de reales por año. Los ocho que menos cobran perciben unos 32 millones cada uno. Sumados, los veinte clubes de la Serie A (así denomina la Confederación Brasileña al campeonato) reciben 1.150 millones de euros anuales. En perspectiva: el Fútbol para Todos les entrega a los veinte equipos de la Primera argentina la tercera parte de esa cifra, en el mismo lapso.
La tele ayuda, por ejemplo, a que los clubes cada vez dependan menos de las ventas de sus joyas. La consultora BDO estudió el asunto, y concluyó que esa incidencia bajó drásticamente en los balances: en 2007, representaban el 37% de sus ingresos; en 2011 significó apenas el 15%. Del mismo modo subió la relevancia de ese contrato televisivo en las cuentas, ya que ahora significa el 36% de la recaudación de los clubes, según la consultora Futebol Finance.
¿Y para qué sirve tanto dinero? Además de la inversión que hacen en sus estrellas, ahora los clubes pueden importar a primeras figuras, o al menos a quienes lo fueron hasta hace un tiempito. El caso más resonante del último mercado lo protagonizó Clarence Seedorf; el holandés, nacido en realidad en Surinam, desembarcó en el Botafogo a cambio de 400 mil dólares mensuales. Diego Forlán eligió al Inter de Porto Alegre para estar cerca de Uruguay, sí, pero también por los 250 mil dólares que le paga su nuevo club. El peruano Paolo Guerrero bajó de Alemania al Corinthians, y antes había llegado Deco, al Fluminense. El último gran pase fue el de Burrito Martínez, de Vélez al Corinthians.
Algunas de las estrellas, como las nombradas, cobran todo su salario o buena parte de él de parte de los patrocinadores de sus clubes. Fred, del Fluminense, y Luis Fabiano, retornado del Sevilla al San Pablo, son otros casos. Ronaldinho, cuando jugaba en Flamengo, cobraba el 80% de su contrato de la empresa Traffic: 5,6 millones de dólares anuales sobre un total de 6,8 millones.
El mismo San Pablo, por caso, rechazó en julio una oferta de 38 millones de euros del Manchester United por Lucas. Para dejarlo contento, claro, debió aumentar un sueldo de por sí alto. El propio Lucas fue uno de los siete jugadores locales en la selección que llevó Mano Menezes a los Juegos Olímpicos, sobre los 18 de la lista. También estaban Rafael (Santos), Bruno (San Pablo), Ganso, Neymar (Santos), Oscar y Leandro Damiao (Internacional). Un número alto, que se explica a partir de la política de retención de talentos; para el Mundial de Sudáfrica, Dunga había citado sólo a dos jugadores del medio local en la lista definitiva de 23.
Pero detrás de esa abundancia se esconden ciertas miserias. A la par del crecimiento de los presupuestos, aumentan las deudas. Futebol Finance elaboró un informe en el que detalla los pasivos de los clubes, y la conclusión fue lapidaria: cada año deben más. El ranking lo encabeza el Botafogo, el mismo que contrató a Seedorf, con un agujero de 318 millones de reales (159 millones de dólares); lo sigue el Flamengo, con 258 millones, y completa el podio el Fluminense, con 220 millones. Los clubes de Rio de Janeiro (el Vasco da Gama está quinto en esa lista roja) concentran el 52% de la deuda total. Una burbuja que, de todos modos, nunca termina de explotar. Cualquier parecido con el fútbol argentino, en ese sentido, no es mera coincidencia.
La legión argentina
El Loco Doval en el Flamengo, tirando paredes con Zico y Rivellino. El Mariscal Perfumo en el Cruzeiro, barriendo lo que se le cruzara. El Apache Tevez en el Corinthians, colándose en el altar de los ídolos. Punto. No son demasiados los apellidos con matriz argentina que lograron hacerse un lugar, primero; y destacarse, después, en el fútbol brasileño. Pero si la cantidad es la madre de la calidad, la oportunidad está servida: los 18 argentinos que forman parte del Brasileirão 2012 constituyen un récord para el torneo, que empezó a jugarse en 1971. Así se superan los 14 del año pasado.
Ahora, ¿qué buscan aquí los amantes de la gambeta? Zagueros, seguro que no; tanto que Ignacio Canuto, surgido en Unión de Santa Fe y que fue campeón con Argentinos Juniors en el Clausura 2010, es uno de los únicos dos defensores argentinos del campeonato. El santafesino llegó a las playas de Florianópolis para reforzar al humilde Figueirense, donde comparte plantel con Franco Niell y el Loco Abreu, la estrella del equipo. Allí podrá cruzarse cualquier día con Guga Kuerten, el surfista más ilustre de la ciudad. Adentro de la cancha no la tendrá fácil: la modestia del equipo hace que la máxima aspiración sea mantener la categoría. El otro defensor que viajó desde la Argentina es Sergio Escudero, el mismo que había sido compañero de Ronaldo en el Corinthians. Sobre el cierre del libro de pases, a finales de julio, se sumó al mucho más humilde Coritiba.
Llama la atención la cantidad de enganches argentinos que hay en Brasil. Justo allí, donde ocupar el puesto es un privilegio reservado mayormente para los propios, siete clubes miraron hacia acá al buscar jugadores en esa posición. Andrés D’Alessandro es el más reconocido: al ídolo del Internacional los hinchas del club le fueron a rogar a su casa que no se fuera, hace unos meses, cuando recibió una oferta del Shangai Shenua de 8 millones de euros anuales. El Cabezón se quedó. Walter Montillo (ver aparte) es un símbolo del Cruzeiro; Damián Escudero, uno que en general insinuó bastante más de lo que concretó, llegó en esta temporada desde el Gremio al Atlético Mineiro, donde tiene que pelear el puesto con el que lleva la camiseta 49: Ronaldinho. Darío Bottinelli se fue ganando de a poco un lugar en el dificilísimo Flamengo, el de más hinchada y más presión de Río. Después están los menos conocidos: Marcelo Cañete, aquel al que Borghi le dio cabida en su efímero tiempo de entrenador de Boca, es habitualmente suplente en el San Pablo; Leandro Chaparro, un chico de 21 años surgido en San Lorenzo, sigue siendo una apuesta que el Vasco da Gama aguarda que explote. El último meia (como le llaman a los enganches) en aterrizar fue Patricio Rodríguez, que eligió el Santos de Neymar cuando tenía la posibilidad de ir a un club de Europa. Tal vez porque estaba avisado de que si sos enganche, allá te reciben mejor que acá.
Un caso curioso, dentro de los que podrían pasearse por el Obelisco sin que alguien los reconozca, es el de Ezequiel Miralles. Bahiense, su trayectoria en Primera en el país se reduce a seis partidos en Racing en la temporada 2006-07. Su andar por clubes de ascenso se terminó cuando pasó al Everton chileno, aunque fue en Colo Colo donde consiguió lustre: 34 goles en dos años le abrieron la puerta del Brasileirão; el año pasado lo compró Gremio, aunque no resaltó demasiado. En julio de este año, sobre el cierre del libro de pases, entró en un canje llamativo: él fue al Santos, y del Santos al Gremio pasó Elano. Sí, el mismo que jugó en el Manchester City y también en el Mundial de Sudáfrica con la canarinha. Mano a mano fue la cuestión. Miralles se lo podrá contar a sus nietos.
Lo que no logrará el delantero de 29 años es que la presidenta brasileña festeje sus goles. Es que Dilma no se deja arrastrar por la ola Neymar, el compañerito que le tocó a Miralles: ella es del Internacional –por seguir a su nieto, a su hija y a su yerno–, pero también del Atlético Mineiro, para no olvidar de donde viene.
Dilma anhela, como sus 196 millones de compatriotas, coronar este momento dulce del fútbol brasileño con el título mundial, cuando el domingo 13 de julio de 2014 se juegue la final en el remozado Maracaná.
La boca se le haga a un lado.
Por Andrés Eliceche. Fotos: Placar
FUTBOL espectáculo en el campeonato de Brasil, donde juegan 18 argentinos y muchos locales de trayectoria exitosa en Europa.
El ejemplo Neymar
El derrame de la sexta economía del mundo (y creciendo) sobre el fútbol llegó tras la designación de Brasil como sede del Mundial 2014. La política fue clara: lo primero era conservar en casa a las estrellas jóvenes, esas que serán la base de la selección cuando llegue el gran momento. ¿Pero cómo competir contra el Milan, el Real Madrid, el Bayern Munich y sus carretilladas de euros? ¿O, más modestamente, contra los europeos del segundo escalón pero igual de millonarios? La ecuación cerró por fuera de los propios clubes: patrocinio + derechos de televisión = mayores salarios.
El caso de Neymar es paradigmático. Elegido el mejor de América en 2011, para el Santos no fue fácil retenerlo, ante el tironeo entre el Real Madrid y el Barcelona para quedarse con su cresta. El club paulista lo transformó en un jugador franquicia: doce personas –entre empleados del Santos y del propio futbolista– se ocupan de la explotación de la imagen del chico maravilla. Y no les va mal; actualmente cuenta con diez patrocinadores personales: Nike, Lupo, Volkswagen, Santander, Claro, Unilever, Tenys Pé Baruel, Panasonic, Guaraná Antárctica y Heliar. En noviembre pasado, el simpático Luis Álvaro de Oliveira Ribeiro, presidente del club, logró firmar la renovación del contrato entre el Peixe y la joya hasta 2014. Qué casualidad. Desde entonces, Neymar Junior (para no confundirlo con su papá) cobra 3 millones de reales al mes –equivalen a un millón y medio de dólares–, de los cuales el club sólo pone poco más del 10%. El resto, claro, sale de las cuentas de las empresas.
Estos datos, publicados por el periodista Juan Pablo Villalobos en la revista Gatopardo, tienen un link con lo que factura el club. La madre del borrego, dirían en el campo. Los ingresos del Santos Fútbol Club pasaron de 60 millones de reales en 2009, a 120 millones en 2011; y las previsiones indican que llegarán a 160 millones al cierre de este año. El salto más grande se produjo en el cachet que pagan las empresas para figurar en la camiseta: 30 millones de reales el año pasado, cuando en 2009 habían sido 7,5 millones. Por derechos de transmisión de televisión (entre todos los torneos que disputa) le ingresan 55 millones de reales anuales, más del doble de lo que cobraba antes. Una más: Nike le paga 12 millones anuales por vestir al equipo, mientras que Umbro –la marca anterior– abonaba 6 millones.
Un informe de la consultora local Pluri ubicó a Neymar como el sexto jugador más valioso del mundo, con un valor de mercado de 50 millones de euros. Ese listado –que no se guía por las cláusulas de rescisión, usualmente muy superiores a lo que realmente después se paga por una transferencia– colocó a Ganso, su compañero en el Santos y en la selección, en el puesto 15. Son los únicos dos que no jugaban en Europa dentro de los veinte futbolistas más valorados de 2011. Incluso se puede estirar la mirada a los 100 primeros, y lo mismo: los ocho que no estaban en el Viejo Continente pertenecían al Brasileirão, y eran locales: Leandro Damiao, Lucas, Casemiro, Danilo, Oscar (recientemente transferido al Chelsea) y Ronaldinho completaban la lista.
NEYMAR, la joya del Santos.
Lo mismo pasa al comparar la fuerza del Brasileirão con el resto de las ligas del mundo. El análisis mencionado lo ponderó como el sexto torneo del mundo si se suman las cotizaciones de los futbolistas que lo integran; es el único de América que figura en el top ten. El primero es la Premier League inglesa.
Entre los clubes de mayor valor, apenas ocho de los 100 primeros eran americanos: todos brasileños, claro. Encabezaba la lista el Santos (27º en la tabla global), gracias al influjo Neymar, por supuesto. Todos eran paulistas (además de Santos, estaban San Pablo y Corinthians), cariocas (Vasco da Gama, Flamengo y Fluminense) o gaúchos (Internacional y Gremio). En eso, la fuerza de la liga sigue estando donde siempre.
¿Y de dónde sale tal prepotencia? Más pistas. Este año, la cadena O’Globo ganó la pulseada para quedarse con los derechos de televisación del torneo hasta 2015 inclusive. Para lograrlo, hizo una oferta conmovedora: desde ahora, los clubes cobran el doble. A la cabeza figuran Flamengo y Corinthians, los más populares del país, que se llevan alrededor de 95 millones de reales por año. Los ocho que menos cobran perciben unos 32 millones cada uno. Sumados, los veinte clubes de la Serie A (así denomina la Confederación Brasileña al campeonato) reciben 1.150 millones de euros anuales. En perspectiva: el Fútbol para Todos les entrega a los veinte equipos de la Primera argentina la tercera parte de esa cifra, en el mismo lapso.
La tele ayuda, por ejemplo, a que los clubes cada vez dependan menos de las ventas de sus joyas. La consultora BDO estudió el asunto, y concluyó que esa incidencia bajó drásticamente en los balances: en 2007, representaban el 37% de sus ingresos; en 2011 significó apenas el 15%. Del mismo modo subió la relevancia de ese contrato televisivo en las cuentas, ya que ahora significa el 36% de la recaudación de los clubes, según la consultora Futebol Finance.
MULTICAMPEON en Italia, el holandés Clarence Seedorf es la gran apuesta del Botafogo.
Algunas de las estrellas, como las nombradas, cobran todo su salario o buena parte de él de parte de los patrocinadores de sus clubes. Fred, del Fluminense, y Luis Fabiano, retornado del Sevilla al San Pablo, son otros casos. Ronaldinho, cuando jugaba en Flamengo, cobraba el 80% de su contrato de la empresa Traffic: 5,6 millones de dólares anuales sobre un total de 6,8 millones.
El mismo San Pablo, por caso, rechazó en julio una oferta de 38 millones de euros del Manchester United por Lucas. Para dejarlo contento, claro, debió aumentar un sueldo de por sí alto. El propio Lucas fue uno de los siete jugadores locales en la selección que llevó Mano Menezes a los Juegos Olímpicos, sobre los 18 de la lista. También estaban Rafael (Santos), Bruno (San Pablo), Ganso, Neymar (Santos), Oscar y Leandro Damiao (Internacional). Un número alto, que se explica a partir de la política de retención de talentos; para el Mundial de Sudáfrica, Dunga había citado sólo a dos jugadores del medio local en la lista definitiva de 23.
Pero detrás de esa abundancia se esconden ciertas miserias. A la par del crecimiento de los presupuestos, aumentan las deudas. Futebol Finance elaboró un informe en el que detalla los pasivos de los clubes, y la conclusión fue lapidaria: cada año deben más. El ranking lo encabeza el Botafogo, el mismo que contrató a Seedorf, con un agujero de 318 millones de reales (159 millones de dólares); lo sigue el Flamengo, con 258 millones, y completa el podio el Fluminense, con 220 millones. Los clubes de Rio de Janeiro (el Vasco da Gama está quinto en esa lista roja) concentran el 52% de la deuda total. Una burbuja que, de todos modos, nunca termina de explotar. Cualquier parecido con el fútbol argentino, en ese sentido, no es mera coincidencia.
WALTER Montillo, el argentino ídolo de la Raposa, la hinchada del Cruzeiro.
El Loco Doval en el Flamengo, tirando paredes con Zico y Rivellino. El Mariscal Perfumo en el Cruzeiro, barriendo lo que se le cruzara. El Apache Tevez en el Corinthians, colándose en el altar de los ídolos. Punto. No son demasiados los apellidos con matriz argentina que lograron hacerse un lugar, primero; y destacarse, después, en el fútbol brasileño. Pero si la cantidad es la madre de la calidad, la oportunidad está servida: los 18 argentinos que forman parte del Brasileirão 2012 constituyen un récord para el torneo, que empezó a jugarse en 1971. Así se superan los 14 del año pasado.
Ahora, ¿qué buscan aquí los amantes de la gambeta? Zagueros, seguro que no; tanto que Ignacio Canuto, surgido en Unión de Santa Fe y que fue campeón con Argentinos Juniors en el Clausura 2010, es uno de los únicos dos defensores argentinos del campeonato. El santafesino llegó a las playas de Florianópolis para reforzar al humilde Figueirense, donde comparte plantel con Franco Niell y el Loco Abreu, la estrella del equipo. Allí podrá cruzarse cualquier día con Guga Kuerten, el surfista más ilustre de la ciudad. Adentro de la cancha no la tendrá fácil: la modestia del equipo hace que la máxima aspiración sea mantener la categoría. El otro defensor que viajó desde la Argentina es Sergio Escudero, el mismo que había sido compañero de Ronaldo en el Corinthians. Sobre el cierre del libro de pases, a finales de julio, se sumó al mucho más humilde Coritiba.
Llama la atención la cantidad de enganches argentinos que hay en Brasil. Justo allí, donde ocupar el puesto es un privilegio reservado mayormente para los propios, siete clubes miraron hacia acá al buscar jugadores en esa posición. Andrés D’Alessandro es el más reconocido: al ídolo del Internacional los hinchas del club le fueron a rogar a su casa que no se fuera, hace unos meses, cuando recibió una oferta del Shangai Shenua de 8 millones de euros anuales. El Cabezón se quedó. Walter Montillo (ver aparte) es un símbolo del Cruzeiro; Damián Escudero, uno que en general insinuó bastante más de lo que concretó, llegó en esta temporada desde el Gremio al Atlético Mineiro, donde tiene que pelear el puesto con el que lleva la camiseta 49: Ronaldinho. Darío Bottinelli se fue ganando de a poco un lugar en el dificilísimo Flamengo, el de más hinchada y más presión de Río. Después están los menos conocidos: Marcelo Cañete, aquel al que Borghi le dio cabida en su efímero tiempo de entrenador de Boca, es habitualmente suplente en el San Pablo; Leandro Chaparro, un chico de 21 años surgido en San Lorenzo, sigue siendo una apuesta que el Vasco da Gama aguarda que explote. El último meia (como le llaman a los enganches) en aterrizar fue Patricio Rodríguez, que eligió el Santos de Neymar cuando tenía la posibilidad de ir a un club de Europa. Tal vez porque estaba avisado de que si sos enganche, allá te reciben mejor que acá.
Un caso curioso, dentro de los que podrían pasearse por el Obelisco sin que alguien los reconozca, es el de Ezequiel Miralles. Bahiense, su trayectoria en Primera en el país se reduce a seis partidos en Racing en la temporada 2006-07. Su andar por clubes de ascenso se terminó cuando pasó al Everton chileno, aunque fue en Colo Colo donde consiguió lustre: 34 goles en dos años le abrieron la puerta del Brasileirão; el año pasado lo compró Gremio, aunque no resaltó demasiado. En julio de este año, sobre el cierre del libro de pases, entró en un canje llamativo: él fue al Santos, y del Santos al Gremio pasó Elano. Sí, el mismo que jugó en el Manchester City y también en el Mundial de Sudáfrica con la canarinha. Mano a mano fue la cuestión. Miralles se lo podrá contar a sus nietos.
Lo que no logrará el delantero de 29 años es que la presidenta brasileña festeje sus goles. Es que Dilma no se deja arrastrar por la ola Neymar, el compañerito que le tocó a Miralles: ella es del Internacional –por seguir a su nieto, a su hija y a su yerno–, pero también del Atlético Mineiro, para no olvidar de donde viene.
Dilma anhela, como sus 196 millones de compatriotas, coronar este momento dulce del fútbol brasileño con el título mundial, cuando el domingo 13 de julio de 2014 se juegue la final en el remozado Maracaná.
La boca se le haga a un lado.
Por Andrés Eliceche. Fotos: Placar